Habla el Subcomandante Insurgente Moisés
Palabras del EZLN en el 21 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido. Subcomandante Insurgente Moisés.
EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO.
31 de Diciembre del 2014 y 1 de Enero del 2015.
Compañeras y compañeros familiares de los estudiantes de Ayotzinapa asesinados y desaparecidos por el mal gobierno de este sistema capitalista:
Compañeras y compañeros del Congreso Nacional Indígena:
Compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta de México y del mundo:
Compañeras y compañeros Bases de Apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional:
Compañeras y compañeros comandantes y comandantas, jefas y jefes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN:
Compañeras y compañeros milicianas y milicianos:
Compañeras y compañeros insurgentes e insurgentas:
Compas:
Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Reciban todas, todos y todoas que están y no están presentes, el saludo de los hombres, mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas zapatistas.
Sea bienvenido el paso, la voz, el oído, la mirada, el corazón colectivo de abajo y a la izquierda.
Tenemos como invitados de honor a los familiares de quienes nos hacen falta en Ayotzinapa, en México y en el mundo.
Agradecemos de corazón el honor que nos hacen al estar presentes aquí con nuestros pueblos zapatistas que somos.
Nos honran también sus silencios y palabras.
Nos hermanan su dolor y su rabia.
Nosotros, nosotras las zapatistas, no perdemos de vista ni cerramos nuestros oídos a la pena y el coraje de Ayotzinapa que nos muestran y nos hablan los familiares.
La pena por las muertes y desapariciones. El coraje por los malos gobiernos que esconden la verdad y niegan la justicia.
Lo que sabemos y recordamos en esta lucha de Ayotzinapa es que sólo como pueblos organizados vamos a encontrar la verdad.
No sólo la verdad desaparecida en Ayotzinapa, también todas las verdades que han sido secuestradas, encarceladas y asesinadas en todos los rincones del planeta Tierra.
Sobre esa verdad ahora ausente podremos construir la justicia.
Porque nosotras, nosotros los zapatistas, pensamos que ya no hay que confiar más en los malos gobiernos que hay en todo el mundo.
Esos malos gobiernos que sólo sirven a los grandes capitalistas.
Esos malos gobiernos que sólo son los empleados del capital. Los capataces, mayordomos y caporales de la gran hacienda capitalista.
Estos malos gobiernos no van a hacer nunca un bien para los pueblos.
No importa qué tantas palabras digan, esos gobiernos no mandan, porque el mero Mandón es el capitalismo neoliberal.
Por eso no hay que creerles nada a los malos gobiernos.
Todo lo que queramos como pueblos lo tenemos que construir entre nosotros.
Así como los familiares de los asesinados y desaparecidos de Ayotzinapa están construyendo su búsqueda de verdad y justicia.
Así como están construyendo su propia lucha.
Queremos decirles a los padres y madres de los compañeros desaparecidos que no descansen de luchar y no dejen de luchar por la verdad y la justicia para los 43.
Su lucha de los familiares de Ayotzinapa es el ejemplo y el alimento que nos dan a quienes queremos verdad y justicia en todos los suelos del planeta.
Quiere que tomemos el ejemplo de los papás y mamás, de dejar la casa y la familia por trabajar y encontrarse con otras familias que tienen iguales sus dolores, rabias y resistencias.
La esperanza no está en un hombre o una mujer individuales, como nos hacen creer y dicen “voten por mí” o “vengan a esta organización porque nosotros vamos a ganar la lucha”.
Así dicen.
Pero, ¿cuál lucha? Si lo sabemos que ellos lo que quieren es llegar al Poder y ya después se olvidan de todo y de todos.
Por eso es mejor que tomemos el ejemplo de los familiares de Ayotzinapa de organizarse.
Hay que construir y crecer organización en cada lugar donde vivimos.
Imaginemos cómo puede ser una nueva sociedad.
Para eso tenemos que estudiar cómo estamos en esta sociedad en que vivimos.
Nosotras y nosotros los zapatistas decimos que estamos en una sociedad donde somos explotados, reprimidos, despreciados y despojados por siglos de patrones y líderes, y hasta hoy, finales del 2014 y principios del 2015, así sigue la sociedad.
Desde entonces nos han querido engañar diciéndonos que ellos, los de arriba, son los más chingones y que nosotros, nosotras, no servimos para nada.
Que somos tontos y tontas, así nos dicen.
Que ellos sí saben pensar, imaginar, crear, y que nosotros y nosotras sólo somos los peones en lo que hacen.
“¡Al carajo con eso!”, “¡Ya basta!”, así dijimos nosotros, nosotras las zapatistas, en el año 1994, y entonces nos tuvimos que gobernarnos autónomamente.
Así lo vemos nosotras, nosotros los zapatistas, que el esfuerzo de trabajo y lucha con rebeldía y resistencia con dignidad de los familiares de los compañeros estudiantes desaparecidos, es que nos están llamando a organizarnos para que no nos pase igual.
O para que sepamos qué hacer antes de que nos pase igual.
O qué hacer para que nunca le pase a nadie esto lo que les pasó por este sistema en que estamos.
Porque lo han explicado muy bien los familiares de Ayotzinapa. Como buenos maestros los familiares han explicado que el responsable del crimen es el sistema por medio de sus capataces.
Y el sistema lo tiene también sus escuelas para capataces, mayordomos y caporales, y esas escuelas son los partidos políticos que sólo buscan cargos, puestos, puestecitos.
Ahí es donde se preparan los serviles de los malos gobiernos. Ahí aprenden a robar, a engañar, a imponer, a mandar.
De ahí salen los que hacen las leyes, que son los legisladores.
De ahí salen los que obligan a cumplir esas leyes con la violencia, que son los presidentes grandes, medianos y pequeños, con sus ejércitos y policías.
De ahí salen los que juzgan y condenan a los que no obedecen esas leyes, que son los jueces.
Y pues lo vemos que no importa si esos capataces, mayordomos y caporales son hombres o mujeres, si son blancos, negros, amarillos, rojos, verdes, azules, cafés, cualquier color.
Su trabajo de ellos allá arriba es no dejarnos respirar a los que estamos abajo.
En veces tiene el mismo color de piel el que manda matar que el que es matado.
En veces tienen el mismo color y lengua el asesino y la víctima.
Y no importan ni el calendario ni la geografía.
Lo que nos ha hecho pensar la lucha de los familiares y compañeros de Ayotzinapa es que quienes secuestran, asesinan y mienten son los mismos.
Que no va a buscar la verdad quien predica la mentira.
Que no va a hacer justicia quien impone la injusticia.
Y es que pensamos que esto ya no puede ser que siga siempre así, en todas partes y en todos los niveles.
Y esto es lo que nos enseñan los familiares de Ayotzinapa, que es mejor que nos busquemos y nos encontremos quienes padecemos esta enfermedad que se llama capitalismo.
De su mano de los familiares de Ayotzinapa buscamos a las desaparecidas que hay en todos los mundos que somos.
Porque las desaparecidas y asesinadas todos los días y a todas horas y en todas partes son la verdad y la justicia.
De su mano de los familiares de los 43 entendimos que Ayotzinapa no está en el estado mexicano de Guerrero, sino que está en todo el mundo de abajo.
De su mano entendemos que el enemigo común del campo y de la ciudad es el capitalismo, no sólo en un país sino en todo el mundo.
Pero esta guerra mundial capitalista encuentra en todos los rincones a gente que se rebela y resiste.
Esta gente en rebeldía y resistencia se va organizando según su propio pensamiento, según su lugar, según su historia, según su modo.
Y en sus luchas de rebeldía y resistencia se van conociendo entre sí y hacen sus acuerdos para lograr lo que se quiere.
Se conocen pero no se juzgan entre sí.
No entran en competencia a ver quién es mejor. No se preguntan quién ha hecho más, quién va adelante, quién es vanguardia, quién manda.
Lo que se preguntan entre sí es si hay algún bien en lo que hace el capitalismo.
Y como la respuesta que encuentran es que NO hay nada de un bien, sino todo lo contrario, nos hace mil formas de males, entonces es lógico que tenemos mil formas de respuesta a ese mal.
O sea que la pregunta pasa a ser ¿cómo se hace para rebelarse contra el mal? ¿Cómo se resiste para que ese mal del capitalismo no destruya? ¿Cómo se hace para volver a construir lo destruido de modo que no quede igual sino que sea mejor? ¿Cómo se levanta al caído? ¿Cómo se encuentra al desaparecido? ¿Cómo se libera al preso? ¿Cómo viven los muertos? ¿Cómo se construyen la democracia, la justicia, la libertad?
No hay una respuesta sola. No hay un manual. No hay un dogma. No hay un credo.
Hay muchas respuestas, muchos modos, muchas formas.
Y cada quien va viendo sus resultados y va aprendiendo de su propia lucha y de otras luchas.
Mientras los de arriba se enriquecen con paga, los de abajo se enriquecen con experiencias de lucha.
Y, hermanas y hermanos, les decimos claro lo que nosotras, nosotros los zapatistas, hemos aprendido de mirarnos y escucharnos, y de mirar y escuchar al mundo.
No ha sido, ni es, ni será por un individuo o individua que nos va a llegar el regalo de la libertad, de la verdad, de la justicia.
Porque resulta, amigos y enemigos, que la libertad, la verdad y la justicia no son regalos, sino derechos que hay que conquistar y defender.
Y son los colectivos los que lo logran.
Somos ya los pueblos, mujeres, hombres y otroas del campo y la ciudad quienes tenemos que tener en la mano la libertad, la democracia y la justicia para una sociedad nueva.
Eso es lo que nos están planteando los padres y madres de los compañeros desaparecidos.
Con mil formas vamos a tener que luchar para conquistar esa nueva sociedad. Con distintos grados de compromiso vamos a tener que participar por esa sociedad nueva.
Todos debemos acompañar en la lucha a los familiares de Ayotzinapa en su búsqueda de la verdad y la justicia, simple y sencillamente porque eso es el deber de cualquiera que sea de abajo y a la izquierda,
Y decimos acompañar, porque no se trata de dirigirlos, de manipularlos, de manejarlos, de usarlos, de despreciarlos.
Se trata de luchar junto con ellos.
Porque ningún ser humano honesto puede festejar este dolor y esta rabia, esta injusticia.
Hermanas y hermanos familiares de los ausentes de Ayotzinapa:
Las zapatistas, los zapatistas, los apoyamos porque su lucha es justa y es verdadera. Porque su lucha debe ser de toda la humanidad.
Han sido ustedes y nadie más quienes han puesto la palabra “Ayotzinapa” en el vocabulario mundial.
Ustedes, con su palabra sencilla. Ustedes sin más caudillo que su corazón adolorido e indignado.
Y eso que han mostrado nos ha dado mucha fuerza y ánimo a la gente sencilla de abajo y a la izquierda.
Porque allá afuera se dicen y se gritan que sólo los cabezas grandes saben cómo, que sólo con líderes y caudillos, que sólo con partidos políticos, que sólo con las elecciones.
Y ahí están en su gritadera que ni se escuchan entre ellos, que ni escuchan la realidad.
Y entonces apareció su dolor de ustedes, su rabia de ustedes.
Y entonces nos enseñaron que era y es también nuestro dolor, que era y es también nuestra rabia.
Por eso fue que les pedimos que tuvieran nuestra representación en estos días del Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo.
No sólo deseamos que se consiga el noble objetivo de que regresen con vida quienes hoy todavía nos hacen falta.
También seguiremos apoyando con nuestras pequeñas fuerzas.
Como zapatistas estamos seguros de que sus ausentes, que son también nuestros, cuando se hagan de nuevo presentes no se maravillarán tanto porque sus nombres tomaron muchas lenguas y muchas geografías. Tampoco porque sus rostros recorrieron el mundo. Ni porque la lucha por su aparición con vida fue y es global. Ni porque su ausencia haya derrumbado la mentira hecha gobierno y denunciado el terror hecho sistema.
Se maravillarán sí, pero al darse cuenta de la estatura moral de sus familiares, de ustedes, que en ningún momento dejaron caer sus nombres. Y que, sin rendirse, sin venderse, sin claudicar, siguieron buscándolos hasta encontrarlos.
Entonces, ese día o esa noche, sus ausentes les darán el mismo abrazo que ahora les damos las zapatistas, los zapatistas.
Un abrazo de cariño, de respeto, de admiración.
Y además, les damos 46 abrazos, uno por cada uno de los ausentes.
- Abel García Hernández
- Abelardo Vázquez Peniten
- Adán Abraján de la Cruz
- Antonio Santana Maestro
- Benjamín Ascencio Bautista
- Bernardo Flores Alcaraz
- Carlos Iván Ramírez Villarreal
- Carlos Lorenzo Hernández Muñoz
- César Manuel González Hernández
- Christian Alfonso Rodríguez Telumbre
- Christian Tomás Colón Garnica
- Cutberto Ortiz Ramos
- Dorian González Parral
- Emiliano Alen Gaspar de la Cruz.
- Everardo Rodríguez Bello
- Felipe Arnulfo Rosas
- Giovanni Galindes Guerrero
- Israel Caballero Sánchez
- Israel Jacinto Lugardo
- Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa
- Jonás Trujillo González
- Jorge Álvarez Nava
- Jorge Aníbal Cruz Mendoza
- Jorge Antonio Tizapa Legideño
- Jorge Luis González Parral
- José Ángel Campos Cantor
- José Ángel Navarrete González
-José Eduardo Bartolo Tlatempa
-José Luis Luna Torres
-Jhosivani Guerrero de la Cruz
-Julio César López Patolzin
-Leonel Castro Abarca
-Luis Ángel Abarca Carrillo
-Luis Ángel Francisco Arzola
-Magdaleno Rubén Lauro Villegas
-Marcial Pablo Baranda
-Marco Antonio Gómez Molina
-Martín Getsemany Sánchez García
-Mauricio Ortega Valerio
-Miguel Ángel Hernández Martínez
-Miguel Ángel Mendoza Zacarías
.-Saúl Bruno García
.- Julio César Mondragón Fontes
.- Daniel Solís Gallardo
.- Julio César Ramírez Nava
.- Alexander Mora Venancio
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Compas todas, todos, todoas:
Están aquí con nosotras y nosotros, las hermanas y hermanos de los pueblos originarios que luchan en el gran acuerdo que se llama Congreso Nacional Indígena.
Desde hace más de 500 años nos hemos buscado como pueblos originarios en los caminos de la rebeldía y la resistencia,
Desde hace más de 500 años han sido el dolor y la rabia el día y la noche en nuestro camino.
Desde hace más de 500 años ha sido nuestro empeño el de conquistar la libertad, la verdad y la justicia.
Desde hace más de 18 años nos hemos encontrado como Congreso Nacional Indígena de la mano de la finada Comandanta Ramona.
Desde entonces hemos tratado de ser alumnos de su sabiduría, de su historia, de su empeño.
Desde entonces hemos ido revelando, juntos, el andar de la tétrica carroza del capitalismo sobre nuestros huesos, nuestra sangre, nuestra historia.
Y nombramos la explotación, el despojo, la represión y la discriminación.
Y nombramos el crimen y al criminal: el sistema capitalista.
Pero no sólo, también con nuestros huesos, sangre e historia nombramos la rebeldía y la resistencia de los pueblos originarios.
Con el Congreso Nacional Indígena levantamos el digno color de la tierra que somos.
Con el Congreso Nacional Indígena aprendimos que tenemos que saber respetarnos, que todos vamos a tener nuestro lugar en nuestras demandas.
Entendemos que ahora lo más urgente es la verdad y la justicia para Ayotzinapa.
Hoy lo más doloroso e indignante es que no están con nosotros los 43.
Mañana no queremos que nos pase así también, por eso difundamos allá en nuestros pueblos, naciones, barrios y tribus.
Llamemos a nuestros pueblos a ya no permitir que nos sigan engañando con miserables migajas, sólo para mantenernos callados y que los Mandones se sigan enriqueciendo a costa nuestra.
Juntemos nuestras rabias y organicemos y luchemos dignamente sin vendernos, sin rendirnos y sin claudicar por nuestros presos políticos, que por luchar por las injusticias en que vivimos los tienen en la cárcel.
Como pueblos originarios peleamos por lo que es nuestro derecho, sabemos cómo hacer esto, así nos enseñaron nuestros tatarabuelos que no los pudieron acabar como originarios que somos de estos suelos.
Por eso existimos tantas lenguas, porque supieron cómo no dejarse acabar nuestros antepasados, ahora nos toca a nosotros lo mismo ahora.
Todos debemos decirle NO a las transnacionales.
Desde nuestros pueblos, naciones, barrios y tribus, todos tenemos que pensar qué vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer, tenemos que pensar cómo tenemos que comunicarnos de lo que nos hacen los malos gobiernos.
Quiere que nos organicemos y nos cuidemos.
Porque nos van a querer comprar, nos van a regalar migajas, nos van a ofrecer puestecitos.
Nos van a buscar todas las formas de dividirnos y que nos peleemos y nos matemos entre nosotros mismos.
Nos van a querer dominar y controlarnos con otras ideas.
Nos van a espiar y nos van a querer meter todos los tipos de miedos.
Y nos van a poner miles de trampas con tal de que caigamos y dejemos de luchar por nuestro pueblo.
¿Pero acaso vamos a permitir que sigan otros 520 años de tratarnos como sus basuras?
Sólo queremos vivir en paz, sin explotación del hombre por el hombre, queremos igualdad entre hombres y mujeres, respeto a lo diferente, y que decidamos juntos nuestro destino, el mundo que queremos del campo y la ciudad.
Seguros estamos de que vamos a saber la mejor forma de vida que queremos diferente a la que nos imponen.
Nosotros los zapatistas, las zapatistas, queremos pedirles a los pueblos originarios del Congreso Nacional Indígena que abracen a los familiares de Ayotzinapa recibiéndolos en sus territorios.
Les pedimos que inviten sus pasos y sus corazones.
Les pedimos para ellos el honor de su palabra y de su oído.
Grande es la sabiduría que anida en los corazones de los pueblos originarios, y se crecerá más al compartir la palabra de dolor y de rabia con estas personas.
Como guardianes y guardianas que somos de la madre tierra, bien lo sabemos que nuestro paso es largo y necesita compañía.
Hay tanto por caminar aún y no podemos detenernos.
Así que seguiremos caminando.
Como pueblos originarios la sabemos bien a la tierra, trabajemos a la madre tierra vivamos con lo que nos da, sin que explotemos.
Cuidemos, amemos y que descansemos en paz en ella.
Somos las guardianas y guardianes de la madre tierra.
Con ella todo podemos, sin ella todo se muere inútilmente.
Como pueblos originarios es nuestra hora ahora y siempre.
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Compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta nacional e internacional:
En estos días, estando y no estando, se ha dado una compartición que no es sino uno más de los pasos que tenemos que dar juntos como Sexta y cada quien en su propio lugar de lucha, con sus modos, con su historia.
Hay veces en que la historia que corre nos pone ante algo en lo que nos unimos, sin importar la geografía que ande nuestro sueño y sin importar el calendario de nuestra lucha.
Ayotzinapa ha sido un punto donde nos hemos reunido.
No basta.
Trabajemos, organicemos y luchemos por nuestr@s compañer@s desaparecid@s y luchemos por nuestr@s pres@s.
Formemos un remolino de vientos en el mundo, para que nos entreguen con vida a nuestros desaparecidos.
Hagamos uno solo de por sí. Uno solo somos de por sí como seres humanos, pero hay unos bestias que nos desaparecen, son los capitalistas.
Formemos una sola ola y envolvamos a esas bestias y ahoguémoslos a esos malvados que tanto daño nos han hecho en el mundo.
Nos importémonos, como nos está enseñando los familiares de Ayotzinapa.
Sin descansar como ellos, sin aprovechar para sacar otras tajadas por otros intereses.
Compañeros y compañeras, quitemos en nuestras cabezas el mal sentido de la palabra “aprovechar”.
Pensemos el buen sentido de la palabra, aprovechemos nuestro bien común. Ya lo vivimos el mal que hacen los que se han aprovechado al explotarnos.
Y todavía nos desaparece, nos tortura, nos encarcela.
Libertad, justicia, democracia y paz es nuestro destino.
Es hora ahora que nosotros los pobres del mundo empecemos ya por construir otro mundo más justo, donde dejemos preparadas las generaciones que no permitan que vuelva el salvaje capitalista neoliberal.
Oigamos el grito de los 43 compañeros jóvenes estudiantes, que nos dicen “búsquenos y encuéntranos, no permitan que tapen nuestro grito los 43 que somos igual que ustedes, que nos privaron de nuestra libertad, que los estamos viendo si van a luchar por nosotros y si no luchan, quiere decir que no van a luchar por los demás que le va a pasar por los suyos”.
El grito de los 43 compañeros nos está diciendo. “ayuden, acompañen, luchen, organicen, trabajen, muévanse junto a nuestros familiares, que ya los están dejando solos porque ya se acercan las elecciones, esto es lo que nos está haciendo que se olviden de nosotros”.
Sumemos a nuestras luchas que tenemos, la lucha por los desaparecidos y desaparecidas. Nombremos a los ausentes. Señalemos claramente el crimen. Señalemos al criminal.
Los familiares de Ayotzinapa nos han alimentado nuestra fuerza de rebeldía y resistencia, nos han abierto más nuestros ojos y nos han hecho crecer nuestra digna rabia.
Ellos están señalando un camino y nos están diciendo que no les importa dar la vida si es necesario por sus desaparecidos.
Y nos muestran también eso de que hay que organizarnos todos los que tienen desaparecidos y también los que no tienen por ahora desaparecidos, pero lo van a tener si no nos organizamos, porque ahí siguen los narcogobiernos.
Nos muestran que hay que luchar, que no nos importe si no salimos en los medios de comunicación de paga, lo que nos importa es la vida y no más muertes y desapariciones.
Nos muestran que es hora de organizarnos.
Que es hora de que decidamos nosotras, nosotros mismos, nuestro destino.
Así de simple y complicado.
Porque eso quiere organización, trabajo, lucha, rebeldía y resistencia.
Sólo con movimiento y organización los de abajo podremos defendernos y liberarnos.
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Compañeras y compañeros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional:
Ha sido un año difícil.
Sigue la guerra contra nuestro ánimo de paz.
Sigue el Mandón queriendo matar nuestra libertad.
Sigue la mentira queriendo esconder nuestro empeño.
Siguen nuestra sangre y nuestra muerte abonando nuestras montañas.
Como desde hace ya un tiempo, el dolor y la muerte que antes eran sólo para nosotros siguen extendiéndose a otras partes y alcanzando a otras, otros, otroas en el campo y la ciudad.
La oscuridad se hace más larga y pesada en el mundo que nos toca a cada quien.
De por sí lo sabíamos.
De por sí lo sabemos.
Para esto nos preparamos años, décadas, siglos.
No mira sólo cerca nuestra mirada.
No sólo el hoy mira, ni sólo nuestro suelo.
Lejos en el calendario y la geografía miramos y así nos pensamos.
Cada vez con más nos unen el dolor, pero también la rabia.
Porque ahora y desde hace ya un tiempo, vemos que en muchos rincones se encienden luces.
Luces de rebeldía y resistencia.
A veces pequeñas como la nuestra.
A veces grandes.
A veces tardan.
A veces son sólo un chispazo que rápido se apaga.
A veces siguen y siguen, sin apagarse en la memoria.
Y en todas esas luces se adivina que el mañana que siga será muy otro.
De por sí lo sabíamos hace 21 años, hace 31 años, hace 100 años, hace 500 años.
De por sí lo sabemos que tenemos que luchar todos los días, a todas horas, en todos los lugares.
De por sí sabemos que no nos rendiremos, que no nos venderemos y que no claudicaremos.
De por sí sabemos que falta lo que falta.
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Compas todas, todos, todoas:
En los próximos días, semanas, meses, saldrá más de nuestra palabra, de nuestro pensamiento de cómo vemos el mundo pequeño y el mundo grande.
Serán palabras y pensamientos difíciles porque son sencillos.
Porque lo vemos claro que el mundo ya no es el de hace 100 años, vaya ni siquiera es el mismo de hace 20 años.
Como zapatistas que somos, aunque pequeñas y pequeños, lo pensamos el mundo.
Lo estudiamos en sus calendarios y geografías.
El pensamiento crítico es necesario para la lucha.
Teoría le dicen al pensamiento crítico.
No el pensamiento haragán, que se conforma con lo que hay.
No el pensamiento dogmático, que se hace Mandón e impone.
No el pensamiento tramposo, que argumenta mentiras.
Sí el pensamiento que pregunta, que cuestiona, que duda.
Ni en las condiciones más difíciles se deben abandonar el estudio y el análisis de la realidad.
El estudio y el análisis son también armas para la lucha.
Pero ni sola la práctica, ni sola la teoría.
El pensamiento que no lucha, nada hace más que ruido.
La lucha que no piensa, se repite en los errores y no se levanta después de caer.
Y lucha y pensamiento se juntan en las guerreras y guerreros, en la rebeldía y resistencia que hoy sacude al mundo aunque sea silencio su sonido.
Pensamos y luchamos las zapatistas, los zapatistas.
Luchamos y pensamos en el corazón colectivo que somos.
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Compañeras, compañeros, compañeroas:
No hay un sólo camino.
No hay un paso único.
No tiene el mismo modo quien camina y lucha.
No es uno el caminante.
Son diversos los tiempos y los lugares y muchos los colores que brillan abajo y a la izquierda en la tierra que duele.
Pero el destino es el mismo: la libertad. La Libertad. LA LIBERTAD.
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Compañeros, compañeras, compañeroas:
Hermanas y hermanos:
21 años después del inicio de nuestra guerra contra el olvido, ésta es nuestra palabra:
¡VERDAD Y JUSTICIA PARA AYOTZINAPA!
¡VERDAD Y JUSTICIA PARA MÉXICO Y EL MUNDO!
¡QUE MUERA LA MUERTE QUE EL CAPITALISMO IMPONE!
¡QUE VIVA LA VIDA QUE LA RESISTENCIA CREA!
¡POR LA HUMANIDAD Y CONTRA EL CAPITALISMO!
¡REBELDÍA Y RESISTENCIA!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Moisés.
México, Enero del 2015.