La lucha de resistencia o de autodefensa de los pueblos no sigue la lógica “deportiva” o de ajedréz de los poderosos o de los que luchan por el poder, que desenrrollan la madeja que se les opone como el gato juega con el ratón.
ISIS y Francia: Entretelones de la guerra
Por Jaime Yovanovic Prieto
Cuando estaba en la clandestinidad en la lucha contra la dictadura chilena que derrocó sangrientamente a Allende, un comando del MIR mató al general Carol Urzúa y la respuesta de los altos mandos militares fue meter cohetes en las casas donde se resguardaba la dirección militar del MIR. Lo que demuestra que hace rato los tenían marcados para golpearlos cuando “fuese necesario”, así como los escuchaban, observaban, grababan y seguían a los mensajeros para configurar más detalles de la organización, en cuyas casas también hacían lo mismo. Al parecer no los pescaron para poder desbaratar los hilos que salían de allí o que llegaban de otros lados. La lucha de resistencia o de autodefensa de los pueblos no sigue la lógica “deportiva” o de ajedréz de los poderosos o de los que luchan por el poder, que desenrrollan la madeja que se les opone como el gato juega con el ratón.
La guerra de ISIS contra Occidente no es diferente de cualquiera que luche por el poder y la guerra de Francia contra los pueblos de Oriente Medio, África o Asia, siempre se ha caracterizado por el juego del gato contra el ratón, ya que no vamos a creer que descubrieron en dos días donde estaba el cuartel general, campos de entrenamiento y arsenales claves del Estado Islámico, sino que hace rato ya tenían los datos y los escuchaban, observaban, grababan y seguían con métodos altamente sofisticados e insospechados por los creadores de películas del tema destinadas a desinformar técnica e ideológicamente a los incautos, que para el caso hacen nata. En la guerra, como cualquiera otro tema, aparecen según las ideologías y las propagandas los “buenos” o “afines” y los “malos” o “enemigos”. Igual que en cada país nos hacen pelear abajo entre izquierda, centro, derecha y extremos, para cuando están allá arriba negocian los ajustes de la dominación. Antes había la ideología del proletariado, que llevaba a algunos sectores de izquierda a plantear adecuadamente un gobierno de los productores de plusvalía, es decir, del eje de la composición orgánica del capital, pero al acabar la producción de plusvalía y reducirse a una mínima expresión, adoptaron el positivismo y el estructuralismo de desconocer que en la relación del capital la compraventa de fuerza de trabajo es a condición de producir plusvalía, y al modificarse ese fundamento de la composición orgánica del capital, en el fondo se está modificando el modo de producción, lo que genera nuevas contradicciones y nuevas tensiones que esas viejas corrientes no están dispuestas a aceptar ni asumir, pues se les desarma el naipe. De allí que apelan constantemente a los trabajadores (que hacen funcionar hoy día la producción mediante trabajo que al no producir plusvalía se trasforma en lo que es: trabajo esclavo o semi-esclavo, engatuzados por el mercado y por las ideologías que disputan la máquina del estado y el poder, o para “destruirla”) para la “revolución” que dirigirán ellos para administrar la clientela institucional sobre la base de las ruinas de la relación orgánica del capital y el surgimiento del nuevo modo de producción pos-capitalista, en que la explotación del hombre por el hombre ha transitado a la explotación del hombre, la mujer, las familias y la naturaleza -sobre todo esta última- por el hombre, los poderosos, que suman a su modelo a los funcionarios públicos, a los operadores de la moderna tecnología y capas privilegiadas que asumen gustosamente su posición subordinada en la cima de la pirámide social.
De allí que las guerras actuales tienen como trasfondo el control de materias primas, territorios y población sometida, que son los objetivos de ISIS, camuflados por la religiosidad, y de Francia, encubiertos tras la patria y similares.
Habrá que preguntarse si estos nuevos contendores de la civilización occidental no serán también un producto de las nuevas condiciones, como lo es el aumento creciente del fascismo, el narcotráfico y la extrema derecha en todas partes, así como la militarización de las periferias de las ciudades. Así la paz anhelada por muchos parece ser solamente el retorno a la cotidianidad de una forma de vida que complace a muchos, aunque obviamente no a la inmensa mayoría del planeta, de donde vienen soluciones propias como la autoorganización en comunidades autónomas que no dependen de los vaivenes del estado ni de la lucha por el poder, así como la estimulante revitalización de las comunidades indígenas u originarias en todas partes y el evidente proceso germinal de instalar nuevas formas de vida en periferias urbanas.
Tal vez en esos procesos desde abajo habría que prestar más atención, tiempos, energías, reflexiones y acciones, que en los horrores de quienes disputan la dominación, los estados y los poderes, que van dejando centenares y miles de muertos a su paso, como es la acción del Estado islámico, la invasión a otros países y las decenas de muertos en comunidades indígenas que ha dejado la “lucha” de las Farc en Colombia. En México ya ha quedao claro para todos que la resistencia contra los cárteles aliados con el estado, está resultando en un aumento creciente de las formas de autodefensa comunitaria asentadas en las propias comunidades y no más como antes en destacamentos ideológicos que van tras lo mismo, aunque digan que lo harán ”diferente”.
Jaime Yovanovic Prieto
unlibre@gmail.com