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Tierras si, aviones no

Gloria Muñoz Ramírez :: 31.01.15

15 años de resistencia llevan los comuneros ejidatarios contra el proyecto de aeropuerto en Atenco, México, organizados en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Los ejidos son comunidades campesinas instaladas tras la revolución mexicana de 1910 mediante la reforma agraria.

Los de abajo

“Tierras sí, aviones no”
Gloria Muñoz Ramírez
La Jornada

Aunque aparentemente los grupos empresariales ICA y Carso abandonaron el proyecto de construcción del nuevo aeropuerto para la ciudad de México, planeado en la zona de Texcoco, la megaobra sigue en pie, al igual que la resistencia de los ejidatarios encabezada por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de Atenco.

Los ejidatarios organizados denuncian un contexto de falsa transparencia encaminado al despojo de sus tierras y al aniquilamiento de la vida campesina en la zona; mientras los expertos advierten que la obra aeroportuaria representa “un grave riesgo de vulnerabilidad para el medio ambiente” en Atenco, Texcoco, Chimalhuacán y Nezahualcóyotl.

El operativo para la compra de las tierras, bajo engaños y artilugios, inició hace ya algunos años, con la complicidad de algunas autoridades ejidales y de la Procuraduría Agraria. Pareciera que los campesinos que se resisten lo tienen todo en contra, pero su experiencia cuenta: llevan casi 15 años luchando sin rendirse. Su repudio es enérgico y legítimo.

Luis Morett, de la Universidad de Chapingo lo dejó claro esta semana en conferencia de prensa: en el área donde se piensa construir el aeropuerto hay más de mil puntos con vestigios arqueológicos, lo que la convierte en una de las regiones más ricas en evidencia arqueológica y paleontológica de América Latina.

Atenco es el símbolo de la persistencia de un pueblo que se niega a desaparecer. Lograron una victoria histórica echando abajo el decreto expropiatorio en 2002, pero en todos estos años los gobiernos federales en turno jamás quitaron el dedo del renglón, y poco a poco levantaron la infraestructura paralela al aeropuerto, transformando una región agrícola en una zona industrial y de comercio. Casi todo está listo para recibir la monumental obra, pero, como hace 14 años, siguen estorbando los ejidatarios y comuneros del lugar que se niegan a ser maleteros.

Jesús Flores, arquitecto de la UNAM, cuestionó el estudio de impacto ambiental aceptado por la Secretaría de Medio Ambiente ya que, dijo, ni siquiera menciona que “el suelo es inestable”, característica evidente de la región. Mientras que la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad advirtió de la sobrexplotación de los mantos acuíferos.

“Tierra sí, aviones no”, es más que una consigna para este pueblo acosado.

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