Respuesta a Raquel Gutiérrez
Hola Raquel
Leí de inmediato (y he releído) el texto inicial de Horizontes Comunitarios, el blog que pusieron al aire. Lo subimos a la página de Pueblos en Camino bajo la sección Así Sí! en Prácticas y Saberes, pero también y de inmediato lo circulamos en el facebook de Pueblos en Camino y en otras redes. Otro tanto hizo el Tejido de Comunicación de la ACIN, tanto en su página como en Facebook.
Quiero hacer algunos comentarios iniciales al blog y al texto, que me surgieron de inmediato. No son elaboraciones profundas. Más bien, son reacciones que ponen de manifiesto la forma en que las preguntas que plantea el texto contagian y exigen.
En primer lugar, el sentido y la dinámica del blog me parecen excelentes. Provocar, invitar a la reflexión y generar un ritmo que invita al intercambio, a la conversación paciente, al debate es maravilloso. Cambia lo usual de estos medios, que reclama cantidad y velocidad, por un tempo de presencia, compartir, serenidad. Pero además, se abre una bodega de textos, selectos, cuidadosamente invitados a la conversación de modo que no se trata de un archivo erudito, sino de palabras y búsquedas tejidas a la conversación. Pero, todo esto tiene un eje, un corazón y un alma y es lo que planteas en el texto inicial y se propone con el nombre del blog, Horizontes Comunitarios, por un sentido común de la disidencia! Gracias por este espacio. Creo que entrarle a la conversación y contribuir con mis propias dudas y preguntas, participando, es la mejor manera de involucrarme.
Parto de lo que planteas y de los dos ejes propuestos sin escribir entre líneas. Con el texto como espejo, me encontré con mucho de lo que vengo trabajando y me identifico con el camino que nos reclaman estos horizontes.
No puedo contar la cantidad de historias, experiencias y anécdotas que ilustran y a partir de las cuales surgen estos planteamientos. La gente quiere vivir y por eso, desprecia “La Política y Lo Político” en tanto categorías y estructuras dominantes y establecidas. Me refiero en particular a la gente que conscientemente se niega a acomodarse y a obedecer.
La otra noche tomamos un taxi en Bogotá. Los taxistas de esta ciudad son una oportunidad y una experiencia únicas. Quienes se sientan en silencio a esperar llegar a su destino pierden. Era un carrito desvencijado, a las 11 de la noche, en el centro de la ciudad, con el radio en las noticias. Dos cuadras después de arrancar el conductor exclama con irritación y frustración: “Hola, ¿será que nunca nos vamos a tocar con todas las porquerías que nos están haciendo? Nosotros si estamos jodidos. Es que es el colmo! Todo esa corrupción, todo el abuso. Nos volvieron una mierda. Nos manosean y nosotros ahí…” Nos mira verdaderamente irritado y empieza a enumerar ejemplos que no es necesario repetir. Cualquiera los imagina. La clase política, los partidos, la política pública, los carruseles de ladrones, las trampas jurídicas, los discursos falsos etc. El aparato de “La Política”. Además de firme y molesto, el hombre tiene un sentido del humor y del ridículo maravilloso de modo que los ejemplos que señala, la realidad de “la política” y su ejercicio es verdaderamente absurda. Aunque cita partidos, dirigentes, administradores concretos, esto es secundario. Es claro que en esencia da lo mismo. Eso, “la política”, es el absurdo, el ridículo….el colmo! No sentimos los cortos 20 minutos de viaje en el que era evidente que nos ubicamos en el mismo lugar. Al llegar nos dice “Ay…no se bajen todavía, demos otra vueltita para seguir hablando!¨ En efecto, se demoró en cobrarnos hasta terminar una historia y agregó “¿Hola, porqué no los recojo mañana a la hora que necesiten y la seguimos?” Bajamos riendo, renovados, repasando a carcajadas las historias y las burlas. La elocuencia de las imágenes y de las mismas historias que son titulares de medios, retomadas desde una perspectiva que las pone en ese lugar desde donde aparecen como imposibles, intolerables, absolutamente reales y recurrentes. Tristes por la brevedad del viaje.
Los domingos hay ciclo vías en Bogotá, desde los años 80. Las principales vías se cierran al tráfico vehicular y la gente las ocupa. En más de 30 años, esta ocupación se ha consolidado de manera tal que se transita y se vive una realidad que se nombra a sí misma desde lo colectivo. Mientras la gente hace cola para entrar a la Cinemateca Distrital a ver buen cine barato, un hombre empobrecido, afrocolombiano y mayor, canta boleros con estilo propio, de la época del “Jefe” Daniel Santos. Retumba estremeciéndonos bajo el cielo raso del Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, “Los aretes que le faltan a la luna”. Al terminar recorre la cola del cine recogiendo monedas y bromeando con la gente. Pregunta por la película que vamos a ver “César debe Morir”, de Paolo y Vitorio Taviani, comentando sarcástico que vamos a ver en pantalla y pagando lo que pasa en las calles, pero no tenemos unas monedas para la película de la calle que el protagoniza. Un grupo de jóvenes alega que estaban lejos de su voz y no pagan porque no lo escucharon bien, insinuando que no tiene derecho a cobrar por lo que no ha entregado. El hombre sonríe y les habla de Julio César en Roma y de Brutus, su asesino, que está aún más lejos y sin embargo, aprovechan su muerte aún hoy y pagan con gusto por su historia. Los jóvenes, no le entienden. No saben de qué Julio César está hablando y se molestan porque se refiera a ellos como Brutus. La carrera séptima está llena de gente, de bicicletas, de vendedores y vendedoras, de historias…Allí se reproduce la vida. Se generaron unas condiciones que la gente ha aprovechado para vivir, para tejerse. Es un espacio ocupado, recuperado…
No hay criterios en la selección de estas historias ni en la exclusión de muchas otras. Evocan, convocan y, sin complicaciones me permiten compartir una reflexión en curso. La gente, todas y todos, aprovechan, aprovechamos los espacios que se den, en las condiciones que existan, para vivir. Una será la intención del poder, del diseñador, del ámbito de “la política”. Muy otro, lo que se hace a pesar y en medio de esto. Siempre es así. Violeta Parra y sus hermanos cambiaban cuecas por un pan en las mañanas del hambre, lo que reitera la cueca y la creatividad y señala la estructura que somete al hambre. ¿Pero se niega Violeta por el hambre o la cueca y el sentir y hacer popular y colectivo por la política que excluye, explota y transforma en mercancía o desecha la vida colectiva?
El taxista y sus pasajeros viven bajo la política monetaria de una relación mercantil. Tiempo y distancia tienen precio y el dueño del vehículo acumula la plusvalía generada por el trabajo del conductor etc. Por ahí podemos seguir, pero, en medio y a pesar de esto, tan real y duro, el hombre agrieta el poder y la dinámica de acumulación. Aprovecha el tiempo y la distancia para encontrarnos en esos tiempos otros de modo que la distancia resulta corta y duele la carencia de continuidad y afecto que genera la estructura de la relación abstracta. Me niego a analizar y a disecar estas historias. Tal como sucede en la ciclo vía o en la ciclo vida, mejor, hay que vivir no más, que es lo que nos gusta y crear, reproducir esa vida. Luchar haciéndolo. Escuchar y compartir. Eso es lo que le gusta a la gente, por eso despreciamos “La Política y “lo Político”. La Violeta se puso a recorrer, escuchando las canciones que nunca se habían escrito. Ahí está esa mujer campesina que le canta una cueca y le advierte “escríbala usted, señorita que yo no se leer y escribir”.
La dominación es la historia de los vencedores y de sus categorías. Suyas, pero impuestas, dominantes, cotidianas, que se multiplican y penetran. Así como se lo inventaron todo y lo nombran todo para dominar de modo que no quede nada por fuera de esa realidad que nombran sus categorías. El lenguaje del poder. Por ahí leí hace poco que al nacer, nos cae encima el enorme y aplastante peso del lenguaje. Que vivir es, precisamente, recibir ese peso y convertirnos en lo que nombra y en el camino, agregar unas palabras atrapadas en la Historia que domina para que caiga sobre quienes nos heredan. Si y No! Para empezar, no quiero tergiversar en términos inteligibles, lo que se nombra y se vive en sus propios términos negándose a la trampa de la historia y de “la política”. Respetar la vida reproduciéndose, sin traducirla al lenguaje y condiciones que la niegan y la explotan. Re-conocer que vivir es a pesar de y no únicamente dentro. Que hay lenguajes a pesar de la gramática y los términos y normas que heredamos.
Lo que aceptamos y asumimos como “política” y “político”, como bien lo señala con muchos ejemplos Holloway en Agrietar con tantos ejemplos diversos, son categorías, inseparables de estructuras y condiciones. La vida, su reproducción, no cabe en estas estructuras y categorías. Ni siquiera en aquellas teorías y fuerzas que surgen a partir de la crítica a la dominación, la explotación y su análisis para organizar la resistencia y la transformación. Pertenecen a un plano que se nos impone desde arriba y que se hace inteligible en los términos del poder. Para hablar de política o hacerla, tenemos que aceptar la palabra del otro, su dinámica…lo que “ES la política”.
Es así. Me acuerdo de Benjamin y corro a leer de nuevo Las Tesis sobre la Filosofía de la Historia. Buscando específicamente algunas cosas que vuelvo a sentir como grietas y rupturas. A la bodega de Horizontes tendría que llegar en lugar privilegiado este texto de sus tesis para conversar incansablemente con ellas.
Es acá donde quisiera dejar algunas búsquedas abiertas, conversando con Benjamin. Antes diré que hay una dinámica riquísima. Una pugna constante de la que han resultado visiblemente vencedores los poderes dominantes y “la política” que nos imponen, aún la de izquierdas que termina siendo esa manga de la camisa de fuerza con que nos encierran y asfixian. Pienso por ejemplo que en todas partes y a toda hora, la gente lucha dentro de las estructuras, por tejerse y reproducir la vida. Aprovechar las condiciones para vivir y cambiarlas. Lentamente, reivindicando derechos, obstaculizando rutinas, obstruyendo, demorando, sirviéndonos de lo que nos exigen para hacer y decir otras cosas. Aprovechando la ciclo vida. Allí se han preservado y enriquecido saberes, sabores y prácticas. Allí seguimos tejiéndonos. Allí y e claro, en las luchas populares, en los movimientos y procesos que vienen de allí. Desde allí estallamos acá y allá de diversas formas y en los estallidos o en tantas otras dinámicas, se perpetúan y diversifican las tramas que no caben ni en la dominación ni, claro, en “la política”.
Pero también hasta allá llega, penetra, la explotación y el despojo, expropiando, cerrando espacios y negando. Creando ámbitos como lo que Hannah Arendt llamó la “fábrica de Cadáveres”. En “Los orígenes del Totalitarismo”, explica ella esto, precisamente, la amenaza de lo Total, como el poder que niega las tramas colectivas, la posibilidad de que el taxista pueda siquiera aprovechar el espacio, el sumum del poder y de la “política” totales en las que se le niega al ser humano su sentido al negárselo a la vida, no en teoría: de hecho. Antes de exterminarlos, están muertos, porque, precisamente, no quedan espacios para la trama colectiva. Ni siquiera las ganas o el sentido de hacerlo. El “Homo Sacer” de Giorgio Agamben en “Lo que queda de Auschwitz”. Pueden hacerlo. Lo han hecho, como lo demuestra Arendt y la historia. Un dispositivo que ella señala con claridad es el del “carácter burgués”, como la dinámica del Pater Familias. Un hombre, en los ámbitos micro-sociales de la dominación, que hace lo que sea necesario para garantizar la seguridad de su familia, empezando por delegar su responsabilidad y juicio. Decide el que manda a cambio de seguridad. La SA, fue reemplazada por la Gestapo, precisamente para reemplazar desadaptados sociales por “hombres normales”, dispuestos a transformarse impersonalmente en monstruos, en la banalidad del mal, como administradores de la forma más impersonal de “la política”. “La política” en su forma más pura y total.
Ahora si, regreso a Benjamin que escribe sus tesis sintiendo el peligro en ciernes del totalitarismo. La bellísima IV Tesis merece estar acá, al tiempo que reconozco que no puede desprenderse de esa criatura vital que es la totalidad del texto:
“IV
Procuraos primero alimento y vestido, que así
el Reino de Dios os llegará por sí mismo.
Hegel, 1807
La lucha de clases que tiene siempre ante los ojos el
materialista histórico educado en Marx es la lucha por
las cosas toscas y materiales, sin las cuales no hay
cosas finas y espirituales. Estas últimas, sin embargo,
están presentes en la lucha de clases de una manera
diferente de la que tienen en la representación que hay
de ellas como un botín que cae en manos del vencedor.
Están vivas en esta lucha en forma de confianza en sí
mismo, de valentía, de humor, de astucia, de
incondicionalidad, y su eficacia se remonta en la
lejanía del tiempo. Van a poner en cuestión, siempre de
nuevo, todos los triunfos que alguna vez favorecieron a
los dominadores. Como las flores vuelven su corola hacia
el sol, así también todo lo que ha sido, en virtud de
un heliotropismo de estirpe secreta, tiende a dirigirse
hacia ese sol que está por salir en el cielo de la
historia. Con ésta, la más inaparente de todas las
transformaciones, debe saber entenderse el materialista
histórico.”
En la consecución de las cosas toscas y materiales al servicio de reproducir la vida, allí, está, ha estado siempre, está hoy mismo viva la política otra, que no se entiende de ninguna manera comparándola con esta que nos cae de encima, nos somete y desvirtúa el sentido de los horizontes que nos planteamos en ese vivir que nos gusta y a cuyo propósito nos entregamos. Lo que hace que luchar sea cantar un bolero en la ciclo vía o cuestionar el costo de una carrera en un taxi y su propósito. Allí donde suceden otras cosas que agrietan. Ese Materialismo Histórico que no cupo ya en las interpretaciones esquemáticas de los partidos marxistas. No se trata de negar el peligro totalitario siempre presente. No se puede ignorar el poder ni “la política” del conquistador ni su conquista. Por el contrario, el mismo Benjamin lo señala, lo que nos permite superar la historia del historicista, y encontrarnos en ese otro tiempo que no es el de los vencedores y acontecimientos es, por ejemplo, reconocernos en ese instante de peligro en el que hasta de nuestros muertos podemos ser despojados. Frente al riesgo de que nuestras propias luchas y tramas pasen a alimentar “la Política” al asumir que la única manera, el único horizonte, es el de ellos en su lenguaje.
El material del horizonte de los horizontes comunitarios de la política y de los sentidos de las disidencias han salido, como lo recuerda Benjamin, a dispararle a los relojes simultáneamente desde diversos lugares y a rechazar los calendarios. El Angelus Novus de Klee, que es arrastrado de espaldas por el viento del progreso observa la historia en la que los vencedores, masacran, excluyen, niegan, explotan y se apropian recurrentemente a través de “la Política” y de “lo Político” como categorías de la conquista, de las tramas colectivas donde se reproduce y se sigue reproduciendo la vida.
Ese tiempo otro, presente pero negado, permanente, pero tejido a la vida, que brota “como el musguito en la piedra”, que se levanta para luego ser atrapado aparentemente en las condiciones y razones de Estado o en los tratados e ideologías, al que amenaza lo totalitario, ¿no será Horizonte Político como siempre lo ha sido? Si nos quitamos la máscara de lo que asumimos como “político”, ¿qué encontramos? Lo cierto es que está, siempre ha estado y vive, es lo que garantiza la vida.
Esta “Es una reflexión que procura dar una idea
respecto de lo caro que le cuesta a nuestro pensamiento
habitual una representación de la historia que evite
toda complicidad con aquella a la que esos políticos
siguen aferrados.” Walter Benjamin, Tesis X
Un abrazo y adelante!!!
Manuel Rozental