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Chile: La catástrofe de Valparaíso y las instituciones.

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 13.04.14

Nacen los CAVE-V
Comités Autónomos de Vecinos y Estudiantes por Valparaíso

La catástrofe de Valparaíso y las instituciones.
Nacen los CAVE-V
Comités Autónomos de Vecinos y Estudiantes por Valparaíso

Por Jaime Yovanovic (Profesor J)

«Yo no he sabido nunca de su historia, un día nací allí sencillamente»
Canción a Valparaíso interpretada por el Gitano Rodríguez, muerto de frío bajo un puente en el exilio, como todos morimos bajo el puente en el exilio y el frío de la soledad, del individualismo, de los discursos y las promesas .. hasta que salga el sol del común y amanezca la comunidad de hombres y mujeres libres.

Era previsible, decían todos.
Se sabía lo que sucedería, el tema es recurrente en los cerros del puerto herido.
Un incendio grande y con el fuerte viento que tenemos, arrasaría con todo.

El saldo es estremecedor. Miles de hogares destruidos, decenas de millares de familias lanzadas a las prisiones de los «albergues», debidamente custodiados por las legiones. Casi una cuarta parte de la ciudad bajo los escombros y cenizas del fuego que avisaba como el cuento del lobo, «¡Que viene el lobo!» y el lobo no venía. Hasta que llegó, con feroces colmillos, dejando tras de si el estupor, el miedo, la ira.

Valparaíso ha vivido tantos incendios que ya casi no se pueden contar. Los caballeros del fuego fueron organizados como institución por la masonería, siendo sus primeros jefes en todo el país, importantes masones debidamente disciplinados tras las consignas del orden social para beneficio de la continuidad y reproducción del capital, al igual que la policía civil de Investigaciones, las escuelas públicas, hospitales y clubes de abstemios o Ligas Antialcohólicas, entre otros componentes del tejido «humanista» del sistema.

Como vendedores de parches para heridas, mantener sin curar ni superar, mejorar sin cambiar, sólo maquillaje y kilos de cremas para las arrugas, golpeando los brotes de la crisis social que puede venir de diferentes lugares y formas. Las primeras organizaciones de trabajadores, artesanos y similares en el Puerto hacían lo mismo, pero bajo la consigna de la autoorganización y la horizontalidad autónoma de los de abajo, el país y los países se llenaban de mancomunales y sociedades de socorros mutuos, que se preocupaban de las formas de vida de sus asociados y allegados. Hoy día es el sálvese quien pueda. Vivimos el capitalismo en su fase más cruel, ya no sólo de explotación del hombre y la mujer por el hombre, sino ahora la depredación de la madre tierra. No contentos con sacarnos la leche, el sudor, las lágrimas y la sangre, ahora nos retiran el piso y la base de sustentación para la vida, aniquilando tierras, montañas, semillas, ríos, bosques y mares.

En Valparaíso la expansión popular hacia los cerros siempre había sido con el debido respeto y cuidado de la madre tierra, hasta con caballos y burros en mini granjas que hacían de puente simbiótico entre la ciudad y el campo, entre el hambre urbano y la agricultura tradicional popular, al mismo tiempo que manos curtidas por el mar distribuían los pescados y mariscos en canastas de mimbre. Aún no habían las malditas bolsas plásticas. Era impresionante ver como las casas y casuchas se adaptaban a los declives, quebradas y árboles. Personalmente nací y viví en el cerro San Juan de Dios rodeado de aromos y eucaliptos, de perros, gatos, conejos y palomas, escuchando diariamente el clip-clop del caballo o del burro o mulas que subían y bajaban, interrumpido a veces por el organillero que venía con el loro que sacaba la suerte o por los juegos de los niños que éramos y que de manera simbólica fuimos llamados de palomillas, pues andábamos en verdaderas bandadas saltando y corriendo de lado a lado como verdaderas palomas. Un incendio era una fiesta para la muchachada, que veía pasar a los bomberos elegantes y gallardos dando dos patadas al fuego y chao, para bajar seguidamente entre los enormes ojos admirados de los chicos que cuando grandes querían ser bomberos.

El cemento fue el arma destructiva hacia los cerros y en especial los puntos de encuentro de la urbe y el bosque. El gobierno desarrollista de la Democracia Cristiana del año 1964 tuvo en el cemento uno de sus principales focos de acumulación y expansión. Buena parte de los jefes de ese partido eran dueños de empresas constructoras e inmobiliarias, desde las cuales competían fuertemente con los viejos clanes conservadores y liberales que habían mantenido la hegemonía del sector durante décadas graduando arquitecto tras arquitecto con apellidos vinosos para luego venir los Pérez (como el ministro del interior ajusticiado por la VOP, Pérez Zujovic, que llegó a tener una de las mayores empresas constructoras del país, en tanto su hijo, bacheletista actual, roba agua al interior de la Quinta Región causando enormes consecuencias orográficas, de sequía y climáticas por esos lados donde el diablo perdió el poncho) y otros apellidos similares sin alcurnia, a levantar la revolución en libertad con la famosa reforma urbana que construyó poblaciones de clase media y trabajadores de elite en prácticamente la totalidad de las ciudades de los territorios controlados por el estado chileno. recordamos las enormes poblaciones para los mineros del Teniente, donde la Democracia Cristiana constituyó una fortaleza obrera contra el gobierno popular de Salvador Allende.

A diferencia de la adaptación artesanal y natural que se venía haciendo desde las manos simples del habitat de los cerros del Puerto, esta vez, como en Montedónico, al igual que en Villa Dulce en el límite entre Viña del Mar y Quilpué, la tierra fue horadada, removida y tapada con cemento en una magnitud impresionante, levantándose los conjuntos que cambiarían la cara del sector y darían el vamos a una pavorosa penetración hacia el mundo natural destruyendo y modificando gravemente las micro cuencas que rodean la ciudad, haciendo de esa parte una cada vez más frágil cobertura de lo que alguna vez fue una firme estructura territorial. Como un barco, la ciudad rompía sus amarras con la tierra. El comportamiento de la vegetación, las lluvias y el clima se hacía cada vez más inestable. En invierno se agolpan las aguas lluvias atrapadas como novedosas esponjas arrojando como resultado una nueva y exuberante vegetación apretujada de moras y otras malezas, lo que multiplica para el verano la presencia de ramas y malezas secas listas para encenderse a la menor chispa, bastando que alguien fume en los alrededores aún sin tirar la colilla al suelo, para que los vientos se encarguen de transportar y avivar esa brasa sacando de ella posteriores lenguas flamígeras.

Pero como las casas populares son dispensables, las empresas y sus autoridades hacen vista gorda del nuevo problema, a pesar de que expertos y reconocidas figuras de la ciudadanía porteña como Iván de Rementería y Juan Mastrantonio, han escrito e informado sobre ello. Más ha valido el peso de las inmobiliarias que quieren seguir tapando el sol con un dedo y la tierra con cemento.

Como en los terremotos, la madre tierra se encuentra con sus partes cambiadas y afectadas, lo que modifica sus comportamientos. El fuego es natural. Recordemos que en lugares de mucha carga energética por modificaciones climáticas que lleva a los aires a desplazarse de un lugar a otro en la forma de vientos y tempestades, la energía de la tierra tiende a salir al encuentro de la energía cargada en las nubes produciendo el fenómeno de una descarga eléctrica que parece un rayo que cae, siendo en realidad el encuentro de uno que sube y otro que baja, ya que ese «rayo que cae» no escoge el lugar de acceso, sino que la energía viene a su encuentro, de allí que normalmente se chocan en lugares elevados, como un árbol o un jugador de fútbol, lo que produce chispas y llamaradas igual que las que produce un trozo de magma o lava volcánica encendida que arroja un volcán. De allí que rodear la ciudad de Valparaíso de material altamente combustible inflamable constituido por la sequedad de la vegetación multiplicada por las modificaciones de las micro cuencas (pequeños conjuntos, sistemas o subsistemas de interacción del agua con la tierra y la flora local), es lo mismo que rodearlo de tambores destapados de líquido inflamable o botellones de gas abiertos, por lo que no tiene sentido hacer campañas de no hacer fogatas en esos lados, ya que no son solamente los «turistas» los que lo hacen, sino también gente sin hogar, habitantes de las calles, que hacen su choca de caldo de tetera para paliar el hambre.

Junto a lo anterior, del cambio de las micro cuencas -la verdadera causa de los incendios de Valparaíso-, están los basurales, ya que los laberintos de acceso a los cerros impiden a los camiones subir hasta el último y la institución contratada por el municipio no se estimula por sortear los inconvenientes de atravesar, subir y bajar las escaleras, pasajes y callejones, lo que hace que históricamente un porcentaje de esa basura no sea recogida, lo que lleva a la población a arrojarla a las quebradas, donde papeles, maderas y cartones conviven con plástico, tetrapack y otros elementos, aumentando la sequedad sin conseguir ser derrotada por la humedad de los desechos orgánicos.

Otro componente es la poca importancia que las empresas, en especial del agua, aunque también las de otros aspectos urbanísticos, como pavimentación, escaleras, electricidad y demás, otorgan a la población que habita la mitad superior, la cima y la parte trasera de los cerros. Normalmente el agua es muy deficiente, escasa y con baja presión, ya que bastaría abrir dos grandes tanques para que el agua derramada apague un incendio, lo que resultaría catastrófico y anti-económico para las empresas, ya que siendo un servicio público, las empresas que lo otorgan se mueven por el interés de la ganancia privada. Todo ello lleva a la necesidad de una reingeniería local de la construcción, urbanización y servicios, donde el uso de medios naturales, metodologías ancestrales y medidas de armonización del común humano con la pacha mama debería ser asumido por comités de pobladores esta vez sobre las cenizas, lo que haría reformular las modalidades del uso de los espacios teniendo en consideración que la vuelta a la subordinación al mercado sería aún peor. Tal vez sea el momento de imaginar construcciones compartidas, como era la Unión Obrera en el Cerro Cordillera, que perdió su esencia al ser «remodeladas» con fondos públicos. Esa necesidad de reencuentro de las personas en un espacio territorial que podría ser común, es decir compartido o trabajado en minga, sería peligroso para el sistema debido a que puede ser un ejemplo de vida independiente de las reglas del mercado que orientan a las autoridades.

También se señalan deficiencias operativas tales como que pasó mucho tiempo desde las 15:30h. aproximadamente que las llamas aumentan y avanzan hacia las primeras casas, para lanzar agua de aviones, puesto que el pretexto que se dio es que ya estaba oscuro y por eso no se podía hacer. Es claro que si se toma la decisión 4 o 5 horas después, va a ser la que se tomó, lo que obliga a preguntar por qué no se hizo antes, tal vez porque nadie imaginó que se iba a extender de esa manera, lo que justificaría agarrar a palos a quien lo diga.

Hubo poco sentido de las proyecciones, pues se vio que el fuego avanzaba velozmente y sólo cuando el tamaño era grande se ordenó la ayuda desde otras ciudades, lo que se veía venir, por lo que allí hay otra deficiencia grave. Poner gente incapaz a cargo de algunas tareas, nos indica que no hay interés real de que esa tarea fructifique.

Ahora no se trata de llorar sobre la leche derramada ni salir a protestar como hicieron en Dichato y otros lugares los grupos y partidos que luego levantaron las candidaturas presidenciales de Claude y Miranda, ni salir como «movimiento» para que después venga un Fuentes, una Vallejo, un Boris o un Jackson a disputar un sillón en el poder pisoteando el dolor ajeno.

La respuesta debe ser obviamente elaborada por los afectados, que serán manipulados y reprimidos hasta el cansancio por las autoridades, los partidos y las iglesias, sin embargo se puede circular la propuesta de generar comités autónomos de reconstrucción sobre la base de vivir en comunidad, por ejemplo los propietarios de una manzana, planificar juntos diseño y gastos incorporando tal vez energía alternativa y formas de autoconsumo mediante huertas y autogestión, como aprovechar tierra arcillosa y construir con barro, para lo que hay diversas metodologías que podemos ayudar a dar a conocer. Podemos ayudar a contactar con personas y dinámicas que se dedican a construcción alternativa y establecer una red de comunicaciones horizontales a través del facebook y de la Agrupación de Vendedores Ambulantes de Valparaíso y los Comités Autónomos de Vecinos y Estudiantes por Valparaíso en Viña del Mar, los CAVE-V, que tal vez podrían instalarse por activistas autónomos en cerros no tan afectados y en otras lugares, incluso en otros países.

Para participar en los Comités Autónomos de Vecinos y Estudiantes por Valparaíso, puede conectarse a través del face o del correo per.reconstrucción@gmail.com si lo desea para ver como lo estamos haciendo, ya que al ser autónomos no responden a nadie, salvo a sus participantes y a las necesidades reales de la gente afectada, declarada por ellos y no por los representantes de la cosa pública, que han resultado «impresentables» .

Por ejemplo en su cerro o barrio, puede colocarse en una plaza con una mesa y cartel del CAVE-V, anotar vecinos interesados en apoyar, reunir artículos de necesidad, algún vehículo y partir directamente a dejarlos en el Fortín Prat, por ahora, hasta habilitar lugares directos que no tengan que pasar por el control institucional, pues ya no confiamos en las instituciones que han fallado estrepitosamente. Pueden abrir una cuenta bancaria de su CAVE y anunciarla en el correo per.reconstrucción para ponerlos en la página web de http://clajadep.lahaine.org
de ese modo evitamos la aparición de falsos apoyadores. Ese dinero úselo en pasaje, celular, internet, una colación para las actividades del CAVE y el resto lleve directamente y entregue en manos a los afectados en los albergues-prisiones del Puerto. No haga activismo ni proselitismo entre ellos, ya que serán otros los que van a dedicarse a envenenar y manipular a la gente. Sólo asegurémonos de hacer una red eficaz de apoyos y de estrechar los lazos solidarios en su barrio o cerro entre usted y sus propios vecinos. No se meta con las tropas romanas que estarán cuidando «el orden», éste orden, haga lo suyo en sus narices, entregando amor y compañerismo.

Nosotros estamos formando algunos CAVE en Viña del Mar e invitamos a los amigos y conocidos a formar su propio Cave en su territorio o país donde se encuentre. Para contactar en Viña del Mar, use el número de celular 66987755

Muévase.
Que no lo muevan.
Hágalo distinto a como lo estamos haciendo nosotros.
Pero hágalo.

Abrazos
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Comité Autónomo de Vecinos y Estudiantes por Valparaíso, CAVE-V
Cerro Forestal, Viña del Mar


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