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Educación Popular Comunitaria. Aprender, enseñar o construir saber. Fundamentos de antipedagogía

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 28.03.14

Comienzan los talleres de la Universidad Libre 2014
Esta vez en la Quinta Región, Chile

Educación Popular Comunitaria
Aprender, enseñar o construir saber
Fundamentos de antipedagogía

Dice un autor (Ranciere) que si los estudiantes pueden aprender sin maestro, entonces el rol de un maestro es de enseñar lo que no sabe, lo que a buen entendedor elimina el autoritarismo transmisor de la pedagogía y genera el aprendizaje entre los participantes, incluyendo al facilitador, que se transforma en uno más de los estudiantes. Es la teoría del maestro ignorante, en contraposición al iluminado que pasa la luz del saber al sin luz, el aluni.

Sobre esta base se entiende que el saber es construcción de conocimiento desde el mundo de la vida. El dictado popular dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo y el-la machi no guarda secretos de su saber, sino que lo comparte con la comunidad sin necesidad de escoger a su continuador, sino que el gusto que otro tiene le hace acompañarla-lo y recabar su orientación en la experiencia propia.

Así la experiencia compartida del común al transformar el mundo inmediato, produce saber, subjetividad del sujeto del común, la cosmovisión. Saberes con ideología o paradigmas previos como lentes para mirar el mundo, sólo reproducen conocimientos fragmentados. Cambiar el mundo con recetas no es cambiarlo, sino intentar emular a los dioses o al gran arquitecto, lo que refuerza el individualismo, autoritarismo y superioridad jerárquica del sujeto iluminado que proyecta el haz de su luz al sujeto ignorante, lo que reproduce la sociedad jerarquizada.

Los que la llevan nos dicen que hay que aprender y tener instrumentos para cambiar el mundo, pero una vez que los tenemos estamos dentro de la máquina y el cambio se reduce al cambio de capitán del barco o de maquinista del tren que sigue siempre los mismos rieles.

Aprender para cambiar, lo hemos hecho cientos y miles de años y estamos peor que antes, aunque las ilusiones se siguen vendiendo como pan fresco de la mañana. El tema es que aprendemos de lo que hay y de las propuestas de lo que puede haber, cuando en realidad es mejor cambiar para aprender.

Lo primero en la cadena del cambio es el sujeto del saber. ¿Cuál es el sujeto que aprende? y ahí descubrimos que en la estructura actual de la educación sólo aprende el sujeto individual, aunque estén todas las individualidades juntas, amontonadas u «ordenadas». Si están amontonadas, lo primero que hacen es la disciplina, enseñan a reducir la libertad y el instinto: «Quédate quieto», «Cállate la boca» (como si pudiéramos callar otra cosa, por ejemplo el grito de rebeldía que subyace en el fondo de la acción que se quiere disciplinar), o «Mira para delante». En fin, los comandos disciplinarios son variados. Todos ellos destinados a que la mente del chico o chica vaya a explorar su cuerpo y contener la libre expresión de su pierna, por ejemplo, «pierna mía, quédate quieta o nos sacan la mugre». De tanto machacar, como la gota de agua a la piedra, se espera que la mente acepte el rol de policía del cuerpo, agente represivo de la libertad y del instinto, por eso el sistema no hace distinción en la ideología de los profesores. Que enseñen lo que quieran, con tal que tengan ganas y vocación de meter asuntos y temas en cuerpos oyentes atentos y disciplinados.

El individualismo no es un valor o ética negativa que puede combatirse con otra ética no individualista, menos con discursos mientras la realidad de los actos y relaciones reproduce la sociedad de personas separadas. Nos quieren convencer que cada uno debe resolver su vida pasando aún por sobre la de los otros, lo que en el fondo justifica la existencia de una pequeña capa de población que tiene la sartén por el mango y canaliza los recursos materiales, económicos, sociales y administrativos para su beneficio. Muchos han luchado contra eso y luego se descubre que defienden los intereses de otra capa: la burocracia, que administra «en nombre del pueblo» el mismo proceso de acumulación de capital que sigue reproduciendo las conductas, relaciones y valores, como en la URSS, que al caer no dejó nada nuevo porque no había nada nuevo, salvo discursos salvadores del cielo prometido de la sociedad sin clases, que nunca pasó de ser una promesa. Así la enseñanza reproduce lo ya establecido o promueve el cambio social para que suban al poder los nuevos burócratas, lo que lleva a la conclusión de que el cambio sólo es posible sin tomar el poder, generando otro contexto en cada barrio y localidad, donde las relaciones humanas y naturales permitan la expansión de valores prácticos como el compartir, la horizontalidad, el afecto, la producción propia de alimentos y servicios, rescatando el instinto del común rompiendo amarras con la reproducción cultural del individualismo.

Así la geografía, las matemáticas y demás áreas del saber formalizado dejan de ser entregados desde el libro, el discurso, la clase, el aula y el encierro escolar, para pasar a ser el resultado de su puesta en práctica desde los espacios compartidos en el barrio entre personas cambiando su entorno relacional en actos cotidianos de acciones comunes, como la huerta, la salud, el reforzamiento escolar para quienes lo requieran, juegos, energía alternativa, mini-ferias locales del trueque, lombricultura, reciclaje, artesanías y tantas otras posibilidades acordes con cada realidad concreta que hay que descubrir e inventar entre los vecinos y los facilitadores de la EPC, la educación popular comunitaria, donde estudiantes universitarios, secundarios, profesionales e interesados en general.

El acto de conocimiento construye al sujeto, que al conocer se hace a si mismo, por lo que el acto de conocimiento compartido contribuye a recuperar el germen del sujeto común, puesto que no provenimos de Adán y Eva ni de los marcianos, sino de la horda, de la comunidad, del ser y estar juntos. El acto de conocimiento compartido se hace haciendo, es decir, produciendo y reproduciendo el mundo de la vida como contexto referencial para los niños y jóvenes, donde los adultos ya no son ejemplos de individualidades, sino de afecto, relación y compartir. Cada acto de compartir en el barrio es al mismo tiempo un acto de solución de problemas y de producción de resultados, como la producción y elaboración de alimentos naturales, plantas medicinales, objetos de uso doméstico, energía, etc. Por ello sostenemos que esa reingeniería del barrio permite avanzar hacia el auto-sostenimiento o auto-sustentabilidad, en la forma de quebrar la dependencia al dinero para obtener lo necesario para vivir. Hay una reorientación de los intereses y prioridades, por lo que afirmamos que se trata de la génesis de una nueva ética, la ética del común, la ética del compartir, que no es posible entenderla como una teoría del comportamiento con reglas y fórmulas, sino que es el resultado de la expansión y multiplicación de las sensibilidades y de las experiencias corporales del desarrollo de la potencia del poder-hacer del sujeto «nosotros», en contraposición al reforzamiento del sujeto «Yo», que, insistimis, refuerza el individualismo de la sociedad de personas separadas.

En este taller para la Quinta Región, vamos a trabajar aspectos teóricos y prácticos del aprendizaje compartido, en el entendido de que una nueva escuela es la escuela del mundo de la vida cambiante según cambian las relaciones locales en torno a nuevas prácticas para enfrentar juntos determinadas situaciones.

Destinado a estudiantes de primer año de pedagogía, antropología, trabajo social, filosofía, sociología y afines, aunque pueden participar estudiantes secundarios, de otros cursos universitarios, profesionales diversos e interesados en contribuir a la profundización de los fundamentos de la antipedagogía y de las metodología del trabajo productivo y transformador en común. Informaciones en unlibre@gmail.com

Para otros temas, consultar en unlibre@gmail.com


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