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Atentado en China II

Agencias :: 29.10.13

Continuación

UNISCI Discussion Papers, Nº 16 (Enero / January 20
08) ISSN 1696-2206
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Al mismo tiempo, la región tiene un interés cada ve
z mayor para Pekín desde una
perspectiva económica y estratégica. Xinjiang alber
ga grandes reservas de petróleo, gas
natural, carbón y uranio y, además, se está convirt
iendo en un importante centro de
redistribución logística que actúa como puente entr
e la China central y costera y el continente
euroasiático, que China espera convertir en un elem
ento cada vez más destacado de su
suministro energético. Por otra parte, en Xinjiang,
China tiene su polígono de pruebas
nucleares y de misiles (Lop Nor y otros) y otras in
stalaciones de carácter estratégico como
centros de control de telecomunicaciones y estacion
es de escucha y de interceptación.
3.1. Xinjiang en la postguerra fría: la revitalizac
ión del activismo uigur en los años 90
Desde principios de los años noventa el movimiento
uigur vivió una fase de revitalización y
actividad. La efervescencia uigur respondía a un co
njunto de factores, pero tres tuvieron un
claro efecto dinamizador en este proceso:
-
La desaparición de la Unión Soviética en 1991.
-
La política de apertura con respecto a las minorías
nacionales y las regiones
autónomas implementada por Pekín durante los años o
chenta.
-
El conflicto en Afganistán.
La desaparición de la Unión Soviética supuso el sur
gimiento de cinco repúblicas
independientes en Asia central, cuatro de ellas con
grupos túrquicos como grupos étnicos
titulares o etnias epónimas. De esta manera, su caí
da inspiró profundamente a los
independentistas uigures. Desde la perspectiva uigu
r las analogías eran (y siguen siendo)
claras: por un lado, si otros pueblos túrquicos com
o kazajos, uzbekos, kirguises o turkmenos
tenían su propia república independiente por qué no
debían tener la suya los uigures; y, por
otro lado, si la Unión Soviética había desaparecido
por qué no debía desaparecer también la
RPC, dado que ambas eran de inspiración comunista y
contaban con grandes minorías
nacionales en su seno.
No obstante, más allá de las apariencias estas anal
ogías se basaban en algunos supuestos
erróneos
23
. Por un lado, la Unión Soviética había sido formal
mente un Estado federal
compuesto por repúblicas nacionales que, aunque sól
o fuera teóricamente, eran iguales en
derechos a la propia Rusia y a las que se reconocía
el derecho de secesión. China, por el
contrario nunca ha aceptado la existencia de repúbl
icas en su seno, sólo la existencia de
algunas autonomías limitadas
24
y, además, como apunta Esteban, hay un amplio cons
enso
entre la comunidad política china y la población Ha
n con respecto al carácter centralizado del
Estado y la defensa de su unidad territorial, por e
ncima de cualquier otra consideración
25
.
Además, en los años 70 y 80, en las repúblicas sovi
éticas centroasiáticas se habían afianzado
las oligarquías locales y había empezado un lento p
roceso de desrusificación, potenciado
además por el dinamismo demográfico de las etnias i
ndígenas (o epónimas). Por el contrario,
en el Xinjiang-Uigur el proceso de sinificación hab
ía continuado intensamente y Pekín seguía
ejerciendo un férreo control sobre los asuntos polí
ticos de la región autónoma. De esta
23
Poch de Feliu, Rafael (2004): “Turkestán”,
La Vanguardia,
1 de octubre.
24
Además del Xinjiang-Uigur, en el Tíbet, en Mongoli
a interior, en Guangxi y en Ningxia.
25
Esteban Rodríguez, Mario (2007):
China después de Tian’anmen. Nacionalismo y cambio
político,
Barcelona,
Edicions Bellaterra, p. 73.
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manera, era (y es) impensable una declaración de so
beranía por parte de las autoridades
autónomas de Xinjiang tal como hicieron las diferen
tes repúblicas soviéticas
26
. Al mismo
tiempo, Pekín no ha dado ninguna muestra de querer
desprenderse de esta región, como sí
sucedió en Moscú, donde durante los años ochenta fu
eron reiterados los debates en torno a lo
oneroso de la carga centroasiática para Rusia. Por
otra parte, pasados los acontecimientos de
Tian’ anmen tampoco había nada que hiciera presagia
r un colapso de la estructura de poder
china, sino que por el contrario, la implementación
de la agenda reformista ha consolidado la
posición del PCCh y ha fortalecido institucionalmen
te la República Popular
27
.
La adopción de la agenda reformista y del proyecto
desarrollista se produjo con el
ascenso de la facción tecnócrata a la cúspide del p
oder en el Tercer Pleno del PCCh en 1978.
Desde este momento, China entró de lleno en un proc
eso de transformación socioeconómica y
de transición del totalitarismo al autoritarismo
28
. Esto supuso, durante los primeros años del
gobierno de Deng Xiaoping, una cierta apertura en X
injiang y una política más permisiva con
respecto a las tradiciones culturales y religiosas
de los uigures. Así, en mayo de 1984, se
aprobó la Ley de Autonomía Regional
29
que reforzaba algunos de los derechos recogidos en
la constitución china de 1982. Esta ley garantiza,
al menos teóricamente, un cierto control de
la minoría uigur sobre las normativas aplicables en
Xinjiang. Este cambio de actitud por parte
de Pekín supuso una mayor tolerancia con respecto
a las especificidades culturales uigures,
fundamentalmente en lo relacionado con su lengua y
la práctica del Islam. Así, en la década
de los 80 se dieron mayores facilidades para la edu
cación en uigur, se reabrieron antiguas
mezquitas y se construyeron otras nuevas.
Al mismo tiempo, este relajamiento también se refle
jó en las fronteras de Xinjiang. A
mediados de la década se reabrió la frontera con la
Unión Soviética, lo que supuso el inicio
de un importante comercio transfronterizo cuyo volu
men ha crecido espectacularmente desde
entonces y es hoy un factor económico de primer niv
el tanto para Xinjiang como para las dos
ex repúblicas soviéticas centroasiáticas vecinas, K
azajstán y Kirguistán. Por otro lado, las
autoridades chinas fueron más flexibles en la conce
sión de pasaportes y permisos para que
estudiantes uigures se formaran religiosamente en p
aíses islámicos, fundamentalmente en el
fronterizo Pakistán. La apertura en 1987 de la
Karakorum Highway
, la carretera que une
Kashgar con Islamabad, influyó considerablemente en
el incremento de la relación entre el
Xinjiang, meridional, y Pakistán.
No obstante, los límites de esta apertura eran clar
os y no iban más allá de un cierto
relajamiento sobre el estricto control ejercido sob
re los uigures en las décadas precedentes. El
fortalecimiento del dominio Han seguía siendo el ob
jetivo principal y, a pesar del clima de
apertura, buena parte de los programas de asimilaci
ón lingüística de la población uigur fueron
perfilados en la década de los 80
30
. Por otra parte, esta tímida apertura de Pekín sir
vió,
fundamentalmente, para conocer su insatisfacción po
r su situación en la RPC. Así, durante los
26
Sin considerar aquí el carácter “impuesto” o no de
las independencias en Asia central. Con relación a
las
independencias nacionales, véase Olcott, Martha B.
(1992): “Central Asia ́s Catapult to Independence”,
Foreign
Affairs,
núm. 71:3, Verano, pp.108-130; y Roy, Oliver (1998)
:
La nueva Asia central, op.cit.
, pp. 205-229 y
257-295.
27
Vid.
Esteban Rodríguez, Mario (2007): “La China reformis
ta y el mantenimiento del Partido-Estado”,
Papeles
del Este,
13, pp. 1-16.
28
Vid.
Ibid.,
pp. 1-5.
29
Parcialmente enmendada en febrero de 2001.
30
Vid.
Schluessel, Eric T. (2007) ‘’Bilingual’ education a
nd discontent in Xinjiang’,
Central Asian Survey
, 26:2,
pp. 255-256.
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años 80 fueron más o menos frecuentes las manifesta
ciones uigures de carácter pacífico
reclamando una mayor autonomía e incluso la indepen
dencia.
Por último, la invasión soviética de Afganistán en
1979 repercutió también en la
evolución interna de la región autónoma ya que, el
sur de Xinjiang fronterizo con este país, al
igual que el norte de Pakistán se convirtió en un á
rea de apoyo a los
muyahidines
afganos.
Desde la perspectiva de Pekín, el avance soviético
hacia el sur representaba una seria amenaza
para su seguridad
31
. Por ello, el gobierno chino autorizó tanto el tra
nsporte de armas con
destino a Afganistán y Pakistán como la apertura de
dos campos de entrenamiento en áreas
cercanas a Kashgar y Hotan. A pesar de este apoyo a
la causa islamista por excelencia de los
años ochenta, Pekín siguió ejerciendo un control ef
ectivo sobre las actividades de su propia
población musulmana. No obstante, algunos segmentos
de la población uigur de las zonas
meridionales, se sintieron inspirados por la lucha
de los
muyahidines
afganos contra las
fuerzas soviéticas. Así, en abril de 1990 se produj
o en Baren, una localidad muy próxima a
Kashgar, un levantamiento armado de unos doscientos
hombres liderados por el uigur
Zahideen Yusuf. Elaborar una crónica verificable en
todos sus puntos o establecer el computo
exacto de las víctimas de la sublevación de Baren
, así como de buena parte de los
acontecimientos violentos que sacudieron Xinjiang d
urante los años noventa, es tarea harto
complicada tanto por el bloqueo informativo que han
aplicado las autoridades chinas como
por las propias imprecisiones, voluntarias o no, qu
e contiene, a su vez, la información oficial
facilitada por Pekín. En cualquier caso, parece cla
ro que el levantamiento se saldó con al
menos cinco o seis muertos entre las filas de la po
licía china y con la mayor parte de los
sublevados (incluido su líder), muertos cuando se r
etiraban a las zonas montañosas como
consecuencia del bombardeo aéreo efectuado por el E
PL.
De 1992 a 1997 se produjeron una serie de acontecim
ientos violentos, algunos de ellos de
claro carácter terrorista, en Xinjiang atribuidos p
or Pekín a independentistas uigures. Con
posterioridad, analizaremos con más detalle la vinc
ulación o no de la actividad uigur con estos
episodios violentos. En cualquier caso, la crónica
negra de Xinjiang durante los noventa
incluye sucesos como el atentado con bomba el 5 de
febrero de 1992 en dos autobuses en
Urumchi que se saldaron con, al menos tres muertos
y más de veinte heridos. El 17 de junio
de 1993, otra bomba, esta vez en Kashgar ocasionó d
os víctimas mortales y seis heridos.
Además, de estos dos graves sucesos, según las auto
ridades chinas durante la primera mitad
de los noventa se produjeron otras atentados terror
istas que no produjeron víctimas mortales,
además de huelgas y serios disturbios protagonizado
s por uigures. No obstante, el suceso más
grave claramente relacionado con el malestar de la
comunidad uigur, son las manifestaciones
y graves disturbios que sacudieron Yining (Guljá) d
el 5 al 8 de febrero de 1997. La detención
de unos estudiantes uigures provocó una serie de ma
nifestaciones de protesta en las que
participaron varios miles de personas y que devinie
ron en violentas, debido a la dura respuesta
de la policía que, incluso llegó a utilizar armas d
e fuego para acabar con las
concentraciones
32
. Al menos dieciséis uigures murieron y ciento cinc
uenta resultaron
heridos
33
. Los días posteriores se produjeron varias ejecuci
ones sumarias y detenciones
masivas que, por otra parte, han continuado durante
varios años
34
. Desde entonces, el
31
Vid.
Hilali, A.Z.(2001): “China ́s response to the Soviet
invasion of Afghanistan”,
Central Asian Survey
, 20
(3), pp. 326-335.
32
Vid.
Millward, James (2004):
Violent separatism in Xinjiang: A critical assesmen
t
, Policy Studies
,
6,
Washington, East-West Center, p.17.
33
Vid.
Mackerras, Colin (2003):
China ́s Ethnic Minorities and Globalisation,
Londres y Nueva York,
RoutledgeCurtzon, p. 51.
34
Vid.
Amnesty International (1999):
People’s Republic of China: Gross Violations of Hum
an Rights in the
Xinjiang Uighur Autonomous Region
, Londres, Amnesty International (ASA 17/19/99).
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recuerdo de la “masacre de Guljá” se ha convertido
en un referente simbólico movilizador
para la diáspora uigur, fundamentalmente en Turquía
, Alemania y EEUU. Menos de tres
semanas después se producía el atentado terrorista
más grave en la historia de la región, con la
explosión de tres bombas en sendos autobuses urbano
s en Urumchi el 25 de febrero de 1997,
que sesgaron la vida de nueve personas e hirieron g
ravemente a otras setenta. El grupo
denominado Partido de Liberación Uigur se atribuyó
el atentado
35
.
Con posterioridad a 1997 y hasta nuestros días, no
se han producido incidentes violentos
en Xinjiang que hayan concluido con víctimas o heri
dos de gravedad y que, al mismo tiempo,
puedan ser relacionados, de alguna forma con el sep
aratismo uigur.
3.2. Xinjiang en la política reciente de Pekín: rep
resión, asimilación y desarrollo
El auge del activismo uigur en los primeros años 90
desató los temores de Pekín con respecto
a su control sobre la región de Xinjiang. Desde ent
onces, la política de las autoridades chinas
con respecto a Xinjiang y los uigures ha tenido tre
s ejes fundamentales:
-
La represión de cualquier tipo de actividad uigur a
l margen del Estado.
-
La promoción de la asimilación de los uigures y su
progresiva sinificación.
-
La implementación de grandes proyectos de desarroll
o socioeconómico.
A) La represión antiuigur
Las autoridades chinas reaccionaron de forma contun
dente contra este resurgimiento uigur.
Desde la perspectiva de Pekín, el resultado del ape
rturismo de los años ochenta no había
tenido los efectos deseados, ya que únicamente pare
cía haber reforzado las posiciones
separatistas uigures y no había contribuido a una m
ayor integración de éstos en la república
popular. Al mismo tiempo, tras los sucesos de Tian’
anmen, el PCCh para reforzar su nivel de
legitimidad revitalizó su discurso nacionalista
36
y, con él, su defensa de la integridad
territorial por encima de cualquier otra considerac
ión. De esta manera, se fue consolidando un
discurso oficial en el que no se hacen distinciones
entre demandas autonomistas y
separatistas, entre posiciones seculares y religios
as, o entre acciones pacíficas y violentas.
La dura represión china tiene su marco contextual e
n la campaña “Golpear duro”,
adoptada oficialmente en abril de 1996. Pekín ha co
nceptualizado lo que denomina la lucha
contra “las tres fuerzas del mal”: el separatismo,
el extremismo y el terrorismo. Desde esta
perspectiva, el movimiento uigur cubre estas tres c
ategorías ya que busca la independencia de
Xinjiang, inspirado por sentimientos islamistas y u
tiliza el terrorismo como arma de lucha
política. Al no hacerse distinciones de ningún tipo
entre las diferentes demandas y acciones
uigures, los efectos de esta campaña han sido masiv
os y han afectado a una parte muy
considerable de la población uigur. Así, cualquier
manifestación cultural es susceptible de ser
considerada un acto separatista o criminal castigad
o con la muerte. Por otra parte, las
autoridades chinas han actuado con excepcional dure
za y con escasa consideración de los
35
Millward, James: (2004):
Violent separatism in Xinjiang: A critical assesmen
t, op.cit.,
p. 18.
36
Esteban Rodríguez, Mario (2007):
China después de Tian’anmen, op. cit., passim.
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derechos humanos y de las garantías mínimas exigibl
es. Dado el hermetismo chino, es difícil
establecer el cómputo exacto de uigures que han sid
o detenidos y ejecutados en estos últimos
diez años, pero las organizaciones de derechos huma
nos establecen en decenas de miles el
número de detenidos y en al menos, doscientas las e
jecuciones
37
.
Para Pekín la dureza de sus medidas está justificad
a por el nivel de la amenaza y los
riesgos que conlleva para la propia integridad terr
itorial del Estado. No obstante, todo parece
indicar que existe un percepción de riesgo claramen
te exagerada y que, en ocasiones, ha
habido una exageración interesada para justificar m
edidas represivas masivas. En este sentido,
es interesante constatar como la consideración del
activismo uigur por parte de Pekín ha
variado con el tiempo. Así, en las últimas seis déc
adas los uigures han sido caracterizados
como nacionalistas burgueses, contrarrevolucionario
s, separatistas o terroristas, en función del
momento político tanto en China como en la escena i
nternacional. De esta manera, en la
mayor parte de las ocasiones en los medios de comun
icación y documentación oficial chinos
se ha pasado de utilizar el calificativo de ‘separa
tistas’ al de ‘terroristas islámicos’, desde los
acontecimientos del 11-S
38
. De hecho, en enero de 2002 la Oficina de Informac
ión del
Consejo de Estado de la RPC publicó un extenso info
rme que bajo el significativo título de
Las fuerzas terroristas del Turkestan Oriental no p
ueden escapar impunemente
relacionaba a
un hasta entonces semidesconocido grupo denominado
como Movimiento Islámico del
Turkestán oriental (ETIM por su nombre en inglés) c
on los talibán y la red terrorista Al
Qaeda. Al mismo tiempo, el informe recogía los acto
s violentos cometidos por separatistas
uigures en Xinjiang y aportaba un listado de organi
zaciones implicadas en estos sucesos.
Según este documento los uigures eran responsables
de más de 200 atentados que habían
causado la muerte de 162 personas y heridas a 440.
Desde entonces, la asociación de la
actividad uigur con el terrorismo ha sido un elemen
to reiterado en la prensa internacional y el
mundo académico. La existencia comprobada de alguno
s uigures combatiendo en Afganistán
y Chechenia ha dado cierta solidez a estas acusacio
nes. No obstante, lo que se pone en
cuestión es la validez de calificar al conjunto del
movimiento uigur y de sus acciones, como
actividades terroristas. De hecho, según Millward,
un análisis minucioso del citado informe
lleva a concluir que, en líneas generales, contiene
información “imprecisa, cuestionable o
contradictoria”
39
. El ejemplo más significativo es que mientras el p
rólogo establece la cifra de
162 muertos, el texto del documento sólo enumera 57
víctimas mortales
40
. Para que no
queden dudas, no se trata de negar el innegable car
ácter terrorista de algunos de los
acontecimientos ocurridos en Xinjiang en los años 9
0, si no de evaluar si, como indica el
informe, es posible calificar la posición del conju
nto del movimiento uigur, tanto dentro como
fuera de Xinjiang, como de apoyo al terrorismo y de
verificar si las organizaciones que se
enumeran existen realmente, tienen la implantación
y capacidad que se indica, así como lazos
estrechos con grupos terroristas de Afganistán y el
norte de Pakistán. Y la realidad es que en
su gran mayoría, las organizaciones uigures rechaza
n completamente el terrorismo y
37
Con relación a la violación de los derechos humano
s en Xinjiang y la situación de los uigures, véase
Amnesty
International (1999):
People’s Republic of China: Gross Violations of Hum
an Rights in the Xinjiang Uighur
Autonomous Region
, Londres, Amnesty International (ASA 17/19/99); Am
nesty International (2002):
People’s
Republic of China: China’s anti-terrorism legislati
on and repression in the Xinjiang Uighur Autonomous
Region,
Londres, Amnesty International (ASA 17/10/2002); Am
nesty International (2004):
People’s Republic of
China: Uighurs fleeing persecution as China wages i
ts “war on terror”,
Londres, Amnesty International (ASA
17/021/2004).
38
Dwyer, Arienne (2005):
The Xinjiang Conflict: Uyghur Identity, Language Po
licy and Political Discourse,
Policy Studies, nº 15, Washington, The East-West Ce
nter, p. X.
39
Millward, James (2005):
Violent Separatism in Xinjiang: A Critical Assessme
nt, op.cit.
, p. 2.
40
Ibid.,
p.12.
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defienden, fundamentalmente, el respeto de los dere
chos humanos y la democratización de
Xinjiang.
B) La promoción de la asimilación
Como ya hemos indicado, la asimilación de los uigur
es (y demás poblaciones musulmanas de
Xinjiang) ha sido parte del planteamiento estratégi
co de las autoridades chinas desde los
tiempos de la dinastía Qing. No obstante, hasta fec
has muy recientes, Pekín nunca ha podido
implementar un programa efectivo de esta naturaleza
. Los intentos de asimilación de la
población uigur parten de un cierto sentimiento de
superioridad como civilización por parte de
China. De la misma forma, las divisiones internas u
igures y la tardanza en elaborar un
discurso etnonacionalista propio, ayudaron a la per
cepción china que considera a la uigur,
como una identidad débil y por tanto, propicia para
la asimilación dentro de la discursiva Han.
No obstante, estas políticas destinadas a la asimil
ación, combinadas con la intensa represión
no sólo no han contribuido a los objetivos de Pekín
, si no que por el contrario han fortalecido
el propio discurso identitario uigur.
Uno de los objetivos principales de Pekín ha sido l
a expansión del uso del mandarín entre
las minorías nacionales. No obstante, en Xinjiang,
desde el establecimiento de la RPC, las
políticas lingüísticas han tenido que adaptarse, fu
ndamentalmente a las posibilidades
materiales existentes. De esta manera, es difícil h
ablar de un sistema educativo estable y
uniformado para Xinjiang antes de 1978.
Durante los años 80, a pesar del clima de apertura,
se establecieron las bases conceptuales
del programa de educación bilingüe que, pese a lo q
ue pudiera parecer, tiene el objetivo
explícito de promover el mandarín entre las minoría
s nacionales en detrimento de su lengua
materna. Así, la educación en la lengua materna, ui
gur en este caso, es entendida como una
fase de transición hacia el empleo exclusivo del ma
ndarín. De hecho, en 1984 el PCCh de
Xinjiang decidió incrementar la educación en mandar
ín a través del sistema educativo con el
objetivo de convertir a todo escolar de graduado me
dio, fluido en chino para 1995
41
.
El problema fundamental con esta cuestión no es la
promoción del mandarín, razonable
considerando la pertenencia a la RPC, sino la perse
cución y acorralamiento implícito o
explícito del uigur. Para ello, las autoridades chi
nas implementan medidas de refuerzo como
la impartición exclusiva de determinadas materias c
omo matemáticas y ciencias en mandarín.
El uigur queda de esta manera relegada al campo de
las humanidades. No obstante, las
autoridades chinas piensan incidir más en esta líne
a. Así por ejemplo, para el año 2012 todos
las materias en las escuelas de Artush, una ciudad
próxima a Kashgar y prácticamente de
población exclusivamente uigur, serán impartidas en
mandarín
42
. Asimismo, el uigur
desaparece progresivamente de las universidades. De
esta manera, a través del programa de
“educación bilingüe” las autoridades chinas buscan,
además de fomentar el uso del mandarín
(objetivo explícito), promover la desaparición del
uso del uigur (objetivo implícito).
Al mismo tiempo, Xinjiang vive un proceso de redefi
nición o sinificación imparable del
espacio público y simbólico. Además del propio rech
azo oficial de denominaciones como
Turkestán oriental, en los medios de comunicación y
mundo académico chinos son cada vez
41
Schluessel, Eric T. (2007): ‘’Bilingual’ education
and discontent in Xinjiang”,
op.cit.
, p. 256.
42
Uyghur Human Rights Project (2007):
Uyghur Language Under Attack: The Myth of “Bilingua
l” Education in
the Peolple ́s Republic of China,
Washington, Uyghur Human Rights Project, p. 6.
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más frecuentes denominaciones como “Asia interior”
o simplemente “región del Oeste” para
referirse a la región autónoma del Xinjiang Uigur,
con el objetivo claro de rebajar su nivel de
relación con la minoría uigur. Igualmente, lugares
tradicionalmente conocidos por sus
nombres túrquicos empiezan a figurar masivamente po
r sus nombres en chino. En este
sentido, el auge del turismo Han hacia Xinjiang ha
estado muy relacionado. Además de
inmigración laboral, la región recibe, cada vez más
turistas del resto de la RPC. Tanto las
nuevas infraestructuras (hoteles, áreas de recreo)
como las reformas en los lugares de interés
histórico, están transformando significativamente e
l carácter uigur del espacio público. Esta
sinificación se produce tanto en lugares como Turpá
n
43
, de gran valor arqueológico, como en
lugares como el lago celestial, en la cordillera de
l Tien Shan, al que las obras de los últimos
años le han conferido un aspecto mucho más chino y
en el que la presencia de minorías
nacionales, especialmente elementos kazajos, queda
reducida a una suerte de pequeño teatro y
espectáculo etnográfico para los turistas.
Un elemento que dificulta especialmente la acultura
ción uigur es su adscripción religiosa.
El Islam es un elemento central de la identidad uig
ur. No obstante para la mayor parte de
ellos, lo es más desde una perspectiva cultural que
religiosa. Es decir, que para buena parte de
los uigures su condición de musulmanes está determi
nada por el mismo hecho de ser uigures
y no tanto, por el cumplimiento o asunción de deter
minados dogmas y normas.
Mayoritariamente los uigures se adhieren al sunnism
o de la escuela Hanafi. Los uigures se
islamizaron gradualmente del siglo X al XVI y en es
te proceso, jugaron un papel central
algunas órdenes sufíes como la Nqashbandiyya y las
tradiciones locales de cada uno de los
oasis.
Para las autoridades chinas, el Islam juega un pape
l central en la difusión de sentimientos
separatistas entre los uigures, por ello centra bue
na parte de su atención en las mezquitas y
actividades religiosas. Al igual que con la activid
ad política, Pekín hace escasas distinciones y
establece como actividades separatistas o terrorist
as, cualquier práctica religiosa al margen de
las establecidas oficialmente. De esta manera, acti
vidades sin ninguna vinculación política o
reivindicativa, son sancionadas duramente. Desde lo
s años 80 se ha producido una
recuperación de prácticas tradicionales como el
mäshräp
, una reunión de varones con
diferentes funciones (rito de paso, reunión lúdica,
acciones formativas, asamblea local, etc.).
No obstante, desde la década de los años 90, las au
toridades chinas han impedido la mayor
parte de ellos y han castigado duramente a todos aq
uellos que han participado en alguna
reunión de este tipo. Así por ejemplo, las manifest
aciones en Guljá en febrero de 1997
estuvieron motivadas por la detención de los jóvene
s que participan en un
mäshräp
que tenía
por objeto, alertar de los riesgos del consumo de d
rogas y el abuso del alcohol entre la
juventud uigur. Sin embargo, para las autoridades s
e trataba de una actividad religiosa ilegal
conducida por fanáticos.
La dureza china en esta materia ha recibido crítica
s por parte de organizaciones de
derechos humanos por cuanto la ausencia de libertad
de culto, deriva en la denegación de los
derechos de asociación, asamblea y expresión
44
. No obstante, pese al control efectivo que
ejerce Pekín en este momento, no está claro que est
a política represiva y dura contribuya en
los objetivos a medio y largo plazo de la RPC; ya q
ue, el estricto control en las mezquitas
junto con la apertura de fronteras, ha llevado a mu
chos a buscar espacios alternativos tanto
43
Vid.
Toops, Stanley (1999): “’Tourism and Turpan: the po
wer of place in Inner Asia/Outer China’,
Central
Asian Survey
, 18:3, pp. 303-318.
44
Vid.
Human Rights Watch (2005):
Devastating Blows. Religious Repression of Uighurs
in Xinjiang,
Vol. 17,
nº 2 (C),
Nueva York, Human Rights Wacht.
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dentro como fuera de Xinjiang (especialmente en Pak
istán) y a la difusión de prácticas
informales
45
en espacios alternativos; lo que, en última instan
cia, comporta más riesgos. Al
mismo tiempo, las medidas represivas indiscriminada
s provocan una mayor alienación de los
uigures con respecto al Estado chino y fortalecen s
u respuesta ante los programas de
asimilación.
C) Los grandes proyectos de desarrollo
Pekín ha combinado esta intensa represión política
y cultural con los grandes planes de
desarrollo socioeconómico, con la expectativa clara
de que la prosperidad y la transformación
de la región diluyan la resistencia uigur y fortale
zcan la integración de Xinjiang con el resto
de la RPC. En el planteamiento de las autoridades c
hinas el escaso desarrollo de Xinjiang es
claramente una fuerza centrífuga que fortalece el s
eparatismo uigur. Así por ejemplo, en una
gran conferencia del PCCh en Xinjiang celebrada en
Urumchi en mayo de 1996, se estableció
que la mejora de la situación económica era un elem
ento imprescindible para hacer frente a
las tendencias separatistas
46
. Con relación al desarrollo de Xinjiang, la políti
ca china ha tenido
dos ejes fundamentales: por un lado, la explotación
intensiva de las materias primas
regionales y el incremento de las relaciones comerc
iales transfronterizas con Asia central y
meridional.
No obstante, el inicio del intenso comercio transfr
onterizo actual se encuentra, como ya
hemos indicado, en la normalización de las relacion
es diplomáticas entre la RPC y la Unión
Soviética a mediados de los años 80; que supuso la
reapertura de la fronteras y con ello, la
recuperación de la tradicional relación entre Xinji
ang y Asia central. La carestía existente en
los últimos años de la
perestroika
fomentó el comercio transfronterizo con China e inc
luso, en
julio de 1991 se firmó un primer acuerdo de coopera
ción entre la por aquel entonces,
república socialista soviética de Kazajstán y las a
utoridades de la región autónoma del
Xinjiang Uigur. La relación comercial entre China (
Xinjiang) y Kazajstán no ha hecho más
que crecer y fortalecerse en los últimos años. En 2
006, supuso un volumen de negocio de
unos 6.000 millones de dólares y el objetivo de amb
os países es que alcance los 10.000
millones para 2010. Con Kirguistán y Uzbekistán, la
s relaciones comerciales no son aún
significativas, pero las perspectivas son de un inc
remento considerable para los próximos
años. De hecho, entre los objetivos de Pekín figura
la creación de un gran área de libre
comercio con Asia central y Rusia, a través del mar
co de la Organización de Cooperación de
Shangai
47
. Para ello, se contempla la construcción de divers
as infraestructuras integradas de
comunicación.
Con los años se ha consolidado la tendencia según l
a cual, Asia central provee de
materias primas a China, mientras que ésta exporta
bienes de consumo a las repúblicas
centroasiáticas
48
. Esto se une al recelo que despierta el crecimient
o chino en numerosos
sectores de Asia central y Rusia y es, a pesar de l
as óptimas perspectivas de desarrollo de este
45
Vid.
Waite, Edmund (2006): “The impact of the state on
Islam amongst the Uyghurs: religious knowledge and
authority in the Kashgar Oasis”,
Ceantral Asian Survey,
25:3, pp. 259-262.
46
Mackerras, Colin (2003):
China ́s Ethnic Minorities and Globalisation,
Londres y Nueva York,
RoutledgeCurtzon, p. 53.
47
Vid.
Peyrouse, Sébastien (2007):
The Economic Aspects of the Chinses-Central Asia Ra
pprochement,
Silk
Road Paper, Washington, Central Asia-Caucasus Insti
tute, pp. 8 y ss.
48
Vid.
Paramonov, Vladimir (2005):
China & Central Asia: Present and Future of Economi
c Relations
, Central
Asian Series
05/25(E), Conflict Studies Research, Defence Academ
y of the United Kingdom, pp. 7-8.
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comercio regional, un factor que debe tenerse muy e
n cuenta a la hora de evaluar su posible
evolución e implicaciones geopolíticas.
En enero de 2000, Pekín presentó su “Iniciativa de
Desarrollo del Oeste”, un ambicioso
plan de desarrollo que abarca casi tres cuartas par
tes del territorio de la RPC. Además de
Xinjiang, la Iniciativa del Oeste cubre las regione
s autónomas de Ningxia, Guangxi, Tibet y
Mongolia Interior, las provincias de Shaanxi, Gansu
, Qinghai, Sichuan, Yunnan y Guizhou,
así como la ciudad de Chongqing. El objetivo fundam
ental es reducir el desequilibrio
económico entre el Oeste de China y las zonas centr
al y costera. Además de una contribución
pequeña al PIB de China, en el Oeste el PIB
per capita
es sensiblemente menor y en algunos
casos, no alcanza ni la mitad del que existe en las
regiones costeras. El Plan se centra en el
desarrollo de las infraestructuras de transporte qu
e permitan una conexión más fluida del
Oeste con el resto de China y también con Asia cent
ral y meridional. De esta manera, Pekín
espera crear sinergias que multipliquen los efectos
del plan y convertir, fundamentalmente
Xinjiang en un gran centro
de redistribución logística, tanto de bienes de con
sumo como de
materias primas energéticas.
En Xinjiang, de momento el Plan se basa, fundamenta
lmente en el desarrollo de sus
campos petrolíferos y carboníferos, así como en la
expansión de la producción de algodón.
Xinjiang contiene importantes reservas de carbón, g
as natural y petróleo
49
. Según las
estimaciones de la empresa estatal China National P
etroleum Corporation (CNPC), en la
cuenca del Tarim (Xinjiang) existen unas reservas p
otenciales de más de 40.000 millones de
barriles, lo que supone una cantidad más que notabl
e
50
. No obstante, el volumen total de
reservas recuperables es todavía un dato que ofrece
un alto nivel de incertidumbre, tanto por
la necesidad de mayores exploraciones y de carácter
externo, como por las propias
dificultades logísticas y geológicas de la región.
De esta manera, las importantes reservas de materia
s primas de Xinjiang agudizan el
interés de Pekín. La demanda china de energía crece
a un ritmo notable y se ha duplicado en
los últimos diez años, precisamente desde 1993, mom
ento en el que China se convirtió en
importador neto de petróleo. El consumo chino pasó
de de 3,1 millones de barriles diarios
(mbd) a 6,6 mbd y, según las estimaciones de la Age
ncia Internacional de la Energía, en 2025
China consumirá 14,2 mbd, de los que tendrá que imp
ortar 10,7 mbd. Es decir, importará casi
el 85% de su consumo interior. Uno de los principal
es objetivos de Pekín es aumentar su
seguridad energética tanto a través de un aumento d
e la producción nacional (y de su nivel de
eficiencia) como a través de un aumento de las ruta
s y fuentes de suministro exterior
51
. En
este sentido, Xinjiang juega un papel central tanto
por su producción de materias primas
energéticas como por ser el puente de enlace entre
Asia central y China.
China ha realizado grandes inversiones en el sector
petrolífero de Kazajstán y ha
alcanzado importantes acuerdos de suministro con Tu
rkmenistán y Uzbekistán. La proyectada
extensión del oleoducto Atasu (en el centro de Kaza
jstán) – Alashankou (en Xinjiang) hasta
los campos de Kumkol, permitirá la conexión directa
de los campos desarrollados por la
CNPC en Kazajstán con las refinerías en Xinjiang. P
ekín tiene además grandes planes para
49
Vid.
Khamraev, Hamide (2003):“La Géopolitique du pétrole
” en Besson, Fréderique-Jeanne y Aubin Françoise (dirs.):
Les Ouïgours au vingtiéme siécle,
Cemoti, nº 25, disponible en
http://cemoti.revues.org/document58.html Consulta:
9 de mayo de 2006.
50
Datos procedentes del Informe País elaborado por l
a
Energy Information Administration
(EIA) de EE.UU.,
disponible en http://www.eia.doe.gov/emeu/cabs/Chin
a/pdf.pdf. Acceso: 15 de agosto de 2006.
51
Vid.
Bustelo, Pablo (2005):
China y la geopolítica del petróleo en Asia-Pacífic
o,
DT 38/2005,
Madrid, Real
Instituto Elcano,, pp. 17-31


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