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El conservacionismo y Tompkins

Jaime Yovanovic Prieto :: 11.12.15

El conservacionismo no nace para nada con Tompkins como sostienen algunos apologistas del ecologismo simplón irradiado desde las ONGs, que dependen de empresarios capitalistas para sostenerse.

El conservacionismo y Tompkins

Por Jaime Yovanovic Prieto

El conservacionismo se refiere al rescate y cuidado de extensas regiones naturales para evitar su destrucción, famosos son los casos de Tompkins en el sur de Chile, así como Benetton en Argentina, lo que llevó a los amantes de la teoría de la conspiración a sostener en variados textos, análisis y artículos, que ambos formaban parte de la conspiración judía para acumular tierras, además que cruzaban de un lado al otro sin control de las respectivas autoridades aduaneras y fornterizas, lo que refuerzan los fans de esa teoría con la llegada de grupos y brigadas de israelitas a instalarse y hacer turismo en el sur de Chile. Lo que hay certeza es la colonia de origen Nazi en la región campesina del Maule, donde se originó la Colonia Dignidad pegada a la frontera argentina y con propietarios también alemanes al otro lado, que se sumó orgánicamente a los militares chilenos golpistas, habiendo mantenido lazos estructurales con grupos paramilitares contrarios al gobierno Allende dirigidos por Jaime Guzmán, el ideólogo del actual partido UDI, cuyo núcleo central defiende la herencia pinochetista. Quedó demostrado que en esa colonia funcionaba un centro de torturas y hasta hoy la justicia chilena persigue a varios de sus dirigentes que se encuentran prófugos.

La tesis del papel de los judíos se refuerza con la propuesta del primer congreso sionista de realizar un estudio de extensas regiones de Argentina para instalar su estado, pero esa propuesta fue derrotada por los partidarios de instalarse en Palestina, ya que habían antecedentes histórico de la invasión y ocupación anterior de esos territorios árabes. Que los sionistas manipulan la religión judía no es secreto para nadie, pero que los judíos sean sionistas no es tal, pues muchos no lo son y aún lo rechazan, por lo que bien harían los dogmáticos antisemitas en diferenciar judíos de sionistas y referirse a la conspiración sionista, que al igual que todo partido o corriente ideológica, arman sectas, aparatos, confabulan y conspiran contra sus “enemigos”. Por ello no hay constancia de que Tompkins al menos forme parte o haya formado parte de los afanes expansionistas y de disputa del poder en cada lugar por parte del sionismo.

Que los empresarios judíos y empresarios sionistas se ayuden mutuamente, es lo mismo que los católicos, los derechistas e izquierdistas, cada oveja con su pareja y entre toros no hay cornadas, sin embargo cada uno de ello responde a su superior jerárquico, que es el mercado y el capitalismo globalizado, por lo que esas “conspiraciones” tienen sus límites en los intereses generales del capital, como lo demostraron los empresarios judíos que sustentaron el expansionismo nazi de Hitler y compañía, como Krupp, quien fabricaba los tanques famosos que abrían camino a las hordas del nacional-socialismo con obreros esclavos capturados de entre los propios judíos pobres, entre los cuales hay que destacar a los pequeños comerciantes, profesionales y trabajadores que organizaron la autodefensa histórica del conocido “Gheto de Varsovia”, odiados a muerte por Hitler y, por supuesto, por Krupp, lo que hace de la identidad judía un aspecto muy secundario cuando del capital se trata.

Lo mismo podemos decir del conservacionismo, que no nace para nada con Tompkins como sostienen algunos apologistas del ecologismo simplón irradiado desde las ONGs, que dependen de empresarios capitalistas para sostenerse, por ejemplo de la Fundación Ford o aún del magnate Soros, por sólo nombrar algunos sin referirnos a los estados, empresas, partidos e iglesias europeas que hacen “donaciones” o reunen fondos entre la población incauta de esos países, espantados por la depredación que destruye la madre tierra en los países en vías de subdesarrollo. Hay que examinar y entender el ecologismo de esas ONGs que se desgarran las vestiduras por la destrucción que realizan sus mecenas, los que les pagan sus salarios, que para nada van a gastar ese dinero para “combatir” el extractivismo capitalista, lo que sería como ver humanidad y altruismo en Don Francisco y la Teletón, o en Farkas y sus billetes a los fans que le rodean cada vez que aparece como el padrinito cacho.

El conservacionismo es falso y sólo se trata de reservas estratégicas de agua, madera y recursos del suelo para fases posteriores del tsunami destructivo del extractivismo que usan los capitalistas, sean derechistas o izquierdistas, todos ellos disputando los estados que se harán cargo de las “reservas”.

Los primeros que empezaron a entrarle a esas reservas “estatales” fueron ni más ni menos que los gobiernos izquierdistas y progresistas de nuestro continente Abya Yala, que aparecen como adalides del discurso internacional de defensa de la madre tierra para que otros izquierdistas en otros países los usen como bandera y caballitos de batalla para sus propios afanes de la “vocación de poder” en cada país, y algunos hasta los invitan a sus eventos para sacar provecho “ideológico” en el acto de angatuzar gente consciente, en este caso son “conscientes” los que entienden que la izquierda debe tomar el poder, en tanto los otros son derechistas, ignorantes y chusma. En tanto los “enemigos”, los derechistas, hacen lo mismo, empujan a los gobiernos progres para asumir ellos la sartén por el mango de la máquina estatal de moler carne.

Famoso es el caso del orteguismo en Nicaragua, variante podrida del sandinismo, que con su canal transoceánico de interés de los chinos, hacen tabla rasa con el “conservacionismo” local pasando por encima de reservas y aún el lago de agua dulce más grande de centroamérica, que quedará absolutamente contaminado ante los ojos horrorizados de cientos de miles de habitantes de ese país, principalemente comunidades indígenas, campesinas, afrodescendientes, villas y poblados, es decir, gente descartable, que va a ser empujada a las periferias de las grandes ciudades donde sin empleo los atrapará y neutralizará el narcotráfico y la militarización que dice “combatirlo”.

También es famoso el caso de la reserva del Yasuní en Ecuador, que ante la crisis de las exportaciones petroleras, Correa, el presidente del socialismo del S.XXI, ha decidido aumentar el extractivismo depredador a límites intolerables si se puede decir que aún quedan límites, arrasando con el “conservacionismo” de papel, que sólo lava la cara del capital.

Para qué perder tiempo hablando de Evo Morales, el presidente “indígena”, que como el presidente “negro” de Estados Unidos, ambos han cumplido muy bien el papel de agentes activos del capitalismo. En Bolivia, Morales ha decidido entrar con fuerza y manu militari a las “reservas del conservacionismo”, aún reprimiendo y masacrando comunidades que le habían dado el voto.

Así la izquierda ha cumplido el triste papel de vanguardia en hacer añicos el famoso “conservacionismo” con que se enjuagan la boca las ONGs, partidos, gobiernos y analistas chilenos ante la muerte de un conservacionista sincero que intentó dar un vuelco a esa propuesta abandonando sus empresas y yendo a vivir y morir en medio de sus sueños, en lo que fue una muerte digna y gloriosa de un Quijote extraño de nuestros tiempos, tan Quijote, tan idealista, que no vaciló en donar todas esas gigantescas propiedades al estado chileno, es decir en manos del instrumento del capital, en vez de convocar a la población a vivir y cuidar de la madre tierra, lejos del estado, mediante diversas figuras jurídicas que se hubieran podido manejar, tales como cooperativas y aún comunidades, ya que está más que archi-comprobado que las formas de vida comunitaria en íntima interacción con la madre tierra son las únicas maneras reales de proteger el ambiente, ya que “son” también el ambiente y se recupera el común.

Eso nos enseña a no ser gansos. El conservacionismo no existe, de modo que en Valparaíso nos vamos abocar a reflexionar sobre el uso y abuso de los bosques que nos cruzan y los que nos rodean, sin dejar ninguno de lado, pero priorizando dos realidades muy concretas:

La primera es la quebrada Cabritería, que separa o que une, los cerros Barón y Placeres hasta Rodelillos, donde los capitales disputan hacer una carretera o línea del tren para retirar por ahí los contenedores del puerto y de su ampliación hasta el borde costero en Barón y Placeres. Los planes y proyectos respectivos contemplan la expropiación y desalojo de cientos de familias que allí habitan desde generaciones, además de afectar fatalmente el bosque de la quebrada, que se extiende hasta encontrarse con el bosque que rodea la ciudad.

La segunda es el uso y aprovechamiento del bosque que rodea la ciudad-puerto, que cada cierto tiempo es incendiado “casualmente” o por aves romanceando en un cable y en su lugar se instalan bloques habitacionales con el pretexto idiota de la falta de viviendas, cuando no es más que el beneficio de las inmobiliarias, que junto a los partidos de derecha, centro e izquierda, elaboran el Plan Regulador que finalmente instala los negocios inmobiliarios en las cenizas de los bosques y casas sinistradas. Nuestra propuesta, a ser discutida por el legislador popular, es hacer en los enormes bosques que rodean la ciudad lo que no hizo Tompkins, es decir entregar todo eso a copoperativas, comunidades, comités de vivienda y agrupaciones de pobladores sin techo, para construir allí varias ecovillas o comunidades ecológicas entre ellos mismos, entre los árboles, sus viviendas con medios naturales, huertas y emprendimientos productivos, alimentarios, medicinales, etc de manera autosustentable, con policlínicos propios y escuelas comunitarias, sin supermecados, sino con espacios para ferias de las pulgas y trueke.

Eso es sólo un esbozo, ya que el proyecto definitivo del Plan Regulador será hecho mediante programas locales cerro a cerro, quebrada a quebrada y barrio a barrio para confluir en una convención de la porteñidad que le de forma final para ser votado en mesas y urnas distribuidas con voluntarios en sindicatos, asociaciones, centros de estudiantes, juntas de vecinos y similares, en caso de que la ley lo permita, pues sería un par de meses antes de las elecciones municipales y aún está por salir el grupo de normas específicas que las enmarcarán.

Eso es conservacionismo, la naturaleza es vida y con ella debe estar e interactuar el mundo de la vida de la gente.

¿Es idealista o utópico? Ya lo creo que si, pero como decía Eduardo Galeano, la utopía está en el horizonte y cada vez que nos aproximamos, se desplaza más allá. Entonces para qué sirve la utopía? Para caminar.

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto
profesor_j@yahoo.com


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