El blanco dice que nosotros no sabemos, pero lo que pasa es que nunca quiso escucharnos
Nuestro Silencio (voces del pueblo toba que gritan por su identidad)
“Nuestro silencio no ocurre porque nos neguemos a contar lo sucedido desde la llegada de los blancos, sino porque aplacaron nuestra voz para que no se escuchara. Pero hoy el hombre blanco tiene mucho que aprender y sobre todo, dejar que nos expresemos como nosotros sabemos sin imponernos nada. El dice que nosotros no sabemos, pero lo que pasa es que nunca quiso escucharnos”.
Esta cita corresponde al libro Napa`lpí la voz de la sangre (Itaxayaxac yi ntago`q), de Qataq Juan Chico y Quomlashe Mario Fernández, del Pueblo Qom. Colección yah`yin A Nayij. Aprendamos a leernos. Editada por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Chaco.
Es la voz de los mismos pueblos originarios que nos hablan para que todos escuchemos. Es la voz, la memoria de un pueblo silenciado, plasmada en un libro bilingüe, para que tanto nosotros los blancos, como ellos, podamos siempre recordar. Para no repetir, para no perpetuar. Para cambiar.
Hay una historia oficial respecto del exterminio al cual se somete aún hoy a los pueblos originarios. Y hay otra historia, que se abre camino a gritos, con decisión, con una firme determinación de que, de una vez por todas, la verdad oculta salga a la luz.
Hasta tanto no reconozcamos, que los pueblos originarios de nuestro país han existido, existen, han tenido y tienen derechos negados, no podremos continuar en una construcción real de nuestra sociedad. Nos convertimos en un país que excluye, margina, discrimina y extermina. “Los descendientes de las víctimas dijeron que vivirán un eterno Napalpí. Un Napalpí actualizado, un Napalpí vigente. “La masacre de todos los días “, Cita Pedro Jorge Solans en “Crímenes en sangre”.
Hoy más que nunca necesitamos que devele, que se cree conciencias, que se denuncie, pero sobre que se haga.
Por eso, apoyar los libros que nos cuentan su historia, significa apoyarlos. Multiplicar sus voces. Hacerlas un arma pacífica, una herramienta de poder, para que cese el exterminio. Quizás desde el reconocimiento de la cultura, se logre un mayor reconocimiento en otras áreas, donde es poco lo hecho y donde tanto falta por lograr. Quizás porque hasta ahora, lo que se hizo para ellos, desde la visión del blanco no sirve. Quizás porque necesitemos que sean ellos quienes nos digan qué están necesitando.
La identidad de un pueblo es esencial para sobrevivir. Ellos están buscando recuperarla y mostrarla con orgullo, sin la mirada de desvalorización a la que fueron sometidos y desde la cual ellos se desarrollaron. Debemos conocerla para respetarla.
Ubicación Geográfica
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El pueblo toba, cuyo etnónimo es Qom, conforma uno de los pueblos originarios con mayor presencia actual en el territorio argentino.
La etnia ocupaba, originariamente, un amplio hábitat que se extendía del norte de la provincia de Santa Fe hasta el Paraguay y desde la línea formada por los ríos Paraguay y Paraná, hasta los primeros contrafuertes de la Precordillera Salteña. “El impenetrable” es una región de monte nativo del noroeste Chaqueño, aunque también comprende una porción de Salta y Santiago del Estero. El nombre le fue dado por la dificultad de ingresar a la zona, rodeada de ríos (Bermejo y Teuco) y atravesada por el río Bermejito. Dentro del impenetrable conviven varias etnias indígenas, entre ellas la que será objeto de estudio: Los Tobas. En el presente habitan principalmente el centro, norte y oeste de la provincia del Chaco, con alrededor de 65.000 integrantes.
Los pueblos originarios del Gran Chaco, se mantuvieron por lo general independientes hasta muy avanzado el siglo XIX. En Argentina costó décadas, desde los años ochenta de dicha centuria, la conquista del territorio y el sometimiento de sus gentes. Conquistar y someter lo hicieron más bien haciendas y empresas, viendo las mismas a continuación, y sin ningún problema reconocidos y defendidos por Argentina, unos títulos sobre la tierra extensibles al dominio sobre comunidades y personas literalmente cautivas en su propio territorio. En la segunda mitad del siglo XX, cuando dejaron de servir como mano de obra agraria, se produjo la expulsión masiva. Así arrancó y así ha venido progresando el genocidio que sufre el pueblo toba.
Corresponde destacar dos estrategias de dominación:
La primera para lograr la expansión territorial del Estado Nacional, fue de carácter militar, comenzó en 1884 y se la recuerda como La Conquista del Gran Chaco, uno de los principales protagonistas fue el general Victorica. Los tobas resistieron heroicamente, el esfuerzo fue en vano, los aborígenes quedaron marginados en las zonas más pobres y al ser reducidos sus territorios, la supervivencia les resultó cada vez más difícil.
La segunda fue de carácter económico, interesaban las materias primas (tanino, explotación forestal y algodón, caña de azúcar) y la mano de obra barata, Las compañías realizaron una explotación intensiva del quebracho colorado, utilizaron la madera para la construcción del ferrocarril y el tanino para el curtido de los cueros. Llegaron a abarcar más de dos millones de hectáreas. Cuando se retiraron dejaron desprotegidos a miles de obreros. Otro hecho destacable es “La Matanza de Napalpí”: En el año 1924 el gobierno quiso ampliar su área de cultivo, dando tierras a los extranjeros y criollos y concentrar a los tobas en reservas.
Como señalan Vázquez, Bigot y Rodríguez (1992), hacia 1911, el proyecto de alienación e incorporación de los pueblos originarios como mano de obra barata, se consolida en Argentina, trayendo como consecuencia la suma de los miembros de esta comunidad a un sistema de producción de subsistencia: cultivo de la tierra, explotación forestal, changas, etc. Sus patrones culturales tienden a modificarse en función de una cultura campesina, aunque, hasta la década del 50, los tobas continúan conservando una fuerte vinculación con sus patrones culturales tradicionales.
A fines de la década del 50 se concreta un proceso migratorio que alcanza su grado máximo en los 60. Los tobas dejan su lugar de origen y se dirigen a las periferias de las principales ciudades en donde el patrón de supervivencia será el trabajo a destajo. En un principio se concentran en Roque Sáenz Peña y Resistencia (Chaco) en cuyos suburbios se instalan definitivamente hacia 1967.Ya para entonces, algunas familias habían migrado hacia el sur a Rosario y Buenos Aires, configurando verdaderas comunidades para comienzos de los 70.
El proceso migratorio se acrecentó en las décadas siguientes debido a la crisis de la industria algodonera, las inundaciones y la consecuente devastación del campo. Las ciudades elegidas por los migrantes, sin embargo, no presentan reales posibilidades laborares, lo cual ocasiona un “ir y venir” que se traduce en un desplazamiento constante que se conoce como “migración golondrina”.
Gran parte de la diáspora de este pueblo privado de su territorio se ha refugiado en barrios marginales de ciudades, sobre todo en Rosario, Provincia de Santa Fe, su núcleo urbano más extenso y poblado.
El otro gran problema, es que la asistencia social y la educación, entre los pueblos originarios han estado siempre, directa o indirectamente, explícita o implícitamente, dirigida hacia la aculturación. Esto tiene que ver con la historia de un país, en donde la masa de la población desciende de inmigrantes de los más diversos orígenes, en donde los pueblos originarios son considerados, en el mejor de los casos, como un extranjero más. El objetivo del Estado fue, desde los inicios, el de integrar a esa diversidad en una identidad nacional nueva. La diversidad cultural se aceptaba en el extranjero recién llegado, pero no en sus hijos nacidos en el país. La misión de aculturarlos, estaba a cargo de las instituciones del Estado, sobre todo el sistema educativo y las Fuerzas Armadas, a través del Servicio Militar Obligatorio. Estas instituciones también proporcionaban un control médico y sanitario y asistencia alimentaria en casos de necesidad. Por fortuna, el Servicio Militar ya no existe, pero el sistema educativo mantiene en gran medida sus características originales. Como consecuencia, los pueblos originarios argentinos no pueden acceder a una educación en su lengua materna. Esto implica una dificultad tremenda para los niños que inician su educación primaria a los cinco o seis años. Esta diversidad provoca, en el mejor de los casos, un retraso escolar y, muy frecuentemente, el abandono de todo intento de escolarización. En los últimos años, se han dado algunos avances en educacación, como por ejemplo, la introducción de maestros bilingües en las escuelas con mucha cantidad de niños pertenecientes a los pueblos originarios.
Los pueblos originarios se hallan actualmente, más que nunca, empujados a la extinción, pero, paradójicamente, es cuando nos están mostrando a todos la fortaleza de su dinamismo cultural y de su fuerza espiritual. Estos factores, hasta hace poco, eran totalmente desconocidos y hasta despreciados por quienes se sentían seguros bajo el amparo de los esquemas dominantes. Sin embargo, en los tiempos recientes, marcados por crisis profundas en todos los niveles, la voz teológica y espiritual de los pueblos originarios resurge como reencuentro de identidades profundas, y como alternativa esperanzadora de nuevos horizontes.
Enlaces:
Sitios de Internet:
Raíces Tobas
http://argentina.indymedia.org
www.granchaco.com
www.indigenas.bioetica.org
http://www.elgranchaco.com/index.php?SeccionId=9&PagId=&Id=37&menup=28&menuh=37
Contexto Histórico
Los “tobas” pertenecen a un gran grupo de pueblos originarios, denominados “Guaycurúes”. Son de origen patagónido, y tras una larga migración que incluyó el desplazamiento de numerosos pueblos, llegaron al Gran Chaco en una fecha que oscilaría entre el 5000 y el 6000 a.C. (alrededor de 2000 años después de los wichís y 5000 años antes que los guaraníes).
Originalmente habitaban una extensa región del Norte argentino: la zona conocida como ” Gran Chaco”, término que en lengua aymará quiere decir “lugar de cacería”. Además de la provincia que lleva ese nombre, la región chaqueña abarca total o parcialmente otras cuatro provincias argentinas (Santa Fe, Santiago del Estero, Salta y Formosa), y se extiende hacia el vecino Paraguay. En los orígenes, el Chaco estaba cubierto por inmensos bosques de especies vegetales muy valiosas, como el “quebracho”.
Los tobas eran un grupo nómade, que como tal vivía de la caza, la pesca y la recolección; si bien, por irradiación desde la región andina, habían adoptado algunos elementos culturales más avanzados, tales como la cerámica, el tejido con fibras vegetales y la cestería.
Su modo de vida trashumante les permitió desarrollar un refinado y exhaustivo conocimiento acerca de las propiedades medicinales y las cualidades nutritivas de gran cantidad de plantas, así como también lograron adquirir saberes esenciales sobre las características distintivas de cada árbol (sus hojas, su savia, su madera), el comportamiento de numerosas especies animales (reproducción, alimentación y migración), el régimen de los ríos y las transformaciones del entorno de acuerdo a las estaciones del año.
Cultura y Vida cotidiana
Desarrollaron importantes mecanismos de regulación de las actividades predatorias, lo que les permitía vivir en armonioso equilibrio con el entorno natural, junto a la flora y fauna que lo habitaba.
Como muchos pueblos que reunieron estas características, la vida cotidiana estaba regida fuertemente por pautas místicas, en las que el chamán (o piogonak) cumplía una función decisiva al interior de la comunidad, ya que centralizaba profundos conocimientos que le permitían interpretar las fuerzas naturales y brindar las necesarias soluciones a los desequilibrios sociales e individuales.
Gran parte de sus creencias se han basado en mitos ancestrales, transmitidos oralmente de una generación a otra. Los qom carecieron de nociones de propiedad privada y se desenvolvieron tradicionalmente mediante prácticas comunitarias de reciprocidad. Desarrollaron tareas colectivas que se complementaban fuertemente y conformaron un pueblo sin exclusión social, es decir que en sus grupos se manifestaba una sólida integración, aunque no sin falta de conflicto.
Sitios en Internet:
Historias del gran chaco, recopilación de relatos aborígenes,
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01316164255137749080680/025946.pdf
Autodenominación
Autodenominación del pueblo: Nam qom
Gentilicio masculino y femenino: qoml’ec y qomlashe
Dados por pueblos vecinos: toqoit, wonxloy
Toqoit contiene la raíz toba toq- ‘colorado’ y hace referencia al hábito de pintarse el rostro, en diversas ocasiones, con una tintura extraída de la planta Bixa Orellana, también denominada urucú por otros pueblos amerindios. También se la considera la denominación dada por grupos mocovíes a grupos tobas.
Históricos: frentones, guaycurúes
Frentones es la traducción utilizada en fuentes históricas del término guaraní tova, que puede haberse utilizado para denominar otros pueblos vecinos o con organización social similar a la de los tobas en tiempos históricos.
Palabra de origen guaraní que hace referencia al hábito de los Tobas –en tiempos históricos- de rasurarse la cabeza hasta la mitad del cráneo en ocasiones de guerras y duelos por los difuntos. En guaraní, toba significa ‘cara’ o ‘rostro’.
El término guaycurú es el más impreciso de todos; se lo utilizó en referencia a diversos pueblos guerreros en documentos históricos desde el siglo XVI.
Los tobas se denominan a sí mismos Qom, que en su propio idioma, significa gente. Pero la palabra qom no sólo designa a los integrantes de su propio pueblo, sino que también, nombra a toda persona que forma parte de un pueblo originario.
La palabra toba del guaraní: frente, es la designación (despectiva) que le adjudicaron los guaraníes, y que luego fue castellanizada por los nuevos pobladores. Esta denominación de los “frentones” fue conferida por la costumbre de los Qom de raparse la frente ante la muerte de un familiar, o Qom’lek.
Sitios de Internet
http://tiempo.elargentino.com/notas/qom-lugar-de-toba
Lengua hablada por los tobas
Familia lingüística: Mataco-guaicurú
Lengua de uso: toba
Otros nombres de lengua: qom l’aqtaqa (el idioma toba)
Los Tobas se integran a un conjunto más vasto de pueblos denominados guaycurúes, conformado también por los abipones, mbayaes, payaguaes, mocovíes y pilagás, con los cuales comparten algunos rasgos lingüísticos y determinadas pautas culturales.
Según la ECPI, en Argentina viven 69.462 personas que se autodefinen como tobas o descienden de ellos en primera generación: 47.591 viven en las provincias de Chaco, Formosa y Santa Fe, 14.466 en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires y 7.395 en el resto del país (incluye la provincia de Salta); 68,6% de la población total autoidentificada como toba vive en zonas urbanas.
Del total de la población toba encuestada, 46,2% considera que su lengua materna es indígena: así lo declara 65,0% de los tobas que viven en las provincias de Chaco,
Formosa y Santa Fe, y sólo 4,0% de los tobas que viven en la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires. Con respecto a las cifras de la población de más de cinco años que habla lenguas indígenas en el hogar, 63,3% lo hace en las provincias de Chaco, Formosa y Santa Fe, mientras que no hay datos significativos para la Ciudad de Buenos Aires y partidos del Gran Buenos Aires (que incluyen 13.181 tobas). El porcentaje total de tobas que habla y/o entiende lenguas indígenas en el hogar es de 58%, concentrándose 78% en hogares de más de cinco años en las provincias de Chaco, Formosa y Santa Fe, y 12% en los hogares de la Ciudad de Buenos Aires y partidos del Gran Buenos Aires. Estas cifras indican un fuerte desplazamiento de la lengua en zonas urbanas.
Sitios de Internet:
Educación
Actualmente, la Educación Intercultural Bilingüe es una modalidad del sistema educativo dentro del marco de la ley de Educación Nacional (Ley Nro. 26.206) sancionada en el año 2006, lo que constituye el reconocimiento de la diversidad étnica y la planificación de políticas para esta población que ha sido históricamente negada o relegada.
Entre el 2000 y el 2001 la atención a las poblaciones indígenas emerge como “mejoramiento de la calidad de la Educación de pueblos indígenas” dentro del programa Escuelas Prioritarias. Entre el 2002 y 2003 se constituye un equipo de atención a poblaciones específicas de Población Intercultural y en el año 2004 se crea por la Resolución del Consejo Federal de Cultura y Educación Nº 549/04, el Programa Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (PNEIB). En tanto que con la Ley de Educación Nacional (Ley 26.206) sancionada en el año 2006, se reconoce la diversidad cultural y lingüística incorporando la “Educación Intercultural Bilingüe” al estatus de modalidad del sistema educativo definiendo de esta manera, un marco legal para “elaborar políticas que al tiempo que defiendan la igualdad no dejen de dar lugar a la diversidad” (Bordegaray y Novaro; 2004: 116).
Hay que destacar que el reclamo histórico por parte de las comunidades indígenas de que los Maestros responsables de las clases deban cumplir con el requisito de conocimiento de la cultura e idioma de la etnia de la escuela dio su fruto en la provincia de Chaco. Es en esta provincia donde se crea el Centro de investigación y Formación para la Modalidad Indígena (C.I.F.M.A.) que trabaja desde 1995 con las comunidades toba qom, wichí y mocoví siendo uno de los pocos institutos terciarios del país que otorga el título de profesor Intercultural Bilingüe.
Algunas Escuelas bilungues de la comumuniidad Qom:
La nº 1333 “Nueva Eperanza” Rosario
La nº 1344 “Taigoyé” de la comunidad Toba de Travesía (Rosario)
La escuela bilingüe intercultural “Cacique Pelayo” en Fontana (Chaco)
HACIA UNA ALFABETIZACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE QOM (TOBA) / CASTELLANO
Intentando sostener la cultura y la lengua qom a la vez que transmitir los saberes escolares de la sociedad global trabaja dentro de la modalidad “Intercultural Bilingüe”, aprobada (luego de más de 13 años de reclamos) por el Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe. Las clases de lengua y artesanía qom son dictadas por maestros aborígenes idóneos seleccionados por el Consejo de Ancianos de la Escuela (representantes aborígenes de la comunidad) cuyo funcionamiento constituye, junto con los de las Escuelas Nº 1333 de Rosario (toba) y Nº 1338 de Recreo (Mocoví), una experiencia única en nuestro país.
Sitios de Internet:
http://culturatoba.org.ar/nosotros/tag/qom/
http://www.revistabermejo.blogspot.com/
http://www.encuentro.gov.ar/nota-615-Diversidad-y-riqueza.html
Inicio de la diáspora Qom
Tras la llegada del conquistador español ocurrida en el siglo XVI, los tobas unificaron sus fuerzas en defensa de su libertad y ejercitaron una tenaz y prolongada resistencia al avance colonizador. Mientras numerosos pueblos originarios de América Latina fueron diezmados, sometidos y reducidos a una condición de servidumbre para realizar trabajos forzados en favor de los conquistadores, los tobas se mantuvieron en pie de guerra durante más de cuatrocientos años en defensa de su propia gente y el territorio que habitaban. Adoptaron el uso del caballo y se hicieron de armas que les permitieron ganar movilidad en su desplazamiento y adquirir efectividad en el combate, determinando de gran manera la expansión de la frontera española en el actual Nordeste Argentino, restringiendo la distribución y el crecimiento de las ciudades coloniales, y amenazando las rutas de comercio de la época.
Sólo hacia mediados de la década de 1880 pudo ser doblegada la resistencia armada de las comunidades. El extenso desgaste por los continuos enfrentamientos, las constantes incursiones de los ejércitos conquistadores, con el permanente financiamiento y refuerzo de tropas, las enfermedades que devastaban las poblaciones originarias (como tuberculosis y viruela, cólera y hepatitis), la superioridad en armas y la consolidación nacional del Estado argentino, con su rígida política de combatir las poblaciones originarias que aún resistían, finalmente lograron reducir las fuerzas de los nativos.
A partir de 1880 comenzó la ocupación sistemática de los territorios de estos pueblos, por parte del Gobierno Nacional. En el Chaco esta campaña se extendió hasta 1919, año en que se produjo el último gran enfrentamiento entre grupos guaycurúes y el ejército. Los fusiles a repetición y, sobre todo, el alcohol diezmaron a los tobas. Sus territorios ancestrales de caza se convirtieron en inmensos latifundios dedicados, en primer término, a la explotación maderera.
Una sola empresa, con directorio en Londres, “La Forestal”, llegó a acaparar más de dos millones de hectáreas sólo en una provincia de la región chaqueña. La producción de tanino o extracto de quebracho, durmientes para los ferrocarriles y postes para cercos, convirtió en pocas décadas el inmenso bosque en un inmenso páramo. Un árbol de quebracho tarda cien años en crecer, y a nadie le interesaba esperar tanto tiempo… Con grandes dificultades, los tobas se adaptaron a una nueva situación mucho más opresiva. Muy pocos trabajaron en la industria maderera: en su cosmovisión los árboles de quebracho eran sagrados, y gran parte de sus discordias con el blanco, tuvieren en su origen la depredación del bosque. Pudieron continuar pescando en el río Bermejito, que atraviesa la región de la provincia del Chaco, en donde se asentaron en su mayoría. Eventualmente, podían vender sus artesanías, pero no es mucho el turismo en esa región que pueda comprarlas; y también realizar tareas rurales o domésticas, en el caso de las mujeres, al servicio de los colonizadores blancos. Pero, sobre todo, fue a partir de la orientación de la región chaqueña, hacia la producción algodonera, cuando tuvieron mejores posibilidades de subsistencia. Una vez al año, participaban masivamente en la cosecha de algodón, lo que les permitía hacerse con una buena suma de dinero en efectivo. Administrado por las mujeres, ese dinero podía alcanzar para cubrir las necesidades más imperiosas, hasta la próxima cosecha.
Masacre de Napalpí
La Masacre de Napalpí, es el nombre con el que se conoce la matanza de alrededror de 500 indígenas de las etnias qom y mocoví a manos de la policía y grupos de estancieros, acaecida el 19 de julio de 1924 en la Colonia Aborigen Napalpí, Provincia del Chaco, Argentina.
El 12 de octubre de 1922, el radical Marcelo T. de Alvear, había reemplazado en la presidencia a Hipólito Yrigoyen, y el Territorio Nacional del Chaco ya se perfilaba como el primer productor nacional de algodón. Pero en julio de 1924 los pobladores originarios toba y mocoví de la Reducción Aborigen de Napalpí –a 120 kilómetros de Resistencia– se declararon en huelga: denunciaban los maltratos y la explotación de los terratenientes. Los ingenios de Salta y Jujuy ofrecieron mejor paga. Hacia allá intentaron ir los pobladores, pero el gobernador Centeno prohibió a los indígenas abandonar el Chaco. Los pobladores de Napalpí decidieron resistir. El 18 de julio, y con la excusa de un supuesto malón indígena, Fernando Centeno dio la orden.
A la mañana del 19 de julio, 130 policías y algunos civiles partieron desde la localidad de Quitilipi hasta Napalpí. Un avión del Aero Club Chaco los ayudó a reconocer la posición exacta de los pu8eblos originarios.
Después de 45 minutos de disparar los Winchester y Mauser a todo lo que se movía, sólo quedó el silencio y la humareda de los fusiles. Los heridos –fueran hombres, mujeres o niños– fueron asesinados a machetazos. El periódico Heraldo del Norte recordó el hecho a finales de la década del ’20: “Como a las nueve, y sin que los inocentes indígenas realizaran un solo disparo, hicieron repetidas descargas cerradas y enseguida, en medio del pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad”.
El 29 de agosto –cuarenta días después de la matanza–, el ex director de la Reducción de Napalpí, Enrique Lynch Arribálzaga, escribió una carta que fue leída en el Congreso nacional: “La matanza de indígenas por la policía del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores; parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan servir de testigos si viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados”.
“Crímenes de sangre”, un libro de Pedro J. Solans
“Crímenes en sangre” es un relato que desnuda en forma de novela los trasfondos de un episodio aberrante que sucedió en el Territorio Nacional del Chaco el 19 de julio de 1924, cuando fueron asesinados centenares de peones rurales aborígenes.
Se abordan las nefastas consecuencias de aquella trágica matanza y se alerta sobre “el actual genocidio de los pueblos originarios, que ocurre a silencio, sigilosamente, a fuego lento, en forma casi desapercibida para la opinión pública”. Se pone de relieve, cómo los episodios actuales ratifican la vigencia de los sucesos trágicos de Napalpí y, a través de distintos testimonios, se revelan los intereses ocultos que hay detrás de la desaparición de los aborígenes. El libro, finalmente, se convierte en una reflexión acerca de la deuda que existe con los pueblos originarios.
Pedro J. Solans, cuyo abuelo fue uno de los civiles que participaron del ataque a los “sublevados”, es oriundo de Quitilipi pero larga radicación y trayectoria en el campo del periodismo y de la literatura cordobesa. Fundó y dirige actualmente “El Diario Cordobés” y “El Diario de Carlos Paz”, respectivamente.
Su última publicación fue “Agua, Tierra y Aire”, un libro de investigaciones periodísticas. Es miembro del Instituto de Historia y Letras de Villa Carlos Paz. Trabajó y colaboró en medios periodísticos televisivos, gráficos y radiales regionales, provinciales, nacionales e internacionales.
En el libro “Napalpí, la herida abierta”, el periodista Vidal Mario detalla: “El ataque terminó en una matanza, en la más horrenda masacre que recuerda la historia de las culturas indígenas en el presente siglo. Los atacantes sólo cesaron de disparar cuando advirtieron que en los toldos no quedaba un indio que no estuviera muerto o herido. Los heridos fueron degollados,algunos colgados. Entre hombres, mujeres y niños fueron muertos alrededor de doscientos aborígenes y algunos campesinos blancos que también se habían plegado al movimiento huelguista”.
“Se dispararon más de 5 mil tiros y la orgía de sangre incluyó la extracción de testículos, penes y orejas de los muertos, esos tristes trofeos fueron exhibidos en la comisaría de Quitilipi. Algunos muertos fueron enterrados en fosas comunes, otros fueron quemados”. En el mismo audio, el cacique toba Esteban Moreno contó la historia que es transmitida de generación en generación. “En las tolderías aparecieron soldados y un avión que ametrallaba. Los mataron porque se negaban a cosechar. Nos dimos cuenta de que fue una matanza porque sólo murieron aborígenes, tobas y mocovíes, no hay soldados heridos, no fue lucha, fue masacre, fue matanza, por eso ahora ese lugar se llama Colonia La Matanza.”
La Reducción de Napalpí (palabra toba que significa lugar de los muertos) había sido fundada en 1911, en el corazón del Territorio Nacional del Chaco. Las primeras familias que se instalaron eran de las etnias Pilagá, Abipón, Toba, Charrúa y Mocoví. El corresponsal del diario La Razón, Federico Gutiérrez, escribió en julio de 1924: “Muchas hectáreas de tierra en flor están en poder de los pobres indios; quitarles esas tierras es la ilusión que muchos desean en secreto”.
Pedido de perdón de la Provincia del Chaco
En enero de 2008, el gobierno de la Provincia del Chaco pidió disculpas públicas y oficiales por la masacre y rindió homenaje a la única sobreviviente, Melitona Enrique, el día de su cumpleaños. Fallecería el 13 de Noviembre de 2008.
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Melitona Enrique, el día que fue homenajeada
Melitona Enrique, en el día de su cumpleaños, no debe haber entendido mucho. El mismo Estado al que en su juventud vio asesinar, empalar y mutilar a su familia y a cientos de tobas más, le pedía perdón y le rendía un homenaje. Fue un acto en el que el Gobierno chaqueño pidió disculpas públicas y oficiales por la masacre de Napalpí, una brutal matanza de unos 400 aborígenes ejecutada en 1924.
Melitona, se salvó escondiéndose en el monte durante varios días, sin comida ni agua. Era la única sobreviviente que continuaba viva. En dialecto qom, aún recordaba aquello. “Los cuervos estuvieron una semana sin volar, porque seguían comiendo los cadáveres”, relató. Ella y otros miraban, escondidos entre los árboles de un monte próximo, porque los policías seguían rondando.
El acto de reconocimiento a Melitona se hizo en Machagai, su ciudad. A quince kilómetros de allí fue la masacre. “Todavía se le caían lágrimas; ahí vio morir a los abuelos, los tíos, mucha gente”, dice Sabino Yrigoyen, hijo suyo. La anciana recibió también una casa nueva, y todo el pueblo le cantó una canción en la plaza por su cumpleaños. El gobernador, cantando el feliz cumpleaños, entregó las llevas de la nueva vivienda a la única sobreviviente de la Masacre de Napalpí. En silla de ruedas, Melitona Enrique participó junto a su familia, con emoción, de su casa propia, ya que hasta el momento no contaba con una unidad habitacional para compartir con los suyos. Además, una calle de la ciudad lleva desde ese momento su nombre, como así también otra arteria lleva el nombre de Rosa Chará, otra de las sobrevivientes de la masacre que falleció en 2006.
El padecimiento de Napalpí amasó silencio de víctimas, y más silencio de victimarios. Años y años en silencio. Años y años de crónicas distorsionadas. De lechuzas malagüeras, de quitilipis heridos. Napalpí sigue siendo impunidad, miedo, resignación.
La vida siguió dura, durísima, cruel para los aborígenes. A tal extremo que no parece vida para ellos. Los descendientes de las víctimas dicen que vivirán un eterno Napalpí. Un Napalpí actualizado, un Napalpí vigente. La masacre de todos los días.
Video del relato de la sobreviviente: Melitona enrique.
Sitios de Internet: masacre, napalpí, pueblos originarios, sangre, sobrevivir, tobas, tonolec, voces
Los Tobas después de Napalpí
Un inconveniente serio florecerá cuando, en principio por causas climáticas, la cosecha fracase. De forma tal que la sequía, el exceso de lluvias, o cualquier causa que disminuyera la producción de algodón tenía efectos irreparables en la vida de estas comunidades. Al no haber alternativas económicas, la única posibilidad era la emigración. Y la emigración sólo podía ser hacia el Sur, hacia las regiones más ricas y desarrolladas de la “Pampa Húmeda”. Estas emigraciones, periódicas y limitadas, cobraron una agudeza inusual a partir de 1982, cuando el Chaco fue afectado por inundaciones sin precedentes. La única posibilidad de supervivencia en el Chaco pasa por la agricultura, y esto implica conceder tierras a los indios: el mayor de los disparates en la mente de los terratenientes. El problema toba, se resolvió de una manera mucho más simple y económica: pagándoles el pasaje a todos los que quisieran irse hacia el Sur.
La situación, ya crítica, de los tobas chaqueños, sufrió un deterioro terminal en los años 90: En primer lugar, el avance de las roturaciones hizo que se los expulse de mucha de la poca tierra de que aún disponían. En segundo lugar, y mucho más importante, la difusión del uso de cosechadoras mecánicas los hizo totalmente prescindibles para la agricultura.
Durante mucho tiempo no fue rentable para los terratenientes el uso de cosechadoras mecánicas. Las que existían, además de ser mucho más caras que la mano de obra toba, no eran apropiadas para las variedades de algodón que se cultivan en el Chaco. Las políticas neoliberales aplicadas a la economía y la integración del MERCOSUR, posibilitaron la importación de maquinarias y de tecnología, desde Brasil, a muy bajo precio. Para mediados de la década toda la recolección estuvo mecanizada.
Para las comunidades originarias, esto significó el Holocausto. Sería una tarea interminable la de describir todas las violencias, atropellos y engaños que utilizaron los terratenientes que gobiernan el Chaco a fin de “sacarse de encima” a los tobas, cuyas tierras usurpaban y que hasta entonces los habían enriquecido. Todo esto, por supuesto, justificado ideológicamente en el más crudo e inconfesado racismo.
Pero si a la violencia lisa y llana siempre se puede oponer algún tipo de resistencia (y los indios llevan muchos siglos resistiendo), es muy difícil resistir el hambre. Y es más difícil aún que los hambrientos puedan, por sí solos, salir del marasmo. Las comunidades tobas fueron cercadas por el hambre, y la única salida que se les ofreció fue la de la emigración. Los años que van de 1990 a 1995 pueden ser llamados los del “Gran Éxodo” hacia el Sur.
A pié, en ómnibus, en camiones, en trenes de carga, y también en vagones para ganado, arrendados a tal efecto por los gobernantes chaqueños, llegaron los tobas a las grandes ciudades del Sur. Del Chaco pudieron traer solamente la tuberculosis crónica, la desnutrición de los niños, la escabiosis, el dengue y otras tantas enfermedades.
Sitios de Internet:
http://www.asociacion-toba.com.ar/institucional.htm
La invisibilización
La consolidación del Estado argentino (hacia 1880) se inscribe entre los períodos más violentos de la historia del país. En esta fase, el Estado y la oligarquía latifundista instrumentan enormes matanzas y consuman violentos atropellos contra las últimas comunidades originarias que resistían libres, tierra adentro, la entrada del colonizador.
El proceso de construcción de la nacionalidad y legitimación institucional del modelo requiere reforzar ciertos aspectos que se visualizan en las clases dominantes, a la vez que se invisibilizan o eliminan los rasgos culturales que rivalizan contra el discurso hegemónico de esos mismos sectores.
Las clases más poderosas intentan imponer un modelo de país que les atribuye los principales privilegios, y de este modo se exaltan y vigorizan los rasgos del conquistador. Los blancos occidentales se atribuyen la misión de llevar la luz de la razón y civilizar un territorio habitado por pueblos primitivos, atrasados y salvajes. El hombre blanco supone traer un conocimiento mejor, plasmado en la razón, la ciencia, la tecnología y el progreso, y apoyado por la doctrina de la religión que él proclama verdadera.
Este imaginario, implementado en América a partir del siglo XVI con la llegada de los españoles al continente, fue utilizado en nuestro país a fines del siglo XIX por los ideólogos de las matanzas de pueblos originarios que el Estado argentino necesitaba realizar para arrebatar y conquistar los territorios que codiciaba ganar para el proyecto nacional latifundista y agro-exportador. En este marco, el racismo es utilizado como herramienta de poder, como coartada de los atropellos, y como forma de naturalizar el orden que es necesario instrumentar para consolidar el dominio.
Gran parte de los intelectuales argentinos más destacados (hoy considerados próceres de la nación) ha despreciado el componente originario del territorio y propuso su directa eliminación. Sarmiento, el consagrado “padre de la educación”, ha sido uno de los grandes promotores de la Argentina blanca, europea, católica y occidental. Su proyecto “civilizador” proponía implantar los patrones sociales existentes en Europa y construir una economía nacional articulada al mercado mundial como país productor de materias primas para las grandes potencias e importador de manufacturas desde esas mismas naciones. Según el recordado sanjuanino, cuanto más rasgos europeos tuviera nuestra sociedad, más posibilidades de progreso y desarrollo experimentaría el país. En ese marco se articuló su babilónico proyecto educativo.
La llamada generación de 1880, integrada por un grupo de intelectuales conservadores (con Julio Argentino Roca a la cabeza) formados políticamente en Europa, instauró el modelo político y económico que trazaría el imaginario social de la Argentina de las décadas siguientes. La fórmula que se impuso para el desarrollo fue Orden y progreso, en la cual se incluyó el plan de blanqueamiento de la población argentina: mantener en Orden a los más para que los menos experimenten el Progreso.
El desarrollo consistió en desnacionalizar el país. Lo propio fue condenado, mientras lo ajeno fue sacralizado. Civilización y barbarie fue la gran dicotomía. Civilizado era todo lo que venía de afuera, mientras lo bárbaro era toda aquella manifestación cultural proveniente del interior. Lo criollo, lo indígena, lo negro… se transformaron en componentes diabólicos que no tenían futuro en el proceso de organización nacional. La moderna y vanguardista Buenos Aires creció y se consolidó recibiendo con los brazos abiertos a lo foráneo, en detrimento a las tradiciones provinciales que se manifestaban en el interior del país.
Esta fórmula impuesta por el orden conservador fue continuada y agravada por las numerosas dictaduras que asolaron al país durante el siglo XX, siempre al servicio de los intereses políticos y económicos de las grandes potencias (Inglaterra primero, Estados Unidos después). En esta planificada maquinaria de servidumbre internacional, las clases privilegiadas se fortalecieron entregando el país a los intereses de las potencias mundiales, impidiendo y trabando los procesos históricos y sociales que favorecían la movilización social y la construcción de la identidad argentina. El racismo y la discriminación actualmente imperantes son consecuencia de la absorción social de este imaginario impuesto por los sectores dominantes a través de la educación, las políticas públicas y los medios de comunicación.
Como resultado de lo anterior, la sociedad argentina del presente se ve a sí misma como una nación conformada principalmente por inmigrantes europeos y desconoce la compleja raigambre étnica que conforma a su población. La gran mayoría de los argentinos se cree muy diferente al resto de los países latinoamericanos, porque ignora la numerosa presencia de los pueblos indígenas distribuidas en el interior del territorio. Nuestra sociedad cree que los indios sólo están en los museos y que no existen en la realidad. Los libros y manuales clásicos los ningunean y ninguna plaza o avenida lleva sus nombres. Ningún espacio público los nombra. Los monumentos, las estatuas y demás emblemas de la memoria no los recuerdan. A lo sumo, algunos argentinos los perciben como un raro pintoresquismo sobreviviente de los primeros hombres americanos, salvajes y primitivos, habitantes de algún lejano y perdido rincón del país.
El desarraigo
Tras el proceso de conquista, el pueblo toba fue despojado de sus tierras ancestrales y se vio forzado a adoptar un estilo de vida que le era ajeno, con el consecuente y violento descalabro de su cosmogonía, y el trastrocamiento de sus costumbres, tradiciones y organización social.
El Estado y las primeras iglesias delinearon entre los nativos nuevas creencias y rasgos de conducta. Sus prácticas religiosas y de salud fueron condenadas. Sus mitos y rituales fueron censurados, sus actividades de caza y pesca fueron prohibidas; y se les impuso una conversión de su economía cazadora recolectora (y por lo tanto trashumante) a un modo de organización sedentaria (que conlleva principalmente la cría de animales y la práctica de la agricultura de subsistencia en un lugar establecido) con el fin de reclutarlos para las cosechas de los principales cultivos regionales.
El aluvión de inmigrantes provocó un eventual “blanqueamiento” social que desplazó simbólicamente a la población originaria, conforme al proyecto europeizador que las elites políticas conservadoras proyectaron para nuestro país. En este proceso, las tierras fueron distribuidas a colonos criollos e inmigrantes, y en un marco de profundo racismo y discriminación, fue gestándose una sociedad tan compleja como heterogénea, atravesada por un abismo de incomprensión e intolerancia.
El proceso de conquista fue continuado y agravado por una política de exclusión sistemática.
Expulsados de su patria histórica, los pueblos originarios tampoco fueron aceptados en la nueva sociedad. El Estado les negó toda forma de asimilación y participación, y no hubo lugar para ellos, salvo como mano de obra barata en los nuevos engranajes productivos.
Mientras los pueblos originarios eran vistos como símbolos del atraso y la barbarie, los colonos ocupaban la región de acuerdo a las pautas estatales de poblamiento: recibían tierras y facilidades del Estado, desarrollaban actividades productivas y comerciales, y ejercían cargos administrativos y de gobierno, atribuyéndose la función mesiánica del progreso regional, en nombre del trabajo, el desarrollo y la civilización.
Tras la usurpación de sus territorios y el despojo de sus recursos, muchos tobas se transformaron en peones rurales. Trabajaron en los ingenios, en los obrajes, en las compañías forestales y en la cosecha del algodón, siempre subsistiendo en infrahumanas condiciones de explotación, sin acceso a los servicios básicos, realizando las actividades más insalubres, percibiendo bajísimos salarios, en jornadas interminables, durmiendo hacinados en cuartos precarios, siempre en beneficio de los emprendimientos productivos establecidos por el blanco, sufriendo matanzas y persecuciones si se manifestaban en rebeldía o expresaban su descontento.
Los niños que iban a la escuela recibían instrucción en un idioma que no les era propio y en las clases se les relataba una historia donde a sus ancestros sólo les cabía el papel de salvajes.
A lo largo del siglo XX, las comunidades tobas fueron cayendo en un grado de postergación tal que gran parte de su población fue presa de la desnutrición, la tuberculosis y el chagas, con el terrible agravante de una sistemática falta de asistencia por parte del Estado. Los sucesivos gobiernos les han negado sistemáticamente el acceso a la salud, al trabajo, a la vivienda, les han usurpado los recursos, y ante la muerte de los aborígenes, el Estado se desentiende de toda responsabilidad: “Yo no los maté”, dice, mientras desatiende sus propias obligaciones y viola las propias leyes que lo determinan como representante oficial de todos los ciudadanos del territorio argentino.
Localidades del chaco que ocupan en la actualidad
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Localidades más importantes Resistencia, Machagai, Quitilpí, El Canal, etc.
Sitios de Internet:
http://www.chaco.gov.ar/gobierno/CFI/AborigenesDelChaco/temas_aborigenes_litoral.htm
http://www.chaco.gov.ar/MinisterioDeGobierno/PueblosOriginarios/principal/MapaEtnico.htm
El desierto verde
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Aunque la usurpación de tierras y el avance de las fronteras colonizadoras es un hecho que amenaza a los pueblos originarios desde la misma época de la conquista, la problemática experimentó un incremento notable durante la década de 1990, cuando las empresas dedicadas a los negocios agrícolas desarrollaron productos de siembra con capacidad de crecer en lugares anteriormente adversos a causa del calor, la falta de agua y las características del suelo. Fue entonces cuando comenzó la fiebre de soja y los terratenientes empezaron a elaborar estrategias para hacerse de esas tierras a cualquier precio.
El Foro Multisectorial por la Tierra del Chaco, conformado por un colectivo de organizaciones sociales, ha afirmado que en el año 1995 existían en la provincia de Chaco 3,9 millones de hectáreas fiscales. Doce años después, sólo quedan 660.000. De acuerdo a la Constitución provincial, dichas tierras deberían haber sido otorgadas a quienes la ocupaban tradicionalmente, es decir a las comunidades tobas o a criollos que desarrollan actividades rurales, pero lo que sucedió fue algo muy distinto: las tierras fueron vendidas (en ocasiones con los propios indígenas adentro) a empresarios madereros y sojeros, principales responsables de la drástica reducción de los montes ocurrida durante la última década. De acuerdo a la zona, en los últimos diez años ha desaparecido entre el 30 y 60 % del bosque nativo. En 2004, la propia Secretaría de Medio Ambiente de la Nación ya alertaba sobre los desmontes causados por la expansión de los cultivos de soja, el avance de la frontera agrícola y la tala indiscriminada. En los últimos 70 años, la provincia de Chaco ha perdido más de 30 mil kilómetros cuadrados de bosque nativo. Y si las políticas vigentes continúan, todo indica que la tendencia seguirá en incremento.
El monte ya no es el antiguo vergel de recursos que brindaba alimentos y medicinas, que permitía la vida y la hacía posible. Van desapareciendo los árboles que han acompañado las tradiciones y los mitos del pueblo toba. Hay menos lapachos, menos algarrobos, menos itines, menos quebrachos. Disminuyen las especies animales y vegetales, no hay más marisca, se restringe la pesca. Las abejas, que tradicionalmente han formado parte sustancial de la economía y la alimentación toba, huyen a otros sitios a causa del desmonte. Y sin el entorno natural que históricamente ha albergado a los qom, tampoco surgen más piogonak (o sabios). La depredación avanza y la gente no tiene sustento. Sólo quedan los planes sociales y los bolsones de comida que hacen a los miembros de la comunidad presas del clientelismo político.
Numerosas familias han sido desplazadas de los campos que habitaban. Muchas de ellas producían algodón, pero con el avance de la patria sojera este cultivo ha disminuido considerablemente (de 700.000 a 100.000 hectáreas), afectado además por su baja cotización internacional, inundaciones y sequías.
Muchos hogares viven de los ingresos que otorga la artesanía. Hacen piezas de barro o en hoja de palma y los venden al costado de la ruta o en los principales pueblos y ciudades. Confeccionan sombreros y canastos de palma, o máscaras, rosarios, mulitas y lechuzas de barro. Las palmas son cada vez más difíciles de conseguir, porque desaparecen con los desmontes y quemazones o son inaccesibles por los alambrados que circundan las enormes propiedades latifundistas. Los trabajos en palma requieren un refinado y exhaustivo trabajo artesanal que lleva alrededor de tres o más días. Por ellos le dan a lo sumo 10 pesos. Diez pesos por tres o más días de trabajo. “Son vagos. No quieren trabajar”, dicen algunos.
Sitio en Internet:
Crítica al monocultivo de la soja
En la provincia de Chaco, la superficie sembrada de soja creció de 50.000 hectáreas en 1990 a 410.000 en 2000. El área sembrada fue incrementándose aún más hasta llegar a las 700.000 hectáreas en la última campaña 2006/07. Y se estima que para 2014/15 el área cultivada de soya en la provincia será de 1.088.000 hectáreas.
Chaco: los costos sociales de la fiebre de la soja
Con el avance de la soja, en la provincia se fue perfilando un escenario de exclusión y concentración. Muchos pequeños productores no pudieron adaptarse a los requerimientos de los altos insumos y los paquetes tecnológicos impuestos por el modelo de la soja transgénica. Asimismo, este modelo de producción emplea a sólo una persona cada 500 hectáreas, lo cual se tradujo en la pérdida de 4 de cada 5 puestos de trabajo en el campo. “El modelo de producción en el Chaco, además de ser excluyente por ser un paquete de agro negocios y no generar trabajo y mano de obra, generó un PBI (producto bruto interno) de U$S 650.000.000 que no se transformó en ingresos para los chaqueños”, señala Rolando Nuñez, del Centro Nelson Mandela.
El tradicional cultivo de algodón, que en 1997 representaba más del 70% de la superficie cultivada en la provincia, cayó al 9,9% en el año 2001, a expensas del avance de la soja. En los últimos 10 años, la superficie cultivada con algodón pasó de 700.000 a 100.000 hectáreas, es decir que las posibilidades que tenían los pueblos originarios y campesinos de conseguir trabajo como jornaleros mermaron drásticamente.
La pérdida de biodiversidad fue denominador común en todas las provincias devenidas sojeras.
Por otro lado, la concentración de tierras alcanza proporciones desmesuradas en Chaco: el 7% de los propietarios concentra el 70% de las tierras. A su vez, el 80% de la producción se encuentra en manos del 20% de los productores. La venta espuria de tierras estatales en la provincia ha acelerado este proceso de concentración. Este tipo de tierras solía ser propiedad ancestral de los pueblos originarios, pero hoy son vendidas por el gobierno provincial a precios irrisorios - desde 6 dólares la hectárea - a grandes productores nacionales y del extranjero. De 4 millones de hectáreas en 1995, las tierras estatales pasaron a ser sólo 660.000 en la actualidad. Mientras la Constitución Provincial asigna como destinatarios a ocupantes tradicionales para uso familiar - indígenas y gente local - la mayoría de las tierras está siendo regalada a los empresarios sojeros.
La masiva privatización de tierras también conlleva al cierre de pasos y caminos por donde campesinos y miembros de los pueblos originarios solían circular con sus animales en el traslado hacia pastizales comunes. Es decir, la invasión privatizadora también acabó con sus prácticas tradicionales de circulación entre distintas zonas y a través de caminos vecinales.
Asimismo, la defensa de los intereses del agrobusiness de la soja genera un cuadro de violencia sistemática en contra de las poblaciones rurales y originarias que se traduce en desalojos, detenciones, persecuciones y amenazas a quienes se resisten. La presión para que abandonen sus tierras se traduce en hostigamientos que van desde la contaminación intencional de fuentes de agua hasta el robo o matanza de animales. El uso intensivo de agroquímicos y las fumigaciones en cultivos de soja muchas veces terminan contaminando a población de zonas aledañas, a sus cultivos, animales y fuentes de agua.
El avance de la frontera agropecuaria de la soja, además de socavar las bases de la agricultura campesino-familiar, a su paso va levantando montes enteros. Quienes celebraron los records en la cosecha de soja este año, también obviaron los records mundiales que su país bate en deforestación. Se calcula que la tasa de deforestación en Argentina es seis veces mayor que el promedio mundial. En los 4 años que van de 1998 a 2002, la destrucción de montes nativos aumentó un 42%. Las más de 250.000 hectáreas de monte talados por año son dedicados mayoritariamente a la siembra de soja transgénica. En la actualidad las provincias argentinas que más sufren del desmonte son Chaco, Santiago del Estero, Salta y Formosa. En Chaco, varias organizaciones denuncian que la ley provincial de Bosques 5.285 sufrió una modificación, la cual quita todas las trabas hacia la tala indiscriminada del monte nativo, lo cual favorece profundamente la desaparición y el genocidio de los pueblos originarios. El resultado: tierras devastadas, fronteras que avanzan corriendo a los pueblos de su hábitat y acorralándolos donde ya no pueden alimentarse por si mismos.
Sitios de Internet:
http://www.rel-uita.org/agricultura/ambiente/argentina_deforestacion.htm
http://www.agro.uba.ar/apuntes/no_4/expansion.htm
Migraciones
Territorios que actualmente ocupan los tobas en las provincias de Chaco, Formosa, Santa Fe y Buenos Aires (resaltados en color verde)
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Mapas:
http://3.bp.blogspot.com/_RtBVbufDcoQ/SeXSKRn6XYI/AAAAAAAAASY/VEdYFAyNB8o/s400/mapa-pueblos.jpg
http://www.desarrollosocial.gov.ar/INAI/site/estadistica/estadistica.asp
En Rosario
El hecho de que los tobas eligieran a la ciudad de Rosario, como uno de los principales lugares de asentamiento, se debe principalmente a dos razones: En principio, se trata de la gran ciudad más cercana a la región chaqueña, y posee una estructura social lo suficientemente abierta como para no rechazar frontalmente a los recién llegados. En otros pueblos y ciudades no se les permitió asentarse o, directamente, se los expulsó embarcándolos de nuevo hacia el Chaco.
En Rosario, donde el 100% de la población desciende de inmigrantes de diversos orígenes, llegados en épocas relativamente recientes, los tobas no serán bien recibidos, pero tampoco son expulsados. Por otra parte, existía ya un antecedente de población toba asentada aquí desde bastante antes. En las décadas del 50 y 60 un núcleo importante de tobas chaqueños, llegó a Rosario atraído por la prosperidad industrial que la ciudad tenía en ese entonces. Se ubicaron en el barrio “San Francisquito”, en los márgenes de la ciudad. Si bien este grupo logró en gran medida integrarse al resto de la población, no por eso perdió su identidad étnica, ni su relación con el lugar de origen.
Como es sabido, los lazos de parentesco son muy firmes entre las poblaciones originarias. Esto se debe a que originariamente, en las sociedades sin estado, todo el sistema político de control social y de redistribución económica tenía como base la estructura parental. Las redes familiares entre los tobas de Rosario y los del Chaco permanecieron vigentes y, en los momentos de catástrofe económica, actuaron como redes de solidaridad social elemental. Los recién llegados pudieron así contar con un mínimo de ayuda de parte de los afincados en Rosario 30 o 40 años antes.
Cuando, a partir de 1982, y como consecuencia de la depredación de los bosques, se inicia un período de grandes inundaciones en el Chaco, los tobas llegaron masivamente a Rosario. No lo hicieron en busca de trabajo, ni para una instalación permanente, sino simplemente en busca del refugio y la asistencia que en su lugar de origen se les negaba. Muchos retornaron al Chaco cuando mejoraron las condiciones climáticas. Otros se quedaron, ubicándose en terrenos baldíos de la ciudad. En el barrio “Empalme Graneros”, uno de los más pobres, se instaló el núcleo principal. En Rosario, los tobas pudieron acceder a algún grado de asistencia médica en los hospitales públicos; sus hijos pudieron obtener una comida diaria en los comedores escolares; y también pudieron acceder a alguna ración de comida otorgada por el gobierno municipal. De forma tal que el acceso a estos “bienes” favoreció su instalación permanente en el lugar.
Como consecuencia de todo lo anterior, Rosario resultó ser uno de los lugares preferidos para la nueva radicación, luego del Gran Éxodo de los años 90, la difusión de la mecanización agrícola en el Chaco hizo que, en muy poco tiempo, surgieran en Rosario grandes campamentos de emigrantes. Es difícil estimar el número exacto de tobas que llegaron en total, ya que muchos se separaron de sus comunidades y optaron por vías individuales para la subsistencia. En estos casos es frecuente que se niegue la propia condición de indios, como si se tratara de un estigma vergonzoso. Como fuere, podemos estimar en por lo menos 10.000 los tobas que, viviendo en comunidad, hoy están radicados en Rosario. Número significativo en una ciudad de algo más de un millón de habitantes.
Estrategias de supervivencia en el nuevo hábitat
En las décadas del 80 y del 90, Rosario está bien lejos de ser el gran centro industrial y comercial de veinte años antes. Las políticas neoliberales y conservadoras, vigentes en Argentina desde hace tanto tiempo, han transformado a esta ciudad en algo muy distinto. Las poco confiables estadísticas oficiales nos dan casi un 24% de desocupados. Si a ello agregamos un número similar de subocupados y trabajadores temporarios, la consecuencia es que al menos un 50% de la población tiene grandes dificultades a la hora de satisfacer sus necesidades más elementales. En este contexto, los tobas recién llegados no tuvieron muchas alternativas económicas disponibles. Los primeros en llegar, recurrieron en alguna medida a la mendicidad. El hecho de haber emigrado como consecuencia de las inundaciones, favoreció su acceso a cierto grado de simpatía y solidaridad por parte del resto de la población. Pero esto duró lo que duró el fenómeno meteorológico, y los recién llegados, si querían permanecer, se vieron obligados a buscar nuevas alternativas. Es de notar que solamente algunas mujeres terminaron en una mendicidad crónica, y siempre es el caso de individuos sin demasiada relación con el grueso de la comunidad.
Otro recurso de subsistencia fue y es la venta de artesanías: cerámica, cestería y algunos textiles. En Rosario, los tobas van a tener para estos productos un mercado mucho mayor que el que tenían en el Chaco. Pero, este recurso tiene varias limitaciones: En primer lugar, las artesanías de los pueblos originarios, han sido despreciadas durante siglos por los dominadores blancos del Chaco, lo cual ha tenido como consecuencia la infravaloración de este recurso por parte de los propios tobas. A su vez, esto produjo una gran limitación en cuanto a la variedad y calidad estética de la producción, lo que contribuye a que el nuevo mercado no pueda ser tampoco muy amplio. En segundo lugar, está el tema de que no siempre pueden los tobas vender directamente su producción. Las mejores piezas suelen caer en manos de intermediarios, entre los cuales lamentablemente hay que contar a algunos asistentes sociales y etnógrafos, que se quedan con la parte más sustancial del negocio.
En el largo plazo, el recurso fundamental terminó siendo la basura. Por un lado, en los desechos domiciliarios los tobas van a encontrar sobras y restos de alimentos que a veces se convierten en la principal comida diaria. Todas las noches puede verse el triste espectáculo de familias enteras que recorren el centro de la ciudad, comiendo allí donde encuentran restos de comida. Por otro lado, la basura también los va a proveer de vestimenta, calzado y de un ingreso monetario regular. En efecto, los cartones y envases de vidrio y aluminio, recolectados pacientemente y vendidos a precio vil para su reciclado, posibilitan un aporte económico que reemplaza al que antiguamente proveía la cosecha de algodón. El problema aquí, además de la explotación de los revendedores, va a estar en la dura competencia en torno a la apropiación de la basura. El empobrecimiento de los últimos años ha hecho que la basura sea para muchos un objeto precioso. En torno a ella han surgido “mafias” que se disputan feroz mente su recolección y comercialización. Los tobas, con su carácter pacífico y resignado, llevan las de perder en esta lucha, frecuentemente deben conformarse con los residuos menos “ricos” y aprovechables.
Sitios de Internet:
http://argentina.indymedia.org/news/2007/02/485213.php
¿Veinte mil tobas en Rosario?
Los referentes locales de la comunidad aborigen calculan que un 60 por ciento de la población actual nació en la ciudad.
¿Cuántos son hoy los tobas en Rosario? La pregunta carece de respuestas oficiales ante la falta de censos concretos por parte del Estado nacional, o de consultas o muestreos por parte de la provincia y el municipio. Pero los referentes de la comunidad aborigen local tienen sus propios números, y dicen que serían entre 20 y 25 mil, una cifra que significa que la población “Qom” en Rosario es la más grande fuera del Chaco. Estas cuestiones, entre otras relacionadas al fenómeno de la migración del pueblo Qom, fueron presentadas como parte de la investigación llevada adelante por los periodistas de “El Ciudadano”, Ernesto Ávila y Mariela Mulhall, autores del video documental “El Camino de los Tobas, del Chaco a Rosario”.
Desde la comunidad Qom, si bien reconocen que aún llegan algunas familias desde Chaco, destacan que no hay una afluencia masiva como ocurrió hace diez o veinte años.
Para Ofelia Morales, una de las referentes de la comunidad Qom de Travesía y Almafuerte, la problemática tiene que ver más con la alta tasa de crecimiento de los asentamientos históricos locales. “Acá nosotros tenemos una proporción de crecimiento de familias que se cuadriplica y estimamos que más del 60 por ciento de la población actual de nuestra comunidad local nació en Rosario. En total, estimamos que somos alrededor de 23 mil”, sostuvo.
Los números que manejan los referentes locales tienen que ver con sus experiencias como encuestadores, asistentes de programas sociales y como dirigentes que siguen de cerca el crecimiento de los asentamientos.
“Lamentablemente no hay trabajos serios, y esto hay que decirlo, ocurre con todas las comunidades originarias del país. Al no haber datos reales también se niegan los problemas o se los reduce. Es imposible que como dice el Indec haya sólo 47 mil tobas entre el Chaco, Santa Fe y Formosa). Pero claro, son encuestas que se hacen por muestreo y no reflejan la realidad, y además el pueblo toba que tiene un crecimiento proporcional muy importante”, agregó Ofelia.
Por su parte Ruperta Pérez, de la comunidad ubicada en el extremo sur de calle Roullión, sostiene que sólo en ese asentamiento del sudoeste habría alrededor de 12.500 personas. “Al principio de los 90 se trasladaron aquí familias de la zona de Juan José Paso y Travesía y algunas familias que vivían en Villa Banana, entre otros. Se dio a través de un plan que incluía la autoconstrucción de viviendas pero en 10 años esto creció de una manera impresionante con una llegada masiva a mediados de los 90.
Por su parte, Victoriano Arce, uno de los primeros tobas en llegar a la ciudad a fines de los años 60, recordó que los terrenos del barrio toba municipal de Roullión al fondo fueron donados en los años 80 a la comunidad y que constaban de 23 hectáreas, de las cuáles sólo se ocuparon unas 16. “El resto nos fue arrebatado en la práctica por remodelaciones y nuevos barrios, por lo que seguimos reclamando ya que esto estaba pensado para el futuro de nuestros hijos y de hecho hoy lo sufrimos: nuestros hijos crecieron, formaron familia y tuvieron que volver a hacerse un rancho en una villa, o aquí atrás en asentamientos precarios porque no hay más lugar en este barrio”, sostuvo don Arce.
En el barrio de Travesía y Almafuerte, el problema es aún más complejo ya que los terrenos sobre los que se ubican los asentamientos son de propietarios privados.
Lo cierto es que las comunidades aborígenes locales se muestran colapsadas desde hace años y el problema amenaza con convertirse en crónico, en el marco general de una alta proporción de argentinos excluidos del sistema y que se encuentran por debajo de las condiciones mínimas de subsistencia.
Un video filmado en Chaco y Rosario:
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Género: documental testimonial
Duración: 59 minutos
Producción periodística y producción general: Mariela Mulhalll – Ernesto Ávila
El video documental “El Camino de los Tobas, del Chaco a Rosario”, se basa en los relatos de los propios integrantes de la comunidad aborigen local sobre su llegada y adaptación a la ciudad. Se destacan los problemas de discriminación que aún sufren, el esfuerzo por no perder su idioma y el mantenimiento de sus creencias religiosas (a partir de mediados del siglo XX adoptaron en forma mayoritaria el culto evangelista). Fue grabado en rosario entre 2002 y 2005, en los asentamientos Barrio Municipal Toba, Villa Cariñito, Las Tacuaritas. Los Pumitas, Almafuerte y Travesía, y Granadero Baigorria. En la provincia del Chaco: Tres Isletas, Castelli, Miraflores y Pampa del Indio.
El proyecto ganó el concurso de subsidios del Fondo de Cultura Municipal.
http://elcaminodelostobas.blogspot.com/
Iniciativas en Rosario
Plan de urbanización que prevé la construcción de más de 500 viviendas para la comunidad toba de Rosario, con una inversión de $100 millones, fue lanzado en la ciudad.
El acto fue encabezado por el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz; el secretario de Obras Públicas del Ministerio de Planificación Federal, José López, y contó con la presencia de la representante de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Banafini y del diputado Agustín Rossi.
El proyecto para la urbanización del barrio Travesía deriva de un convenio suscripto entre las autoridades de la municipalidad de Rosario y la Fundación Madres Plaza de Mayo y aprobados por la secretaría de obras públicas del Ministerio de Planificación Federal. Ese Ministerio financiará el proyecto que se ejecutará en dos etapas con un presupuesto estimado para la primera de $104 millones, se informó oficialmente.
Las primeras 256 viviendas se construirán en un predio de ocho hectáreas situado en la zona noroeste de Rosario, comprendido por las calles, Juan José Paso, avenida Albert Sabin (ex Travesía), Almafuerte y vías del ferrocarril Mitre, sobre un terreno fiscal y otros dos adquiridos por la Fundación Madres Plaza de Mayo.
Asimismo, se realizarán obras viales, un centro de atención primaria, un destacamento policial, una escuela, un polideportivo, un templo y un salón de usos múltiples.
El proyecto de urbanización que beneficiará a familias de la comunidad toba, afincadas en esa zona de Rosario desde hace más de 30 años, se realizará con la contratación y capacitación de mano de obra en gestión cooperativa, integrada en su mayoría por miembros de la comunidad toba y vecinos del asentamiento.
El convenio de cooperación institucional y de asistencia técnica, indica que la supervisión de las obras y las certificaciones estarán a cargo de profesionales del Servicio Público de la Vivienda de la comuna local.
En tanto, la coordinación y dirección de obra estará a cargo de equipos técnicos de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Sitios de Internet:
www.lacapital.com.ar/contenidos/2010/…/noticia_0003.html
http://www.rosario.gov.ar/sitio/lugaresVisual/verLugar.do?id=1096
Presentación: Punto Qom
Es una serie documental de TV sobre las comunidades Tobas de Rosario y el Chaco, ganador del Programa Estímulo a la Producción Audiovisual santafesina. Realizado por Giraluna producciones.
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Portada Documental
Es una serie de 4 documentales, que se estrenó el 26 de agosto de 2010, en el Cine El Cairo de la ciudad de Rosario.
La comunidad toba Qadhuoqté de Rosario, también conocida como barrio Pumitas, concluyó el proyecto Punto Qom: 4 capítulos documentales que se verán por Canal 5 Rosario y Canal Encuentro y se proyectarán en distintos lugares del país. Lo novedoso con respecto a otros proyectos audiovisuales es que los integrantes de la comunidad son parte de la realización del documental y no solo protagonistas de las imágenes. El trabajo cuenta con la dirección de Fernando Herrera, la fotografía de Leo Rodríguez y la música de Carlos Aguirre.
Sitios de Internet:
http://puntoqom.wordpress.com/2010/04/
http://www.facebook.com/?ref=home#!/pages/punto-qom/208259812601
Festejos 11 de octubre
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Oscar Talero, miembro de la comunidad Qadhuoqté (conocida como Barrio Pumitas)
Con un festival de rock, folklore y danzas indígenas, los miembros de esta comunidad de la zona norte de Rosario celebraron al 11 de octubre como el último día de libertad de los Pueblos Originarios. La movida fue organizada por un grupo de jóvenes tobas y contó con la participación de la murga El Naranjazo y las bandas La Pocilga, Isabel Puebla, I-Cohue, Osmosis y Aleph.
Discurso 11 de octubre: Oscar Talero
Sitios en Internet:
http://culturatoba.org.ar/noticias/?origen=Cultura%20Toba
http://ahoraeducacion.com/2010/11/10/la-supervivencia-de-los-tobas/
El resurgimiento
Hasta la década del 1980, la realidad de los pueblos originarios no era tomada en cuenta como política de Estado a la hora de instrumentar planes y brindar soluciones a las diferentes problemáticas sociales existentes. Tampoco era un asunto tratado por los medios, ni tema académico de relevancia, ni comentario social destacado. La Antropología misma estudiaba a las sociedades originarias como relictos del hombre primitivo americano, y las investigaba con el propósito de conocer su cosmogonía y su universo simbólico.
Pero a partir de 1992, cuando se cumplieron los 500 años de la llegada de los españoles al continente americano, numerosas voces se alzaron contra la intención de recordar aquella fecha como un día que debiera festejarse. Por el contrario, gran diversidad de voces, emergentes desde las propias comunidades, universidades, escuelas y organizaciones sociales, propusieron instaurar un nuevo debate y abrir espacios de reflexión en torno al 12 de octubre de 1492, ya que a partir de aquel día los pueblos americanos cayeron en un tormento infinito de explotación y matanzas a manos de un sistema impuesto para la usurpación de sus territorios y el saqueo de sus recursos. La polémica ganó lugar en numerosos ámbitos y los pueblos originarios de América emergieron de su aparente olvido e invisibilidad, y durante la década de 1990 comenzaron a tener mayor protagonismo en los procesos históricos y sociales del continente. Los Estados debieron comenzar a tenerlos en cuenta.
No todo es agonía y devastación
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Danza de los Tobas, durante los festejos del 11 de octubre en el Barrio Pumitas(Rosario)
El pueblo qom no se resigna a ser víctima pasiva de la realidad que sufre. A pesar de las dificultades, y en un contexto por completo adverso, los tobas –al igual que otras comunidades de América– no han perdido la capacidad de resistencia y siguen apostando al rescate de sus saberes, la recuperación de su memoria histórica y el desarrollo de las prácticas comunitarias venidas de la misma raíz de su pueblo.
La lengua se mantiene viva e intacta. Todos los miembros del pueblo qom saben hablarla y representa un importante grado de vitalidad de la cultura y un importante modo de interpretar el universo.
Muchos son los qom que se nuclean en diferentes organizaciones (institutos provinciales, asociaciones civiles, redes y federaciones) que trabajan por la reconstrucción de su identidad, la reivindicación de su cultura y el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades. Han creado la Red de Comunicación Indígena, que a través de diversas publicaciones y programas de radio les permite difundir información e ideas, debatir las problemáticas que los aquejan y hacer conocer las soluciones propuestas y los saberes que circulan entre los integrantes de las comunidades. Sus actividades no se estancan en un romántico deseo de volver a la situación en que vivían hace 200 ó 300 años, ni sus conocimientos se agotan en su propia cultura. Ellos también trabajan críticamente sobre el orden establecido, generan actividades e intentan adquirir herramientas y conocimientos que les permitan obtener mayor inserción laboral y mejorar sus condiciones de vida, en un contexto de exclusión y discriminación donde la desigualdad de oportunidades agrava el ya existente desempleo estructural.
Otros hechos importantes son las diversas publicaciones que han aparecido en los últimos años, que rescatan los mitos y relatos tradicionales, y que tratan de infundir conciencia acerca de la importancia de escuchar la voz de los antiguos y la revalorización cultural de los pueblos originarios.
Estas realidades se inscriben en una transformación más abarcativa donde muchos otros logros políticos han demostrado importantes avances en la participación toba en los procesos históricos y sociales. Entre ellos se cuentan:
La reforma constituyente nacional y la reforma constituyente provincial, ambas de 1994, que incluyeron en sus respectivos contenidos reivindicaciones esenciales de los pueblos indígenas del actual territorio argentino.
El acceso de Orlando Charole y Egidio Díaz a la presidencia y vicepresidencia, respectivamente, del IDACH (Instituto del Aborigen Chaqueño), ambos de reconocida trayectoria combativa en sus comunidades.
El acceso de Inocencia Charole a una banca de diputados, convirtiéndose en la primera mujer toba que accede a este cargo en la historia argentina.
Adjudicación en de las 150.000 hectáreas en la zona del interfluvio (situada entre los ríos Teuco y Bermejito), como territorio exclusivamente indígena. La región quedó a cargo de la Asociación Meguesoxochí.
Multitudinaria marcha indígena hacia Resistencia, y la posterior toma de la Sala de Audiencias de la Casa de Gobierno del Chaco, situada en Resistencia (en julio y agosto de 2006), con huelga de hambre, a causa de las irregularidades existentes en la entrega de tierras fiscales a las comunidades, entre otras tantas peticiones, como la renuncia del intendente Heffner, mayor presupuesto para el IDACH, educación bilingüe e intercultural, vivienda, salud, no discriminación y, el punto central y más problemático, la propiedad de la tierra.
La mencionada denuncia de Eduardo Mondino ante la Corte Suprema.
Las reivindicaciones actuales
A la hora de asumir una actitud ante el conflicto, gran parte de la sociedad escoge la indiferencia o el desprecio, ya que de asumir las reivindicaciones de los pueblos originarios deberían trastocarse numerosas concepciones que alterarían drásticamente la dinámica del modelo político y económico que impera en la actualidad.
Pero la reparación histórica que pide el pueblo toba ante el genocidio de su gente y la usurpación de sus tierras no está vinculada puramente a una realidad económica, porque los qom no se reivindican como pobres sino como pueblo. Piden que se respete su espiritualidad, su lengua, sus territorios, sus prácticas medicinales, sus tradiciones de caza y pesca, sus costumbres alimentarias… y en definitiva, su cultura.
El pueblo toba pide una real y efectiva calidad de vida digna que posibilite a todos sus integrantes la satisfacción de sus necesidades básicas y garantice -sostenidamente y largo plazo- el derecho a la vida, a la salud, a la asistencia médico-social, a la alimentación, al agua potable, a la educación, a una vivienda digna, al bienestar general, al trabajo, a la inclusión social, a la posibilidad de acceder a los cargos públicos… derechos que deberían ser resguardados por cualquier nación que se precie de tal y que en el presente no están garantizados por el Estado, a pesar de las obligaciones que le son propias y que emanan de las leyes vigentes en la Constitución Nacional, en la Constitución Provincial del Chaco, en los Tratados Internacionales y en el Convenio de los Pueblos Indígenas.
El pueblo toba ansía participar de una sociedad integradora y sin paternalismos, donde impere la interculturalidad, el plurietnicismo, y donde la diversidad, o el hecho de ser Otro, no sea motivo de marginación o vergüenza. El pueblo toba pide que la estructura educacional de nuestro país respete su lengua y el idioma qom pueda ser reconocida como idioma co-oficial de la provincia del Chaco, para que se establezcan escuelas bilingües en las regiones habitadas por ellos.
Comprender en toda su dimensión la situación actual de los tobas, a pesar de la profunda subestimación y los enormes prejucios que han caído sobre ellos a partir de la conformación de la sociedad nacional y pese a las transformaciones sociales sufridas, puede contribuir a comprender la realidad de los pueblos originarios.
Asumir que no somos un país conformado únicamente por blancos y habitado sólo por descendientes de inmigrantes europeos, implicaría aprender a mirarnos a nosotros mismos y a reconocernos como una sociedad más compleja y diversa, y permitiría además comprender la gestación de nuestra nación, así como sus tensiones, sus crisis y conflictos. También implicaría construir un análisis más profundo que contribuya a la comprensión de los movimientos sociales y las luchas que han emprendido los pueblos indígenas a lo largo de la historia, en reivindicación de su cultura, en defensa de sus territorios y en oposición a la explotación laboral a la que fueron sometidos en desmedro de sus propias tradiciones y en beneficio del sistema productivo impuesto por el blanco.
En definitiva, entender la cuestión toba existente en la actualidad, comprender sus reivindicaciones, sus conocimientos y saberes, sus propuestas y reflexiones, sus reclamos y utopías, es imprescindible para alcanzar una visión más abarcativa e integradora de la cuestión nacional, que permita implementar políticas sociales capaces de construir una sociedad que nos incluya a todos.
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