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¿Qué gobierna?

Raúl Prada Alcoreza :: 16.04.16

Si se quiere sobrevivir como sociedades humanas, es indispensable desplazarse a horizontes mucho más amplios y abiertos, que permitan visualizar las relaciones complementarias de las sociedades humanas con las sociedades orgánicas, así mismo con las sociedades no consideradas orgánicas por el lenguaje biológico. Es más, es menester comprender las vinculaciones con los flujos de fuerza del universo, en las distintas escalas, con las fuerzas fundamentales del universo y con las energías.

¿Qué gobierna?

Raúl Prada Alcoreza

La pregunta es importante, pues no dice quién, sino qué. A estas alturas de la experiencia política de la modernidad, sería inocente preguntar quién. Los quiénes solo pueden creer que lo hacen, que gobiernan, cuando, en realidad, forman parte de los engranajes de las fabulosas maquinarias de poder. La pregunta, que parece correcta, es ¿qué gobierna?

No es ciertamente una máquina, sino un conjunto de máquinas vinculadas, unas veces, todas, otras veces, parcialmente, dependiendo. Máquinas abstractas del poder; empero, hechas posible por constelaciones de agenciamientos concretos de poder, las instituciones. Afectando específicamente a los cuerpos y sus comportamientos. Constituyendo subjetividades, que la formación discursiva humanista llama sujetos. Los que creen que gobiernan y los que creen que los gobernantes gobiernan tienen una concepción no solo antropocéntrica de los campos de las relaciones de fuerza, que generan dominaciones, sino una concepción ingenua del ejercicio del poder.

Las relaciones de fuerzas, si bien son establecidas por humanos, no son gobernadas por ellos, por más que lo crean así y hayan elaborado teorías al respecto. No es que están atrapados por instintitos y pasiones desbordadas, como otras interpretaciones así lo han sugerido; aquellas tipificadas como irracionalistas o, en su caso, otras fatalistas y dramáticas. Nada de esto. Sino que las fuerzas, como tales, como flujos, como composiciones de vibraciones de cuerdas, como combinaciones de composiciones, así como energías, son las que se asocian y conforman composiciones y combinaciones de composiciones, que hacen a los espesores que conocemos. En las sociedades humanas, estos espesores son las instituciones, que hacen a las estructuras mismas sociales. Entonces, para decirlo metafóricamente, jugar con las fuerzas es jugar con fuego.

La historia de las sociedades, que han generado máquinas de poder, que han construido estados, en el sentido amplio, que han formado imperios, se han ilusionado, no sin cierto acierto parcial, de que capturaban, controlaban, administraban y manejaban las fuerzas sociales, nos muestra que esta creencia no es adecuada. El capturar, el controlar, el administrar y el manipular las fuerzas, solo se efectúa sobre un espesor parcial de las fuerzas, sin saber qué pasa con el resto. Es más, esta captura, control y manejo de las fuerzas, se lo hacía y se sigue haciéndolo, sin conocer las dinámicas y mecánicas efectivas de las fuerzas en los distintos campos definidos. Por lo tanto, hasta cierto punto se capturan, se controlan y manipulan las fuerzas; después de ese punto, son las lógicas inherentes y dinámicas propias de las fuerzas las que orientan el desenvolvimiento de las fuerzas y los desenlaces que provocan en distintos escenarios.

El ascenso y descenso de los imperios parece depender, efectivamente, de las dinámicas de las complejidades integrales y singulares de los espesores de flujos de fuerza, que no controlan ni conocen las sociedades humanas. Se han explicado estos decursos como resultados de determinaciones económicas, en el caso de las teorías economicistas; de determinaciones culturales, en caso de teorías histórico-culturales y político-culturales. Se han introducido, en algunas de estas corrientes, el factor hipotético de la evolución; en fin, se han explicado los decursos históricos de las instituciones políticas por estructuras edificadas por las sociedades; estructuras, que supuestamente, controlan y gobiernan. Todas estas teorías, aunque hayan enseñado descripciones iluminadoras sobre las sociedades y sus historias culturales, políticas y económicas, no han podido dar cuenta de la complejidad de los flujos de fuerzas y de su potencia contenida.

Las interpretaciones de las sociedades antiguas, incluso de las sociedades contemporáneas, por más ricas que sean en descripciones, basadas en registros, archivos e innumerables fuentes, admirablemente conjugadas, no dejan de ser explicaciones “ideológicas”. Sobre todo, atrapadas en los esquematismos dualistas y linealistas, además de deterministas, de la episteme moderna. No podía ser de otra manera, pues la mirada moderna es sesgada, se circunscribe en la mirada humana, con todas las variedades del caso, con todas las aproximaciones minuciosas que puedan darse. El mundo efectivo, en el que vivimos, sin hablar del universo o de los universos en los que nos encontramos, no se reduce ciertamente a los entornos de las sociedades humanas, comprendiendo también a los espacios donde se aposentan, creyéndose centros.

Las sociedades humanas no son centros, sino parte de ecologías. Al considerarse centros pierden perspectiva y se embarcan en la ilusión de sus imaginarios, colocando peligrosamente a las sociedades en una situación difícil e inapropiada, al no contar con buena información y sobre todo perspectiva. Una cosa es tener abundante información, también procesar esta información técnica y teóricamente, y otra cosa es contar con la información pertinente a la complejidad del mundo efectivo; es decir, del conjunto de sus fuerzas, flujos y energías intervinientes.

Seguramente, en aquellos tiempos, que la episteme moderna considera pasado, no se requería contar con esta información sobre la complejidad y desde la perspectiva de la complejidad; en cambio, ahora, el horizonte de las problemáticas que se afronta, demanda la perspectiva de la complejidad. Se entiende esto, dados los horizontes en los que se movían esas sociedades antiguas, incluso, en una primera etapa, la sociedades modernas, también quizás las sociedades contemporáneas, hasta entrado parte del siglo XX, quizás la mitad; empero, a partir de los problemas emergidos mundialmente y en cada país, en la historia reciente, se puede constatar que la perspectiva dualista en la que se mueve la episteme moderna es insuficiente y limitada. No aporta para la comprensión de la complejidad ni para avanzar en la resolución de los problemas que se enfrenta. Si se quiere sobrevivir como sociedades humanas, es indispensable desplazarse a horizontes mucho más amplios y abiertos, que permitan visualizar las relaciones complementarias de las sociedades humanas con las sociedades orgánicas, así mismo con las sociedades no consideradas orgánicas por el lenguaje biológico. Es más, es menester comprender las vinculaciones con los flujos de fuerza del universo, en las distintas escalas, con las fuerzas fundamentales del universo y con las energías.

Para tal efecto, respecto a los desplazamientos epistemológicos hacia la perspectiva de la complejidad, son necesario nuevos descentramientos. Los descentramientos notorios, de impacto en las perspectivas humanas y, por ende, en sus teorías, fueron, entre otros, en la historia moderna, el descentramiento del modelo del cosmos diseñado por Claudio Ptolomeo; cosmos concéntrico, que coloca a la Tierra en el centro del cosmos, como lugar privilegiado de la creación de Dios. Así también el descentramiento de imaginarios, que la antropología inicial consideró animistas, añadiendo a la lista, los imaginarios mitológicos y religiosos. Lo que dio lugar a la observación más minuciosa y acuciante del universo, buscando en sus movimientos, regularidades y formas, razones generalizables del comportamiento de la materia. El sisma de la física, con el desplazamiento epistemológico producido por la física relativista y la física cuántica, descentró la perspectiva dualista del espacio y el tiempo, perspectiva esquemática, que dio lugar a la crítica de la razón pura de Emmanuel Kant. Para decirlo fácilmente, el descentramiento del espacio y del tiempo, dos condiciones de posibilidad subjetivas del conocimiento y la experiencia, según Kant, ocasiona el derrumbe de las narrativas históricas con pretensiones científicas, de las narrativas evolutivas con pretensiones de ley de la vida. En consecuencia, el derrumbe de todas las “ideologías” que se basan en estos substratos epistemológicos.

La metáfora del tejido espacio-tiempo nos asombra y seduce por las connotaciones interpretativas, fuera de las impactantes teorías físicas contemporáneas, la de la relatividad, restringida y ampliada, las teorías cuánticas y la teoría de las cuerdas. Una de estas consecuencias tiene que ver con la tesis de la simultaneidad del espacio-tiempo. Por lo tanto, de la dinámica de la complejidad integral del universo, en sus distintas escalas. Entonces, parece urgente elaborar otras interpretaciones, a partir de estos desplazamientos, de nuestra presencia en el mundo efectivo y el universo. Sobre todo, teniendo en cuenta nuestras vinculaciones y conexiones con los seres del universo, vinculaciones, conexiones, condiciones de posibilidad existencial, que nos preceden, nos atraviesan y nos exceden. ¿Cómo interpretarnos a partir de estas condiciones de posibilidad y vinculaciones materiales, energéticas y corporales?

Volviendo al asunto del poder, propondremos una hipótesis interpretativa, que nos ayude a salir de los esquematismos duales de las teorías modernas sobre el poder, para decirlo de manera general. Esta hipótesis dice que las sociedades humanas hurgan fuerzas que no conocen ni controlan, aunque aparentemente, por lo menos, por un periodo, parece que manejaran técnicamente. Las fuerzas desatadas, hurgadas, manipuladas, pueden favorecen, en una primera instancia, a las sociedades humanas; empero, en la medida que estos flujos de fuerzas y energías exceden a las capacidades humanas, terminan no solo desbordándolas, sino arrastrándolas en decursos que no desean.

La ilusión humana de capturar, controlar, administrar las fuerzas, a su antojo, tiene que ver con la pretensión “ideológica” antropocéntrica de que el hombre domina a la naturaleza; prejuicio moderno de las dominaciones y de los poderes construidos. El hombre no puede dominar las fuerzas que lo han creado. Al ser una composición de estas fuerzas, está embarcado, por así decirlo, en los decursos, que nos parecen contingentes, de estas fuerzas.

Por lo tanto, no solo no puede dominar fuerzas que lo han creado, sino que no se trata de conocer sus regularidades y comportamientos materiales, pues solo se los puede conocer parcialmente, sino se trata de comprender la complejidad, que implica, también, comunicarse con los seres de la complejidad integral y dinámica del universo.

En lo que respecta a la genealogía del poder, a las problemáticas que desata el poder, los estados, los gobiernos, las organizaciones internacionales, el orden mundial, no controlan las fuerzas del mundo efectivo. Solo capturan una parte de las fuerzas y se ilusionan que controlan, administran y manipulan a la totalidad de las fuerzas. Si en un principio parecen encaminarse y organizarse, en relación a las fuerzas capturadas, en la medida que los procesos se desenvuelven, aparecen los desbordes de las fuerzas y los límites claros de las instituciones sociales y sus saberes.

Las sociedades contemporáneas han construido fabulosas máquinas de poder y máquinas de guerra, con alcance de destrucción masiva. Estas máquinas, que son, ciertamente, tecnologías humanas, sean tecnologías sociales o tecnologías en estricto sentido, no son del todo manejadas por los técnicos, ingenieros, administradores, funcionarios, gobernantes, sino, al contener y estar alimentadas por las energías y las fuerzas fundamentales, que componen otras fuerzas dinámicas, son también conducidas por las lógicas de estas fuerzas y estas energías. Por otra parte, al convertir sus máquinas en fetiches, en fines en sí mismos, dejando de ser instrumentos, las sociedades humanas terminan atrapadas en la vorágine de estas máquinas de poder y máquinas de guerra, que se convierten en máquinas de muerte.

Los gobiernos, si bien gobiernan en el corto plazo, incluso, alargando, en el mediano plazo, no lo hacen en el largo plazo, en el largo ciclo. Los gobiernos son gobernados por las máquinas de poder y las máquinas de guerra, que han construido; son gobernados por las estructuras de poder, que han generalizado y globalizado. Arrastrados por el sentido maquínico y corporativo de las mallas institucionales, que no sirven como lo que son, instrumentos, sino que se han convertido en los monstruos que dirigen a las sociedades humanas. Lo peor, es que parece que las máquinas arrastran a las sociedades humanas a su propio suicidio.

Un ejemplo, un caso, la corrosión institucional en un Estado subalterno

El gobierno populista se considera, a sí mismo, la “vanguardia” de un “proceso de cambio”. Cree participar de una larga lucha de los pueblos colonizados contra el “imperialismo” renovado. Se asume como un gobierno de la “revolución democrática y cultural”, que practica la descolonización con sus políticas promulgadas. También considera que ha instaurado el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, como manda la Constitución. Se auto-identifica como “gobierno indígena” y “gobierno de los movimientos sociales”. Además, mostrando estadísticas, que de interpretan como que los cambios están verificados y constatados.

Todo esto son, para no ser más crudos, pretensiones, si se quiere, intenciones, o, más suavemente, interpretaciones oficiales de lo que ocurre. Pero las interpretaciones, incluso las más adecuadas, no hacen al mundo efectivo; son eso, interpretaciones, orientaciones, para actuar en la llamada realidad, que es sinónimo de complejidad. El gran contraste entre lo que dice el gobierno y lo que ocurre, muestra, por lo menos, que el gobierno no controla el decurso dramático del proceso de cambio. En consecuencia, no gobierna.

Otra vez, ¿qué gobierna? No vamos a hablar de conceptos abstractos como diagramas de poder, cartografías de fuerzas, estructuras de dominación, locales, nacionales, regionales y mundiales; es indispensable describir, por lo menos, bosquejar, el perfil de formaciones concretas de poder, contemplando sus dinámicas de fuerzas. Tomando como síntomas puntuales ciertos casos ilustrativos de lo que ocurre, se puede sugerir estos perfiles, por lo menos, a la manera de boceto.

Hipótesis interpretativas de un perfil del poder en Bolivia

1. Se trata de un amarre de redes o mallas de estructuras de poder, que se presentan a nivel local, a nivel nacional, a nivel regional y a nivel mundial.

2. En un mundo globalizado, la incidencia mayor, en el nivel local, nacional y regional, viene del sistema-mundo capitalista, que contiene al sistema-mundo cultural y al sistema-mundo político, es decir, al orden mundial.

3. Sin embargo, las estructuras de poder regional, nacional y local, inciden en dar forma singular a las composiciones de los diagramas de poder y las relaciones de fuerza, así miso, a las estructuras de dominación específicas.

4. En el mundo efectivo, los ámbitos del poder no solo se mueven en los espacios institucionalizados, en los estados, en las mallas institucionales legales y formales, en otras palabras, en el lado luminoso del mundo efectivo, sino también en los espacios no institucionalizados, en las formas de poder paralelas, correspondientes a la economía política del chantaje, en otras palabras, el lado oscuro del mundo efectivo.

5. El lado oscuro del poder, que también tiene sus niveles locales, nacionales, regionales y mundiales, incide en los decursos, en los desenlaces, en los comportamientos de autoridades y gobiernos. Cuando ingresamos a la fase del dominio del capitalismo especulativo financiero, se desatan las posibilidades de expansión de las estructuras de poder paralelas, que invaden, de manera más expansiva y demoledora que antes, a la estructura institucional del Estado.

6. Entonces, el ejercicio efectivo del gobierno no corresponde al gobierno de turno, a los gobernantes, con nombre y apellido, odiados o queridos; los estados son pantalla, los gobiernos son mampara y los gobernantes tristes fantoches de juegos de poderes maquínicos.

Descripciones alusivas

El caso de las barcazas

Un resumen del caso lo hace Amalia Pando en la introducción a su artículo sobre el tema:

La fraudulenta compra de barcazas por ex autoridades de la Empresa Naviera Boliviana (Enabol) ha causado un gran daño económico al Estado boliviano y ha puesto al desnudo la negligencia e ineptitud de la burocracia gubernamental carcomida hasta el tuétano por la corrupción.

Hace casi 6 años Enabol compró 16 barcazas y dos remolcadores a empresas chinas, les pagó por adelantado el 100% del costo (pese a que las normas lo impiden), también pagó por adelantado el costo del transporte de las naves desde China hasta el Puerto Rosario en Argentina, pero hasta el día de hoy el país no ha recibido ni una sola nave. Para colmo, los tres millones de dólares cancelados por el servicio de transporte habrían ido a parar a cuentas personales[1].

En más de un quinquenio se sufre la contratación fraudulenta de la compra de barcazas, a ser construidas, con la consecuente desaparición de un poco menos de la cuarentena de millones de dólares. El gobierno, en sus atolondradas explicaciones, no da pie con bola. Tampoco, como es de esperar, asume sus responsabilidades, contentándose con acusar a intermediarios de las negociaciones.

Sería no solo muy inocente quien creyera en semejantes explicaciones, que no logran armar el rompecabezas, sino hasta pecaría de complicidad, sino es de estupidez. Un contrato de la magnitud de la compra de barcazas, no solamente por el monto, sino por su incidencia estratégica en Puerto Busch, trayendo como consecuencia anunciada efectos multiplicadores, no escapa, de ninguna manera, a la administración, control y decisión de los altos jerarcas del gobierno. Es pues sorprenderte que todavía, tanto en los medios de comunicación como en los medios políticos, haya dudas sobre esto. Esto no solo evidencia su ingenuidad, sino su complicidad.

Hasta la fecha, después de seis años, el gobierno no solamente no explica, sino no asume ninguna medida pertinente, al respecto, en un escándalo tan grotesco como éste. ¿Cree que se puede ventilar el caso, ganando tiempo y adormeciendo las mentes? Si es así tiene una concepción tan extravagante de la política, que confunde astucia con delito.

Esta es una muestra sintomática del gobierno maquínico efectivo de las estructuras de poder mafiosas, incrustadas ya en las estructuras institucionales de los países.

El caso de los megaproyectos

También recurrimos al resumen que hace del tema Amalia Pando en su artículo sobre el lamentable y gigantesco desfalco a las arcas del Estado:

El primer contrato suscrito por el gobierno de Evo Morales con la empresa China National Construction and Agricultural Machinery Import and Export Corporation (CAMC) en mayo de 2009 es un ejemplo paradigmático de la desprolija e irregular conducta del Estado boliviano al momento de hacer negocios con empresas extranjeras. Este contrato en particular, plagado de irregularidades, a cuál peor, pone al descubierto la manifiesta voluntad del presidente Evo Morales y de su entorno político y familiar de favorecer a la empresa privada china CAMC[2].

La autora continúa:

El 28 de mayo de 2009, YPFB y CAMC firman un contrato para la provisión de equipos y materiales nuevos y salidos de fábrica para la instalación de redes de gas por un valor de 60 millones de dólares, teniendo como antecedente un contrato firmado el 17 de agosto de 2004, en el gobierno de Carlos Mesa. Ambas partes se declaran satisfechas con el cumplimiento de dicho contrato y deciden dar continuidad al “mismo sistema de cooperación”.

El 2 de diciembre de 2009, el gobierno boliviano firma el contrato de financiamiento de un crédito de 60 millones de dólares con Exim Bank para la adquisición de los equipos a CAMC, y el 30 de diciembre de 2009 promulga la Ley 4149 de aprobación del crédito. Nueve meses después, YPFB y CAMC modifican sustancialmente el objeto del contrato.

El 10 de septiembre de 2010, YPFB y CAMC firman la primera enmienda del contrato N. 2009 AM420-016-YD201 modificando el objeto del mismo: la provisión de tres equipos de perforación nuevos y salidos de fábrica en lugar de equipos para la instalación de redes de gas. Como justificativo, Yacimientos alegó que, tras revisar otras ofertas, desestimó la propuesta de CAMC porque era muy alta, y entonces optó por comprar tres perforadoras.

Y otra vez YPFB, sin revisar precios ni comparar ofertas de otros proveedores, adjudicó el contrato a la china CAMC, que era buenísima para fabricar equipos y tuberías y ahora para fabricar perforadoras, y entonces la empresa china acomoda precios para que las perforadoras cuesten los 60 millones del primer contrato.

La primera enmienda fue suscrita nueve meses después de la firma del contrato original, sin que haya llegado al país ni el primer tornillo de los equipos para la conexión de redes de gas. En vez de sancionar a la CAMC por incumplimiento de contrato, el gobierno la premió adjudicándole el nuevo contrato para la provisión de tres perforadoras.

El negocio entre YPFB y CAMC se paralizó por casi un año mientras el gobierno boliviano intentaba convencer al financiador Exim Bank de cambiar el objeto del contrato. El presidente Evo Morales resolvió el asunto personalmente viajando a China en agosto de 2011 para negociar con el Exim Bank.

El jueves 11 de agostode 2011, el Primer Mandatario sostuvo un encuentro con ejecutivos del Banco de Desarrollo de China en Beijing y el mismo día el Congreso boliviano aprobó el nuevo contrato con Exim Bank mediante Ley 740, al tiempo que abroga la Ley 4149 del 31 de diciembre de 2009. Este nuevo contrato con el Exim Bank solo hace referencia al contrato suscrito por YPFB y CAMCE y a su primera adenda, de tal modo que todo queda oleado y sacramentado por orden de las más altas esferas del gobierno de Evo Morales[3].

Contratos millonarios con una empresa china, en rubros estratégicos, contratos adjudicados, en su mayoría por asignación directa, evidencian la escalada de la corrupción a niveles muy altos y destructivos. Ninguno de los contratos ha sido concluido exitosamente, algunos ni siquiera han comenzado, sin embargo, se adelantaron los pagos, no se cumplieron, en la mayoría de los casos, con las boletas de garantía; mucho menos con las normas de contratación de bienes y servicios. Lo mismo que antes, en el ejemplo anterior, éste es un caso que es síntoma de la decadencia política y gubernamental, así como de la muerte del proceso de cambio. La diferencia es que se trata de una magnitud abismalmente más grande, dentro de los mil millones de dólares, y de tratarse de megaproyectos de impacto estratégico mayor. Como estos mega-proyectos no se han realizado, entonces el impacto es negativo, destructivo, con la misma intensidad si hubieran sido realizados, solo que en sentido contrario[4].

El gobierno cree poder ventilar el caso, mucho más lamentable y escandaloso que el anterior, mareando la perdiz. Solo en el discurso, poco “objetivo” y escasamente profesional del Fiscal General, se puede escuchar que la responsable de todo esto es una muchacha adolescente, que sedujo al presidente, con quien tuvo un hijo, al parecer; que se aprovechó de la confianza de avezados políticos, curtidos en sus andanzas. La misma interpretación miserable del Fiscal General y los comentarios infames de las intervenciones sórdidas de los ministros oficiosos manifiestan los niveles de decadencia a los que se ha caído.

Claramente, el gobierno no gobierna y, aunque se lleve parte de la jugosa coima, de operaciones internacionales de gran magnitud, tampoco es el que más se enriquece. Son las estructuras de poder paralelo y los circuitos de la economía política del chantaje, las que lo hacen, que al parecer ya penetran, increíblemente, al mismo Estado Chino, que ha sido un ejemplo de lucha antiimperialista en la época de Mao Zedong.

Caso de la Ley Minera

Recurrimos a una cita del ensayo Cartografías histórico-políticas, donde analizamos críticamente e interpelamos la Ley Minera del “gobierno progresista” de Evo Morales Ayma:

La Ley Minera, aprobada en la Cámara de Diputados, está en el ojo del huracán, después es cuestionada por los cooperativistas mineros, a pesar de haberla consensuado con los obreros mineros sindicalizados y el ejecutivo. El desacuerdo tiene que ver con el artículo 151 que, en el proyecto de Ley consensuado, otorgaba atribuciones de asociación, de libertad de contratos con terceros, a las empresas cooperativas con otras empresas del rubro, sobre todo con aquellas que cuentan con disponibilidad de capital. Artículo que contraviene de pleno la Constitución, convirtiendo a las empresas cooperativas abiertamente en empresas privadas – antes lo hacían subrepticiamente -, en empresas capitalistas autónomas, capaces de incursionar, como el Estado, en exploración, explotación a gran escala, incorporando la tecnología devastadora que ahora se emplea en la minería por parte de las empresas trasnacionales extractivistas. Los cooperativistas mineros se lanzaron a la ofensiva, defendiendo el artículo 151, revisado por la Cámara de Diputados, exigiendo se vuelva a la redacción consensuada.

No solamente este artículo vulnera la Constitución, sino toda la Ley Minera[5]. Esta Ley, elaborada por un gobierno progresista, retrocede incluso, en comparación, de lo que todavía contiene como defensas públicas, con respecto al anterior Código Minero, elaborado, nada más ni nada menos, por los gobiernos neoliberales. Los populistas se atreven hacer cosas que ni los neoliberales se atrevieron. El gobierno reformista convierte a Bolivia en un paraíso fiscal para las empresas trasnacionales extractivistas y depredadora. Este es el “antiimperialismo” efectivo que practican estos gobiernos progresistas. Se entregan los recursos minerales a manos llenas a la vorágine capitalista de las empresas trasnacionales; las empresas cooperativas son sólo intermediarias, así como las empresas públicas también lo son, aunque en distintas condiciones. Las empresas públicas de la minería y las empresas cooperativas mineras son intermediarias en la explotación extractivista de los recursos naturales de los bolivianos, explotación no consultada al pueblo, a pesar que la Constitución establece el sistema de gobierno de la democracia participativa. En la cadena de la acumulación ampliada de capital, estas empresas sólo acceden a una parte mínima del plusproducto y de la plusvalía, incluso teniendo en cuenta las nacionalizaciones.

Como nunca antes el gobierno, la Asamblea Legislativa, la Federación Sindical de Mineros, la COB, la Federación Nacional de Cooperativas Mineras, regalan el agua a las empresas extractivistas, les abren las compuertas normativas, legales y reglamentarias para desviar los cursos de los ríos y de las otras formas de cursos de aguas. Sólo establecen procedimientos burocráticos para habilitar esta usurpación del bien común, del bien vital, de los ciclos de la vida vinculados a los cursos y ciclos del agua. Contraviniendo violentamente la Constitución, los derechos fundamentales, los derechos de los pueblos y las poblaciones, los derechos de la madre tierra. Haciendo desaparecer, en la práctica, la Consulta con Consentimiento, Previa, Libre e Informada.

Una Ley concebida como dispositivo represivo contra toda protesta y toda movilización en defensa de los recursos naturales, los recursos minerales, los derechos de los bolivianos, los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. Es una Ley que criminaliza la protesta.

¿Cómo se ha llegado a semejante descarnada violencia contra el pueblo y la Constitución? ¿Qué hay detrás? ¿Qué hay en los entretelones? Esta conducta descomedida sólo es explicable por corrosión institucional, por corrupciones calamitosas, a todo nivel. Esta gente ha comprometido los recursos, la soberanía del Estado-nación, pues no es un Estado plurinacional, entregando el subsuelo a la lógica destructiva extractivista, a la acumulación de capital por despojamiento y desposesión. Lo ha hecho arteramente, ocultando la elaboración de la Ley, elaborándola en secreto, consensuando entre amigos, para dar el golpe al pueblo azorado y sorprendido. Este delito está tipificado en la Constitución, se llama traición a la patria[6].

En un país de preponderante economía minera en su estructura productiva, durante gran parte de sus ciclos económicos, en un país de revoluciones y nacionalizaciones de los recursos naturales, sobre todo mineros e hidrocarburíferos, en un país que cuenta con una Constitución que establece el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico como mandato, además que define el carácter de los recursos naturales como no mercantilizables y destinados al vivir bien, fuera de prohibir la exportación de materias primas, el promulgar una Ley Minera que va en contra de la Constitución, en contra de la independencia económica del país, perpetuando, más bien, su condición colonial y dependiente, evidencia el dominio del sistema-mundo capitalista, de sus estructuras operadoras hegemónicas, como son las empresas trasnacionales extractivistas y el sistema financiero internacional. El gobierno no gobierna, solamente es un agente de la geopolítica del sistema-mundo capitalista y de los monopolios de las empresas trasnacionales, aunque tenga un discurso delirante, que se desgarra las vestiduras, pretendiéndose “anti-imperialista”.


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