Clajadep :: Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular

Imprimir

Dinámicas sociales y ecológicas

Raúl Prada Alcoreza :: 25.04.16

No pueden estudiarse las sociedades, sus estructuras, sus instituciones, sus procesos inherentes, sus devenires, a partir de la circunscripción del campo social; esto es suponer que las sociedades son autónomas respecto a las ecologías, donde están insertas y forman parte.
Este texto sintetiza y muestra el trasfondo de como vamos a trabajar el Taller
“Teoría de la complejidad e interrelación de paradigmas y metodologías interpretativas” cuyo programa está en http://clajadep.lahaine.org/?p=17547

Dinámicas sociales y ecológicas

Raúl Prada Alcoreza

El análisis de las sociedades y sus instituciones, cambia de enfoques y abordajes, desde la perspectiva de la complejidad[1]. No pueden estudiarse las sociedades, sus estructuras, sus instituciones, sus procesos inherentes, sus devenires, a partir de la circunscripción del campo social; esto es suponer que las sociedades son autónomas respecto a las ecologías, donde están insertas y forman parte. Por ejemplo, hablar de la historia de las sociedades, considerando solo las relaciones sociales, dejando de lado sus múltiples relaciones con los ecosistemas, de los cuales forma parte, es operar la premisa que supone una levitación social, como si las sociedades no estuvieran inmersas en los ciclos vitales. Estos procedimientos abstractos, son los que ha empleado la episteme moderna, con todo su bagaje metodológico y epistemológico, correspondiente al esquematismo dualista. Podemos, definir a esta forma de conocimiento como economía política del saber[2].

Las sociedades humanas dependen de los ecosistemas donde se encuentran, dependen de las relaciones con los ciclos vitales y los otros seres de los ecosistemas. El haber supuesto que el hombre es superior o todos los otros seres, que le corresponde enseñorear sobre los demás, ha convertido al ser humano en el mayor depredador; además sin límites. Poniendo en peligro no solo a las otras especies, sino también poniéndose en peligro a sí mismo; al depredar y destruir sus propias matrices de vida. Sus propias condiciones de posibilidad ecológicas.

Un ser que se suicida, sin tener consciencia de ello, no parece ser un ser inteligente, como ha creído ser; construyendo el mito del ser racional. Se vanagloria de sus ciencias y tecnologías; ¿acaso olvida que son apenas imitaciones de lo que ya ha creado la biodiversidad, lo que ya ha creado el universo, en sus distintas escalas? Hay que ponderar sus logros científicos y tecnológicos en los contextos complejos ecológicos, incluso en los contextos mayúsculos del universo o pluriverso. Compararse consigo mismo, en la linealidad de un tiempo inventado por su racionalidad abstracta, no tiene mucho sentido, ni ayuda a comprender su incidencia en el planeta y en el universo; simultaneidad dinámica e integral de las complejidades singulares, que es lo real como complejidad. La comparación con los otros seres del planeta, lo hace a partir de esta centralidad antropomórfica; por lo tanto, ya tiene resuelto su dilema, de manera antelada, manteniendo como regla sus propios perjuicios. Esto es pura “ideología” antropomórfica y antropocéntrica.

El hombre se compara a sí mismo, con su supuesto pasado; se compara con los otros seres, a partir de su propio mito construido. Esto es ver el planeta y el universo a partir de la propia rejilla construida, reduciendo al planeta y al universo a la escala de su propia medida. Esto es inventarse un planeta y un universo, adecuado a los prejuicios humanos.

Parece que lo que ha hecho perder el rumbo a la humanidad, es esta soberbia, injustificada e insostenible. Se ha convertido en el destructor del planeta. ¿Acaso olvida que no puede sobrevivir sin un planeta equilibrado, armónico, sano, saludable, con todos los ciclos vitales funcionando acompasadamente, desenvolviendo sus devenires? Esta perspectiva de la realidad como sinónimo de complejidad, la ha perdido hace mucho tiempo. Ha sustituido esta realidad por una representación de la realidad, adecuada al tamaño de sus prejuicios y mezquindades. Olvidando además, que esta manera de proceder, lo coloca en situación de peligro, desatando la amenaza de desaparecer, al destruir sus propias condiciones de reproducción.

Usando términos heredados, en el lenguaje que usamos, la historia de las estructuras de pensamiento humanos, la historia de sus saberes, de sus filosofías y ciencias, se reduce a la historia de prejuicios elaborados, si se quiere, cada vez más sofisticados. Esto no desmerece su techne, tampoco su logos. Sino que contextúa estas creaciones humanas en el contexto adecuado para hacerlo; el tejido espacio-temporal, de los espesores y planos de intensidad ecológicos. Lo otro, lo que se ha hecho, en las llamadas historias, sean “universales” o específicas, es recortar unos contextos, ya sean temporales o espaciales, reducidos y segados, que enaltecen los recorridos humanos. No se trata, de ninguna manera, de disminuirlo, al humano; al contrario, se trata de comprender la potencia que contiene, potencia que forma parte de la potencia de la vida y de la potencia de la existencia.

Esas historias, que aparentemente, enaltecen al humano, efectivamente lo disminuyen, al interpretarlo solo a partir de unas cuantas condiciones de posibilidades seleccionadas, de unos cuantos factores escogidos; además de elegir atributos, dejando de lado la multiplicidad compleja de planos y espesores de intensidad, con los que está involucrado el ser humano. Entonces, este supuesto enaltecimiento, resulta ser, en la práctica, un empobrecimiento, al desechar dimensiones de su potencia social. El ser humano de las narrativas históricas no es un ser humano completo, sino, mas bien, mutilado.

Reincorporar a la humanidad a los tejidos ecológicos, a los tejidos espacio-temporales del universo o el pluriverso, es devolverle sus vínculos con la increíble creación del universo, en sus distintas escalas. Es darse la posibilidad de comprender las dinámicas de la complejidad integral que la hace posible.

No se trata de descalificar lo que han hecho las sociedades humanas hasta ahora. De ninguna manera. Sino de situarse en los contextos, matrices, si se quiere, escenarios complejos, que hacen posible la composición compleja singular de la humanidad. Sobre todo, para poder responder adecuadamente a los desafíos y problemáticas que afronta. No hacerlo, es seguir embriagado en la “ideología” moderna de la centralidad humana; estar enquistado en los mitos del ser racional, del ser de leguaje, del ser político. Estos estancamientos, estas ilusiones, ya se han convertido, no solo en obstáculos epistemológicos, sino en amenazas concretas a su supervivencia.

El ensayo que presentamos, no tiene la finalidad de exponer exhaustivamente estas temáticas cosmológicas, astrológicas y ecológicas, sino el de replantear los enfoques y análisis de las dinámicas sociales y de las dinámicas institucionales de las sociedades humanas, precisamente en los contextos que acabamos de describir. Para tal efecto, propondremos algunas hipótesis metodológicas, todavía de carácter general; después, propondremos hipótesis metodológicas más operativas. Entonces presentamos hipótesis metodológicas, que ayuden a trazar senderos para emprender recorridos, en principio, titubeantes, hacia el tratamiento analítico, interpretativo y explicativo, de las sociedades, teniendo en cuenta las complejidades de las que hablamos.

Hipótesis metodológicasLas composiciones complejas singulares de las formaciones sociales y territoriales tienen que ser leídas e interpretadas, tanto por las dinámicas de sus composiciones singulares propias, así como por sus vínculos con otras composiciones singulares, relativas a las combinaciones y composiciones ecológicas. El tejido espacio-temporal-territorial-social envuelve a las composiciones singulares de las formaciones sociales. Este tejido complejo, en movimiento, hace de condición de posibilidad existencial de las formaciones sociales. Es matriz ecológica de las formaciones sociales, así como es su fuente nutritiva permanente. El análisis de estas complejidades singulares, si se quiere, histórico-políticas-culturales-sociales, desde la perspectiva de la complejidad, se efectúa desentrañando las texturas que ligan a la formación social con las dinámicas ecológicas. Donde los ciclos vitales sostienen la reproducción de los ciclos sociales. El análisis de las composiciones singulares de las formaciones sociales, se sumerge en las dinámicas integrales de estas formaciones sociales, en constante devenir. Las composiciones singulares de las formaciones sociales aparecen como acontecimientos; es decir, como dinámicas de multiplicidades de singularidades, que le dan el perfil de movimientos múltiples al acontecimiento; que puede ser observado desde distintos ángulos y estructuras, como topologías de cuádruples o más dimensiones. En el análisis de las formaciones sociales, no hay un centro ni eje privilegiado; por ejemplo, no se centra el análisis en la institucionalidad del Estado o en el campo económico. Estas composiciones menores, dentro de la composición compleja de la formación social, son solamente componentes relativos, en el profuso movimiento complejo de la composición integral de la formación social. Por lo tanto, desde la perspectiva de la complejidad, no hay una historia del Estado, tampoco una historia económica. Para decirlo en terminas conocidos; estos campos, el campo político y el campo económico, no pueden estudiarse aisladamente, circunscritos al recorte metodológico de sus campos. Solo pueden ser comprendidos, en tanto complejidades singulares particulares, en los contextos, en los ámbitos, en los espesores y planos de intensidad, que contienen, así como en los que son contenidos, en el tejido espacio-temporal-territorial-social. Las formaciones sociales, se hacen comprensibles, cuando las dinámicas sociales se relacionan a las dinámicas ecológicas. La institución imaginaria del Estado, sostenida por la materialidad jurídico-política de las mallas institucionales, es una composición en el campo político; campo que, a su vez, forma parte del campo social. El campo social es un plano de intensidad, que es comprensible como articulaciones específicamente sociales de los planos y espesores de intensidad de la complejidad, que lo hacen posible. El campo político es también un plano de intensidad menor, que, de la misma manera, es comprensible como articulación de planos y espesores de intensidad, que lo hacen posible. La decodificación del Estado, es posible, entonces, por su lectura como articulación, de dinámicas sociales y dinámicas ecológicas, que lo hacen posible. — NOTAS

[1] Ver Episteme compleja. https://pradaraul.wordpress.com/2015/02/13/episteme-compleja/ .

[2] Ver Crítica de la economía política generalizada. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.


https://clajadep.lahaine.org