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Colombia,un país abstencionista

Clajadep :: 15.05.14

A 10 días de las elecciones presidenciales, miden fuerzas los tradicionalistas de Santos y el candidato de Uribe. Derecha Vs. ultraderecha. Por abajo avanza la propuesta de la constituyente popular que organice a las comunidades y las autonomías independientemente del estado: “Hemos decidido hacer de nuevo a Colombia”. Paros agrario, de la salud y de profesores lo confirman.

Colombia, un país abstencionista
COLPRENSA

5 de Mayo de 2014 11:52 am

El país está a escasos 20 días de vivir una nueva elección presidencial, caracterizada por la apatía y la poca motivación del electorado, que todavía no se involucra en la campaña y muy poco con los candidatos que figuran en el partidor.

Y si bien las últimas jornadas electorales han dejado en evidencia el poco interés de los colombianos por ejercer su derecho al voto y elegir a sus representantes en el poder, un hecho que seguramente se repetirá en los comicios del próximo 25 de mayo, lo cierto es que esta no es una tendencia reciente.

En los últimos 52 años, en los que se han celebrado 14 elecciones presidenciales, tres de ellas con segunda vuelta, el porcentaje de participación del electorado tan solo ha alcanzado el 46,5%, es decir que, más de la mitad de los ciudadanos habilitados para votar se ha abstenido de asistir a las urnas, independientemente de cuáles hayan sido los candidatos o las condiciones en que se desarrollaron los comicios.

Solo en cuatro oportunidades, 1958, 1970, 1974 y 1998 (primera vuelta) un porcentaje superior al 50% se animó a cumplir con su deber democrático y acudió en masa a los puestos de votación.

Llama la atención que los dos momentos en los que más colombianos se volcaron a las urnas a elegir a sus nuevos presidentes, coincidentemente, fueron al comienzo y fin del Frente Nacional.

En 1958, por ejemplo, cuando el país logró restaurar su democracia, después de ocho años sin elecciones presidenciales y de cinco bajo un régimen castrense, presidido por el general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) y una Junta Militar (1957-1958), el porcentaje de participación alcanzó el 57,71% (3’108.567 de 5’365.191 aptos para votar), cuya mayoría se decidió por un gobierno liberal, liderado por Alberto Lleras Camargo.

Cuatro años después, el domingo 21 de abril de 1974, y con la participación de nuevos partidos, como la Alianza Nacional Popular (Anapo) que se sumaron a los tradicionales liberal y conservador, un 58,47% de los colombianos aptos para votar en la época (5’218.855 de 8’925.330 habilitados) atendió la cita democrática. El ganador entonces fue el también liberal Alfonso López Michelsen.

Desde entonces, solo hasta 1998, en la primera vuelta disputada por los candidatos Andrés Pastrana (conservador), Horacio Serpa (liberal), Noemí Sanín (Sí, Colombia), Harold Bedoya (Fuerza Colombia), entre otros, el número de votantes volvió a superar el 50%, del total de inscritos.

Así, de los 20’857.801 que estaba habilitado para sufragar y ejercer su derecho como ciudadano, 10’753.465 se presentaron a las urnas, es decir, un 51,56%.

En la segunda vuelta de esa misma contienda, el porcentaje de participantes se redujo al 40,99% y a partir de allí la tendencia ha sido similar.

1994, el año de los ausentes

Pero si desde 1974 el fantasma del abstencionismo en las presidenciales ha hecho de las suyas votación tras votación, la verdadera debacle electoral se vivió en 1994.

Pese a que para aquella época el censo de sufragantes ya había aumentado a 17’146.597, la Constitución de 1991 revistió de nuevas herramientas a la democracia y estaban en marcha las primeras reformas electorales, los resultados en las urnas fueron los peores de los últimos 52 años.

Del total de ciudadanos aptos para votar, tan solo un 33,95% (5’821.331) participaron en la jornada democrática en la que el liberal Ernesto Samper Pizano se alzó con la victoria. Es decir que, el porcentaje de abstención alcanzó el 66,05%.

Aunque fue en este año donde el país inauguró la segunda vuelta presidencial, dado el estrecho margen con el que ganó Pizano, en esa nueva jornada el número de votantes fue igualmente bajo, 43,32%. Y si bien la asistencia subió nueve puntos, la abstención se ubicó como una de las más altas de las últimas 14 elecciones presidenciales, con el 56,68%.

Aunque desde aquel momento no se ha repetido un fenómeno similar, la línea de participación se ha mantenido siempre a la baja con porcentajes que oscilan entre el 40 y el 49%. (Ver gráfico).

De hecho fue en la primera vuelta de 2010, en donde Colombia volvió a estar cerca de contar con más de la mitad de los colombianos enriqueciendo la jornada democrática.

Garantías y beneficios no atraen a los electores

Ante el elevado número de potenciales electorales ausentes de las urnas, la Registraduría Nacional ha venido diseñando toda clase de estrategias para motivar la participación, pero aun así estas han resultado infructuosas, frente a la apatía del ciudadano.

En 1991, por ejemplo, con la Constitución Política se eliminó el uso de la tinta indeleble a la hora de votar, amparando así el derecho ciudadano a la privacidad del voto

En 2008 se aprobó la Ley 1227, mediante la cual se estableció el voto bajo techo, con el fin de garantizar la comodidad de los sufragantes.

Igualmente, con las últimas reformas políticas se amplió el periodo de inscripción de cédulas y se trasladó el proceso a los lugares más cercanos a las residencias de los electores, a fin de permitir que el mayor número de ciudadanos pueda ejercer su derecho.

Recientemente, la Registraduría también promovió una serie de beneficios para los votantes que porten el certificado electoral, como descuentos en matrículas, compensatorios laborales, rebajas en el tiempo de prestación del servicio militar, beneficios en la adjudicación de becas educativas, rebaja del 10% en el valor de la expedición del pasaporte, entre otros.

Aun así, ninguno de ellos ha servido como garantía para aumentar la participación y reducir los niveles de abstención en los diferentes periodos electorales.

“Se necesita una verdadera cultura política”

Para el abogado constitucionalista, Juan Manuel Charry, el sistema político con el que cuenta el país, es uno de los principales factores que ha incidido en la falta de interés de los colombianos por ejercer su derecho al voto y por ende en los altos porcentajes de abstencionismo electoral.

“En Colombia tenemos un sistema relativamente cerrado, con partidos políticos premodernos, es decir, que están definidos más por caudillos, figuras, familias, que no permiten un juego abierto y democrático que incluya a distintas personas, como tampoco es fácil que incluya distintas tendencias. Eso finalmente se refleja en la participación electoral”, explicó el analista.

Charry considera que esa otra mitad que está dejando de acudir a las urnas a elegir a sus representantes no cree en la política que se está haciendo en el país, no se siente identificada, no encuentra que sus posiciones o sus anhelos estén representados allí y, en consecuencia, decide no hacer parte del sistema político.

“Creería que el modelo, a pesar de que empieza a cambiar, no tiene unos cambios sustanciales que impliquen una transformación del sistema y mientras este no sea abierto, el panorama se va a mantener”, manifestó Charry.

Ante esto, el constitucionalista cree que la solución a la falta de participación electoral del pueblo colombiano está ligada necesariamente con una transformación en la cultura política del país.

“No soy amigo del voto obligatorio, me parece que en un sistema democrático liberal las obligaciones deben ser pocas, y los derechos y las libertades muchas. Por eso, la solución está en una real apertura democrática, donde el país le pierda el miedo a las posiciones de izquierda y tenga un juego político verdadero”, dijo.

En ese sentido, manifestó que una de las fórmulas para llegar allí es la educación, “que la gente comprenda que debe participar y que el voto es uno de los principales derechos como ciudadano”.
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Proclama del Congreso de los Pueblos:

Que el país de abajo legisle.
Que los pueblos manden.
Que la gente ordene el territorio, la economía y la forma de gobernarse.
Que camine la palabra.
http://congresodelospueblos.org/index.php/congresos-tematicos/instalacion-2010/102-proclama


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