La victoria en Kobane es, en un 80%, éxito de las mujeres
DESAFÍO YIHADISTA
Con las milicias femeninas de las tropas kurdas
Las amazonas de Kobane
“La victoria en Kobane es, en un 80%, éxito de las mujeres”, dicen
“Las mujeres luchan y las mujeres protegen”, se reafirman
LLUÍS MIQUEL HURTADO
Especial para EL MUNDO
Kobane (Siria)
Actualizado: 02/02/2015 03:23 horas
“Hay un enemigo que ha venido a mi tierra / y me he visto forzada a coger un arma y protegerla / No es nuestra forma de tratar al ser humano/ ¿Pero por qué nos pusieron en esta situación y tener que hacer ‘bang bang’?”
Berman, Pervin Agri y Hasrad cantan mientras emprenden ligeras, fusil Kalashnikov al hombro, el camino enfangado a la cumbre del Kani Kurdan. Hasta hace sólo una semana el Estado Islámico, conocido por sus siglas en inglés IS, tenía aquí plantada su bandera negra. Hoy la cima, situada en el extremo este de Kobane, exhibe frente a la verja turca las banderas de todas las guerrillas kurdas y árabes que han participado en la liberación de la ciudad.
También hay, plantada, la imagen de Abdulá Öcalan, fundador del movimiento laico kurdo que ha alimentado la reivindicación de la mujer en los territorios kurdos de Oriente Próximo. Turquía, la UE y EEUU lo consideran terrorista por impulsar la guerrilla kurdo turca PKK. El Kurdistán iraquí - norte de Irak - es el único lugar fuera de África donde se practica mutilación genital femenina. El conservadurismo sigue provocando numerosos crímenes de honor en el Kurdistán turco - sureste del país -. La ideología socialista de Öcalan se enfrenta a ambos.
La batalla por Kobane, que empezó el septiembre pasado cuando el IS lanzó una ofensiva al alimón por este, sur y oeste, cuenta con la participación activa de las defensoras de las Unidades Femeninas de Protección (YPJ), una milicia kurdo siria independiente de la masculina Unidades Populares de Protección (YPG). Mientras Occidente las vendía como chicas de portada de revista, ellas combatían a la par contra el IS y contra el patriarcado. Que a la postre también representa el IS.
Tierra sagrada
En la cima del Kani Kurdan, de piso pastoso, repleta de trincheras cavadas y posiciones de ataque para los francotiradores, bufa un cariñoso viento de gregal. Kobane a los pies. “Esta tierra es sagrada para los kurdos, y por eso Daesh - acrónimo despectivo del IS - la quería islamizar”, explica Berman, que tiene 28 años y nació en Kobane. “La victoria en Kobane es en un 80% éxito de las mujeres. Nuestro lema sigue siendo ‘Mujer, vida y libertad’”.
“Antes de lo de Kobane la gente no creía en nosotras, nos tomaba por inútiles. Pero las YPJ hemos demostrado, venciendo, que no era así. Las mujeres luchan y las mujeres protegen. Las mujeres paren y alumbrarán una nueva generación en Rojava - Kurdistán sirio -”, proclama triunfal Pervin Agri, de 20años, enrolada desde hace dos en las YPJ. Su colega Hasrad asiente. “Luchamos contra hombres que violan, que venden mujeres”, indica, refiriéndose a los crímenes cometidos por el IS en Sinyar - norte de Irak - durante el verano. “Nos suicidaríamos para evitar ser esclavas”.
Así lo hizo, el cuatro de octubre pasado y con los yihadistas al galope sobre Kobane, la miliciana conocida como Arin Mirkan. A pesar de que los ataques suicidas son factoría IS y no comunes entre las guerrillas kurdas, Mirkan detonó una carga explosiva que llevaba adosada al cuerpo junto a un puesto de control del Estado Islámico. Viyan, una comandante de las YPJ encargada de tareas en el frente, enfatiza a Mirkan como símbolo: “Recordarla nos da fuerza antes de entrar en combate”.
El amor por la vida
En el pequeño pueblo de Numan, al suroeste de Kobane, Ararat Kato, de 20 años, da las órdenes en el puesto de control. Sus ojos avellana apuntaron muchas veces a la cabeza de los yihadistas a los que dio caza con su fusil de francotiradora. “Ellos tenían las armas pesadas, nosotros el amor por la vida. Lucho bajo esta filosofía de Öcalan, que defendió derechos para las mujeres. Y no lucho sólo por las mujeres kurdas, sino por todas las mujeres del mundo”.
Viyan da continuación a las palabras de su colega. “El cuerpo de la mujer no es algo que está al servicio del hombre”. A su lado, Amara, otra alto mando de las YPJ que habla en el cuartel general de la guerrilla, en el centro de Kobane, lo remacha. “Una sociedad con mentalidad masculina es una sociedad débil. La mujer es complementaria y necesaria en todos los estamentos. Sin igualdad y plenos derechos para las mujeres una sociedad no puede considerarse democrática”.
Tanto Viyan como Amara confiesan que proceden de caldos de cultivo patriarcales. “Hasta en mi familia se trataba a mi hermano con más consideración que a mí”, explica Amara. “Me sentía falta de derechos”, añade Viyan, “y en las YPJ los he encontrado. Sé contra quién lucho y para qué lucho. Me uní hace dos años y no pienso en acabar. Queda mucho por combatir y construir”. Tampoco Amara piensa en acabar. Consagrarse a las YPJ, dicen, es abandonar para siempre la vida de civil.
En Kobane oscurece y una serie de cohetes impactan en las inmediaciones del sector oeste. Las guerrilleras van y vienen por el vestíbulo del cuartel de operaciones, donde apenas hay rastro de hombres. Viyan y Amara permanecen tranquilas. La amenaza sigue lejos.
- En Europa acaba de ganar un partido de izquierdas que no ha colocado una sola mujer de ministra. ¿Creéis que las mujeres de Europa están en mejores condiciones que vosotras?
Responde Viyan.
- Libertad formal no equivale a libertad mental. Aquí no soy libre, pero lucho y resisto para serlo. Aspiro a que mi libertad consista en ser libre de mente.
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Las mujeres a las que ISIS teme
Domingo, 01 de febrero de 2015 | 4:30 am
http://www.larepublica.pe/01-02-2015/las-mujeres-a-las-que-isis-teme
Texto: Ana Núñez
La resistencia contra el sangriento avance yihadista en el medio oriente tiene nombres de mujer. Nombres, en plural. Unas 10 mil mujeres, muchas sin ningún tipo de entrenamiento militar previo, han dejado sus casas, su familia, sus amigos, para formarse en la primera línea de fuego del frente kurdo. La batalla contra el Isis –una organización fundamentalista que veja a la mujer– es más que nunca su batalla. Lo que está en juego no es sólo la defensa de sus derechos y libertades, sino también la defensa de los derechos y libertades de sus hijas. Y de las hijas de sus hijas.
Este ejército femenino ha tenido un papel preponderante en la reciente expulsión de las milicias del Isis (Estado Islámico de Irak y Siria) de la estratégica ciudad de Kobani, en la frontera turco-siria. Se calcula que en esa zona, convertida en símbolo de la resistencia kurda, las mujeres representan un 40 por ciento de las YPG (Unidades de Protección del Pueblo).
Al mando de las tropas que derrotaron al Isis en Kobani tras cuatro meses de combate –derrota considerada por los analistas como la más importante desde su irrupción el 2013– está una mujer de 40 años: Mayssa Abdo. O la comandante Narin Afrin, como la llaman en el campo de batalla.
Aquellos que la conocen dicen que Abdo es una mujer “hermosa, culta, inteligente y tranquila”, que “se preocupa por la fuerza mental de los combatientes y se interesa por sus problemas”.
En octubre del año pasado publicó un artículo que fue traducido por el New York Times, en el que describía la grave situación de los luchadores de la resistencia en Kobani. En ese mismo documento, la comandante kurda hacía un llamado al resto del mundo, sobre todo a las mujeres, a unirse a su causa.
“Luchamos por todas”
“Los que estamos en la línea de combate sabemos del tratamiento del Estado Islámico a las mujeres. Esperamos que mujeres en el mundo entero nos ayuden, porque luchamos por los derechos de todas. No esperamos que se unan a nuestra lucha (aunque estaríamos orgullosos si alguna lo hiciera). Pero les pedimos promover nuestro caso, levantar conciencia de nuestra situación y presionar a sus gobiernos para que nos ayuden”, escribió.
Aunque los combatientes kurdos han defendido satisfactoriamente la ciudad de Kobani, al punto que actualmente los yihadistas se han replegado a las aldeas próximas a esa ciudad, Abdo afirmó aquella vez que las armas de los peshmergas (término usado por los kurdos para referirse a sus combatientes armados y que literalmente significa “aquellos que enfrentan la muerte”) no son suficientes para hacer mella a las tropas del Estado Islámico.
El Estado Islámico, también conocido como Isis (considerado la mayor amenaza terrorista en el mundo en la actualidad), es un grupo insurgente, islamista-suní, que en un principio estuvo ligado a Al Qaeda, pero que el 2013 proclamó su autonomía y se convirtió en uno de los principales grupos armados en Irak y Siria.
Se caracteriza por su interpretación ortodoxa del Islam, sus acciones violentas contra los chiítas (grupo disidente del Islam), y ha declarado su intención de expandirse por Jordania, Israel, Palestina, Líbano, Kuwait, Turquía y Chipre. Con ese objetivo, asesina brutalmente a quienes considera infieles a los mandatos del Islam o a quienes se opongan a una supuesta yihad (guerra santa).
El pueblo kurdo, por su parte, es la minoría étnica más grande en el Medio Oriente que no se encuentra establecida en alguna forma de Estado nación. Son entre 55 y 60 millones de personas, un 45% de los cuales vive en Turquía, un 25% en Irán, otro 25% en Irak y un 5% en Siria.
Los kurdos no tienen un interés religioso, sino que históricamente buscan su independencia y la conformación de un Estado, el Kurdistán, que abarca regiones de Iraq, Turquía, Irán, Siria y Armenia, y que peligra ante la sangrienta avanzada del Isis.
La atención del mundo se posó sobre las acciones del grupo terrorista liderado por Abu Bakr al Baghdadi, autoproclamado califa de todos los musulmanes, luego que miembros de su milicia difundieran en agosto del año pasado imágenes en las que decapitaban al periodista norteamericano James Foley. Desde entonces, no han parado las salvajes ejecuciones.
Al infierno sin escalas
Creen los yihadistas, los islamistas fundamentalistas, que si mueren a manos de una mujer, arderán por siempre en el fuego del infierno. Que convertidos en gigantes para que su dolor crezca también, vivirán rodeados de hediondas aguas.
Debido a esa creencia, la presencia de mujeres en las filas kurdas significa para ellos un ‘haram’, es decir, ‘una maldición’ o una ‘visión inquietante y aterradora’.
“Cuando ven a una mujer con un arma de fuego, sienten tanto miedo que comienzan a temblar. Se retratan a sí mismos como chicos rudos para el mundo, pero cuando nos ven con nuestras armas, se escapan”, relata Diren, una mujer que integra la milicia femenina kurda.
Luego del impacto inicial, los yihadistas han acometido con mayor salvajismo contra ellas. En octubre del año pasado, una mujer conocida por el seudónimo de Rehana y que se había convertido en el símbolo de la resistencia de su pueblo contra el EI, fue capturada y decapitada por terroristas del Isis.
Las imágenes del horripilante asesinato fueron transmitidas en las redes sociales por los yihadistas, a modo de lección para las demás mujeres adheridas voluntariamente a las tropas de las YPG.
La imagen de ‘Rehana’ se viralizó en las redes sociales y dio la vuelta al mundo, luego que un periodista la captara haciendo con una mano la V de la victoria en la hoy recuperada ciudad de Kobani. Decía la leyenda que la combatiente había matado a más de cien yihadistas en batalla.
Eso ocurrió apenas unas semanas antes de que fuera capturada y decapitada por las fuerzas del Isis.
La presencia femenina en las filas kurdas ha sido considerada por el mundo como un acontecimiento histórico pero que tiene su origen tiempo atrás. Ya en el PKK, Partido Kurdo de los Trabajadores, que llevó adelante los levantamientos en demanda de la conformación del Estado Kurdo, las mujeres representaban el 30 por ciento.
Las mujeres kurdas que no le tienen miedo al Isis tienen claro que su papel en la resistencia es fundamental.
“Este proceso supone un paso a la liberación de la mujer. En el caso kurdo, cuando las mujeres se han unido a la guerrilla, los hombres son los primeros que han validado este proceso. Muestran un reconocimiento y un respeto hacia el papel que están desempeñando sus compañeras, conscientes de su importancia para reafirmar la figura de la mujer”, ha dicho Alan Kanjo, un realizador kurdo-catalán que ha viajado varias veces a la zona de conflicto.
Las tropas femeninas kurdas no sólo están resistiendo. Están obteniendo victorias. La expulsión de los terroristas del Isis de Kobani es la principal. En las fotos que llegan desde esas lejanas tierras, se puede apreciar sus delicadas curvas bajo el uniforme, o algunas uñas pintadas entre las decenas de manos que empuñan armas. Dispuestas a darlo todo por sus hijas. Y por las hijas de sus hijas. Y por las hijas de las hijas de sus hijas.