Clajadep :: Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular

Imprimir

¿Quién decide las formas de lucha?

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J) :: 01.07.15

Cuando la multitud enardecida derriba gobiernos, rompe vitrinas o saquea un supermercado, se trata de un acto democrático, pero cuando se trata de un grupo de iluminados que desean que la multitud rompa vitrinas o que saquee una tienda y salen como vanguardia a planificar la acción y dar el ejemplo, deja de ser un acto democrático y se transforma en un acto de manipulación

¿Quién decide las formas de lucha?

Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

Cuando la multitud enardecida derriba gobiernos, rompe vitrinas o saquea un supermercado, se trata de un acto democrático, pero cuando se trata de un grupo de iluminados que desean que la multitud rompa vitrinas o que saquee una tienda y salen como vanguardia a planificar la acción y dar el ejemplo, deja de ser un acto democrático y se transforma en un acto de manipulación, de conducción, de vanguardia, igual que un partido, ya que los inteligentes y conscientes se reunen entre ellos para planificar la ”acción” intentando competir con los partidos formales y ganarles el quien vive.

Los obreros de Valparaíso, como el caso de los ferroviarios, junto a pescadores, portuarios y tantos otros, allá por los albores del siglo pasado, tenían dirigentes un poco más lúcidos que los actuales “combatientes” de vanguardia, ya que formaban mancomunales y sociedades de socorros mutuos, no sólo entre afines a una ideología, sino que miles se inrorporaban y bajaban familias enteras de los cerros a las movilizaciones por el pan y el trabajo. Eso se ha perdido por el fetiche del estado, unos a ocuparlo y otros a “destruirlo” y cada uno de ellos hace sus jugadas intentando atraer y dirigir gente en pos de sus objetivos definidos obviamente entre ellos y sólo entre ellos, desplegando argumentos para “convencer” a los demás.

Si analizamos el bolsillo, el cuerpo y los sentimientos de la población, ellos tienen muchos más motivos que las vanguardias para estar inconformes, pero como no salen a “luchar”, asumen muchos que son inconcientes o han sido ganados por el sistema, por lo que aprovechan los grupos de afinidad para promover sus ideas y empujar en la dirección “correcta”. Sin embargo no se trata de una “aceptación” del sistema o del actual orden de las cosas, sino de una suerte de resignación ante la imbatibilidad del poder y la canalización hacia sus intereses “personales”, por lo que lo que se necesita es derrotar primeramente las prácticas individualistas generando espacios de prácticas compartidas donde sea la vivencia y no los discursos o llamados inflamados, la que genere nuevos comportamientos y, por lo tanto, nuevas prioridades y valores.

No hay nada más individualista que reunir un grupo para “hacer la revolución” mediante el desprecio a los que no son “conscientes”, que serán conducidos por el “buen camino”, en especial si vemos que esos buenos caminos hacen nata y se disputan unos a otros la feligresía. Si miramos al fondo de los corazones de todos, podemos ver que hay mucho de positivo allí, pero resulta más fácil y más cómodo juntarse entre correligionarios y sustituir a la población en las tareas del cambio.

¿Cuántos de esos jóvenes combativos lo siguen siendo cuando finalmente los agarra la máquina? Es impactante verificar que los que van quedando se cierran en especies de guetos donde vuelan alto los conceptos y las utopías, los métodos de lucha y los escritos radicales. Efectivamente arrastran miles de jóvenes, que luego al graduarse, buscar trabajo, casarse, tener hijos, pagar arriendo, deben abandonar las tareas revolucionarias y dedicarse a sus vidas personales. Muchos deben preguntarse cuál ha sido realmente su contribución al cambio fuera del placer de sentirse luchando por una causa. Con eso el sistema consigue que los “luchadores” vuelvan al redil y ayuden a sostener la reproducción sistémica.

A nuestro entender, no se trata de descubrir otro camino, sino de hacerlo con vecinos que puedan compartir cotidianeidades y construir sus propias maneras de producir alimentos y de pensar e interpretar el mundo sobre la base de cambiar de facto el sistema de relaciones locales, tanto económicas, como pedagógicas, sanitarias, amistosas, culturales, etc. Para eso no nos sirve la lucha a favor y contra el estado, ya que no puede ser algo externo, como la carnada del pez, lo que determine los andares, sino el despliegue de la potencia, el poder-hacer, ya que no hay camino y se hace al andar.

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

profesor_j@yahoo.com
unlibre@gmail.com
http://clajadep.lahaine.org

Síguenos en Twitter y en Facebook. Vamos a ampliar los espacios del debate y la divulgación sobre la autonomía comunitaria:
Twitter @yovanovicprofej
https://www.facebook.com/YovanovicProfeJ


https://clajadep.lahaine.org