Un hermoso ejemplo de autodeterminación y de canto a la vida
Nota de Ana Elena Porras
El investigador panameño del Smithsonian (STRI), Jorge Ventocilla, nos invita a la presentación de su libro LA HISTORIA DE LA ISLA CÉBACO, donde recupera la historia de esa comunidad rural, contada por la propia comunidad, introduciendo en Panamá esa nueva corriente historiográfica de la historia oral, asumiendo una estrategia descolonizadora y diversificadora frente a las historias oficiales, construyendo y fortaleciendo la propia identidad cebaquiana.
Adjunto la invitación que nos extiende el autor del libro a todos los amigos de nuestra agrupación y el prólogo del prestigioso profesor y sociólogo Milcíades Pinzón. Abrazos, Ana Elena
Prólogo
En nuestro país son múltiples los ensayos que dan cuenta de la historia del hombre
panameño. Entre ellos destacan los que se refieren a la historia y al quehacer patrio de
la zona de tránsito, pero pocos recogen el sentir del hombre del campo, más aún si éste
se ubica lejos del hechizo del Canal de Panamá y se aleja de los intereses mercuriales
del Centro Financiero Internacional. Al parecer, el intelectual panameño es más proclive
a escudriñar en el
Archivo de Indias
o plantear con pose doctoral su última ponencia
sobre la temática de la globalización y la crisis económica de los últimos tiempos. Y este
esfuerzo ha de ser aplaudido, pero ello no debería ser óbice para que se incursione en
tópicos que tienen que ver con el “Panamá Profundo”.
Sin embargo, y gracias al compromiso social de algunos investigadores, nunca faltan
los aportes de quienes asumen como un imperativo científico y moral la ennoblecedora
tarea de registrar sus cogitaciones sobre el hombre que mora allende el Puente de Las
Américas. He leído con emoción de panameño el libro de Jorge Ventocilla y Agripino
Ríos. Digo que con emoción de panameño, porque tal es el sentimiento que se siente
al repasar la historia oral de esta parte del Pacífico nacional. El texto es tanto más
significativo al percatarnos de que no se trata de un estudio de gabinete, elucubrado en
un cuarto refrigerado, sino la historia viva de la población insular que habita al sur de la
Provincia de Veraguas.
Comprenden los autores que el Panamá rural dista mucho del Panamá urbano. Al leer
el texto voy recordando, en paralelo, lo que ha acontecido con la literatura regional. Esa
que se inició con los símbolos estampados en los jeroglíficos precolombinos, continuó
con las relaciones de los conquistadores, supo de la pluma de ganso de los sacerdotes,
se transmutó en décimas campesinas, floreció en el mal llamado “ruralismo” y renace
contemporáneamente en los ensayos con sabor a caña y chicha de junta.
Al parecer, en los actuales momentos, urge el renacer de un neo-ruralismo, ahora que
la integración de las economías y los medios de comunicación dejan tras ellos una
maltrecha identidad comunitaria. Necesitamos más relatos que como este libro, nazcan
del vientre fecundo de la creatividad popular. Y eso es precisamente lo que hacen los
autores, recorrer los campos con libreta en mano, dejando que la gente hable sobre
el mundo que ellos y sus antepasados más recientes, forjaron al calor de luchas y
aspiraciones.
El enfoque del libro es correcto, porque la historia popular es narrada por los
protagonistas, quienes dan cuenta de cómo las comunidades rurales se abrieron un
espacio entre la selva, las marismas y los cerros. Hermoso relato social donde los actores
sociales cuentan pasajes desde su óptica y vivencias personales. Aquellos que blandieron
el hacha, anduvieron en botes y arriesgaron sus vidas para que sus familias tuvieran un
retazo de patria y, de paso, sin saberlo ni presentirlo, bregaron para lograr la expansión
del mercado interno. Sin duda con un alto costo social, porque por boca de ellos y ellas
el lector se percata de la suerte de unos paisanos que han vivido la depredación de los
recursos naturales; desde la destrucción de los bosques – ¡Esos caobos de Cébaco! – a la
pesca artesanal y luego industrial, pasando por los camarones, el uso de trasmallos, hasta
la contemporánea captura de tiburones y rayas. Depredación de Natura y de la cultura
que forjaron en interacción con el medio que les tocó vivir. Sí, hay un avance sobre los
recursos naturales, pero también un hermoso ejemplo de autodeterminación y de canto a
la vida.
El trabajo de Ventocilla y Ríos aparece en un momento extraordinariamente oportuno.
Así lo afirmo porque al sur de Veraguas, como en la zona costera de la Región de
Cubitá (Azuero) y otras latitudes nacionales, se siente el influjo de una modernización
epidérmica y deshumanizante. Describir lo que ha acontecido en Isla Cébaco es dar
cuenta de un fenómeno que afecta a grandes núcleos poblaciones del país ístmico. Me
refiero a un modernismo alienante y carente de planificación que está generando una
sobrevaloración del recurso tierra, destruyendo instituciones ancestrales y contribuyendo
a expulsar a la gente de sus islas, costas, bosques, planicies y cerros; dando paso a una
oleada migratoria que seguramente despoblará los campos y saturará en mayor grado las
ciudades.
Pienso que detrás de esos relatos sencillos, ocultos tras las añoranzas y congojas de los
pobladores, se esconde un fenómeno sociológico y cultural que amerita la atención de
las instituciones gubernamentales, así como del entorno socioeconómico más próximo.
Si hemos de tener un país, éste ha de ser de todos y para todos. Y esas voces de nuestra
gente han de ser no solamente escuchadas, sino reivindicadas. Es en este último aspecto
en donde radica el valor del estudio de campo y de denuncia social que aportan los
autores, a quienes felicito por saber escuchar las voces de aquellos que en Isla Cébaco
aún esperan mejores tiempos para sus hijos. ¡Qué hermosa manera de hacer justicia a
nuestra gente!
Milcíades Pinzón Rodríguez
(Sociólogo, Profesor del Centro Regional Universitario de Herrera, Universidad de
Panamá. Prólogo escrito para el libro sobre la historia de isla Cébaco)
Nota del Profesor J:
Interesados en adquirir el libro, solicitar en clajadep3@gmail.com para colocarlos en contacto