Para reflexionar sobre la violencia y la paz. Y para actuar, claro. Basta de pasividad
Bombazo en metro de Santiago deja 10 heridos
Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
Cuando los miembros de los aparatos de justicia dejan en libertad a los acusados del caso bombas o a los hermanos mapuche, lo hacen por falta de pruebas y por los montajes que ha hecho el estado chileno, sea cual sea el gobierno, así como el carácter social de las reivindicaciones en algunos casos. Todo ello ha influido para quienes realmente quieren vivir en democracia y contribuir para que la paz social pueda contemplar también elementos de justicia social, lleven adelante fallos que hoy son criticados por muchos, en especial por aquellos que sólo quieren la guerra de clases, vengan de los adscritos a las instancias del poder, vengan de aquellos que disputan el poder por todos los medios importando solamente el fin que los justifica, como decía Maquiavelo y Lenin.
La escalada de violencia en Chile fue instalada oficialmente en nuestro país por quienes derribaron a sangre y fuego el gobierno legítimo de Salvador Allende, independientemente de las pocas simpatías que se puede sentir por aquellos que sólo piensan en los cambios por arriba administrando los aparatos de poder. Las actuales condiciones de Chile, administrado por el empresariado y sus representantes políticos desde la UDI hasta el PC , generan todas las condiciones para la continuidad de la violencia desde el estado y desde los que quieren ocuparlo o destruirlo, además de la violencia que representa la expansión inmobiliaria en Valparaíso, la contaminación en Freirina, Ventanas y tantos otros lugares, la priorización que se hace de la industria pesquera por encima de los pescadores artesanales, la instalación del proyecto Alto Maipo, el aumento de las políticas energéticas favorables al extractivismo que destruye la madre tierra, el aumento de pasajes, los graves problemas de la educación, la salud y la seguridad ciudadana, el aumento de precios y tantos otros que sería muy, pero muy largo de enunciar y que no pueden quedar por fuera de los an{alisis.
También contribuye al estado de violencia la acción de grupos opositores, contestatarios y otros, que en vez de comprender las nuevas condiciones, se aferran a metodologías obsoletas de «lucha» por apoderarse del estado o «destruirlo», lo que solamente los aísla de la población y favorece a las políticas conciliadoras de la izquierda oficial, parlamentaria o no, como los grupos rebeldes de la Fech, más dedicados a jugar pimpón con el gobierno que a cambiar la educación, más dedicados a batallas sin cuartel por el control de los centros de estudiantes que a juntarse con la población y levantar propuestas de construcción de saber.
La paz, la justicia y la democracia en Chile, como en todas partes no se va a conseguir porque unos derroten a los otros, o los otros a los unos, sino con la unidad y vida en conjunto de todos, partiendo por los vecinos, separados y enfrentados por partidos e iglesias, cuestión que hay que superar pasando por encima de las diferencias ideológicas e instalar espacios de buen vivir, de formas de vida compartida, donde los niños pueda desarrollarse en un ambiente sano y valórico, no entre las batallas constantes de los derechistas contra los izquierdistas ni de los religiosos contra los ateos, que como se ve en este caso de los bombazos y heridos, llega a límites intolerables, no para la sana convivencia, que no existe, sino para poder avanzar hacia cambios derivados de actitudes y el despliegue de la potencia desde los corazones recuperando el ser comunitario y afectivo.
Es claro que algunos sólo quieren que les suelten las correas para arrojarse babeando sobre el cuello de sus «adversarios», en tanto otros piden más represión para apretar aún más el cerco institucional sobre los instintos y las libertades del cuerpo y los sentimientos. Todos, incluyendo oficialistas y opositores de todos los colores, se acusan unos a los otros y rasgan sus vestiduras pidiendo que vuelvan las legiones o que el estado afile las estacas y golpee a diestra y siniestra hasta matar la mosca después de destruir toda la tienda.
No estamos de acuerdo con los bombazos ni con el actual estado de cosas que nos tiene viviendo separados y en competencia, tratando de sacar cada uno provecho de los demás, ganando el quien vive, vendiendo porquería dañina para juventud, en fin, que si no cambiamos nuestros modos de vivir con los vecinos de inmediato cambiando el mundo en cada lugar por donde andamos, estamos permitiendo que se mantengan las condiciones de miedo y del odio, de las distancias y las agresiones. Si no cambiamos nosotros mismos en cada barrio donde pasamos nuestra codianeidad y se forman los niños, somos cómplices de la reproducción cultural y material de las condiciones fatales en que vivimos.
No más bombas.
No más represión al pueblo mapuche.
Gratuidad de la educación y de la salud.
No más guerra entre clases y menos entre partidos o grupos que se titulan a si mismos como expresiones de la voluntad popular.
Ya es hora que la voluntad popular hable por si misma y deje de delegar sus necesidades de vivir bien y en paz.
A tomar el toro por las astas.
A construir espacios de paz y compartir en los barrios y localidades.