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Bolivia: Interpretación descriptiva de las elecciones departamentales y municipales

Raúl Prada Alcoreza :: 03.04.15

Estos comportamientos conformistas no transforman, sino, mas bien, reiteran las dependencias sociales, políticas, económicas y culturales. No hay nada, desde nuestro punto de vista, de qué alegrarse. Está lejos el contar con disponibilidad de fuerzas y predisposición de voluntades para realizar transformaciones estructurales e institucionales, para materializar la Constitución, para recorrer la transición del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico

Interpretación descriptiva de las elecciones departamentales y municipales
Probables tendencias cuantitativas

Raúl Prada Alcoreza

La cantidad es una sumatoria. Distintas cantidades son comparables, una es mayor o menor que la otra, o equivalente. Cantidades diferentes responden a su diferencia cualitativa, dependiendo de la cualidad de referencia. La estadística compara estas cantidades aritméticamente; pueden formar parte ambas de una totalidad; entonces como partes de la totalidad ocupan porciones. Esta relación, en realidad, es una probabilidad; si se multiplica por cien, es una proporción; sin embargo, la proporción es una hipótesis de interpretación descriptiva. La explicación de la proporción se encuentra en la probabilidad. Por, lo tanto, se puede interpretar las proporciones como probabilidades; esto ayuda a comprender que se trata de tendencias; no de valores estáticos. Vamos a interpretar los resultados electorales, de las elecciones departamentales y municipales, que son cantidades, desde la perspectiva de las probabilidades; es decir, como cifras que expresan tendencias, medidas en su magnitud. Como los datos son conocidos, han sido publicados, como resultados en boca de urna, no vamos a detenernos en la enumeración de estas probabilidades, multiplicadas por cien, tomadas como proporciones. Vamos a referirnos a sus tendencias, mejor dicho a la interpretación cualitativa de sus tendencias cuantitativas.

A groso modo, se puede decir que se observa un desplazamiento de la votación en los polos demográficos del eje central, La Paz y Santa Cruz, hacia lo que se ha venido denominando el voto castigo al oficialismo, sobre todo en el caso de La Paz, pues en el caso de Santa Cruz como que se retoman las tendencias de anteriores alecciones a las “nacionales” de 2014. Lo mismo ocurre en Tarija, al sur; en cambio, al norte, en Pando, se observa un desplazamiento de la votación por el partido de gobierno, salvo lo que ha acontecido en la ciudad de Cobija. Al centro, en Cochabamba, el MAS ha preservado su hegemonía departamental, perdiendo en la ciudad de Cochabamba. Se puede decir casi lo mismo respecto al borde sur-oeste, Oruro y Potosí, y al centro-sur, Chuquisaca, perdiendo en la ciudad de Oruro. Hay segundas vueltas para definir las victorias electorales, donde la diferencia no llega al 10%, de acuerdo a lo que establece la Constitución al respecto. Estas son las tendencias generales de las elecciones departamentales y municipales.

Tomando en cuenta este panorama estadístico, no se puede decir que se ha mantenido la estructura cuantitativa, configurada, más o menos, desde las elecciones de 2005; algo que, de alguna manera, pretenden los intérpretes oficialistas. La pérdida en el departamento de La Paz, incluyendo a El Alto y La Paz, cambia el perfil de la estructura cuantitativa. En este sentido, se puede sugerir una hipótesis interpretativa; la tendencia anterior, que era de mayoría absoluta para el MAS, ha cambiado; la tendencia parece ser que es a perder la mayoría absoluta. Ya hemos escuchado, varias veces, la cantaleta de que las elecciones “nacionales” son diferentes a las elecciones departamentales y municipales. Esta es una verdad de perogrullo, que sin embargo, en este caso no explica las variaciones del mapa de las cantidades departamentales. La pérdida de La Paz es categórica. Ciertamente ya no sorprenden los argumentos leguleyos de los “analistas” oficialistas. La argucia o triquiñuela de abogados no sirve ni ayuda en la interpretación de los datos. Está bien para ellos, para tranquilizar sus consciencias.

No vamos a preguntarnos por qué ha ocurrido esto, el cambio de la tendencia cuantitativa de la votación; se puede caer en especulaciones, en el peor de los casos, o lograr explicaciones adecuadas, desde el análisis histórico-político. Nos remitimos, en todo caso, a escritos anteriores[1]. Lo que interesa es interpretar descriptivamente el mapa de las tendencias cuantitativas.

Volveremos a concentrarnos en el departamento de La Paz, para no perder el hilo, pues en el resto de los departamentos, salvo Pando, se retoman, con variantes, tendencias o inclinaciones al voto, dadas en anteriores elecciones. Lo que ha cambiado es la inclinación al voto en el departamento de La Paz y en el departamento de Pando. Es más fácil interpretar estas tendencias en Pando, pues se puede acudir a la hipótesis provisional de la presencia de la población migrante del sur, sobre todo quechuas, aymaras y mestizos de los departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí. Es más difícil interpretar lo acontecido en el departamento de La Paz. Se puede acudir a la hipótesis de voto castigo; pero, no es suficiente. Dejando los datos generales, entrando, un poco, a datos más detallados, vemos que si bien el MAS ha perdido la gobernación y dos alcaldías de ciudades importantes, ha conservado su peso en el consejo departamental y en los consejos municipales. En otras palabras, el cambio de tendencia, no se da de una manera abrupta, mostrando caídas abismales, sino se da así, por así decirlo, variando la tendencia y preservando pesos anteriores. De todas maneras se ha dado un cambio de tendencia; lo que puede considerarse punto de inflexión. Este hecho no se oculta con la cantaleta de la diferencia entre elecciones “nacionales” y elecciones departamentales; tampoco con el argumento pertinente de que el partido oficialista ha conservado su peso en los consejos.

Hablar de tendencias estadísticas, sobre todo de estadísticas que ponderan la inclinación del voto, no sostiene estimaciones sólidas; no quiere decir que las tendencias se pueden mantener irreversiblemente. Esto no depende de la estructura estadística, sino de lo que acontezca cualitativamente en el acontecer social, político y económico, también en el acontecer de la psicología de masas. El valor interpretativo de estas tendencias es en el análisis regresivo, la comparación con la “historia” cuantitativa de las tendencias electorales. En este sentido, se puede sugerir la hipótesis interpretativa del punto de inflexión y el cambio de tendencia electoral.

Hemos dicho que no íbamos a buscar explicaciones del por qué aconteció esto, el cambio de tendencia. Sin embargo, sin necesidad de hacerlo, se puede sugerir hipótesis de interpretación de lo que parecen expresar los comportamientos electorales.

Se observa un comportamiento electoral mecánico, incluso si su tendencia haya cambiado. Se trata de efectos de masa de desilusiones individuales. No estamos ante conductas auto-determinantes. La población votante está lejos de la democracia participativa, de la deliberación colectiva, de la construcción colectiva de las decisiones. Se trata, por así decirlo, de votos, al mejor estilo liberal, de delegación y representación, renunciando a la afirmación de las voluntades singulares. Para decirlo crudamente, se trata de una población votante dependiente de la “ideología” delegativas y representativa formal liberal. No ha salido de esta atmósfera de dependencias y subordinaciones; en estos comportamientos electorales no hay nada de rebelde ni de rebelión. Las rebeliones quedaron en la movilización prolongada de 2000-2005, incluso en las marchas por la defensa de la Asamblea Constituyente y la Constitución. No se puede esperar ninguna rebelión de un comportamiento electoral liberal, sea favor o en contra del oficialismo. Las interpretaciones de que se trata de una “rebelión en las urnas” es pura especulación o, si se quiere, exageración mediática. Lo preocupante entonces es el haber perdido la capacidad de rebelión social, el haberse conformado con el estilo pragmático del gobierno.

Desde la perspectiva del poder constituyente esta situación es preocupante, pues no se puede esperar de estos comportamientos electorales ni voluntad de cambio, ni voluntad de aplicar la Constitución, tampoco de defender la Constitución. Estos comportamientos conformistas no transforman, sino, mas bien, reiteran las dependencias sociales, políticas, económicas y culturales. No hay nada, desde nuestro punto de vista, de qué alegrarse. Está lejos el contar con disponibilidad de fuerzas y predisposición de voluntades para realizar transformaciones estructurales e institucionales, para materializar la Constitución, para recorrer la transición del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico.—

[1] Ver de Raúl Prada Alcoreza Las mallas del poder. Dinámicas moleculares; La Paz 2014-2015.


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