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Los veganos y los vegetarianos creen que no matan animales, pero sí lo hacen

Claudio Bertonatti :: 22.10.15

Hace menos de una semana, Claudio Bertonatti, uno de los naturalistas más reconocidos de Argentina, escribió un artículo que provocó un terremoto. El tsunami ha llegado hasta España, y es probable que se extienda aún más.

“Los veganos y los vegetarianos creen que no matan animales, pero sí lo hacen”
Martes.20 de octubre de 2015
El ambientólogo Claudio Bertonatti explica su polémico artículo.

Publicamos este artículo por el posible interés que pueda representar conocer esta opinión, pero dejando claro que en este tema Tortuga no tiene una posición como colectivo.
Nota de Tortuga.
http://www.grupotortuga.com

Por: Alba Muñoz

Hace menos de una semana, Claudio Bertonatti, uno de los naturalistas más reconocidos de Argentina, escribió un artículo que provocó un terremoto. El tsunami ha llegado hasta aquí, y es probable que se extienda aún más.

En su texto, La confusión del veganismo, advierte que consumir vegetales no evita la muerte de animales. Bertonatti ha enfurecido a cientos de veganos y vegetarianos, también a otros profesionales de la conservación de la naturaleza. Sin embargo, muchos de los que le leyeron aprendieron algo sobre los derechos de los animales que nunca se habían parado a pensar.

Hemos hablado con Claudio sobre su idea sísmica, y también sobre las claves de la polémica.

Claudio, usted ha sido vegetariano. ¿Por qué tomó esa decisión?

Cuando era adolescente me empezaron a interesar la naturaleza y los animales, y pensé que al convertirme al vegetarianismo iba a evitar la muerte de muchos de ellos. Pero cambié de opinión.

¿Qué pasó?

Empecé a estudiar la naturaleza y la fauna, a salir al campo a observar. Me di cuenta de que en los cultivos agrícolas no había aves, y que las pocas que había estaban perseguidas. Entonces estudié anfibios, mamíferos, reptiles y peces, y me di cuenta de que estaba confundido.

¿Por qué?

Siendo vegetariano evitaba la muerte y el sufrimiento de los animales domésticos, pero no la de las especies silvestres. Y muchas de estas, a diferencia de las vacas, los cerdos y las cabras, están desapareciendo. Entonces cambié, y volví a ser omnívoro.

¿Qué le impulsó a escribir este artículo?

En Argentina me topo con mucha gente que dice ser defensora de la naturaleza porque no come carne y no llevan cueros ni zapatos de piel. Creen que siendo veganos o vegetarianos evitan cualquier muerte animal. No es cierto.

¿Por qué?

Desde el momento en que los humanos empezamos a criar ganado y adoptamos la agricultura, generamos impactos. No hay especie animal que no mate o no coma mediante la muerte de otros animales, directa o indirectamente. Entiendo que puede ser doloroso, a mí también me gustaría vivir en un mundo ideal, pero la realidad es otra. No todos, pero muchos veganos creen que no causan ninguna muerte, lo mismo que la gente que viste sólo ropa de algodón, y sí lo hacen.

¿Muertes indirectas?

Trigo, arroz, maíz. La mayoría de los veganos los comen. El primer impacto de los cultivos masivos es la deforestación: desalojamos a la naturaleza para plantar. En Argentina directamente se quema la selva y se queman nidos con lanzallamas. Luego hay que defender la siembra de las aves que vienen a hurgar, por lo que muchos propietarios distribuyen granos envenenados. Después, los herbívoros silvestres van a ir a por los primeros brotes: se ponen entonces alambradas eléctricas, o directamente se cazan a tiros.

¿Qué ocurre en la cosecha?

Se fumiga para combatir hongos, insectos, otras plantas. Las animales que expulsaste van a ir a los lugares vecinos, donde ya hay animales: no hay más plazas de hotel. Entonces van a los cultivos vecinos, y se produce otra ola de impactos.

Por el contrario, afirma que en los campos que se dedican al ganado hay más especies animales.

En Argentina hay muchos pastizales silvestres. Sales a caminar y encuentras de todo: anfibios, reptiles, pájaros. Por supuesto, mentiría si dijese que hay los mismos animales que si no estuvieran las vacas. El ganadero también persigue a la fauna y matará a todo animal que considere perjudicial para su producción. Pero aún así el impacto es menor. Al decir esto mucha gente siente que la estoy acorralando.

¿En qué sentido?

En el sentido de que no hay una posición correcta: si comes carne matas animales, y si comes plantas también. Mucha gente que se preocupa por temas ambientales busca los buenos y los malos, y no es así, todo es más complejo.

Ponga un ejemplo.

Aquí hay mucha gente que se manifiesta diciendo “No a la minería”. El lema debería ser “no a la minería que explota recursos y personas de forma desaforada”. Esa gente usa computadoras que no existirían sin los metales que salen de las minas. Me sorprende que no puedan ver más allá.

La mayoría de los mataderos en Argentina son ejemplos de crueldad. ¡Cómo voy a decir lo contrario!

¿Qué opina de la forma en la que se produce la carne de forma mayoritaria, de la industria cárnica?

Es una tragedia. El feedlot y la mayoría de los mataderos en Argentina son ejemplos excelsos de crueldad. ¡Cómo voy a decir lo contrario!

Hay datos que señalan que los recursos para conseguir carne son tremendos en comparación con los vegetales. Y que, de hecho, los cultivos son una buena parte de esos recursos: en un alto porcentaje, se utilizan para alimentar al ganado.

Así es, sé que la mayoría de los cultivos de soja sirven para eso. Yo no digo que los veganos sean tontos ni que haya que ser carnívoro, digo que hay que ser normal y solidario, adoptar una posición inteligente.

Para un fundamentalista hablar de muerte es pecado. ¿Cómo quiere que la llame, eutanasia?

¿Cuál es esa posición inteligente?

Ser solidario con la naturaleza, el mal menor. Hay que fomentar el consumo responsable y la muerte humanitaria de las reses, pero para un fundamentalista hablar de muerte es pecado. ¿Cómo quiere que la llame, eutanasia?

Si lo he entendido, usted lo que pretende es advertir a algunos veganos y vegetarianos de que no es posible el impacto cero.

La mayoría de las personas vivimos en ciudades, y muchas desconocen el mundo natural. Pregúntale a tus amigos si son capaces de nombrar 10 animales o 10 plantas silvestres del entorno donde viven.

Probablemente no podamos.

Si no conocemos la naturaleza, su diversidad, tampoco podemos valorarla. Nuestro universo se restringe a lo que vemos: perros, gatos, canarios, gallinas, cerdos, patos, vacas. Nuestra sensibilidad se dirige a ellos, y es como mirar a través del agujero de una cerradura. El mundo es más amplio y más complejo, puedes aceptarlo o no.

Habla como si conociera a muchos fanáticos.

Hay fundamentalistas carnívoros y veganos. Cuando les escucho con ese tono tan carente de dudas, con un nivel de certeza, como científico, me asusta. En una posición fundamentalista sólo se presta atención a la gente que piensa como uno mismo, y los demás, si no son enemigos, amigos no son. Es contradictorio.

Nuestro universo se restringe a lo que vemos: perros, gatos, gallinas, cerdos, vacas. Nuestra sensibilidad se dirige sólo a ellos

¿El qué?

Que un carnívoro sea violento me resulta hasta comprensible, pero que un vegano lo sea es filosóficamente incongruente.

¿Ha conocido a veganos violentos?

Fui director geneeral del zoológico de Buenos Aires. Renuncié porque intenté transformarlo en un centro de conservación de especies amenazadas y no pude. Había veganos que se manifestaban en la puerta del zoo y gritaban asesinos a la gente que entraba, a los niños incluso. Eso le hace daño al veganismo. La gente piensa: si el veganismo es esto, no quiero saber nada. No son todos, claro, pero hay mucha gente que desarrolla una empatía enorme sólo por los animales domésticos. Muchos acaban odiando a la gente, y eso es patológico, no es bueno.

Que un carnívoro sea violento me resulta comprensible, que un vegano lo sea es filosóficamente incongruente

En su artículo dice que si la humanidad se hiciera vegana de pronto, sería una tragedia. Pero hay quien dice que si todos fuéramos veganos necesitaríamos menos cultivos que siendo omnívoros.

Yo escribí el artículo para poder debatir en mi país, donde el movimiento vegano viene con un análisis precario del medio ambiente. Si toda la humanidad se volviera vegana pensando así (no por otros motivos filosóficos, regligiosos, de salud, con los que no me meto), sería una tragedia porque no estaríamos comprendiendo los problemas medioambientales del mundo.

No le convencen estos datos.

Si un veganismo bien entendido contribuye a mejorar el mundo natural me haré vegano con gratitud. A mí lo que me preocupa es la conservación de la biodiversidad, que la riqueza de formas de vida que hay en el mundo no se empobrezca.

Pero, insisto, ¿si todos los argentinos fueran veganos, no harían falta menos cultivos?

No lo sé. Digo que no hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad. No soy especialista en desarollo agroproductivo, pero por lo que sé sobre el medio ambiente, siempre conviene diversificar la producción. Que haya cultivos, vacas, apicultores…diverso.

¿Qué carencias ve en el movimiento vegano?

Nunca los veo luchando por la creación de nuevos espacios protegidos, o combatiendo el tráfico ilegal de especies. Los veo contra las corridas de toros, que ya no se celebran en Argentina, y contra los mataderos. Es como si solo vieran los animales domésticos que, insisto, no se están extinguiendo. No digo que esté mal, sólo que hay mucho más que eso.

En general, ¿cree que no hay suficiente conexión entre el veganismo y la conciencia ecologista?

Lo que me parece peligroso es que dediques todo tu esfuerzo a salvar el gato negro sin saber nada del medio ambiente, porque igual estás malgastando ese esfuerzo, o ese esfuerzo podría tener más impacto en otro lado. Hay que tener una visión amplia, quizá te ayude a analizar mejor la situación. Si después quieres dedicarte a la defensa de los gatos negros, me parece bárbaro, te lo agradezco. No es incompatible la defensa de los derechos de los animales con la conservación de la naturaleza.

Es evidente que hay un choque entre ambientalistas y animalistas, y sin duda va a marcar el futuro de la humanidad.

Me recuerda un poco a los partidos de izquierda. Parecen enemigos entre sí cuando en realidad son lo más parecido y los que deberían ser más afines. ¿Sabes quién es el mayor enemigo de la conservación de la naturaleza?

¿Quién?

El indiferente. Muchos indiferentes creen que todos los que estamos preocupados por el medio ambiente somos iguales, que no comemos carne, que somos monjes verdes y no tenemos sexo. No es cierto, ¡somos gente normal!

Los ambientalistas creen que los veganos y vegetarianos son meros sentimentales. Por otro lado me preocupa la indiferencia por los animales silvestres y la biodiversidad

La naturaleza lleva implícita la muerte. Mezclar sentimientos con la naturaleza no parece muy científico, pero por otro lado está la conciencia humana y la responsabilidad sobre una industria contraminante y atroz. ¿Quién se equivoca?

Hay errores en los dos bandos. Los ambientalistas creen que los veganos y vegetarianos son meros sentimentales. Por otro lado me preocupa la indiferencia por los animales silvestres y la biodiversidad, no es coherente. Asumo que la humanidad es una máquina de devorar el mundo, un antropólogo dijo que encarnamos un modelo cosmofágico, devoramos lo que nos rodea.

¿Está satisfecho con el revuelo que ha causado su texto?

Muchos me insultan, me atacan diciendo que maté a un oso polar, lo cual no es cierto. Otros me están aportando nuevas visiones, ¡y yo les doy mil gracias! Yo solo soy un albañil de la conservación de la naturaleza, un jardinero, y me equivocado miles de veces. Hago lo que puedo y no me ofendo por equivocarme. Pienso como un científico, no como un fundamentalista.

Comentartio de Jaime Yovanovic Prieto

“Los veganos y los vegetarianos creen que no matan animales, pero sí lo hacen”
22 de octubre 16:21, por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

Los partidos se dividen y nos dividen entre izquierda, centro y derecha. Los de izquierda se dividen y nos dividen de mil maneras. Las iglesias también. Cada uno con su verdad, lo que es funcional a la desnaturalización de lo humano al domesticar e intervenir la naturaleza, y también es funcional a la fragmentación del ser ser humano comunitario en individualidades poseidas por el Yo, el individualismo. La agricultura, la ganadería, la propiedad, el patriarcado y el poder son el fin de la vida compartida del común y el inicio de la “sociedad” donde muchos luchan por articular los fragmentos de esta o de la otra manera.

Antes de discutir si la vaca, la araña, la soja, la nutria, el maiz, lo que comemos, cuando y como, debemos reconstruir el ser común, de otro modo seguiremos siendo arena de peleas de gallos individuales y colectivos arrojándose unos contra los otros en medio del laberinto sistémico estructurado para eso. Las formas de vida comunitaria, la autogestión común de la vida, demuestran que los animales y vegetales no son “objeto” de estudio de un “sujeto” lleno de arrogancia criado en medio del sistema de las relaciones individuales.

Esos que discuten no son sujetos, lo siento mucho, personalmente no soy sujeto, somos todos fragmentos del común, y la tarea es re-encontrarnos, re-naturalizarnos y re-humanizarnos, lo que no se aviene con recursos lógicos o de la racionalidad instrumental, sino dando rienda rienda al instinto, salvaje o silvestre, como le quieran poner. Para eso necesitamois hacer miles de pequeñas actividades compartidas en el barrio y en todos los barrios, para estimular el roce de los cuerpos y la circulación de los afectos y los instintos. De allí proviene el retorno del común. Los indígenas dicen que caminan mirando para atrás, que el futuro no vendrá, pues es lo que fue, es decir, la vuelta al común es nuestro futuro, al omnia est comunia. Sin eso, la pelea entre veganos, vegetarianos, y no veganos o no vegetarianos, se transforma en una división más que se opone a la vuelta al común y que consolida la sociedad de fragmentos que se controlan con la fuerza y con la adscripción a las formas y ritmos del indidividualismo.

Todos al común, allí se descubrirá el modo de alimentarse respetando los ciclos, flujos e interacciónes del mundo natural, del que somos la parte pensante y hablante.


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