La tarea es reencausar las luchas de resistencia y emancipatorias en la perspectiva de la potencia social, potencia no estatalista, apuntando a transiciones trasformadoras participativas, comunitarias y pluralistas.
Emergencia del proyecto comunero
Breve descripción de Comuna
Raúl Prada Alcoreza
Horizontes nómadas
Habría que ubicarse en el contexto del periodo inmediatamente posterior a la masacre del valle (1974) para entender lo que viene después, esta masacre abre una herida profunda en el mundo campesino, sobre todo de las organizaciones sindicales. Digo que aquí se rompe el cordón umbilical que ataba a los sindicatos campesinos no sólo con el régimen de las dictaduras militares sino con el Estado boliviano mismo. Se trata del retorno a la memoria larga, a la consciencia anticolonial, desde la que se va interpelar la legitimidad del Estado y también a la sociedad boliviana, calificada como heredera de la estructura social colonial. La tesis del colonialismo interno sobresale en los discursos renovados del movimiento katarista, que cuenta con un proyecto político y cultural. En 1979 se da el gran bloqueo de caminos nacional por parte de la flamante Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia Tupac Katari (CSUTCB), independiente del Estado, bajo la dirección del Genaro Flores, después de romper con el pacto militar y, en el contexto histórico, con el pacto estatal, pacto heredero del pacto señorial, el Estado que le había entregado tierras con la Reforma Agraria de 1953.
En las ciudades se daba lugar un movimiento universitario de resistencias a la dictadura militar del General Banzer Suarez y a la ocupación de las universidades por la dictadura, se forman células clandestinas; la izquierda se reorganiza en los espacios académicos, se conforma la instancia coordinadora de Centros de Estudiantes llamada Interfacultativo en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), del mismo modo se forman otras instancias coordinadoras parecidas en otras universidades. Esta va a ser la base de las movilizaciones contra la dictadura en varias ciudades capitales del país. El Interfacultativo estaba organizado por capas, caía una dirigencia, luego era remplazada por la siguiente, de este modo tuvo la capacidad de sostener la movilización universitaria por un buen periodo a pesar de la represión. Este periodo de resistencias estudiantiles se despliega desde 1974 y atraviesa un lapso lleno de acontecimientos, la recuperación de la universidad, de la autonomía universitaria, llegando a confluir con las movilizaciones mineras y de los trabajadores en la huelga general contra la dictadura, que comenzó con el pequeño grupo de mujeres mineras (1978). Después de esta huelga los días estaban contados para la dictadura militar, lo que viene después son intentos de dilatar la agonía a través de la transmisión de mando e intentos posteriores de legitimar el crepúsculo del régimen militar mediante elecciones fraudulentas. Las tres victorias consecutivas de la Unión Democrática y Popular (UDP) terminan definitivamente con el régimen dictatorial, acompañadas por gigantescas movilizaciones populares y reorganizaciones políticas en todo el país.
1982 va a ser la fecha de un nuevo periodo, el llamado periodo democrático, que llega hasta nuestros días. El proyecto democrático popular se interrumpe en 1984 debido a las profundas contradicciones inherentes al propio proceso, pero sobre todo al inconsistente programa de la UDP, que no incluye para nada un programa de nacionalizaciones, que es lo que cabría esperar de un replanteamiento popular no sólo democrático sino nacional. El discurso del entronque histórico, entre una izquierda juvenil y el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI), que supuestamente era un entronque histórico con la Revolución Nacional de 1952, recientemente descubierta por la juventud universitaria demócrata y cristiana (MIR), no sirvió para otra cosa que para subordinar las resistencias populares a las dictaduras, el rebrote de lo nacional-popular, al proyecto de la socialdemocracia internacional. En vez de apuntar a un programa coherente nacional y popular el gobierno de la UDP se pierde en políticas ambiguas, tibias, titubeantes, que terminan por provocar el malestar en las organizaciones sindicales aglutinadas en la COB. Se abren entonces dos frentes, uno con la derecha en el Congreso y otro en las calles con los sindicatos, principalmente mineros. El ambiente político termina descomponiéndose ante la galopante hiperinflación provocada por políticas descabelladas de desdolarización e incrementos constantes de sueldos y salarios, sin respaldo financiero. La caída dela UDP va dejar un vacío político y va preparar el escenario al proyecto neoliberal, significativamente orientado por el partido que llegó al poder por la insurrección de abril de 1952, insurrección que se tradujo en las grandes reformas nacionales: nacionalización de las minas, reforma agraria, voto universal y reforma educativa. Pasadas tres décadas el mismo partido borra con el codo lo que escribió con la mano, opta por todo lo contrario, por la desnacionalización en los términos de la privatización impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Después del decreto de apertura neoliberal, el conocido dispositivo normativo 21060, se inicia un periodo demoledor y de alto costo social. De este modo se abre el camino a las políticas de ajuste estructural, que transformaran la estructura y composición de la economía nacional, otorgándole preponderancia a la iniciativa privada, sobre todo a las empresas trasnacionales, desmantelando el aparato productivo, sobre todo estatal, además de destruir a la centralidad minera, núcleo fundamental del proletariado boliviano. Esto último era el objetivo político del proyecto neoliberal, ocurre como en todas partes del mundo donde se implanta el proyecto, se busca destruir las organizaciones sociales con capacidad de resistencia.
Es en este contexto donde se van a conformar iniciativas creativas y novedosas en lo que respecta al modo de pensar la realidad social, política y económica, al modo de pensar la historia, también en lo que respecta a la construcción de alternativas políticas, una vez que la izquierda tradicional entra en crisis, después de la derrota de la Asamblea Popular, la versión insurreccional, y la derrota de la UDP, la versión democrática. Son varios proyectos que hay mencionar, que se mueven en distintos niveles, de lo que podríamos llamar la resistencia al proyecto neoliberal. Uno de ellos es el grupo Episteme, que se propone la construcción de un pensamiento propio mediante la incorporación del uso crítico de la teoría, la crítica de la epistemología, la crítica de la filosofía, la crítica de la metodología de la investigación, la crítica de la modernidad y la crítica a las formas tradicionales de hacer política. Episteme contaba con una revista que lleva el mismo nombre. La otra iniciativa teórica es el grupo de trabajo crítico de la revista Autodeterminación, que se va a dedicar a desarrollar públicamente una discusión actualizada del marxismo contemporáneo, de sus interpretaciones de la crisis del capitalismo y de los análisis de la problemática política en la contemporaneidad, incluyendo las interpretaciones desde la perspectiva gramsciana-zavaleteana. Otras iniciativas van a tener que ver mas bien con la acción, la práctica política y las incursiones organizativas; hablamos de tres proyectos subversivos, que intentar articular críticamente marxismo e indianismo, uno de ellos es el vinculado al proyecto de guerrilla urbana del grupo Zarate Willca, otro es el vinculado al intento de replantear la guerrilla guevarista del grupo CNPZ del ELN, por último, el otro, que va tener mayor posibilidades de brotar y desplegarse, es el Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK), que se propone combinar la guerrilla indígena con la coptación de sindicatos campesinos a través de los Ayllus Rojos.
Casi todas estas iniciativas confluyen en Comuna. Comuna se conforma después de la salida de la cárcel de Álvaro García Linera y Raquel Gutiérrez. Primero se toma iniciativa en conformar un grupo de acción social que trabaja en torno a las interpretaciones de Pierre Bourdieu; como resultado del trabajo se publicara el libro Bourdieu leído desde el sur (2000), aunque el primer libro publicado por Comuna es El fantasma insomne. Pensando el presente desde el Manifiesto Comunista (1999). Sobre la base de este grupo de acción social se constituye el colectivo Comuna, colectivo que se propone una proyección hacia el futuro recuperando la experiencia libertaria de la Comuna de París y de las luchas obreras y socialistas; quiere ser ola del pensamiento crítico que reivindica la tradición histórica de las formas comunitarias locales y la fuerza de las prácticas políticas. Tal como se escribe en la presentación de El fantasma insomne. Viene en la secuencia El retorno de la Bolivia plebeya (2000), libro que va causar impacto pues tiene que ver con el análisis de la guerra del agua (abril del 2000), que comienza la ofensiva y el ciclos de movimientos sociales que nos van a conducir a la caída del modelo neoliberal y el despliegue del proceso constituyente. A partir de este acontecimiento, el destino está sellado, Comuna se involucra con los movimientos sociales y se dedica hacer el análisis y el seguimiento de los acontecimientos que se suceden raudamente desde el 2000 al 2005. Siguiendo al bloqueo de caminos indígena campesino de septiembre del 2000 se publica Tiempos de rebelión (2001). Ya el 2001 se intenta hacer un balance teórico del despliegue intenso y profuso de los movimientos sociales, se publica un libro con un título provocador Pluriverso. Teoría política boliviana. En lo que respecta a un balance más analítico y descriptivo se hace otro recuento en Democratizaciones plebeyas (2002). Casi a un año de las elecciones del 2002 se produce la guerra del gas (2003), concurriendo desde varios lugares de enfrentamiento, sobre todo rural, a la ciudad de El Alto, como recogiendo la acumulación de fuerzas y saberes de la experiencia de la movilización, expresando además con todo el dramatismo la profunda crisis múltiple del Estado-nación; se publica Memorias de Octubre (2004). El 2005 se produce el desenlace del periodo crítico, las movilizaciones de mayo y junio del 2005 terminan con la toma de la ciudad de Sucre, obligando al Congreso a una nueva sustitución constitucional, después de dos renuncias consecutivas, las del presidente del Congreso y la del presidente de la cámara baja. El mandato del presidente nombrado por el Congreso Rodríguez Velzé será la convocatoria a elecciones, las mismas que se efectúan al finalizar el año. Ese mismo año de desenlaces se publica Horizontes y límites del poder. Después de las elecciones en las que gana contundentemente el MAS por mayoría absoluta, posteriormente a la posesión de Evo Morales Ayma como primer presidente indígena, ya iniciando el proceso constituyente, se publica un conjunto de ensayos que reflexionan sobre el Estado plurinacional; el libro se titula La transformación pluralista del Estado (2006). Han de pasar dos años para la siguiente publicación colectiva de Comuna; el 2009 se publica Estado: campo de lucha. Análisis críticos sobre la base de la experiencia de la primera gestión de gobierno indígena-popular y la aprobación de la Constitución Política del Estado. Entre medio de toda esta secuencia de trabajo colectivo, también se publican libros individuales de los miembros de Comuna. Hay que destacar la producción teórica de Luis Tapia, que desprende análisis sobre el pluralismo, la autonomía relativa del Estado y la lectura de la política desde su condición salvaje. También se sitúa en este aporte la sociología de los movimientos sociales de Álvaro García Linera, compartido con Marxa Chávez León y Patricia Costas Monje. En la misma condición de aporte individual están las publicaciones de Raúl Prada Alcoreza sobre la guerra del gas a partir de una mirada del largo ciclo, el análisis nómada de las subversiones indígenas y las reflexiones sobre el horizonte de la Asamblea Constituyente. El 2008 se publica la tesis doctoral de Raquel Gutiérrez titulada Los ritmos del pachakuti. Se trata de un análisis y una evaluación critica del proceso y de la forma de resolución de la crisis por la vía estatal y no por la vía autogestionaria y de autogobiernos.
Comuna se vincula a los movimientos sociales desde su conformación, antes ya lo estaba a través de otras organizaciones en las que participaban los miembros de Comuna. Este es un rasgo de su sus actividades, que trataban de articular critica teórica y acción práctica. Quizás una de las participaciones entrañables se da con la Coordinadora del Agua, donde la participación de Raquel Gutiérrez va a ser de compromiso con el proyecto autogestionario inherente al movimiento. La relación es afectiva y de participación mutua, varias veces el dirigente la Coordinadora Oscar Olivera va a participar en las presentaciones de los libros de Comuna, también como disertante en la Escuela Libre de Pensamiento Crítico de Comuna, a la cual asistían un número significativo de agrupaciones y organizaciones de jóvenes activistas, así mismo también lo hacían los grupos feministas, además de investigadores. A iniciativa de la Coordinadora del Agua se propone conformar la COMUNAL, una coordinadora de los movimientos sociales emergentes en la perspectiva política de la autogestión. Si bien esta iniciativa no prospera, pues los movimientos sociales son celosos y prefieren coordinar en su momento cuando se den las acciones que contar con una supra-organización. La vinculación con otros movimientos sociales a lo largo del ciclo de la movilización se va dar a través de grupos de activistas que asistían a las cesiones de Comuna. Otro rasgo que hay que anotar es su afiliación critica al marxismo, concretamente al marxismo crítico, que tiene dos vertientes; la ortodoxa, por decirlo así, que tiene que ver con una lectura sistemática e interpretación de los cuadernos sobre Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grunsrisse) y del Capital de Karl Marx; la heterodoxa, por así decirlo, relacionada a las corrientes contemporáneas del marxismo crítico, que cuestiona la hipótesis del determinismo económico y se abre a un análisis autónomo de lo político, la cuestión estatal, la cuestión social y la cuestión cultural. Esta posición ha llevado tempranamente a los miembros de Comuna, antes, y a Comuna misma, cuando se conforma, a la diferenciación marcada con las interpretaciones de la izquierda tradicional y el marxismo usual. Otro rasgo significativo, quizás el más importante es que la mayoría de los comuneros va reivindicar las luchas anticoloniales de las naciones y pueblos originarios, de este modo va orientar la política hacia la perspectiva de la descolonización. Así se plantea la necesidad de articular marxismo e indianismo, produciendo interpretaciones renovadas por ambos lados. No todo Comuna comparte esta perspectiva, otra perspectiva va orientar los trabajos al análisis específico de la lucha de clases y las particularidades de la cuestión política en Bolivia. De todas maneras también se va compartir, más o menos de manera transversal, una lectura nómada del proletariado contemporáneo y del carácter territorial de los movimientos sociales, así como fuertes intentos de comprender las condiciones pluralistas de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales. Sin embargo, hay un rasgo más, entre otros, que abría que anotar; comprender que a pesar de compartir perspectivas comunes respecto al capitalismo, al colonialismo y la crisis estatal, hay diferencias de percepciones y de formaciones, propias trayectorias. Entonces se acordó el respeto a estas diferencias.
La experiencia más complicada de Comuna se da cuando dos de sus miembros terminan participando en el Estado y en el proceso constituyente. Álvaro García Linera asume sus responsabilidades como vicepresidente y Raúl Prada Alcoreza, se incorpora a la Constituyente como asambleísta, después tendrá dos responsabilidades en el gobierno como funcionario público. Estas participaciones nunca fueron bien vistas por Raquel Gutiérrez, y fueron toleradas por los demás. Esta etapa fue la menos prolífica de Comuna en cuanto a publicaciones. Prácticamente sólo se sacaron dos libros colectivos, una el 2006 y otra el 2009. También se convirtió en una etapa de discusiones diferidas y de diferenciaciones en las posiciones políticas, sobre todo el 2009 y 2010, con un traslado intempestivo de la discusión al espacio público el 2011. Las propias contingencias del proceso y la deflagración de sus contradicciones han empujado a definir perspectivas y tendencias referentes a la orientación del proceso. ¿Se trata de una ruptura, de una clausura de Comuna o mas bien de un realineamiento de fuerzas orientadas a iniciar una nueva etapa? El desafío está planteado, llevar la discusión al mismo espacio de actividades de los movimientos sociales y el gobierno. La tarea es realizar una evaluación crítica del proceso, del gobierno y de los movimientos sociales, publicar este análisis y el balance. Compartir y difundir la publicación quizás en uno de los momentos más críticos del proceso. ¿Por dónde vamos?
Álvaro García Linera ya no está en Comuna y la tarea con otros investigadores críticos de América Latina es conformar una Comuna latinoamericana, que encare el pensamiento crítico radical y se involucre con los movimientos sociales anti-sistémicos contemporáneos, en lucha contra el capitalismo y la colonialidad, además en lucha contra la continuidad estatalista y burocrática de los gobiernos progresistas, que han usurpado a los movimientos sociales los procesos que han abierto. La tarea es reencausar las luchas de resistencia y emancipatorias en la perspectiva de la potencia social, potencia no estatalista, apuntando a transiciones trasformadoras participativas, comunitarias y pluralistas.
Publicado por Raúl Prada