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Venezuela: La maldición del petrólero

Aporrea :: 17.02.15

Desde la aparición del petróleo, nos cambió el amor a la tierra, la sostenibilidad agrícola, los valores de la solidaridad. El proceso bolivariano durante esta década y media ha intentado superarlo, pero aún ese modelo está introyectado hasta los tuétanos en el Estado venezolano y en la mentalidad de mucho dirigentes políticos.
Hay que pasar de una democracia participativa petrorentista a una democracia revolucionaria participativa sustentable.

La maldición del petróleo
Por: Jesús Chucho García | Domingo, 11/01/2015
Aporrea

REPENSARNOS Y AVANZAR SIN TEMOR

Cuando estamos en una crisis estructural, como la actual, lo mejor es reconocerla crudamente y a partir de ese reconocimiento buscar las alternativas para avanzar por los caminos menos dolorosos posibles para las grandes mayorías.
Para superar la crisis es necesario repensar al país, pero ese repensar no es en abstracto cuando se tiene al menos un punto de partida. Tenemos un plan y un proyecto de país (plan ley de la patria) que los sectores radicales de la oposición no tienen vías alternas sino el guarimbismo, violación permanente de la Constitución, entre otras aberraciones. El Plan de la Patria es una guía orientadora para repensar el país en medio de las amenazas internas y externas. Aún arrastramos vicios de la vieja estructura del pensamiento “petrorentista”.

La estructura del pensamiento de la cultura del petróleo, como dijera el antropólogo Rodolfo Quintero, se sedimentó a través de los tiempos . Durante un siglo (1914-2014), desde la aparición del petróleo, nos cambió el amor a la tierra, la sostenibilidad agrícola, los valores de la solidaridad. El proceso bolivariano durante esta década y media ha intentado superarlo, pero aún ese modelo está introyectado hasta los tuétanos en el Estado venezolano y en la mentalidad de mucho dirigentes políticos.

EL FRACKING NO ES EL PROBLEMA …EL MEOLLO ES EL MODELO

La crisis generada por la caída estrepitosa de los precios del petróleo con el surgimiento del método radicalmente contaminante llamado “fraking” para extraer petróleo de las rocas lutitas o del llamado esquisto, convirtiendo a Estados Unidos en la primera potencial mundial de gas y petróleo de esquisto, no es el problema para algunos analistas.

La caída de los precios del barril petrolero siempre ha existido, llegando incluso el precio a siete dólares por barril en el gobierno de Caldera II. Ese ciclo ya es un vicio perverso de nuestra economía “artificial” sin sustento. Cuando ocurren estas caídas estrepitosas, inmediatamente vienen las criticas al modelo rentista, pero cuando suben de nuevo los precios, las direcciones políticas de turnos vuelven al “Miami ta’ barato, dame dos”. El problema de fondo es nuestra mentalidad y el modelo petrorentista que no acaba de morir y los esfuerzos para erradicarlos son mínimos.

Recientemente, el presidente Maduro ha dicho que “la baja de los precios del petróleo es la oportunidad para que el país cambie a un modelo económico productivo basado en el Plan de la Patria”. Eso pasa definitivamente por repensarnos. El “Re”, es repensar la búsqueda del pensamiento propio con creatividad, fundamentado en lo mejor de nuestras tradiciones afroindígenas, migrantes árabes, asiáticos y europeas. Hay que combatir la cultura dominante del petróleo que llevamos dentro. Como dice Magoroh Maruyama en su reflexión “Dime cómo piensas”.
“En cada cultura un determinado modo de pensar tiende a volverse dominante, a influir, modificar, suprimir, explotar a los demás. Ninguna cultura, sin embargo, termina siendo totalmente homogénea, y la mayoría de esos modos de pensar siguen estando presentes en todo lo que somos, incluso en forma oculta, disimulada y reprimida”. Es la lucha cotidiana entre los dos modelos.

El repensar el modelo pasa por buscar la metódica necesaria, ajustada a nuestra propia subjetividad para una revisión de ese pensamiento petromutilado que nos impusieron y nos niega a nosotros mismo a combatir el parasitismo, el compadrazgo y la ineficacia.
Estamos amarrados a ese mundo de la insostenibilidad y queramos o no al “realismo mágico del petróleo” que todo lo resolvemos a “realazo limpio”. La hora de la sinceridad llegó, y no hay marcha atrás, así los precios del petróleo suban de nuevo o nos endeudemos más allá de nuestras posibilidades concretas. La historia nos exige un cambio profundo para una Venezuela sustentable y sostenible. Insisto que hay que pasar de una democracia participativa petrorentista a una democracia revolucionaria participativa sustentable.


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