La trayectoria de Barquillo 44, un espacio de referencia del feminismo autónomo en Madrid que estos días cierra sus puertas para iniciar una nueva etapa
MEMORIA DE LOS FEMINISMOS EN MADRID
Barquillo, 44: Espacios feministas que transforman nuestras vidas
Recorremos la trayectoria de Barquillo 44, un espacio de referencia del feminismo autónomo en Madrid que estos días cierra sus puertas para iniciar una nueva etapa.
Izaskun Sánchez Aroca
21/10/14 · 18:14
Hablar de Barquillo 44 es hablar de 36 años de luchas feministas y adentrarse en una genealogía cargada de procesos de construcción política, contestación social, confluencias y momentos difíciles.
Barquillo es sinónimo de ilusión y fuerza, un mapa lleno de aprendizajes para entender de dónde venimos y continuar construyendo respuestas feministas colectivas contra el patriarcado y el neoliberalismo. Una tarea cada vez más complicada en una ciudad como Madrid donde, según señala Justa Montero, integrante de la Asamblea Feminista de Madrid, “los espacios sociales y los movimientos autónomos se enfrentan cada vez más a la persecución por parte de las administraciones para limitar las contestaciones sociales. Tal es el caso de los feminismos”.
En este contexto Barquillo cerró sus puertas el pasado 6 de octubre para trasladarse a una nueva ubicación en la ciudad (¿cómo lo llamaremos ahora? ¿Bravo Murillo 4?). Este espacio feminista, que había consolidado su independencia y actividad a pesar de su vínculo administrativo con el Instituto de la Mujer, es otro de los afectados por las políticas de recortes. La respuesta feminista, sin embargo, pasa por la resignificación de los espacios y, como señala Justa, por “huir de ese tipo de feminismo oenegizado, burocratizado que se quiere imponer a través de acciones como ésta, lejos del espíritu autónomo de Barquillo”.
Por las salas de este piso han pasado más de 100 colectivos feministas, algunos con carácter transitorio, otros con mayor continuidad. Entre sus paredes nacieron decenas de grupos como la Comisión Pro Derecho al Aborto, el Colectivo de Feministas Lesbianas de Madrid o diferentes campañas contra la violencia sexual. También se prepararon congresos, encuentros, seminarios, manifestaciones, festivales de cine y se impartieron cursos de autodefensa feminista.
Sus inicios, según recuerda Justa, se remontan a 1978: “En la dictadura las organizaciones feministas eran ilegales, se reunían en la clandestinidad en locales que les cedían otros colectivos, pero con la Transición se negoció la cesión de muchos espacios del Régimen. Tras distintas controversias, algunos sectores feministas también negociaron con Barquillo. El espacio había formado parte de la Sección Femenina”.
Así, décadas de represión y clandestinidad franquista cristalizaron en un hervidero de actividad feminista y el espacio se convirtió en un referente para miles de activistas: “Hacia finales de los 70 comienzan las grandes movilizaciones y campañas. El movimiento feminista se empieza a unificar y a reivindicar sus derechos ante el nuevo régimen. Para mí –recuerda Justa con emoción– la imagen es la de un laboratorio feminista donde se generaban todo tipo de debates y reflexiones muy apasionados ante la necesidad que tenía el feminismo de ganar legitimidad entre la izquierda y ser reconocido como sujeto político”.
Un lugar de convergencia
A Barquillo se acercaron organizaciones ya establecidas y numerosas mujeres a título individual. Así lo recuerda la documentalista feminista Marisa Mediavilla: “Es un lugar inseparable de mi vida. En mi entorno cotidiano no encontraba respuestas a los porqués que me planteaba continuamente. Cuando descubrí este lugar no sólo aprendí mucho, sino que me sentí apoyada al ver que otras mujeres pensaban lo mismo que yo”.
Marisa formó parte de diferentes grupos como Mujeres Independientes, y en 1985 creó la Biblioteca de Mujeres. Sobre todo en los primeros años se crearon multitud de documentos, folletos y revistas, un momento en el que “apenas existían espacios donde encontrar bibliografía y materiales feministas”.
El devenir del espacio ha estado vinculado al contexto político. “A mediados de los 80, con el Gobierno del PSOE, se produce una desactivación de los movimientos políticos. Hay algunos sectores feministas que se institucionalizan” recuerda Justa, “aunque se mantiene un movimiento muy crítico y autónomo que continúa arrancando conquistas”.
“Barquillo forma parte de la historia de ese feminismo que crece y sigue siendo un referente”, dice Montero
Dentro de los distintos colectivos independientes que se acercan a Barquillo en esa época estaba el Grupo de Mujeres de Getafe. Así lo cuenta una de sus integrantes, Yolanda Iglesias, que ahora forma parte de la Coordinadora Feminista: “La primera vez que fui a Barquillo tenía 18 años y me quedé con la boca abierta. Fue un espacio de reconocimiento. Yo venía de un pueblo del sur de Madrid en el que el feminismo era una cosa muy marginal y ver a tantas mujeres debatiendo en reuniones largas, escuchando nuestros problemas, daba muchísima energía, nos enriqueció y ayudó a romper con el aislamiento que sentíamos”.
Yolanda participó de manera directa en las campañas contra la violencia: “Un tema que en aquella época era muy difícil de tratar, pero conseguimos cambiar el Código Penal que, por ejemplo, tipificaba la violación como delito contra el honor”.
Desde mediados de los 90, sin embargo, ese hervidero feminista parece desinflarse. “Hay una pequeña crisis en los feminismos, las luchas en torno a los grandes temas que nos unían empiezan a no ser suficientes, los intereses se dispersan y surgen muchos grupos centrados en temáticas concretas. Apenas se acerca gente joven”, señala Yolanda. “Es cierto –añade Justa– que ya no hay grandes campañas, sino que se generan dinámicas más concretas, pero el espacio continúa siendo el centro neurálgico de la organización de jornadas estatales y del 8 de marzo”.
El 15M supondrá un nuevo soplo de aire fresco y una nueva convergencia de los movimientos feministas de Madrid de manera unitaria contra los recortes neoliberales. “Se acercan muchas chicas jóvenes, ya con las ideas muy claras, con formación feminista y con muchas ganas de hacer cosas”, señala Yolanda.
Para Justa, “Barquillo forma parte de la historia de ese feminismo que crece, se extiende y que sigue siendo una referencia. Su carácter abierto, integrado ha propiciado la creación de un espacio que muchas feministas reconocen y reclaman como propio”.
Victorias entre cajas y mudanzas
Barquillo, como señala Justa, “ha promovido el encuentro de distintas visiones, edades y experiencias, lo que ha enriquecido mucho el feminismo. Madrid es una ciudad muy hostil y estas confluencias han permitido la elaboración de respuestas muy efectivas con gran calado social”. La última victoria ha sido la retirada del anteproyecto de ley del aborto y la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón. Hasta el último minuto, el espacio ha estado en ebullición. Salas repletas con decenas de activistas moviéndose entre cajas de mudanza, pintando pancartas, organizando acciones, bailes y consensuando hasta el anochecer comunicados por el derecho a decidir entre
risas, debates y ojeras.