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El impacto político de la derrota de Estado Islámico en Kobane ha excedido a su valor estratégico

Agencias :: 08.02.15

Agencias internacionales comienzan ya a hablar de la revolución de Rojava y desnudan cada vez la alianza Estados Unidos - Turkía

El gran triunfo del pueblo kurdo en Kobane

El número de civiles muertos durante los enfrentamientos supera el centenar. En total, más de 200.000 personas tuvieron que abandonar la ciudad siria el último año
“Hemos formado una junta para comenzar a esbozar las líneas maestras del plan de reconstrucción”, explica Anwar Muslim, jefe de la provincia de Kobane

infolibre Actualizada 08/02/2015 a las 18:05

El impacto político de la derrota de Estado Islámico en Kobane ha excedido a su valor estratégico. Merced al renovado interés que ha despertado el durísimo asedio yihadista a esta ciudad, el mundo ha sido testigo del triunfo moral de una población, la kurda, que ha visto reforzada su identidad comunitaria como ningún otro líder kurdo lo había conseguido hasta ahora, no solo por su victoria bélica, sino por la exitosa introducción de un revolucionario sistema democrático en pleno conflicto, informa Europa Press.

Los 133 días de asedio en Kobane han vuelto a centrar la atención internacional en la guerra de Siria por varios motivos: al tratarse del escenario principal de la intervención internacional contra Estado Islámico, ha refocalizado la atención mundial en la guerra de Siria por su especial interés humano y ha vuelto a poner de manifiesto la problemática situación internacional de los kurdos, en especial su tensa relación con Turquía. Sin ir más lejos, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha sido el otro gran derrotado de este conflicto al fracasar en su intento de aislar a los kurdos por temor al auge de los separatistas.

Además, ha constituido la primera derrota de envergadura del Estado Islámico. Dista mucho de ser definitiva –su capacidad ofensiva sigue intacta tras la retirada–, pero el aura de invencibilidad exhibida desde el inicio de su campaña en el norte de Irak ha quedado despedazada y el impacto de su propaganda, severamente disminuido. Además, el potencial ofensivo desplegado por la “infantería” kurda –desde las unidades locales de Kobane hasta los peshmerga iraquíes– ratifica la estrategia a seguir contra EI en Siria e Irak: de nada sirve el apoyo aéreo sin una fuerza capaz sobre el terreno.

La victoria más importante

“De todos nuestros levantamientos, Kobane se ha convertido en nuestra más grandiosa victoria”, declaró a Reuters el joven kurdo Serxwebun, herido en los combates, resaltando la inmensa importancia simbólica de Kobane, ciudad que arrebataron al Ejército sirio en 2012 durante la Rojava, la llamada Revolución Occidental y el término que aglutina a las zonas de Siria bajo control kurdo, donde viven cuatro millones de personas.

Desde entonces, los gobiernos locales han impuesto una legislación absolutamente revolucionaria en Siria por su aperturismo democrático y por espíritu igualitario. El llamado Decreto Común de noviembre de 2014 castiga la poligamia, otorga a las mujeres pleno derecho de herencia y les concede la potestad de rechazar el matrimonio sin su consentimiento. También establece una edad mínima para casarse y admite en los cargos de gobierno a cualquier tipo de etnia.

El experto kurdo de la Universidad de Sussex, Karman Matin, describe el modelo de Rojava como “único en la región” al conceder una importancia esencial a la participación desde las bases y al papel de la mujer en la sociedad. “Si bien no quieren adoptar un feminismo occidental, lo que tampoco quieren es que se repita la experiencia que atravesaron las mujeres argelinas durante la guerra de la independencia, o las mujeres iraníes durante la revolución del 79″, explicó en declaraciones recogidas por el Huffington Post.

La adopción de este modelo político ha tenido un importante coste, al tratarse de un desafío directo contra los preceptos yihadistas. Con su asedio a Kobane, el Estado Islámico no solo ha intentado conquistar un importante punto estratégico en la frontera con Turquía; ha intentado exterminar un modelo de pensamiento que, a cambio, ha granjeado a los kurdos un importante apoyo en la población de Turquía, su principal conexión con Occidente, cada vez más desesperanzada por el giro autocrático exhibido por su presidente, Recep Tayyip Erdogan.

Erdogan, entre la espada y la pared

El temor de Erdogan al separatismo kurdo se manifestó en la fallida estrategia que ha desarrollado en Kobane: no solo se negó a abrir la frontera para permitir la entrada de combatientes kurdos en la ciudad, sino que exigió a Estados Unidos la declaración de “una zona de seguridad” en la frontera. En octubre del año pasado, Erdogan llegó a dar la ciudad por “perdida”.

Los kurdos reaccionaron airados a estos comentarios. Kobane, fundada en 1912 como una mera estación de paso en la vía férrea de Konya (Turquía) a Bagdad (Irak), protegió a refugiados armenios que escapaban de las fuerzas del Imperio otomano en 1915. Desde entonces, turcomanos, árabes y armenios han convivido allí con la mayoría kurda, y antes de la irrupción de Estado Islámico, se había convertido en santuario para decenas de miles de personas que huían de los combates en Siria.

En respuesta, los kurdos del este y el sureste de Turquía salieron a la calle para solicitar al presidente acción inmediata para salvar la ciudad. Ante las inesperadas noticias de que estas protestas se estaban extendiendo a Ankara y Estambul, las fuerzas de seguridad turcas decidieron atajarlas sin miramientos con el resultado de una docena de muertos, entre ellos el abogado pro derechos humanos Tamer Dogan, y varias decenas de heridos.

A pesar del duro golpe mediático recibido, Erdogan sigue contando con el apoyo de Estados Unidos contra el separatismo kurdo. Washington mantiene a su organización más significativa, al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en su lista de organizaciones terroristas.

Violencia y reconstrucción

El 80 por ciento de Kobane está destruida. El número de civiles muertos desde el inicio de los bombardeos internacionales es difícil de precisar, pero podría haber rebasado el centenar, algunos de ellos durante los bombardeos de apoyo. Dado que la mayor parte de los civiles había abandonado la ciudad, las cifras de combatientes fallecidos son más altas: unos 2.000 combatientes de Estado Islámico y un millar de efectivos de las kurdas Unidades de Protección Popular. En total, más de 200.000 personas se han exiliado de la ciudad siria.

Conforme se aproximaban los últimos días del conflicto, los combatientes kurdos fueron testigos de la completa desorganización de Estado Islámico. En el momento en que los peshmerga cortaron la ruta de suministros del EI al hacerse con la colina de Mishtenur, el 14 de noviembre, los yihadistas abandonaron la estrategia militar organizada para degenerar en una breve campaña de infructuosos atentados suicidas.

“He visto a seis de ellos lanzarse con explosivos a una barricada. En una guerra no es muy inteligente hacerte estallar frente a un puesto fortificado. Era bastante curioso de ver, la verdad”, confesó un miliciano kurdo a Reuters.

Ahora, entre las ruinas, Anwar Muslim, jefe de la provincia de Kobane, espera a que los equipos de ingenieros terminen con el proceso de desminado antes de volver a dar orden de retorno a los residentes. “Hemos formado una junta para comenzar a esbozar las líneas maestras del plan de reconstrucción”, explicó Muslim. “Sobra decir que cualquier organización de caridad que se preste a ayudar, será bienvenida”, ha añadido.

En declaraciones a Bas News, Muslim no puede esconder su orgullo por los combatientes y su tristeza por la devastación. “Esta ciudad ha defendido a la humanidad contra la organización terrorista más cruel del mundo”, asegura.
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Kobane, la ciudad fantasma de Siria

El pequeño enclave kurdo intenta resurgir de sus cenizas tras expulsar a combatientes del grupo EI.

Por: ANDRÉS RUIZ | EFE
9:49 p.m. | 7 de febrero de 2015

El panorama no puede ser más cruel y desolador. Las imágenes que le dan la vuelta al mundo revelan una ciudad destruida, efecto de los encarnizados combates que tras cuatro meses le dieron la victoria a las fuerzas kurdas (YPG) sobre los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

La pequeña localidad kurdo-siria de Kobane (frontera con Turquía) se convirtió en el símbolo de la guerra civil que azota a ese país desde el 2011, con edificios deshechos, calles llenas de basura y escombros, barrios desérticos y un número de muertos que se cuenta por miles. (Lea también: Los yihadistas ya se fueron, pero la ciudad no será más la misma)

Ahora se abre una nueva etapa no menos difícil para sus líderes, que exigen mayor autonomía, y para los pocos habitantes que se resistieron a salir de su ciudad. La vuelta a la calma puede tardar años, por las difíciles condiciones en que ha quedado la ciudad, que supo defenderse (con la ayuda de los bombardeos aéreos de la coalición internacional) del EI, uno de los grupos más radicales y sanguinarios de los últimos tiempos.

“Las columnas del yihadismo demostraron que para sacarlos de una ciudad tienen que enfrentrarlos casa por casa, hombro a hombro e, incluso, enviar las fuerzas aéreas estadounidenses, sin importar el número de víctimas, sin importar nada”, dijo a EL TIEMPO Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, de España.

Una lucha por el honor

Los analistas no encuentran razones lógicas que expliquen tal destrucción, tal mortandad, tal crueldad. “La expulsión de Kobane de los yihadistas tiene un significado simbólico, no tanto porque la ciudad tenga una importancia estratégica en la región, sino porque el grupo EI se empeñó en ganar esa batalla como prestigio. Contra toda lógica militar, enviaron a sus mejores combatientes, los más calificados, pero lo mismo hicieron los kurdos, que buscaban defender su territorio y lograr ser los primeros en derrotarlos”, agrega Arteaga.

Pero por más metafórica que parezca la situación, la lucha por Kobane era decisiva para el EI, deseoso de extender el ‘califato’ y mantener ondeada su bandera negra en más territorios sirios; y para los kurdos, que no pueden prescindir de esta para su soñada autonomía, la misma por la que por años han luchado contra el Gobierno turco.

“Los kurdos mantienen ahora un territorio que los árabes creen debería ser parte de la Siria árabe. Así que ellos (kurdos) están atravesados en su camino para obtener más regiones independientes y autónomas”, dijo a este diario Joshua Landis, profesor estadounidense y director del Centro de Estudios de Oriente Próximo, con sede en California (EE. UU.).

Lo cierto es que la expulsión de los radicales de este enclave dejó un alto costo humano y material sobre el terreno, sin que nadie hasta el momento se manifieste y se comprometa con ayuda inmediata. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los enfrentamientos registrados desde septiembre del 2014 dejaron un total de 1.800 muertos: 1.200 yihadistas y 600 del lado kurdo.

Por su parte, el más reciente informe revelado por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) revela que del total de 1,7 millones de refugiados sirios que se encuentran en Turquía, más de 170.000 atravesaron la frontera desde Kobane. La cifra es aproximada porque no todos los ciudadanos que llegan a los campamentos se inscriben correctamente, explica la agencia humanitaria.

El futuro de estas personas es ahora totalmente incierto, lo mismo que el de los más de seis millones de desplazados internos y el de los más de 30.000 kurdos-sirios que se negaron a abandonar la ciudad durante los combates.

“El regreso de los refugiados tardará bastante. Será muy difícil que Kobane se levante de sus ruinas. De hecho, la ciudad no volverá a ser la misma”, declara Arteaga, quien coincide con Landis al asegurar que “muchas personas están temerosas de volver y reconstruir en un corto tiempo, porque la ciudad podría ser atacada de nuevo por el EI o por cualquier otro grupo extremista. Así que es complicado volver a construir en una región que es tan difícil de proteger”.

En cuanto a las declaraciones del secretario de Estado estadounidense, John Kerry, al calificar la expulsión del EI como un duro golpe, los analistas opinan que el yihadismo retrocedió con la pérdida de combatientes muy bien entrenados y que esa imagen de derrota puede afectar el reclutamiento de jóvenes en el exterior y crear dudas entre sus filas.

Territorio autónomo

Ante ese escenario, el presidente del Gobierno autónomo kurdo-sirio de Kobane, Anuar Muslem, no se atemoriza ante la labor que tiene por delante. Lo primero que han hecho las autoridades de este enclave ha sido crear un comité para la reconstrucción –integrado por ingenieros, abogados y expertos en distintas áreas– con el fin de que la ciudad regrese a la normalidad. La prioridad es que puedan volver a sus casas los miles de desplazados, quienes sobre todo, llegaron a territorio turco.

“La necesidad más urgente es el establecimiento de campamentos para alojar a quienes vuelven. Aunque cada día está regresando una media de un centenar, este flujo irá creciendo a medida que los efectivos kurdos garanticen la seguridad en las carreteras”, dijo.

Las temperaturas invernales tampoco favorecen la situación humanitaria, ya que falta combustible que alimente las estufas para protegerse del frío.

Aun así, la administración interina ha repartido 25 litros de gasolina semanales a cada familia. “Necesitamos con urgencia ayuda humanitaria de la comunidad internacional, hace ya dos semanas que los yihadistas se marcharon y no ha entrado nada”, se queja Al Muslem. No obstante, algunas ONG, según el vocero, han repartido comida para paliar el cierre de las tiendas.


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