Las autonomías indígenas son una luz en la tenebrosa noche del país.
En sus territorios no hay miedo, porque tienen justicias comunitarias.
(Podemos afirmar que la noche de la crisis civilizatoria está llena de luciérnagas a nivel planetario)
03-12-2015
En sus territorios no hay miedo, porque tienen justicias comunitarias, señala el investigador
Las autonomías indígenas son una luz en la tenebrosa noche del país: López y Rivas
Merry Macmasters
La Jornada
En esta noche tenebrosa, dramática, terrible que se vive, “hay lucecitas, como luciérnagas, que son las autonomías”, expresó el antropólogo Gilberto López y Rivas, autor de Autonomía de los pueblos indios y zapatismo en México (Ocean Sur México), libro que fue presentado la noche del lunes en el Centro de Cultura Casa Lamm.
“De repente aparecen esas realidades que contrastan visiblemente con las que vivimos todos los mexicanos. En estos territorios, pues, no existe ese miedo, ese temor, porque hay allí policías, rondas, justicias comunitarias. Hay sujetos que cuidan a sus pueblos sin cobrar nada, sin pretender nada, sin pensar que van a saltar de un puesto a otro, y eso se llaman las autonomías.
“Es una gran paradoja que existan estas luciérnagas en la noche porque realmente nos habla de la posibilidad de que podríamos vivir un México distinto, de que podríamos no ser súbditos, sino sujetos de nuestras propias realidades, y aplicar las leyes del mandar obedeciendo y los principios todo para todos, para nosotros nada.”
Articulista de La Jornada, López y Rivas reconoció que “tendemos, desde nuestro ego marcado por el sexismo y el racismo, a decir autonomía es cosa de indios. Claro que es cosa de indios, pero sucede como algo de carácter derogatorio, se ve siempre a partir de la idea de que las construcciones de democracia, partidocracia, son lo mejor, cuando nos está mostrando que lo mejor es un gobierno en el que no se reproduce ninguna élite, donde todos participan.
“Ellos están aprendiendo a gobernar, no necesitan intermediarios. Lo que se muestra es que aun en el país paradigmático de la destrucción y el exterminio, hay esperanza que está en que la gente sienta que puede dirigirse a sí misma y que es capaz de vivir una vida autónoma, que uno puede construir un gobierno del pueblo y para el pueblo.”
Según Sergio Rodríguez Lascano, director de la revista Rebeldía, el libro asume una posición clara, lejos de una visión académica, escéptica, que trata de no contaminarse. “Gilberto toma partido y no lo oculta ni anda con subterfugios. Esto tiene una triple importancia, porque es un militante de muchos años de la izquierda mexicana que, como la mundial y la latinoamericana, nunca ha tenido una posición clara sobre la cuestión indígena”.
Luego, “porque Gilberto es antropólogo”, profesión que siempre tiene la tentación de presentar como propias lo que han sido creaciones heroicas de los pueblos indígenas. Aquí “no se expropia nada del saber indígena: se explica y se expone”.
Finalmente, porque “estamos viviendo una época oscura en el sistema educativo mexicano con la influencia de una serie de farsantes que se disfrazan de historiadores serios y que desde la altura de la televisión nos cuentan una versión de las revoluciones mexicanas, no sólo descarnada, sino antes que nada falsa”.
Paul Hersch Martínez, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, señaló que el libro ha sido escrito desde una experiencia de modo directo en esos procesos, pues el autor ha participado de manera concreta en muchos de los asuntos que se abordan en el libro.