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Bolivia. La masacre de El Alto: Bumerang gubernamental

Raúl Prada Alcoreza :: 15.03.16

Magnitud de la crisis múltiple develada por el atentado gubernamental contra la Alcaldía de El Alto con que el oficialsmo quería suspender el referendum que finalmente perdió Evo Morales

Bumerang gubernamental

Raúl Prada Alcoreza

¿Qué es lo que lleva a conspirar contra la secuencia de hechos desencadenados? Si bien no compartimos la teoría de la conspiración, de todas maneras, como dijimos, hay conspiradores, quienes creen que pueden cambiar los desenlaces, que pueden incidir en la compleja dinámica de las fuerzas. Aunque solo tomen en cuenta una representación vaga, de una selección arbitraria de los procesos inherentes; generalmente, selección inadecuada. En todo caso, tenemos que tener en cuenta esta variable subjetiva, esta pretensión de manipulación sobre la realidad, pues, si bien no incide, en el sentido que se quisiera, que desean los conspiradores, de todas maneras, forma parte de la composición de la complejidad de una coyuntura.

Queda claro, aunque no lo confiesen los del gobierno, los oficialistas, que controlan los órganos de poder el Estado, aunque los ingenuos comunicadores, informadores de noticias, opinadores, sobre todo de televisión, no lo vean - no se puede esperar otra cosa de ellos -, aunque, a pesar de la reacción indignada de la “oposición”, que si bien atina a evaluar el alcance del atentado a la Alcaldía de El Alto, no logra percibir la magnitud de la crisis múltiple develada por el atentado gubernamental contra la Alcaldía de El Alto. Fue Amalia Pando - una comunicadora conocida y temida por el gobierno, a la que se quiso acallar por todos los medios al alcance, cerrando emisoras donde tenía cabida, a quien se busca desesperadamente descalificar con argumentos que dejan mucho que desear, por su extremada debilidad, grotesca alocución, brutal maniobra verbal, por ser emitida por gente que solo tiene como mérito el oportunismo, lejos de una tradición de lucha, como la que encarna Amalia - quien hizo una descripción y un análisis sobresaliente de lo ocurrido en la Ciudad de El Alto, al cierre de las campañas por el sí y por el no, frente al referéndum; contando con el despliegue de una marcha preparada, ciertamente anunciada de antemano, pero, preparada y manipulada, con el objeto de desestabilización del gobierno municipal alteño, entre otros objetivos. Otro objeto del ataque masista, es parar sinuosamente la investigación de la corrupción escandalosa, habida en la gestión del gobierno municipal del Patana, militante del MAS y llunk’u incondicional de la gubernamentalidad clientelar. Sin embargo, lo que se evidencia, en la evaluación y el análisis minucioso de los hechos, que efectúa Amalia Pando, es que el objeto principal de la marcha perpetrada es detener el referéndum, donde estiman que van a perder los compulsivos y delirantes partidarios del sí[1].

La desesperación gubernamental, la desasosiego del oficialismo, es tal que se han aventurado en una conspiración insólita, buscando crear una situación no solo conflictiva sino hasta peligrosa, con intensidades altas de violencias, para que sea la excusa de suspender el referéndum. No solamente está metido, en esta conspiración, el Viceministro de Gobierno, sino todo el gobierno, además del MAS, en todas las instancias institucionales que ocupa. Se proyectó desatar un conflicto de envergadura, con desenlaces, incluso sangrientos, que además permitan culpar de lo sucedido a la Alcaldesa, odiada por estos personajes; pues contrasta con ellos en una característica que no tienen, honestidad. El Viceministro aparece temprano, en la mañana, antes de la marcha, en las inmediaciones de la Alcaldía, visitando como autoridad al cuartel de policía, establecido ahí, en las proximidades del mismo gobierno municipal. La maniobra estaba preparada y coauspiciada por el gabinete, el Congreso oficialista, la Fiscalía, probablemente parte de los tribunales, además del Órgano Judicial, fuera de los dispositivos de movilización del partido. El encargado de operar esta maniobra es el Viceministro. La orden al comandante de policía es no salir, no acudir a evitar el enfrentamiento, la toma de la Alcaldía, incluso una vez incendiado. La obediencia del comandante ante semejante orden inconstitucional, ilegal y criminal, raya en el delito de incumplimiento de funciones, además de complicidad en el crimen. Que se hayan arriesgado en semejante juego peligroso, quiere decir que se encuentran altamente desesperados. Solo una situación alarmante en su dramatismo y exposición vulnerable, puede llevar a gente irresponsable a acudir a estos métodos violentos y deshonestos, inescrupulosos y desfachatados.

En escritos anteriores, en el análisis de los sucesos desencadenados por el “gasolinazo” y por el conflicto del TIPNIS, dijimos que el gobierno populista cruzó dos líneas; pasándose a la otra vereda, enfrentándose al pueblo. Una línea, era la del “gasolinazo”, que evidenciaba las relaciones concomitantes entre el gobierno y las empresas trasnacionales, que pedían la modificación de la Constitución, en lo que tiene que ver con los precios congelados para el mercado interno, con la atención prioritaria a la demanda interna, antes de la exportación. Esto tiene que ver con la subida de los precios de los hidrocarburos, que el gobierno describió como si se tratara solo de subvención. Cuando lo que estaba en juego era la presión y el chantaje de las empresas trasnacionales; chantajearon con no invertir en la exploración si no se modificaba la Constitución y si no subían los precios de los hidrocarburos en el mercado interno. La segunda línea, tiene que ver con las naciones y pueblos indígenas, al optar por una carretera extractivista, que beneficia a las concesionarias de exploración de petróleo e hidrocarburos en el Territorio Indígena del TIPNIS; que beneficia a la ampliación de la frontera agrícola de la coca excedentaria; que beneficia al comercio de los ganaderos de Rondonia de Brasil, que buscan llevar la carne de res a los puertos del Pacífico, por una ruta más directa. El cruce de la primera línea, convirtió al gobierno en un dispositivo de las estrategias de control de las reservas de las empresas trasnacionales de los hidrocarburos. El cruce de la segunda línea, convirtió al gobierno en un gobierno antiindígena, postulando el desarrollismo trasnochado; esto en el discurso, que en la práctica no es otra cosa que llevar a cabo, extensamente e intensamente, el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Ahora, el gobierno populista cruza insólitamente una tercera línea, la de la conspiración contra el propio pueblo, perpetrando una acción vergonzosa de terrorismo de Estado. Con esto el gobierno, que encarna, otra vez, la triste historia, de convertir las heroicas luchas del pueblo por la soberanía, en sumisión renovada al imperio, encubierta demagógicamente; de convertir la movilización prolongada, que corresponde a un proceso descolonial, en la ola donde se trepa, para asumir el gobierno demagógicamente, usurpando a los movimientos sociales el protagonismo de un proceso de cambio aperturante. Entonces el gobierno populista, en el que depositó el pueblo rebelde sus esperanzas, se metamorfoseó en un gobierno clientelar, y por este camino, en un gobierno que expande la corrupción ampliamente, comprometiendo a copiosos sectores sociales. Ahora, después de la actuación conspirativa gubernamental en la Ciudad de El Alto, el gobierno se convierte en un gobierno delincuente.

La decadencia es mucho mayor que la que nos habíamos imaginado y representado. Se ha ido mucho más lejos en el hundimiento ético-moral, que no se puede encubrir con la estridente y compulsiva propaganda y publicidad, ya desgastada y que ya no es ni mínima convincente. Esta situación de derrumbe político, “ideológico”, ético-moral, múltiple, obviamente, no sostiene, de ninguna manera, la interpretación apologista de que todavía, a pesar de todo, se trata de un gobierno progresista. Esta es la imagen creada por la “izquierda” internacional, que hace tiempo ha perdido su vocación de lucha, para adecuarse a las estructuras de poder del orden mundial. Solo quiere participar en un espacio de este orden. Esta es la imagen que pretenden los oficialistas, que además se presentan como “revolucionarios”, aunque no se sepa por dónde y por qué. La realidad efectiva nos muestra que la decadencia ha llegado tan lejos que estamos ante un gobierno delincuente. Este estado de cosas, esta situación histórica-política, de decadencia y de crisis múltiple, no garantiza nada. No hay ninguna clase de legitimidad posible, que lo pueda acreditar. En estas condiciones de derrumbe y hundimiento no tiene sentido hablar de democracia, incluso en los límites de la formalidad institucional, no se puede atender al periodo correspondiente, que supuestamente tiene que cumplir la gestión del gobierno. Nada de estos referentes tienen sentido, ni se sostienen. Estamos ante una situación calamitosa, que destruye las cohesiones sociales, fuera de haber destruido, antes a las organizaciones sociales y su capacidad de lucha, fuera de haber convertido a las instituciones en herramientas de corrosión y de corrupción. El soberano, el pueblo, no puede seguir sosteniendo esta pantomima, que ya es una amenaza para el propio Estado, la nación, el país y la sociedad. Al pueblo le compete la responsabilidad de poner coto a todo esto, de manera inmediata, por la emergencia de la situación.[1] Ver el programa de Amalia Pando: Marcelo Elío responsable de la masacre en El Alto. https://www.youtube.com/watch?v=vHI9430gI94.


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