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Venezuela: ¿Hacia la Huelga General?

Roland Denis :: 04.06.15

La sangre creadora e insurgente se la fue comiendo las lógicas de la burocracia y la política de Estado. Quedaron por supuesto, núcleos vitales de autogobierno obrero, comunitario, indígena, negro, que siguen siendo la sangre viva de una esperanza que no muere, pero así mismo se fue colando una debilidad de la que ahora mucha gente se arrepiente

¿Hacia la Huelga General?
Por: Roland Denis | Miércoles, 03/06/2015 07:21 AM
Aporrea

Las circunstancias corren como los gatos, brincan sobre el árbol cuando van a la caza o por el contrario se escurren entre los montes y paredes para no ser atacados por su enemigo ecosistémico y pasar los miedos. Son las naturalezas expresándose dentro de los reflejos derivados de su estructura genética. Nada distinto tiene el ser humano “o corres y te encaramas” dirán algunos, o “dale que después es tarde”, dirán otros. Pero a diferencia del gato casi siempre tenemos dos opciones o huimos o nos enfrentamos a lo posible, en el caso humano son dos opciones que están a la mano y nuestra estructura genética –a menos que tengamos una pistola o un tigre por delante- nos da la posibilidad de optar por alguna de las dos, mientras que al gato no.

Compartiendo ideas con algunos compañeros que hoy están en la lucha sindical, llegábamos a una conclusión: “la paradoja de todo esto es que lo que nos costó años de lucha, de defensa de lo que creíamos era una verdadera ventana de liberación, hoy en día se revierte de manera impresionante contra nosotros; de verdad nos jodieron”. Más allá de corruptos y traidores, que nunca faltan en cualquier esquina del mundo en que nos apostemos, de Estados burocráticos, burgueses y economías rentistas, el marco de dominio que tampoco faltará nunca, hay aquí un fondo que tiene que ver con nuestra enorme debilidad como pueblo.

La llegada de Chávez al poder y luego la conspiración oligárquica que dos años después se desató, creó un marco de unidad y de afianzamiento de la esperanzas extraordinario. Desató fuerzas movimientales, organizativas, tomas de tierras y fábricas, que puso sobre tapete la posibilidad cierta de la revolución social. Desgraciadamente, se hubiesen necesitado no uno o dos millones de personas que es lo que había como sustento militante, sino una verdadera insurrección general para alcanzar los objetivos de que empezaron a vislumbrarse en aquellos años. No alcanzamos la revolución social, y la sangre creadora e insurgente se la fue comiendo las lógicas de la burocracia y la política de Estado. Quedaron por supuesto, núcleos vitales de autogobierno obrero, comunitario, indígena, negro, que siguen siendo la sangre viva de una esperanza que no muere, pero así mismo se fue colando una debilidad de la que ahora mucha gente se arrepiente. Como el gato, se fue generando una genética en el movimiento popular mayoritario –administrado- tendiente a privilegiar la tragedia y la debilidad frente al riesgo y la valentía. Siguiendo los reflejos animales mientras el pájaro escuálido revoltea, ¡sáltale!, pero cuando venga el perro de la burocracia ¡córrele!, ¡sométete!, que si lo enfrentas o te manta o un bicho peor; ¡la derecha! vendrá detrás. ¡No te enfrentes al perro que primero genéticamente no puedes ¡él es el Estado!, y no te la des de valiente que así lo derrotes le harás el juego a un enemigo peor, ¡el tigre reaccionario, la burguesía y el imperialismo!, que ese sí te acaba en una mordida. .

Quedamos entonces degradados genéticamente –y por ende espiritualmente-. Un movimiento popular que no solo perdió su autonomía sino que asumió el fantasma del “enemigo mayor” convirtiéndose en toda una retórica reproductiva y una psicosis política, hundida verbalmente –y por tanto inconscientemente- en esos dos significantes: burguesía e imperialismo (y el terror a ellos, infundido por la misma izquierda). Se estructura dentro de sí una conducta primeramente sumisa, pero que luego al menos en gran parte, lo ha llevado a mimetizarse con mayor o menos consciencia con las ataduras y vomitables corrupciones del Estado burgués (llamémoslo Estado simplemente porque todos son igualitos aquí y en la China, el los de Lenin y Mao muriéndose de enfermos y de rabia). La dialéctica –negativa y progresiva a la vez- quedó atascada en esta lógica que desde hace no menos de diez años nos ha impedido morder al perro y ver que el demonio que viene después a aprovecharse las circunstancias, al percatarse de la decisión colectiva, aterrado no va a ser otra cosa que salir corriendo. Esa frase ¡cuidado con hacerle el juego a la derecha!, es la muerte de toda esperanza, es la razón fundamental del porqué este compañero dice: ¡nos jodieron!, es el núcleo central nuestra debilidad como pueblo, de no tener ninguna credibilidad ni seguridad en nosotros, de estar completamente amarrados de la colonia para acá al juego del poderoso, al padre torturador (las razones políticas, sociales o antropológicas de tal debilidad podemos hacer tratados sobre ello, pero enorme debilidad al fin; el poder despótico se impone).

Regresando al punto, la conversación entre compañeros no solo dejó como resultado un reconocimiento de derrota, de salir aplastados por algo que nosotros mismos dábamos la vida por defenderlo. Renaciendo pasiones que nunca se pierden, de repente salió la pregunta de parte de unos de los amigos: ¿y por qué no empezamos a organizar una huelga general?. Silencio y risas a la vez, -”¡tuestas loco marico, y con qué culo vamos a hacer eso!”- decía otro. Pero coño, -les decía yo- la huelga general es algo que está en la cabeza de cualquier trabajador que haya entendido su situación en esta sociedad…¡y por qué no, no joda!. En definitiva, no era ninguna asamblea, y no hubo acuerdo, entre miedos genéticos y reacciones vivas todo quedó en el aire. Alguno decía: ¡a sí imagínate a Leopoldo López apoyando la huelga general y llamando a los empresarios que se sumen a ella!, y cuál es el peodecía otro, ¡cuando vea lo que significa de verdad una huelga general, lo que les trae de pérdidas y el bojote de gente en los barrios y sitios de trabajo moviéndose, organizándose y no precisamente para besarte los cachetes, van a salir cagaos, y diciendo que es el gobierno el que está manipulando esto!…eran palabras, pero nada no hay acuerdo.

En todo caso, es una conversación que tiene el mérito de confrontar primero dos opciones: la tragedia genética del gato o el libre albedrío humano. Y por otro lado, da fe que hay algo que se está moviendo al interno de un alma revolucionaria que a pesar de que reconoce ¡que la jodieron!, sabe de las fuerzas por las cuales podríamos reventar este juego mortuorio de estar apoyando quien nos obliga a pagar con nuestro trabajo, vía la inflación y el empobrecimiento general, lo que un grupito de riquitos y burócratas todos los días se roban de la riqueza nacional. Que salga a la palestra la opción de huelga general, nos dice que el tiempo insurreccional no se ha perdido en el pasado. La única y última huelga general que se haya dado en este país, fue el 23 de enero del 58 y acabó con la dictadura militar.

Georges Sorel a principios de siglo pasado, dejó muy en claro que la idea de huelga general operaba como un mito de la clase obrera. El mito –fundacional como son los verdaderos mitos-de que en último instanciala violencia posible de la clase obrera contra la burguesía se centraba en la huelga general. No en vano salieron esas palabras, el mito sigue circulando. La posibilidad de romper con las ataduras políticasy genéticas de este proceso a un nivel donde no solo han desfalcado este país sino ponen a toda la población a pagar por él, ya a estas alturas llama a verdaderas acciones de envergadura donde se recaten los contenidos libertarios y justicieros de la revolución, sino además se haga justicia frente a una expropiación nacional que no tiene nombre ni antecedente. Y más allá aún, permita recrear una conciencia soberana dentro de un pueblo que ha sustituido la lucha por la confusión y el miedo. La huelga general, es decir, que todos los trabajadores y trabajadoras se organicen en función de desobedecer aunque sea un día la disciplina capitalista del trabajo, ya sea como sueño del rabioso, como mito como necesidad o estrategia, daría la posibilidad de romper con todas las cadenas inconscientes y poner sobre el tapete la reivindicaciones fundamentales. Pongamos algunas líneas posibles, aunque no exista acuerdo, dentro de un movimiento huelguístico general que supondría la fractura en pleno de la relación de sumisión entre burocracia y poder popular:

100% de subida general salarios

Misiones sociales a manos del poder popular

Expropiación a los terratenientes y monopolios industriales y financieros

Divisas directas al movimiento comunero y obrero autogobernante

Mercado directo entre productores colectivos y comunidades urbanas

Control obrero sobre las empresas expropiadas y nacionalizadas

Auditoria Pública los centros del desfalco: ministerios, PDVSA, BCV,Cadivi.

Reconocimiento de los corredores territoriales de gobierno popular

¿Hay otra alternativa?, claro podemos hacer artículos y declaraciones en favor de Diosdao o lo que debe hacer ante sus acusadores (seguir dentro del juego de la cúpula corrupta como si fuese problema del pueblo venezolano), morder algún puesto cadidatural en las próximas elecciones parlamentarias, jugar y jugar a pérdida dentro de la genética del gato: el terror a la burguesía y el imperialismo. Pero a los niveles en que estamos eso no tiene que ver con revolución ni esperanza alguna, nada que ver con algo que signifique esperanza, movimiento, a quien le interesa y desea una vida radicalmente distinta a esta pobredumbre capitalista …¡Huelga General… Gobierno Popular!.


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