Los estados, que no sirven para nada, salvo para mantener financiamientos centrales en cuatro o cinco áreas tales como fuerzas armadas y policiales, educación, salud y obras públicas, en todas partes se están desmoronando y los poderosos se están hinchando mediante el método de apretar aún más el cuello de los trabajadores, de los barrios periféricos, de las comunidades y de la naturaleza, lo que está llevando a las poblaciones a cuestionar las instituciones, asustarse y a cambiar los gobiernos
La crisis de los estados y las perspectivas de cambio
Por Jaime Yovanovic Prieto
Los estados, que no sirven para nada, salvo para mantener financiamientos centrales en cuatro o cinco áreas tales como fuerzas armadas y policiales, educación, salud y obras públicas, en todas partes se están desmoronando y los poderosos se están hinchando mediante el método de apretar aún más el cuello de los trabajadores, de los barrios periféricos, de las comunidades y de la naturaleza, lo que está llevando a las poblaciones a cuestionar las instituciones, asustarse y a cambiar los gobiernos. Los discursos no dan para más, las izquierdas rebeldes y anarquistas se encuentran en la disyuntiva de seguir de furgón de cola de las izquierdas integradas al capital, seguir viviendo como guetos o sectas sin atraer a la población, salvo uno que otro “consciente”, o dejar atrás la lucha por ocupar el estado o de “destruirlo” para sumarse a las fuerzas del cambio desde abajo, como los zapatistas, los kurdos, las comunidades indígenas, la lucha contra la minería, los nasa, los emberá, la Conaie, los quom, los mapuche y tantos otros, sin infiltrarlos ni intentar atraerlos hacia el estado, sino compartiendo la profundización y la multiplicación de los espacios del cambio real.
Esa proyección se hace más efectiva al constatarse la actual crisis de financiamiento de los estados y los fuertes indicios de depresión o estancamiento, que se esconden a la opinión pública por parte de los poderosos, los que disputan el poder y los que quieren “destruirlo”.
China ha basado su economía en la notable expansión del mercado para sus productos, de mala calidad y muy baratos, compitiendo fuertemente con las potencias capitalistas clásicas del norte de Europa y del norte de nuestro continente Abya Yala, llegando este país oriental al comienzo de una casi segura recesión, estancamiento y depresión a causa de lo que Marx había llamado crisis de sopreproducción, es decir, la cantidad de mercancías producidas, excede la compra realizada de esas mercancías por el consumidor, hay aumento de stock, que no se vende. Anteriormente China compraba y compraba en todas partes los minerales y combustibles que necesitaba para ese aumento contínuo de la producción mercantil, pero ha tenido que llegar al punto de detener tanta adquisición de capital constante (que no produce nuevo valor) y afirmarse internamente para aguantar el chaparrón de la baja exponencial de los ingresos que aseguran el financiemiento del estado. Los países poderosos occidentales tienen situaciones parecidas y han debido aumentar los ingresos derivados de la circulación del capital financiero e inversionista, así como los derivados de la deuda, como fueron los fondos buitre en Argentina, sin embargo las inversiones están cayendo en todas partes debido a la baja generalizada del consumo, lo que muchos países intentan resolver mediante aumento de precios y ensanchamiento de las opereaciones que generan deuda interna, lo que por su vez acrecienta el apriete de cuello de las poblaciones.
Los estados poderosos necesitan mantener las pavorosas máquinas de guerra y las inversiones e investigaciones científicas que aseguren su dominio tecnológico sobre las poblaciones, más allá de su potencialidad de producir nuevos artilugios de consumo innnecesario. Para ese proceso subsidiario de acumulación en medio de los indicios de recesión generalizada por el declive de la producción y consumo comercial simple, no encontraron nada mejor que aumentar las inversiones en la droga, los cárteles, contrabando y corrupción, en tanto las marionetas “terroristas” que se les escaparon para alimentar sus propios intereses, desencadenan otra guerra con el disfraz de “guerra santa” apoderándose de petroleo, territorios y población literalmente esclava, así la estrategia de apoderarse de los territorios indígenas y comunitarios en nuestro continente para el extractivismo, es la misma de ISIS y de las potencias, esto es, hay un entrelazamiento capitalista que se sobrepone a todos ellos y a cada uno por separado. Las llamadas capas medias y en especial los profesionales de alta tecnología, encuentran allí fuente asegurada de contratación, ya que son miles y miles en todas partes, hacen nata, conquistados por el arribismo social que introyectan las universidades de contar con su casa, su auto y la mujer que le haga la comida y le lave la ropa, la que se “libera” mediante las comidar rápidas y las lavadoras, con lo que hombres y mujeres de esa jerarquía estructural orgánica sirven de “modelo” para el ascenso social. En tanto los alternativos hacen lucha feminista o de autogestión, reproduciendo los guetos funcionales de que hablamos y que demuestran que la “democracia” tiene espacio para todos. En todas partes esas “capas medias” de profesionales, artistas e intelectuales, son cooptadas por el estado mediante fondos concursables, proyectos individuales o “sociales”, etc. y salen todos de las universidades expertos en hacer “proyectos”, con lo que aseguran su sobreviencia y holgura personal en una hedionda casta privilegiada, algunos muy “buenitos”, sociales, izquierdistas y “comunitarios”, que bien sabe utilizar el sistema para evitar que el protagonismo social elimine la dependencia y camine por la autonomía, en especial alcanzando autonomía alimentaria, sanitaria, pedagógica y demás que pueden llevar a la consciencia generalizada de que el estado está de más. He ahí la confluencia amistosa entre el estado y esos sectores “conscientes”, vanguardistas, preclaros e iluminados. Ese fue el rol del kirchnerismo en Argentina, al que se plegó alegremente la izquierda, pero que fue derrotado por las nuevas aspiraciones sociales asustadas por el declive de su nivel de ingreso.
Eso ha llevado a las salidas que enunciamos más arriba, los cambios de gobierno, que ante la crisis, los más pillos evaden colocando en los gobiernos sectores “progresistas”, como los laboristas liberales mezclados con socialdemocracia de Inglaterra y Canadá y otros estimulan las corrientes fascistas, que atraen gente por su jerga y arenga nacionalista y de mano dura.
Dos experiencias y propuestas de alcance universal atraviesan este escabroso desierto, por una parte la descentralización y por la otra el decrecimiento. Es claro que existen dos nociones y prácticas de descentralización, la controlada por el estado y la autónoma, siendo la primera una pantalla demagógica, y la segunda una salida eficiente de carácter local a esta crisis de los estados y de la economía en general. Como ejemplo de descentralización controlada por el estado tenemos las propuestas de independencia de Catalunya y de Escocia, ambas las más potentes económicamente de cada país controlador, España e Inglaterra, que están poco dispuestos a conceder la fractura de su estado y fuente principal de ingresos. Otra forma de descentralización han sido los estados plurinacionales de Bolivia y Ecuador, ambos también una farsa, ya que si en un comienzo ambas se planteaban literalmente una autonomía de facto para las comunidades, los administradores del estado no cedieron ni un pelo, muy por el contrario, agudizaron la ofensiva capitalista contra las comunidades, regiones y territorios.
La descentralización efectiva tiene que ver con un proceso de construcción de otras formas económicas y políticas, de las cuales destacamos los municipios autónomos zapatistas y el confederalismo democrático kurdo, los primeros han planteado la multiplicación por abajo de los municipios independientes o alternativos autosustentables, sin proponer un tipo de estado o goberno, lo que parece acertado debido a que las propias comunidades y los municipios autónomos irán determinando sus pasos al andar sin un camino elaborado previamente por el intelecto. Se entiende que hay allí un proceso de expansión que el gobierno ha salido a combatir con los militares y con los cárteles, que han pasado del narco al control de territorios, de poblados y de recursos, exactamente como el ISIS. Los kurdos y varias otras naciones que trabajan en armonía, cooperación y apoyo mutuo, han realizado la articulación horizontal de las comunidades autónomas, villas y ciudades que funcionan en ese sentido, sin proponerse la creación del estado propio, sino funcionando desde la autonomía, la autogestión y la autodefensa en medio de las crisis de los estados locales y de la ofensiva de ISIS, siendo los únicos que han conseguido pararla y liberar sus territorios de la expansión del Califato del Estado Islámico.
En esas experiencias se ha aplicado firmemente el decrecimiento, es decir no al aumento del consumismo ni de la producción destinada de manera creciente a gastos innecesarios, sino formas de producción y consumo autoregulados por las comunidades y su coordinación horizontal directa, por donde fluye el intercambio y los productos que no tiene una región y hay en la otra o las otras. Así la comuna sustituye al estado parasitario, cumple sus funciones, como sostiene Marx en el capítulo 3 de “La guerra civil en Francia”.
El decrecimiento tiene que ver con parar de “crecer”, el desarrollo nos está matando, y si los gobiernos no lo aplican, tendremos que implementar en cada comuna formas propias de energía, que en vez de matar a la naturaleza, la vitalicen, así como formas propias de transporte, que en vez de multiplicar los autos, aumenten la existencia de bicicletas y buses. La autosostenibilidad en todas las esferas. La coordinación barrio a barrio para articular los recursos, la mano de obra, la producción y el consumo.
Frente a la crisis, vamos por el decrecimiento y la autosostenibilidad sembrando los brotes de la Otra economía.
Frente al centralismo, autonomía de las comunas y regiones, sin necesitar nuevas leyes ni violar las existentes, sino desplegando la iniciativa de los vecinos, no “organizados”, sino compartiendo las formas de vida comunitaria.
Jaime Yovanovic Prieto
profesor_j@yahoo.com
@yovanovicprofej