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Acumulación de fuerzas para destruir/disputar el poder, o cambio civilizatorio: la práctica de vida comunitaria como estrategia de cambio

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J) :: 30.06.15

La lucha por el poder ya nos tiene hartos, tan hartos como nos tiene el poder, unos a ocuparlo, otros a destruirlo

Acumulación de fuerzas para destruir/disputar el poder, o cambio civilizatorio: la práctica de vida comunitaria como estrategia de cambio.

Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

La lucha por el poder ya nos tiene hartos, tan hartos como nos tiene el poder, unos a ocuparlo, otros a destruirlo. John Holloway habló de la experiencia zapatista en su libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder” y Eduardo Galeano dijo “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo” y esos lugares pequeños están al alcance de la mano, y del corazón. Como fue el primer semestre de los pingüinos el año 2006, o el primer semestre de los universitarios el año 2011 o la fuga e iniciativas de los profesores este año 2015 haciendo abstracción de sus dirigencias comprometidas con el gobierno. Poco duran esas hermosas experiencias ya que los partidos y las ideologías con su desesperado afán de ponerse como vanguardias o liderazgos y decirnos como y hacia donde hay que ir, hacen pedazos al poeta que nos aclara que no hay camino, que se hace al andar, y nosotros agregamos; andar juntos, pero no de vez en cuando al llamado de los astutos que hemos colocado ingenuamente a cargo de nuestros destinos estudiantiles y en todas las áreas sociales. Falta el sujeto común, que se mantiene disperso gracias a las convocatorias a sumarse a una línea vertical de pensamiento ya elaborado, que se pelea con otros pensamientos elaborados, ya que unos son los buenos y otros los malos, o se unifican entres tres agrupaciones para ganarle a las otras, y así van, vamos.

Es fácil convencer estudiantes a ser “conductores” y poner el pecho combativo de procesos, luchas y cambios, ya que serán los que van a conducir procesos institucionales pedagógicos, laborales, administrativos y etc. terrenos donde el individualismo nos enseña machaconamente que hay que tener “éxito”. Hace falta volver la vista hacia las hormiguitas, las abejas, los castores y las comunidades indígenas, que viven en común y son un común con la madre tierra, que sufre un potente proceso destructivo que aumenta cada día, al mismo tiempo que crece día a día la tecnología extractivista y destructiva y para peor, al mismo tiempo que crece la represión contra quienes resisten. Los partidos y colectivos de afinidad cansan por prometernos un futuro de destrucción del estado o de administración del estado, sin dejar espacio para la expansión de la resistencia desde el mundo de la vida, sólo ellos deciden cuando y como luchar, detenerse, avanzar, etc. en tanto los demás somos soldaditos de plomo de sus estrategias reiterativas.

La idea es romper el cerco del estado, del mercado y de los partidos, y para ello hay que volver la vista al sujeto, no sujeto social ni sujeto revolucionario, sino al sujeto-cuerpo, a la persona, con sus necesidades, sufrimientos, alegrías y sueños, No somos números estadísticos para que nos controlen la vida o sumen fuerzas a nuestra costa y no nos dejan tomar nuestras propias decisiones, unos porque disfrutan del poder, otros porque quieren sacar a los primeros y ottros porque quieren acabar con todo. Para qué? Qué viene después: el reordenamiento de los fragmentos a partir de la “libertad”? Cuántas “comunidades” y okupas han sobrevivido más de cierto tiempo hasta que terminan agarrándose unos contra los otros? Pocas o muchas? Las que sean. Eso mismo nos va a pasar cuando “derstruyan” todo a su paso. Va a ser la lucha mortal de individualidades contra individualidades y los “colectivos conscientes” tendrán que imponer normas?.

Antes de pensar en asaltar el poder para tomarlo o destruirlo hay que pensar que eso es puro iluminismo y endiosamiento, estamos substituyendo al sujeto de la vida, del mundo de la vida, dominado y manipulado por el poder, pero que no actúa como sujeto porque el estado los subordina y los partidos e ideologías se pelean con meterles en la cabeza decenas de “caminos” y “estrategias de solución”. Que se vayan todos.

Mientras unos y otros se pelean por asaltar o destruir el estado y las instituciones para “después de eso” hacer otra cosa, nosotros, que no nos organizamos ni queremos decir a nadie a donde tiene que ir, trabajamos diariamente para la construcción de sujeto común del mundo de la vida, sujeto que al compartir diariamente algunos aspectos de su vida que sólo se hacen en el encierro de la casa, consigue quebrar la continuidad de las prácticas individualistas con el mero hecho de cortar una calle y que los niños de la cuadra jueguen mientras las señoras en la olla ven como los caballeros degustan algo líquido en el marco de la familia de la cuadra, la gran familia, por así decirlo. Así, en vez de salir a luchar contra los molinos de viento, armamos una huerta para la autogestión de nuestra alimentación sana sin transgénicos y plantas medicinales que curan y no “mantienen” como la química farmacéutica. No nos interesa salir a marchar contra Monsanto, ya que ninguna autoridad nos va a escuchar y sólo acumulan “fuerzas” las vanguardias parlamentarias y las que por ahora no lo son. Preferimos sembrar amarantos y frenar los transgénicos de facto. No nos interesa la lucha contra las farmacéuticas, sino producir medicinas naturales y cuando a un vecino le receten diclofenaco entregarle un papel que muestra las soluciones alternativas naturales y que él mismo escoja. Así paso a paso ir sustituyendo la continuidad de la dependencia sistémica por formas alternativas de vida en común, esto es, hacer otra cosa, otra sociedad, la comunidad autónoma, ahora y no en un futuro probable. La construcción es ahora y no mañana o pasado mañana o cuando la vanguardia se tome el poder o destruyan el estado, propuestas que llevan bastantes años y que no funcionan, ya hemos probado todos los tipos de gobiernos y estados, y todos caen en el capitalismo, ya que deben acumular ganancias para atender a la clientela que les vota y les apoya, lo que ha sucedido y se está desmoronando en los mal llamados gobiernos progresistas e izquierdistas del continente, así como la fallida experiencia socialista que ahora algunos grupos dicen que “no era socialista” y que ellos lo harán mejor. Y así nos tendrán hasta marearnos en el carrusel del va y viene. Para ellos no es posible aceptar que la gente en los barrios se encuentre para compartir asuntos cotidianos de la vida, como una salud propia o una escuelita propia barrial, y menos la construcción con medios naturales o la energía alternativa, que algunos toman casi como deporte o hobby.

Nos interesa que cada barrio se transforme en una gran familia, una especie de tribu, una comunidad, que haga muchas cosas en conjunto y las vaya entrecruzando para que unas actividades se retroalimenten con las otras y que sólo en casos necesarios para resolver alguna situación confusa, se reunan en una asamblea deliberativa sobre los asuntos comunes del Buen Vivir. Crear ahora una estructura asamblearia como órgano de poder local o democracia directa, o poder popular, por más que le llamen “comunitario”, no es más que poner la carreta delante de los bueyes o tener caciques sin indios.

Así el sujeto común puede desarrollar su propia mirada de mundo, sus propias interpretaciones, su propia subjetividad, su cosmovisión, sin necesidad de plegarse a uno de los paradigmas en disputa. Así, la acción política hoy día se refiere a la profundización de las experiencias del común y a su multiplicación en un barrio o cerro tras otro, de modo que cada uno, con autonomía, pueda intercambiar con el otro en un tejido que los kurdos llaman de “confederalismo democrático”, siguiendo, pero no copiando, algunas de las reflexiones de Murray Bookchim y de los zapatistas.

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

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