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Papel del movimiento indígena, en especial del zapatismo, en el contexto general de disminución del sindicalismo

Rodolfo Stavenhagen :: 08.11.13

Se trata de uno de los más importantes expertos en asuntos indígenas reconocido hasta por la ONU, en su discurso al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma del estado de Morelos, México

Papel del movimiento indígena, en especial del zapatismo, en el contexto general de disminución del sindicalismo

Por
Rodolfo Stavenhagen*

ENTORNOINTELIGENTE.COM / Cronica /
El liberalismo político –sostén de los regímenes electorales democráticos basados en el voto universal, las elecciones periódicas libres, la competencia entre partidos políticos, y en general el pluralismo ideológico—, no ha sido capaz de lograr el cambio de rumbo en la mayoría de los países liberales y democráticos. Entre las fuerzas de la izquierda, seguía activo –en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial hasta el derrumbe del bloque soviético a fines del siglo pasado—la idea que solamente las “masas trabajadoras” eran capaces de lograr la revolución socialista a través de los partidos políticos de vanguardia. Yo siempre he sido escéptico del concepto de “masas” que implicaba un conjunto de individuos pasivos que en el mejor de los escenarios respondían a los llamados de sus respectivas “vanguardias” para salir a marchar, organizar una protesta, o –como sucedió tantas veces en tantas partes—hacerse masacrar por los regímenes militares, lo cual aconteció en varios países de América Latina en las décadas de los sesenta y setenta del siglo veinte. Las masas, sin embargo, siguen de pie cuando salen a las calles gritando su deseo de cambios, tal como sucedió en los últimos dos años en algunos países del mundo árabe, y en días recientes, en la hermana república de Brasil. Con todo, el concepto mismo de “masas” en el sentido que le dieron los revolucionarios marxistas de principios del siglo veinte en Europa, ha sufrido cambios sutiles. En las últimas cinco o seis décadas han surgido numerosos y los más variados movimientos sociales de resistencia, de protesta, de defensa, de reformas e incluso de promoción de cambios revolucionarios en prácticamente todas las regiones del mundo, cuyas características son muy distintas a las de las masas proletarias que en otras épocas y latitudes marchaban al son de la Internacional. Retomando el uso que le dio Gramsci al concepto de “sociedad civil,” en la actualidad las organizaciones de la sociedad civil emergen y se aglutinan para cuestionar los modelos dominantes del ejercicio del poder, la concentración de la riqueza y el capital, las formas diversas de impartición de injusticia, y las distintas maneras del mal manejo de la economía nacional.1 En EU el premio Nobel Paul Krugman ha sido el principal crítico de las políticas de austeridad que devastan a los países del Norte planetario. México no se queda atrás con la caída en términos reales del salario mínimo. En otras palabras, mientras más crece la economía más cae el salario mínimo y los ingresos por trabajo, y por lo tanto el bienestar de la mayoría. Con estos movimientos de la sociedad civil han logrado avances indudables en las sociedades democráticas las mujeres, las minorías étnicas y religiosas, los pueblos indígenas, las personas con discapacidades, los trabajadores migrantes (sobre todo en algunos países europeos), los homosexuales, los consumidores de mariguana, y otros grupos con identidades y necesidades específicas, anteriormente ignorados o marginados por las sociedades mayoritarias. Pero también se han dado retrocesos y represiones de estas organizaciones y de sus representados, como es el caso del sindicalismo organizado en numerosos países. En nuestro país, desde hace algunas décadas, estas organizaciones de la sociedad civil han logrado espacios sociales y políticos importantes, y su impacto variable sobre la sociedad nacional en su conjunto es actualmente motivo de análisis y evaluación. Tal vez el movimiento que más ha impactado la vida política y la conciencia nacional es aquél iniciado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas en 1994, que sin pretender ser la vanguardia de un movimiento indígena nacional, sin embargo ha logrado movilizar a otros contingentes indígenas en distintas partes del territorio nacional. El EZLN tampoco se propuso encauzar la toma del poder aunque su crítica política al régimen dominante ha sido feroz y desde luego acertada, como bien lo entienden las otras fuerzas políticas en el país. No sabría decir si el EZLN prefigura un nuevo tipo de movimiento social y político, ni que resultados finales podría obtener. Pero gracias a su actuar y a sus planteamientos, los pueblos indígenas son reconocidos actualmente con sus derechos, si bien con limitaciones, en la Constitución Política y, a cuentagotas, en las políticas públicas. La Suprema Corte de Justicia de la Nación acaba de publicar un librito para indicar a los juzgadores del poder judicial cuáles derechos de los pueblos indígenas deben ser protegidos por la justicia, y cómo. Esto es sin duda un avance con respecto a la situación anterior, pero falta ver si realmente este protocolo y los lineamientos que establece van a ser implementados por el aparato de justicia en los distintos niveles de gobierno. El movimiento indígena y sobre todo el EZLN lograron con su emergencia en el escenario nacional modificar el paradigma dominante de lo que alguna vez se llamó el “problema indígena” y hoy es considerado en la literatura correspondiente como la “cuestión nacional”2. En la época del llamado “problema indígena” la pregunta clave que se hacían los estudiosos y los políticos era: ¿Cómo integrar a los indígenas a la nación?, tarea de la que se ocupaba el indigenismo como política de estado. Hoy, en cambio, la pregunta clave es: “Cómo se liberarán los pueblos indígenas de la explotación, dominación y exclusión de la que fueron víctimas durante tanto tiempo.” A la que la sociedad civil responde: a través de su auto−organización, el ejercicio de la autonomía y la igualdad con los demás mexicanos en un contexto de nación multinacional y plurilingüe. En todo caso, a través de sus organizaciones representativas, el uso de los medios de comunicación (sobre todo las redes sociales en el internet, del que también se ha sabido aprovechar con gran habilidad el EZLN y sus aliados), la sociedad civil se ha logrado insertar y posicionar en la sociedad y en la polis nacional, para bien del país y de los mexicanos en su conjunto. Uno de sus logros más importantes, a mi parecer, es precisamente el de cuestionar el discurso dominante y proponer paradigmas alternativos cuya eficacia y utilidad tendrán que ser evaluados en el futuro.

El autor es Investigador Emérito de El Colegio de México e integrante del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República.

*Palabras del Rodolfo Stavenhagen en ocasión de recibir el grado de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

1 Me refiero al sustantivo “malmanejo,” como una política intencional y no como un adjetivo que sería “manejo malo o equivocado”. 2 La “cuestión nacional,” concepto que surgió entre los marxistas en el siglo diecinueve, y que sigue siendo objeto de debate en las ciencias sociales.


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