La celebración recuerda a los jóvenes miristas asesinados por la dictadura, lo que tiene profundo sentido humano y social, puesto que en dictadura era un deber alzarse en armas para enfrentar el genocidio
Chile y el Día del Joven Combatiente
Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
La celebración recuerda a los jóvenes miristas asesinados por la dictadura, lo que tiene profundo sentido humano y social, puesto que en dictadura era un deber alzarse en armas para enfrentar el genocidio y propugnar una salida acorde a los niveles de organización y necesidades de la población, lo que fue frustrado por las negociaciones por arriba entre militares y dirigencias partidarias instalándose una dictadura civil con careta democrática, es decir, salen los oficiales con las tropas a su mando y entran los comités centrales de los partidos con militantes disciplinados y amarrados, cuyos dirigentes aseguran al poder que no habrá protagonismo popular, sino la renovación de la máquina estatal separada del mundo de la vida para la feliz continuación de lo alcanzado por el modelo neoliberal, que llegaba a su finalización para sembrar las bases del nuevo modelo, ya no de predominio del estado ni del libre mercado, sino la santa alianza entre ambos, en lo que se llamó neoinstitucionalismo, propuesta del premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, jefe del equipo de economistas de Jimmy Carter, presidente de la Reserva Federal (Banco Central) de USA y primer vicepresidente del Banco Mundial, o sea, hombre clave del manejo de los principales hilos estratégicos de la acumulación en el capitalismo globalizado, o sistema-mundo, como dice Wallerstein, el principal economista y teórico marxista vivo que se declaró simpatizante zapatista y en estos días nuevamente viaja a Chiapas a intercambiar con otros teóricos del cambio social.
Los cambios acaecidos en el modo de producción, en especial las fuertes modificaciones en la relación orgánica del capital en su interacción capital variable/capital constante, donde la disminución de la mano de obra en cada mercancía debido a la tecnología y por tanto fuerte caida constante de la tasa de ganancia, que deviene de la plusvalía y no del capital constante, obligan a la propiedad de los medios de producción a lanzar al mercado más y más mercancías, cada una de ellas con menor ganancia, lo que hace que sea la masa creciente de mercancías realizadas lo que permite la reproducción ampliada. De ese modo la máquina procesa más materia prima, combustibles, energía, agua y demás componentes del capital constante (que no incorpora nuevo valor a la mercancía), y menos mano de obra, en cada mercancía particularizada, o sea cada vez menos ganancia, lo que lleva al incremento de la producción masiva y de los modos de aumentar el consumo multitudinario en pos de su realización -la venta-.
La consecuencia de ello es que el capital globalizado ha debido orientar gigantescos esfuerzos para la adquisición de más materia prima, combustible, agua y energía convirtiendo el planeta en coto de caza y destrucción de la vida misma, la tierra, los bosques, selvas, ríos, montañas, mares, en fin, el mundo natural, incluyendo allí a quienes lo han habitado y cuidado por miles de años, empujándolos, aniqulándolos, expulsándolos o subsumiéndolos. Todo ello paralelo con la disminución constante de la mano de obra y la precariedad del trabajo, lo que ha prácticamente arrasado con el sindicalismo, terreno privilegiado de quienes sostienen que son los trabajadores los productores de riqueza y por ello deben dirigir todo los procesos productivos para transformarlos mediante su dirección de los aparatos del poder, únicos capaces de hacerlo, según ellos, lo que al no ser cierto, se va convirtiendo en lo que llaman vocación de poder y fatichización del aparato del estado.
El modo de producción capitalista está llegando a su fin para abrir paso a otro modo de producción asentado en la explotación del hombre, la mujer y la naturaleza por el hombre. No es la propiedad privada o estatal, burguesa o socialista de los medios de producción la que determina el carácter del capitalismo, ya que todo modo de producción se ha instalado sobre la propiedad de los medios articulando la ruptura de la comunidad histórica en personas separadas, deshumanizadas y desnaturalizadas, o sea, finamente artificializadas. La esencia del capitalismo, según Marx, está en la relación orgánica, esto es, la relación entre capital constante y capital variable, como bien explica en el Fragmento de las Máquinas de los Grundrisses, por eso se podía definir el capitalismo, concurrencial o de estado, como la compra-venta de fuerza de trabajo a condición de que produzca plusvalía, ya que la fuerza de trabajo esclava y la feudal también participan de la relación mercantil. Al no haber producción de plusvalía, o ésta reducida a su mínima expresión o sólo convertida en trabajo muerto, acumulado o histórico, se resquebraja el concepto, al cual algunos se aferran solamente para justificar su estrategis de disputa del poder. Igual que el concepto del neoliberalismo, ya casi inexistente, pero al cual los socialistas se aferran para justificar sus relaciones y acuerdos con el capital.
Stoglitz trabajó este tema llegando a la conclusión de que se requiere una nueva institucionalidad que articule al estado con el mercado, lo que resulta altamente conveniente para los socialistas que aspiran al poder para administrar el capital, ya que el estado hace nuevas leyes, capacitaciones, estructuras, etc. para abrir y despejar el camino a las empresas depredadoras, como las estructuras ambientales donde se aprueba una hidro o termo eléctrica, o una explotación minera o petrolera, y si hace falta, se sueltan las legiones contra las comunidades, localidades y pueblos adyacentes que resisten horrorizados el avance de las gigantescas máquinas destructivas. Eso pasa casi desapercibido en las grandes ciudades y sólo se fomenta el apoyo a la “lucha” de esos pobladores, arrasando coin sus formas de vida y buscando generar solamente estructuras que podrán manejar a la gente como fuerza social para el acceso de la capa dirigente al poder.
Potencia destructiva contra potencia destructiva, violencia contra violencia. Es triste ver como los partidos organizan a los jóvenes para “luchar”, como que la lucha fuese un objetivo u no sólo un instrumento oportunista para construir tropas que puedan derrotar a las otras tropas con el asqueroso objetivo del poder.
Si la contradicción y el antagonismo ya no es el problema del poder para administrar el capital con el sucio pretexto de que se va a avanzar hacia la sociedad sin clases y nunca se hace, sino que esta vez se trata de la maquinización, el desarrollo, la industria y el mal llamado “crecimiento” que se dejan caer sobre la gente y la madre tierra, el sujeto emancipatorio deja de ser el obrero que dirigirá el estado o gobierno de trabajadores, y se transfiere hacia toda la gente y la naturaleza, que se están reorganizando no sólo para resistir el embate de las fuerzas productivas, sino para la sobrevivencia, y eso no es sólo en el campo, sino que ya ha llegado a las ciudades, donde nos dan de comer química y alimentos modificados, de beber porquerías, de curarnos medicinas farmacéuticas, una educación para formar tornillos de la máquina, en fin, pero los valores individualistas son predominantes y por eso la izquierda no es capaz de ver ni proponer cambios de fondo, o se integran al sistema, o quieren “destruirlo” o juntas fuerzas para disputarlo.
Por eso el mejor saludo a la historia de los jóvenes combatientes miristas contra la dictadura es cambiar más que el modo de producción, pues estamos ante la necesidad de un cambio civilizatorio que requiere nuevos protagonistas, que construyen otro mundo ahora y no sumen fuerzas detrás de líderes oportunistas que sólo desean ser casta dirigente.
En vez de restringir la expansión y despliegue de la potencia cerrando filas para esperar órdenes de los jefes, sería mejor juntarse con los vecinos sin ideologías y cambiar el mundo del barrio, haciendo otro, donde todos puedan estar presentes haciendo otra forma de vivir rescatando el común, así los tentáculos del poder y la destrucción no podrán seguir abusando en ese barrio, lo que implica hacerlo también en muchos barrios, pues como dice Galeano mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños hacendo pequeños cambios, están cambian do el mundo.
Un saludo fraterno a los que quieren el cambio sin contar con los jefes en los puestos de mando, o mejor aún, sin puestos de mando, sino el despliegeu del Buen Vivir comunitario en paz con la madre tierra en todos los lugares posibles, sin hacer redes ni organizarnos ni articularnos entre nosotros, sino que la autonomía comunitaria decida cuando y con quien desea intercambiar productos o ideas o actividades conjuntas. Pero que no vengan los pillastres a inducir “cuales” deberían ser esas actividades conjuntas, pues volvemos a lo mismo, a la pirámide de reproducción del poder.
Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
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