Notas sobre Bolivia hoy
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Dos tendencias fundamentales cruzan las filas de la población boliviana.
Las corrientes y prácticas democráticas de base por una parte y las propuestas de formas estatales que conservando algunos contenidos populares, aspiran a mantener las modalidades verticales de una democracia formal aunque se recubran de discurso y objetivos “socialistas”.
Las corrientes y actividades de democracia en localidades están representada por la Coordinadora del Gas, que levanta un objetivo común para la acción de las diversidades. Diversas comunidades y agrupaciones han adscrito a la convocatoria de la Coordinadora sin perder su identidad ni sus programas locales de autoorganización, autogestión e iniciativas propias. También es visible la preeminencia de esa visión en las comunidades aymarás de El Alto y regiones adyacentes. Además en diferentes lugares de Bolivia, así como en sectores de bases de otras entidades es posible observar dicho accionar.
Esta corriente, por llamarla de esa manera, tiene su origen en la Coordinadora del Agua y la Vida de Cochabamba y en la confluencia de diferentes experiencias de otras regiones, aún en fases incipientes de configuración y presencia.
Esa actividad de base se cruza con las prácticas verticales que desarrollan las directivas de la COB, el MAS, la Confederación Campesina, varias Federaciones Obreras Departamentales, algunos regionales del Movimiento Sin Tierra y muchas comunidades originarias, en especial las articuladas por ONGs. La coordinadora contra el Alca fue una iniciativa que abiertamente postulaba la centralización de las orgánicas y regiones, a diferencia de la Coordinadora del Gas que hace del respeto a las diversidades su piedra filosofal.
Las corrientes que hacen de la verticalidad su fundamento, en especial las organizaciones sindicales y partidarias, deben desenvolver su accionar en constante tira y afloja con la tendencia a valorizar la actividad democrática de base, por lo que muchos dirigentes combinan el discurso en lo que en periodos anteriores hemos denominado de formas de transición de las organizaciones corporativas hacia una mayor predominancia del protagonismo de bases. El MAS, por la necesidad de incorporar cuadros experientes en las tareas de legislación y de funcionamiento institucional, se ha visto invadido de miembros de la izquierda tradicional que con sus prácticas muy poco democráticas, inclinan la balanza actual de la acción de ese partido a pesar de los esfuerzos de equilibrio que hace Evo Morales, que ha tratado en todo momento de no perder la iniciativa de las bases organizadas y con iniciativa, en especial de la región cocalera del Trópico de Cochabamba, donde la izquierda institucionalista no ha conseguido penetrar. Además las propias tareas de centralización y verticalismo que debe ejecutar un partido para operar dentro de las instituciones de la democracia formal han permeado la acción del MAS en algunas regiones y departamentos donde algunos dirigentes han priorizado por las formas de organización de arriba-abajo, poniéndose así en contradicción con las tendencias autónomas de bases. Ello obliga al despliegue de iniciativas y actividades constantes en las direcciones de dicho partido para neutralizar la corriente vertical, lo que de no contar con apoyo e intervención directa de las bases, continuará reforzando las prácticas superestructurales.
En la COB existe una predominancia de las corrientes verticales que desarrollan un activismo para quebrar las Federaciones Departamentales autónomas, entre ellas la de Cochabamba, a donde llegaron a impedir la elección de Óscar Olivera sin conseguirlo. También consiguieron maniobrar para mantener por fuera a la poderosa Confederación Campesina dirigida por las propias bases de esas comunidades originarias. En los mineros cooperativizados, la comprensión de la organización sindical ha modificado sus características, adoptando nuevas modalidades corporativas acordes con sus nuevas formas productivas. Allí se ha instalado un sector de la vieja izquierda vertical que utiliza la tradicional combatividad minera, que continua utilizándose de la dinamita para sus manifestaciones, para sus objetivos de erigir a la izquierda como gobierno de la democracia autoritaria. Los mineros se han transformado en fuerza de choque de esta corriente y fueron los encargados de desalojar a dinamitazos a los campesinos que habían ocupado la sede sindical exigiendo su participación.
En el último congreso de la COB este sector aprovechó que el MAS había ocupado cargos de dirección en la Confederación campesina para hablar de un quiebre que habría desplazado a Quispe de la jefatura campesina, y por eso la Confederación del campo hoy no está participando, siendo en realidad la base más organizada y poderosa de la COB, que ha perdido su característica anterior de representar nacionalmente a los obreros partiendo del numeroso contingente minero donde había nacido con Juan Lechín. La COB actualmente vive de su prestigio anterior y mantiene una cantidad enorme de cuadros de partidos de derecha, entre ellos el MIR, miembro de la social-democracia.
En la Confederación campesina hoy se verifican cuatro sectores, el del Mallku, con gran prestigio y organizaciones de bases bastante sólidas que han llegado a plantear la posibilidad de la autonomización de la región aymará del estado boliviano. La otra fuerza es el MAS, que ha conseguido elegir cuadros locales y nacionales que se desprenden de las iniciativas locales para subordinarse a la centralización partidaria, lo que ha resultado poco beneficioso para la consolidación real de esta confederación. La tercera fracción es dirigida por Adolfo Véliz, miembro de la izquierda tradicional y ha sido candidato apoyado por el Partido Comunista, que no ha perdido sus características estalinistas. No es determinante a nivel nacional, pero cuenta con algunos sectores de base organizada en las proximidades de Cochabamba. Por último los sectores autónomos, que sin constituir ninguna orgánica, se manifiestan en las más diversas regiones, a veces apoyando al Mallku, otras desarrollando políticas propias. Son muy antagónicos a Véliz, han tenido serios conflictos con algunos dirigentes del MAS, pero extienden su accionar lentamente con iniciativas como ocupaciones de tierras y discusiones sobre una asamblea constituyente.
En las comunidades originarias es posible distinguir tres grandes sectores siendo el de los aymarás el más nítido y autónomo. Le sigue el sector de los articulados por ONGs, algunas de las cuales parecen estimular la autonomía y en otras es demasiado obvio el control superestructural. Por último se han ido manifestando en los últimos meses algunas iniciativas propias en varias regiones, destacando la región guaraní.
El MST, Movimiento Sin Tierra, agrupa núcleos campesinos que han hecho de las ocupaciones su caballo de batalla y allí se cruzan dos tendencias, la centralizadora y las autonomías, habiendo la primera intervenido contra algunas acciones de las segundas para obligarlas a someterse al centro.
Donde es posible también diferenciar las corrientes verticales de las democráticas de base, es en las propuestas de ganar las elecciones a la presidencia y las de realizar una Asamblea Constituyente que refunde la región boliviana.
La primera concita el apoyo de partidos, ONGs, sindicalización Obrera Departamental de Cochabamba, la Coordinadora del Agua, del Gas y una gran cantidad de comunidades y grupos de base.
De esa manera Bolivia se mueve hoy entre esas dos aguas y no será la acción de líderes o vanguardias la que decidirá los rumbos de su población sino la capacidad real de implementar prácticas democráticas de base en las localidades.