Producir conocimiento crítico, como contrapropuesta a la educación entregada a los mercados y al pensamiento único del capitalismo salvaje
Panamá: El Observatorio Nacional de Filosofía
Abdiel Rodríguez Reyes
Es una posición muy contradictoria hacer una justificación de la filosofía, a sabiendas de que al tomar partido por esta materia pareciera no haber claridad al menos en dos puntos. Primero, por el espíritu de la época que solo toma como importante lo que es “útil”, y porque se da poca importancia a lo que carece de esta condición.
Es decir, que si partimos del supuesto de que la filosofía sí tiene utilidad, ese argumento sería contradictorio con su propia esencia, porque esta no se reduce al espíritu de una época que evoca cuestiones prácticas.
Para aproximarse a tomar una posición crítica en torno a la filosofía es imperante nutrirse de otras experiencias que bien vale seguir para aclarar el estado de esta materia, al menos en el sistema de educación a nivel medio y superior, incluso desde los más chicos. Me quiero referir a la experiencia del Observatorio Filosófico de México, país cuya larga tradición demuestra que es el de mayor experiencia en estos menesteres en la región, con maestros como Leopoldo Zea, Horacio Cerutti, Bolívar Echeverría, Enrique Dussel y Gabriel Vargas Lozano, entre otros de resonancia universal.
Dentro de las tareas del observatorio mexicano podemos mencionar, al menos, dos experiencias enriquecedoras. Primero al “denunciar que la eliminación del área de humanidades implica la intención de eliminar la formación humanística”. Además, cuando señala, en su declaratoria, que “la filosofía debe salir del enclaustramiento en que se le ha tenido para recuperar su función en la plaza pública, como lo hicieron Sócrates, los sofistas y todo un conjunto de filósofos a lo largo de la historia”.
El planteamiento de aclarar el estado de la temática a nivel de educación media y superior, no se reduce al sentido romántico de que por ser la filosofía la madre de todas las ciencias, las demás quedan bajo su lumbrera. Al contrario, debe abordar cuestiones como la libertad, al menos así lo demuestra un texto de la Unesco, La filosofía, una escuela de la libertad (2011). En el mismo tenor, el tema de las humanidades es parte fundamental de la educación nacional.
En tal sentido, el papel de la filosofía en el desarrollo de la educación tiene un valor en sí mismo que no necesita ser reconocido por los sectores conservadores que solo ven en lo útil el fundamento de una enseñanza al estilo del siglo XIX. El valor de la filosofía, si es que se puede probar, se evidencia en la misma praxis social que demuestra los desmanes de la sociedad contemporánea, que, a su vez, es producto de la educación que recibió. En resumidas cuentas, como diría Jean Paul Sartre, “un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.
Para que todo esto vaya tomando fuerza y un carácter formal, es necesario establecer como esquema práctico el funcionamiento de un Observatorio Nacional de Filosofía, que se plantee el tema y, por ende, el problema de la educación como un tema de Estado.
Esta iniciativa es fundamental para plantearse una enseñanza realmente humanística y producir conocimiento crítico, como contrapropuesta a la educación entregada a los mercados y al pensamiento único del capitalismo salvaje
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