Ex viceministro de Chávez convoca a asumir el protagonismo desde abajo ante la debacle de la burocracia
Lo que viene es candanga: carcomido en su desastre el reformismo “revolucionario” y estatista se terminó
Por: Roland Denis | Lunes, 12/01/2015 01:43 PM | Versión para imprimir
Aporrea
Después de tanta advertencia sería pertinente decir que la palabra escrita y difundida en realidad no sirve para nada. Pero ella es terca y no renuncia a decir lo que yo mismo ya no entiendo muy bien, porque no se entiende lo que no sirve y aún así se sigue haciendo. Pero dele que la obsesión nunca es demasiado mala y mucho menos esta de la palabra.
Si hay algo que nos enseñan estos años “revolucionarios”, es que el capitalismo agotó todas las alternativas reformistas vistas como alternativas en sí frente al capital, hasta reducirlas en el mejor de los casos, a experiencias pacíficas de aumento de un determinado quantum del gasto público. Quantum dirigidos a responder a un conjunto de demandas sociales de educación,salud, alimentación, salarios, vivienda, agua, energía, transporte, que según los casos se aplican con alguna eficiencia, o al revés, conllevan a situaciones desastrosas como es el caso nuestro. Así mismo, cuando la cosa se pone muy buena, el reformismo esta dispuesto a aprobar y convalidar un conjunto de derechos democráticos que los movimientos sociales tratan de expandir; es el caso de los movimentos de masas nuestramericanos y europeos levantados en los últimos años, y secundados por alternativas reformistas de poder que ahora se extienden con éxito sobre Grecia y España (Siriza, Podemos).
Sobre ese barómetro -mas alto o mas bajo- se distinguen las izquierdas y las derechas democráticas tratando de matizar o detener por algún momento las consecuencias terribles que de la pervivencia del capitalismo en el mundo supone. La causa final de la igualdad económica y de género, de la diversidad cultural, del protagonismo colectivo, y el rechazo a su contrapartida opresiva, nadie lo cuestionará, ni el reformismo de izquierda ni el de derecha. Pero asumidos como derechos y nada más, quedarán detenidos en el tiempo utópico. Unos harán mas amagos que otros para avanzar sobre ellos, pero no hay Estado alguno en el mundo que se disponga a acabar con el sistema material que condenan a las comunidades humanas a la desigualdad cada vez mayor y la jerarquización despótica cada vez mas avallante. A la final, si no hay una ruptura definitiva y revolucionaria con el Estado y los mecanismos sistémicos de explotación, ganará en buena parte del mundo el reformismo derechista con su última y maravillosa propuesta: crédito masivo para todos los ciudadanos, préstamos mediados por el FMI para los países y seremos iguales y diversos, con pago en mano a la banca por supuesto.
De todas formas bajo cualquier estrategia, todo esto resulta una enorme fantasía que se probará en la medida en que la gula de ganancia -es decir, de la explotación del trabajo- a como de lugar por parte de las grandes fuerzas capitalistas, rompan los buenos espíritus del Estado reformista y por otro lado se reapoderen de los pocos recursos y fuerzas productivas liberadas en le ciclo reformista, con la anuencia final y “táctica” de los señores del mando estatal. Con la reapertura de las relaciones con Cuba, podemos decir que simbólicamente el capitalismo finalizó su fase de expansión imperialista y se convierte en un imperio omnipresente en el mundo que todo se lo traga, una y otra vez, y esto solo puede enfrentado desde la base de los pueblos en un horizonte de liberación comunista y libertario que le haga la guerra en todos los planos y horrorice un sistema que ya hasta con la vida esta acabando.
Hemos dicho desde esta perspectiva que en la medida en que pervivan los Estados burgueses y sus mecanismos de opresión, la mayor suerte para un pueblo es tener un gobierno reformista que nada de fondo cambiará pero dejará que se abra la experiencia desde “otra política” no institucional y fuera del Estado que prepare la verdadera avanzada revolucionaria de base. Ese fue si se quiere la razón que le dimos innumerables movimientos a la revolución bolivariana y el apoyo a Chávez. Pero habían dos condiciones: que el gobierno funcione sobre esta perspectiva en un plan eficiente de reformas radicales y democratización profunda del Estado, y por otro lado un movimiento popular cada vez más organizado y expansivo sobre la sociedad, mantenga su plena autonomía y quiebre las bases sistémicas del Estado opresivo, mediante un proceso popular constituyente permanente cada vez más profundo a escales locales, regionales y nacionales, hasta llegar a la ruptura definitiva; dialéctica interna que debía llegar hasta ruptura total para impedir que la bestia capitalista se trague la avanzada radical y y transformadora ganada en el ciclo reformista. Pero ni en una ni en otra condición política básica esto ha podido avanzar y mas bien se deteriora hasta llegar a la situación desastrosa que hoy vivimos.
Que mas prueba de semejante fantasía que la que nosotr@s en estas tierras hemos vivido estos años, y muy posiblemente de grave error estratégico de nuestro lado al creer que esta riesgosa dialéctica interna iba a funcionar, imponiéndole nuestro racionalismo a una realidad mucho más cruda, compleja y tramposa. ¿Qué ha pasado aquí?. Funcionó el crédito barato para la producción y el consumo (reformismo de derecha), y las políticas de redistribución de la riqueza producto de la renta energética (refomismo de izquierda). Funcionó mientras hubo con qué, con la buena suerte de los precios petroleros. Esta dialéctica interna hacia la ruptura total, funcionó incluso muy bien gracias al empuje de las fuerzas contrarevolucionarias y su conspiración las cuales aceleraron la radicalización masiva y autorganizativa de la sociedad hasta el año 2004; abriendo el verdadero horizonte revolucionario, el cual estuvimos a punto de llegar.
A partir de entonces, no pudiendo quebrar lo que había que quebrar, los deseos que se peleaban en la calle se fueron convirtiendo en una fantasía de recursos repartidos mientras se creaba una nueva burguesía. hija directa de la autocracia que se alimentaba al abrigo de la relación caudillesca Chávez-pueblo. Su base de acumulación fue sin duda la divisa petrolera manejada a discreción de las oficinas de control monetario (BCV-CADIVI). Pero no es solo el petroleo, colaboran con ella el trabajo reproductivo de millones: desde burócratas corruptos hasta todo el enjambre comercial, legal e ilegal, de corbata legitimada y de mafia armada. Esta ha sido la “clase obrera” de la nueva burguesía en gestación.
Pero así mismo, un porcentaje que no debe pasar del 15% de la clase trabajadora, ha resistido con mayor o menos conciencia ha esta avanzada acumulativa de capital parasitario. Productores pequeños, artesanos, campesinos, obreros, educadores, comunidades resistentes indígenas, comuneros, profesionales, militantes, creadores culturales, investigadores, escapan de esta lógica agónica que tiene atrapado al gobierno siguiendo lo ha sido toda la lógica capitalista nacional desde los años veinte del siglo pasado. Generando fenómenos de transformación revolucionaria al límite de lo que ha sido posible. Organizados muchos de ellos e inspirados en la palabra maestra de Chávez, sus iniciativas autogobernantes, resistentes, autogestionarias, se han enfrentado al parasitismo autocrático de las cúpulas nacionales y regionales, que han hecho lo imposible por volverlos polvo. Era la consecuencia lógica de no haber podido superar el reformismo rentista y el estado corporativo-burocrático. Una verdadera batalla que habrá que escribirla, por ahora perdida, y sin resolución aún.
Lo cierto que esta imposibilidad de lograr un verdadero alzamiento contra los mecanismos y agentes del parasitismo burgués en todas sus versiones nacionales, al final del camino nos ha llevado a un desastre. La pobreza vuelve a rondar la sociedad trabajadora, la comunidades pierden su ímpetu, la fantasía reformista ya no tiene los recursos con que garantizar el clientelismo político que la apoyó por años, mientras que la nobleza de los agentes políticos protagónicos situados en la base de la sociedad no saben que hacer mas que delirar en su rabia, un instinto antiburocrático que se pierde ausente de estrategia.
Si pudiésemos dividir las cosas siguiendo la clásica división entre vanguardias y masas diríamos que hoy existe una masa desesperada que ve como se pierde la fantasía (desde comerciantes, burócratas, empleados, técnicos y profesionales, una pequeña burguesía que pierde su ganancia) y una vanguardia encerrada sobre ella misma, no sabiendo que decir ante el desespero que no la lleve a favorecer al lobo feroz de la derecha. Es decir, no sabe como recobrar su autonomía, y mientras tanto desabeastecimiento e inflación que nos viene por encima de tres dígitos vuelve trizas cualquier progresismo reformista.
Recordemos que la única autonomía es el ejercicio revolucionario real, duela a quien le duela. Lo que viene es no solo determinante, sino muy duro en la medida en que implica la existencia de mucha escases y miedo a la ausencia de recursos frente a la vorágine especulativa que se avecina. Decíamos que necesitamos en una situación así recobrar el espíritu del insubordinado; la ética del alzado. No hay otra salida, un pueblo que pierda movimiento y sentido de desobediencia simplemente está derrotado de antemano, atemorizado por las consecuencias que su vitalidad pueda traer, cosa que es un absurdo pero que tanta manipulación y criminalización de la resistencia ha logrado meter hasta en las cabezas mas izquierdistas y lúcidas.
Muchos hablan de ponerse a producir y es verdad, hay que producir colectivamente a como de lugar. Pero no es solo el acto de introducir una semilla a la tierra lo que va a salvar la situación. Hay que insubordinarse contra esta asquerosa dirigencia política y militar que quebró todos los mecanismos revolucionarios que la misma palabra del Chávez caudillo imploraba una y otra vez que se desatara. Me refiero al alzamiento de esa vanguardia enorme que topa el 15% de la población y no de grupúsculos políticos predestinados, que a la final siempre llegan al tope de su radicalismo con una simple llamada telefónica desde algún ministerio.
Hay que promover el reencuentro libertario que facilitó el quiebre dela IV República, sin que le dieran un medio. Hay que alzarse contra estos hambreadores que son los de siempre, aunque en algunos casos con rostros y franelitas distintas. No se puede impedir que la reacción definitivamente retome el poder con la reproducción de las fantasías, el silencio, la sumisión electorera. Esa será una derrota segura. Asambleas de barrio y corredores territoriales comunales, espacios de control obrero, colectivos conscientes y trabajadores, organizaciones y colectivos donde impera el verdadero espíritu bolivariano sin reclamaciones míticas, tienen la oportunidad dentro de los meses que vienen de preparar el terreno, para sacarse de encima tanta pobredumbre burocrática, corrupta y politiquera para sentar la bases de un verdadero horizonte socialista y autogobernante: moral y praxis del alzado. Y apúrenla que lo que viene es candanga.