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Sumak Kawsay (Buen Vivir), la palabra usurpada

Plan V :: 04.05.14

Visión que sobre el Sumak Kawsay tienen ahora quienes son depositarios de la tradición y no sus usurpadores

SUMAK KAWSAY, LA PALABRA USURPADA

El Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir sustentó la vigencia del concepto como “la forma de vida que permite la felicidad y la permanencia de la diversidad cultural y ambiental”. Pero cuatro especialistas cuestionan esa filosofía gubernamental.

El Buen Vivir es el imaginario con el cual el gobierno de Alianza País ha conducido sus actos, por lo menos en cuanto a planificación se trata. Elevado a categoría constitucional, el concepto fue tomado de la cosmovisión indígena. El Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir –en dos etapas– sustentó la vigencia del concepto bajo el argumento de que es el camino a seguir, y lo define como “la forma de vida que permite la felicidad y la permanencia de la diversidad cultural y ambiental; es armonía, igualdad, equidad y solidaridad. No es buscar la opulencia ni el crecimiento económico infinito”. www.buenvivir.gob.ec. En la introducción al Plan Nacional 20013-2017, se reconoce que este documento recoge los planteamientos de los pueblos andino-amazónicos y plantea la noción del Buen Vivir, como “el objetivo central de la política pública”.

Hoy, tres líderes indígenas y un mestizo estudioso del mundo mítico ancestral, cuestionan el uso que el gobierno sigue dando al término, a la luz de la relación que ha llevado el régimen con el movimiento indígena. Uno de ellos, Ariruma Kowii, director del Área de Letras de la Universidad Andina Simón Bolívar, habla incluso de una suerte de genocidio cultural perpetrado por quienes, por ejemplo, han eliminado la educación bilingüe.

Plan V quiere mostrar la visión que sobre el Sumak Kawsay tienen ahora quienes son depositarios de la tradición y no sus usurpadores.
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Ariruma Kowii
‘Hay una gran deuda y una gran ausencia’

Sumak es en quichua lo grandioso y kawsay es vida. Esta es una filosofía de la vida. Es importante para trabajar en la recuperación de la memoria de nuestros pueblos. Todo el trabajo de la Colonia y la República estuvo orientado al empobrecimiento del espíritu de nuestras poblaciones. Más allá de la usurpación de los territorios, lo más fuerte fue el empobrecimiento del espíritu de la población. Porque ha mutilado la memoria de nuestros pueblos y se debilita la fortaleza para seguir luchando por sus derechos. El sumak kawsay viene a ser entonces toda esa riqueza espiritual que hay en los pueblos indígenas, la memoria en sí misma. La filosofía de vida que existía sobre aprender a comprender el ser de la naturaleza, el ser del espacio. En nuestros pueblos, el espacio tiene vida. Por eso decimos allpa mama, pacha mama. Nuestros padres mayores son la naturaleza, el universo. El sentido universal es pensar que la naturaleza tiene vida y nuestro deber, siendo sus hijos, es cuidarla y protegerla. Para Occidente la naturaleza no tiene vida y por tanto es mercancía, se la ve como una opción mercantil, por lo tanto tenemos que aprovecharnos y explotarla. Pero desde el mundo indígena es todo lo contrario: la naturaleza tiene vida y siendo nosotros sus hijos tenemos que cuidarla.

De lo poco que se ha logrado recopilar hay relatos que nos explican todas estas cosas. Cómo era de importante este ser de la naturaleza y cómo se configuró el ser de la comunidad. Las montañas fueron personajes, los dioses, trabajaron con la comunidad, le enseñaron muchas cosas y luego decidieron inmortalizarse y se transformaron en montañas. Para nosotros, el Taita Imbabura, la Mama Cotacachi. En la misma naturaleza está el registro, la memoria. Una montaña tiene una historia y es rememorada en la tradición oral. Entonces las matrices culturales están presentes. Siempre nos estamos acordando de que esa historia es la de nuestros antepasados. Y esas historias se fraguan en la vida de la comunidad y le dan su identidad y su personalidad.

En otra dimensión, el tema de trabajar en el ser, en las personas. Estas enseñanzas que se han dado de generación en generación son una manera de sostener la forma de ser de nuestras poblaciones. Y desde ahí ir cumpliendo los mandatos para vivir mejor.

El Sumak Kawsay es una construcción que se ha configurado en los últimos años. La práctica, el contenido, las diferentes formas como se expresa siempre ha habido. En los mitos, como el retorno del Inkari, el Pachakutik, en la idea de que van a venir tiempos mejores. Pero la construcción como concepto se ha dado en relación con el desarrollo del movimiento indígena contemporáneo, que se expresa en las organizaciones indígenas. Hablamos en el Ecuador de una historia desde los años 70 y 80, que va acompañada de indígenas profesionales y estudiantes, que comenzaron a indagar en nuestra mitología. En la preparación del levantamiento de 1990 se trabajó mucho sobre estos mitos y la recuperación del idioma. Se reivindican rituales y prácticas para la movilización. El levantamiento ayuda a consolidar el Sumak Kawsay.

El que el gobierno lo use como concepto, está bien en lo ideal, porque para un individuo, un pueblo, un país, lo ideal es lograr mejores índices de vida con dignidad. Pero en el caso específico de los pueblos indígenas –lamentablemente– el gobierno no tiene políticas públicas orientadas a favorecer a los pueblos indígenas. Hay una gran deuda y una gran ausencia. Y no hay políticas claras en ninguno de los campos ni ministerios. Es una contradicción, porque se usa un concepto que sale de la cosmovisión indígena pero los pueblos indígenas no se benefician de políticas públicas.

“En la educación bilingüe la propuesta oficial es hegemonizar la oferta educativa. Y dejar de lado las particularidades pedagógicas, culturales y lingüísticas de nuestros pueblos. Eso significa un genocidio”.
En la educación bilingüe la propuesta oficial es hegemonizar la oferta educativa. Y dejar de lado las particularidades pedagógicas, culturales y lingüísticas de nuestros pueblos. Eso significa un genocidio, un genocidio cultural porque si no están claras las políticas en la educación se está violando un mandato constitucional que es el fomento y protección de los derechos colectivos de los pueblos indígenas; y dentro de estos derechos están la lengua y la cultura.

Igual en el plano del desarrollo. Qué políticas hay que nos ayuden a lograr un desarrollo para los pueblos indígenas. Hay lindas carreteras para la Amazonía, pero cuando no hay políticas claras una carretera implica acelerar los procesos de aculturación. Si bien podemos ver que dinamiza la economía acelera la aculturación y perjudica la tenencia y conservación del territorio. No se trabaja respetando los procesos de los pueblos indígenas, entonces se está atentando contra su desarrollo. Me parece que hay una contradicción en la medida que la estructura pública no está respondiendo al mandato constitucional de que vivimos en un Estado Pluricultural y Plurinacional, pero nos llevan a una visión hegemónica, porque no se incluye en el mismo sistema público la representación de los pueblos. Si bien se usa el concepto de Sumak Kawsay, se está atentando contra los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
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Carlos Pérez Guartambel, presidente de Ecuarunari
‘No hay Sumak Kawsay mientras algunos estemos en la resistencia, desde los arrabales’

El Sumak Kawsay va más allá del socialismo. Su fundamento está en la comunitariedad. Es decir en esa vivencia, convivencia, convidar. Es todo colectivo y que busca no solamente privilegio del hombre. El socialismo es una visión antropocéntrica y es una visión colonial y patriarcal. Quizás pulida, labrada, como antítesis al capitalismo, pero no deja de ser occidental, colonial. En cambio el Sumak Kawsay es una idea potente que se fundamenta en la cosmogénesis y en la cosmovivencia de las comunidades originarias de la región andina y amazónica. Y marca una diferencia con esa concepción de occidente en que se respeta la naturaleza.

Si bien el socialismo está en contra de la explotación del hombre por el hombre, encubre la explotación del hombre a la naturaleza. En cambio acá nosotros a más de la confraternidad, tenemos un profundo respeto a la Pacha Mama. Porque nosotros no vivimos de la Pacha Mama como Occidente sino que vivimos con la Pacha Mama. Otra diferencia es que nosotros criamos a la Pacha Mama, esta no nos cría a nosotros. Y eso significa que hay una profunda reciprocidad de parte y parte. Y todo esto tiene, al menos en la visión andina, un sustento y este es la Chakana Sagrada, que encierra los cuatro puntos, los cuatro elementos que representan la vida: el aire, la tierra, el agua y el fuego. Y a su vez representa la reciprocidad, la complementariedad, la integralidad y la proporcionalidad. La reciprocidad con la solidaridad, la minga; la complementariedad con lo que encierra la representación de que no hay competencia, no hay dominador o dominado, se complemente el hombre y mujer, blanco negro, lo de arriba lo de abajo, el fuego y el agua. La integralidad es la visión holística que hace que todo esté vinculado. Y la proporcionalidad, el tema de la justicia, el dar y recibir.

Sin embargo, el gobierno nacional ha vaciado todos estos contenidos y, como sabía que esto del Sumak Kawsay es una potente idea, lo tomó para hacer aparecer como que es una idea innovadora como aporte al socialismo del siglo XXI pero vaciada y llena de confusión y de una degradación de lo que realmente significan las raíces del Sumak Kawsay.

Una muestra de la degradación es decir que la minería metálica a gran escala es la expresión del buen vivir. Si el buen vivir es el respeto a toda la comunidad biótica, las aves, los animalitos, está el hermano árbol, el hermano bosque, la madre agua, la madre tierra… sin embargo, todo el mundo sabe cómo con la minería se busca romper las rocas y, para entrar a la roca, hay que sacar todos los páramos, toda la comunidad biótica que cubre la tierra, aniquilar, incluido al ser humano y luego sacar toda la riqueza económica. Entonces el Sumak Kawsay no es privilegio de lo económico, no es un crecimiento economicista. El Sumak Kawsay es un crecimiento integral, donde no sólo está la parte económica sino la parte espiritual. La parte ética, la parte filosófica, social. Es decir, todo.

“Para nosotros en el Sumak Kawsay no hay democracia ni participativa ni representativa. Sino democracia comunitaria, común a todos”.
Para nosotros en el Sumak Kawsay no hay democracia ni participativa ni representativa. Sino democracia comunitaria, común a todos. Se sintetiza en: mandar obedeciendo, que luego lo tomaron los zapatistas. Para poder disponer hay que obedecer, es otra vez ese dar y recibir. Pero no entiendo cómo un gobierno que predica el Buen Vivir criminaliza a los defensores de derechos humanos y naturaleza. Es decir, no cabe que un gobierno juzgue, insulte, estigmatice, injurie, calumnie al otro. Y no contento con eso se da el lujo de encarcelar. A eso solamente se puede asistir ante gobiernos totalitarios que no tienen un ápice de Sumak Kawsay. En el Sumak Kawsay no hay cárceles, no hay castigos, no hay rencores y menos revanchismos.

El Sumak Kaysay es una utopía vivencial, una utopía que no está solamente para utilizar como un folclorismo, sino una utopía realizable. Muchas veces me han pedido que explique el Sumak Kawsay y la mejor manera de conocerlo es vivir, convivir, se practica no se escribe. Una cosa es pensarlo y otra es sentirlo, y sólo se siente cuando uno come del mismo plato, de la misma olla, en la misma mesa, cuando tiene las mismas manos callosas, cuando se moja el poncho. No hay Sumak Kawsay mientras algunos estemos en la resistencia, desde los arrabales, y otros estén en las delicias del poder en sus grandes mansiones, con sus jets presidenciales, con sus helicópteros presidenciales, con sus chefs para que cocinen a su gusto. Ahí marcamos una ruptura suprema del Sumak Kawsay y prácticamente se termina desvirtuándolo y tenemos una antítesis del Sumak Kawsay.
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Lourdes Tibán
‘La matriz productiva contradice el Sumak Kawsay’

Para nosotros, los pueblos indígenas, incorporar el Sumak Kawsay en la Constitución de la República fue algo así como introducir constitucionalmente una forma de vida de los pueblos indígenas, pensado en un equilibro entre el desarrollo humano y de la naturaleza. Dos elementos fundamentales que dan armonía a la vida.

También significó incorporar un modelo de desarrollo económico, pero para el gobierno eso no cabe. El modelo del gobierno se enfoca únicamente en el desarrollo económico. ¿Cuánta plata tienes? ¿Cuánta plata quieres tener? ¿Estás sentado sobre el oro? Hay que sacar la plata para salir de la pobreza. ¿Qué es la pobreza para el régimen? No tener carro, no estar en buenas universidades… No sé qué significa el Sumak Kawsay para el gobierno.

Para nosotros, el Sumak Kawsay está en cada una de nuestras mentes, la forma en cómo se hace la vida, mientras haya armonía entre el ser humano y la naturaleza. Discrepamos muchísimo con el cambio de la matriz productiva que propone el gobierno.

El cambio de la matriz productiva significa extractivismo, minería, petróleo, madera, todos los recursos que dan dinero.

Para nosotros, la matriz productiva debe sostenerse desde el respeto al medio ambiente, la Pachamama, la tierra, al agua. No compaginan, por ningún lado, el Sumak Kawsay en el pensamiento del gobierno y el Sumak Kawsay en el concepto indígena.

En la Constitución, se puso el concepto desde el lado de la novelería del momento para recoger votos de Pachakutik… “Me parece bonito este término”.

“En la Constitución, se puso el concepto desde el lado de la novelería del momento para recoger votos de Pachakutik”.
El término nace como concepto en la Amazonía porque ellos han estado más vigentes en la lucha.

En la Constitución se habla de Sumak Kawsay, interculturalidad, educación bilingüe, oficialización de las lenguas. Pero en el momento de poner en práctica, se han anulado todos esos conceptos. Nada de lo que está en la Constitución se está cumpliendo.

Que esto se aplique dependerá, en gran medida, de la conciencia que tomen los pueblos indígenas respecto a lo que está en la Constitución. Los derechos constitucionales son para cumplirlos, son de máxima jerarquía. El amedrentamiento que se ha tenido por respuesta del gobierno a las luchas, hace que todo el mundo diga todo está bien. Mientras los pueblos indígenas sigamos pensando que todo está bien, no podemos esperar que la Constitución se aplique.

Las organizaciones, los movimientos, debían paralizarse con el Decreto 16. Los asambleístas pusimos una demanda de inconstitucionalidad, la Ecuarunari también, pero hasta ahí hemos llegado, no hemos visibilizado nuestra resistencia a normas inferiores a la Constitución que restringen las formas de vida en la sociedad indígena.
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Celso Fiallos
‘La vida no se vuelve bella por decreto’

Conviví con los indios largo tiempo, y mi cuerpo se saturó de esa vivencia, la cual para mí es un premio de la vida. Dicha relación comenzó cuando estaba por cumplir 16 años. Al salir del colegio me encaminé al local del Partido Comunista, y encontré a mamá Tránsito Amaguaña. A la semana siguiente, estaba ayudándola a organizar una huelga. Desde entonces acompañé las luchas indígenas.

Al mismo tiempo encontré a Carlos Marx. Lo que me interesaba era la filosofía, las 5 leyes de la dialéctica. Sin embargo, con el pasar del tiempo, noté que la existencia se escapaba entre sus múltiples garras. En las páginas de Marx y Engels percibí un racismo brutal, similar al del conde de Buffon. Federico Engels pensaba que los indios eran biológicamente inferiores a las razas aria y semita.

“Tenemos que sacarnos del cuerpo los valores y sentimientos del capitalismo, interiorizados por nosotros. El camino del buen vivir es un camino largo”.
El marxismo me causaba sufrimiento. No encontraba una vía de escape. Entonces descubrí a 3 autores: Gilles Deleuze, Federico Nietszche y Carlos Castañeda. El último me enseñó que es difícil cambiar la interpretación, que uno podía enloquecer o morir al tratar de destronarla. Por ende, la única alternativa era una mudanza gozosa… Hallé la ayahuasca, con alguien sumamente poderoso. La planta sagrada me hizo lanzar alaridos por la opresión y los vejámenes contra el indio. El taita me preguntó si yo conocía a los indios, y expresó: “se ríen de la mañana a la noche, y tú, ¿por qué no te ríes?”.

El mundo de los indios será siempre el tiempo de los indios. Una muestra de esto son los levantamientos indígenas, los cuales cambiaron la política del país. Lastimosamente, esto no le importa al capitalismo, ni al presidente Rafael Correa. Más bien, su intención es el exterminio, para seguir sacando los recursos y –de esa forma– pagar los préstamos contraídos con China. El petróleo está hipotecado.

La ilusión bolivariana y liberal de “educar” a los indios, se cumplió en parte tras la pérdida de las lenguas originarias. Alguna vez un liberal de apellido Martínez Acosta, escribió “el Carchi se libró del indio”. No obstante, recientemente he visitado la región, y la gente que perdió su lengua está sumergida en un movimiento de autoidentidad. No porque pierdan la lengua dejan de ser indios; incluso las comunidades indígenas del interior de la ciudad. Por ejemplo, el año pasado murió el jefe de la Yumbada de Cotocollao, el señor étnico Pedro Morales. Fue uno de los mayores dolores de mi vida, por la colosal empatía que teníamos en el mundo espiritual. Cuando feneció, desde la mañana a la noche, hubo un desfile imparable de gente, la cual se despedía de su señor de una manera totalmente india. Es una ilusión del poder creer que en Ecuador los indios van a desaparecer.

La resistencia histórica de la cultura indígena se debe a dos razones. La primera gracias a la complicidad entre los chamanes más avezados y los señores indios, respecto de las acciones a efectuar tras comprender que los españoles no dejarían su territorio. Y la segunda, la creación del mito del regreso del Inca, el cual sostuvo el alma de los indios, a pesar de que dirigentes de la Conaie como Antonio Vargas, para congraciarse con las dirigencias locales, salieron con la idea de las nacionalidades, generando un proceso (en las nuevas generaciones indígenas escolarizadas), de asumir una identidad preincaica.

Borrar la herencia de los incas es absurdo, porque es una falacia decir que estuvieron poco tiempo. Cuando Tupac Yupanqui vino a la región, llegó con 200 mil guerreros y 40 mil mujeres, a las cuales puso en matrimonio con los jefes locales. Desde las aristocracias indígenas que sobrevivieron, los pueblos indígenas fueron permeados por la idea de que el Inca regrese. Desde la creación del mito, los indios tienden a atribuir lo prehispánico a la venida del Inca.

El otro sostén indígena es que su sabiduría siempre ha aconsejado la alegría y la risa. Es la medicina para conjurar el daño de la colonización. Ahora bien, si el hombre es el hombre de la venganza tal como ha sido hasta hoy, también es de los pueblos autóctonos americanos. A esto se suma el cambio de la vida del campo, de los ayllus a la propiedad privada. Es una fuente de conflicto cotidiana. Los jefes indígenas absorben los conflictos que se generan por la propiedad. A través de los siglos se hicieron expertos en los reclamos. Subsisten en un conflicto permanente.

En vista de esto, hay que relativizar el concepto de Sumak Kawsay (buen vivir), puesto que se ha vuelto un lenguaje orwelliano del poder. Aquello de que por disposición constitucional o por vía del derecho, la vida puede volverse bella, es un juzgamiento a priori. La vida humana, con todas sus desigualdades y dolores, tiene la potencialidad del conflicto, como hubiera dicho Baruch Spinoza.

Según el filósofo, las pasiones tristes disminuyen la potencia de actuar. En el lenguaje de los queros del Cusco, aminoran la energía liviana, y acrecientan la energía pesada, que enferma el cuerpo… Cuando estás en las alegrías activas te encuentras en lo máximo de tu potencia.

Cuando se hacen las cosas con alegría, se las hace poniendo lo máximo de la propia potencia… Lamentablemente, la humanidad todavía mira la punta de la pirámide, y se envanece en el concepto del Rey. El mandato de Rafael Correa, durante 7 años, ha enfermado el alma de los partidarios y los opositores, llenándolos de venganza, odio, confrontación negativa, lo cual acrecienta las pasiones negativas en el cuerpo, de tal manera que la gente, debilitada, sea más fácil de domesticar.

Tenemos que contraponer la alegría, y educar con el ejemplo de los indios, porque ellos, sin conocer el pensamiento de Spinoza, plantearon la profundidad de conjurar el daño colonial con la risa. Es el derecho a la búsqueda de la felicidad, la cual no se puede establecer creando un ministerio, como lo hizo Maduro en Venezuela.

Tenemos que sacarnos del cuerpo los valores y sentimientos del capitalismo, interiorizados por nosotros. El camino del buen vivir es un camino largo. Para Federico Nietzsche el ser humano es un puente entre el animal y el superhombre. Nuestros antepasados, cuando hacían la guerra entre sí, lo común era la tortura y la violación. En todos nosotros la violencia está grabada. El temor a la ley y las normas morales nos ponen un freno para no cumplir con el deseo. Por eso para Hobbes, si la violencia no estaba hipotecada al Estado, la matanza sería universal.

Durante millones de años el programa genético del cuerpo ha sido el odio, la venganza, la enemistad. Será un trabajo de varias generaciones cambiarlo. Sólo la autoeducación de los seres humanos permitirá que se modifique nuestro ethos, y así serán otros los hábitos y sentimientos. Hanna Arendt dice que un remedio relativo es promover la buena lectura para que la gente tenga multiplicidad de opciones, que le lleven a optar no sólo por lo negativo.

“Es una lástima que la sabiduría ancestral se vaya erosionando con la velocidad del capitalismo. Pero ha conseguido, entre los pueblos indígenas, que siempre haya personas que son portadoras de lo sagrado”.
La vida es bella, digo. Es una lástima que la sabiduría ancestral se vaya erosionando con la velocidad del capitalismo. Pero ha conseguido, entre los pueblos indígenas, que siempre haya personas que son portadoras de lo sagrado. Son personas de buena palabra y buen consejo. Son los depositarios del sentido de lo justo, cuya función es resolver las controversias.

Los indígenas también son animosos, y han estado acosados por el genocidio étnico, la disminución de su condición humana… Es difícil que estén en armonía con la naturaleza. Sólo algunos pueblos amazónicos, los no contactados, lo consiguen.

Se habla del respeto a la naturaleza como si fuera eso lo que se está haciendo. Se desmontan desde el poder los páramos, la montaña, la selva. Es el mundo cotidiano. Y si me opongo a que hablen de Sumak Kawsay es porque son los hombres de la venganza…

Las culturas propiamente dichas, los pueblos con bandera propia, tienen que generar una mejor intercomunicación. Se tiene que llegar a una situación que, sin mermar la autonomía, propicie la amistad. Los pueblos indígenas se unen cuando tienen algo en común, y eso es transitorio y circunstancial.

Este ser humano de ahora, que está colgado de los jefes, es heredero del caudillismo español y árabe, y del dios vivo andino. El mito del regreso del Inca tiene que transformarse hasta encarnarse en todos. Cada uno tiene que ser autor de su propio cambio, porque la interpretación que hacemos es la que construye el mundo.

El ego construye la amnesia de lo que somos. A la final, lo perverso y lo torpe rodea nuestras existencias. Si nos miramos a nosotros mismos con temor y dolor, eso es lo que generará una confusión que nos puede destruir. Tenemos que ser conscientes de los límites y reírnos a mandíbula batiente frente a las estupideces. Debemos preguntarnos quiénes somos, cómo sentimos y valoramos.

Con la inspiración de la alegría, las poblaciones del mundo se encaminarán hacia un buen vivir, es decir, una relación diferente entre los seres humanos. Se trata de ir en un proceso de liberación de aquello que es negativo y destructor del mundo energético, porque lo único que tenemos es el cuerpo. No existe una dualidad cuerpo-alma.

El hombre del futuro es el que sigue al cuerpo. Michael Foucault dijo que el alma es la prisión del cuerpo. Y Castañeda que la percepción es la cárcel, porque produce la interpretación. Es la primera capa del mundo, la túnica. El hombre del futuro, el que sigue al cuerpo, el camino del guerrero, del corazón, la alegría, es el que estará en capacidad de desoír los cantos de la sirena que vienen desde el alma y seguir impertérrito su camino de Odiseo, de buscador infinito. Esto será posible en la medida en que vayamos despertando en nuestra conciencia la facultad de escuchar al cuerpo, el cual siempre está clamando. Sólo así el ser humano se convertirá en el ser de la alegría.


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