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Chile: Sujeto y relaciones sociales en la insurgencia de Chiloé

Jaime Yovanovic Prieto :: 06.05.16

Hasta ahora los movimientos locales sucedidos en Chile, como los levantamientos de Punta Arenas y de Aysén, que suscitaron espectativas diversas, terminan como el movimiento estudiantil secundario del 2006 y universitario de 2011: retorno al corral del sistema de reproducción de las relaciones sociales

Sujeto y relaciones sociales en la insurgencia de Chiloé

Por Jaime Yovanovic Prieto

Hasta ahora los movimientos locales sucedidos en Chile, como los levantamientos de Punta Arenas y de Aysén, que suscitaron espectativas diversas, terminan como el movimiento estudiantil secundario del 2006 y universitario de 2011: retorno al corral del sistema de reproducción de las relaciones sociales. Después del 2006, debido a las mesas de negociaciones que desinflaron el movimiento pingüino gracias a los voceros del PC, este partido sacó buen provecho como interlocutor válido y eficiente para las negociaciones en curso para integrarse al bloque de la Concertación. Aprendieron la lección y la aplicaron en el movimiento universitario del 2011, que terminó nuevamente en nada, pero ese partido la jugó bien en la dirección de la transformación de las dinámicas sociales en caudal electoral y así amplían su cuota parlamentaria con los que pusieron a la cabeza del movimiento como Camila Vallejos, en tanto la Pontificia colocaba a su nuevo “niño maravilla”, Jackson, el de la “revolución en libertad”, digo “revolución democrática”.

El movimiento de Punta Arenas terminó igual, consiguiendo la Surda colocar a Boric de parlamentario, y en Aysén, la democracia cristiana le ganó al quien vive al bloque local PC-PS, ya que Fuentes pololeaba hace rato con los socialistas, que no pudieron competir con la puja en el remate “un parlamentario para quien ofrezca más” y perdieron para el mejor postor, la DC, que finalmente instalo al “líder” de los pescadores artesanales en el parlamento.

Los “que luchan”, al igual que en las batallas estudiantiles, buscan atraer y reclutar “combatientes”.

Así las cosas, la “participación” en la lucha social de unos pasa por la estrategia de copar el sistema con representantes electos,en tanto y los otros de formar la fuerza social que destruirá el estado para hacer posteriormente otro igual, pero esta vez dirigido por los buenos.

Se trata para ambos, de la politización de la lucha social, el uso de la lucha reivindicativa para acumular fuerzas y votos, ambos evitando cuidadosamente que se puedan formar nuevas relaciones sociales que muestren las posibilidades del cambio desde la gente, con lo que contribuyen a la mantención de las relaciones actuales sembrando la promesa futurista de una sociedad mejor que nunca llega, como lo están demostrando las subidas y bajadas de los países socialistas y las subidas y bajadas de los gobiernos progresistas, en una forma de relevo de posta, que nos mantiene igual o peor. Eso de que las izquierdas instalan algunos elementos democráticos y progresivos para luego venir la derecha y retirarlos o usarlos en su beneficio, ya lo venimos viviendo hace mucho tiempo, pero los jóvenes que vienen llegando no tienen forma de medir eso, pero si sacaran cuentas verían que llevamos un siglo en el mismo baile de disfraces, pues el próximo año, 2017 se cumplen 100 años de la contrarevolución bolchevique que acabó con el proceso de cambios que venía desde las comunas campesinas y los consejos (soviets), proceso autónomo que disputaron las diversas corrientes derivadas de la tergiversación de los escritos de Marx, así como los populistas, eseristas, socialistas populares y los anarquistas, todos ellos queriendo ser vanguardia y sólo consiguieron aplastar la iniciativa que venía desde abajo, como hicieron los partidos y grupos argentinos, que se arrojaron al interior de las asambleas vecinales que se multiplicaban por los barrios de practicamente todas las ciudades del país, para finalmente traerlos de vuelta al redil.

El Chiloé y alrededores existen tres factores sociales que explican la masiva participación ciudadana: las comunidades mapuche, las comunidades de pescadores artesanales y la conciencia o cultura vecinal, cada una de ellas entrecruzándose con las otras, en tanto los trabajadores de las salmoneras se han visto desde hace varios años en peleas internas derivadas de la presencia de dos grupos en permanente disputa por la dirección sindical, negociaciones y contubernios: el grupo ligado a la CUT, con fuerte base PC, PS y DC y el grupo ligado a la experiencia fracasada del MPT (Movimiento de los Pueblos, que luego pasó a ser denominado “y Trabajadores”, nacido en Valparaíso con fuerte influencia de Francisco Marín, líder de un grupo de artistas de la ex-cárcel, que posteriormente se incorporó al Partido igualdad), que ha trabajado entre los salmoneros junto a ex miembros del PC y aliados de grupos rebeldes en una mínima expresión.
En medio de las barricadas y bloqueos se mueven estas dos corrientes “apoyando” y buscando influir cada uno detrás de sus respectivas estrategias: los gobiernistas de la CUT y algunos concejales ligados a partidos de la Nueva Mayoría, empujan para un rápido acuerdo con el gobierno, en tanto los “que luchan” le echan más gasolina al fuego. Sin embargo la población que viene de esas tres tradiciones culturales que expresan un tipo de relaciones sociales diferente y contradictoria con la política y los partidos, hasta ahora ha mantenido la exigencia del aumento del bomo gobiernista pasando de la propuesta de 100 mil pesos a 300 mil, en especial porque el desabastecimiento se está comenzando a ver claramente y la preocupación circula entre todos, lo que disminuye las posibilidades de los gobiernistas y aumenta las de los “que luchan”, que van a ganar más adeptos que los otros. Las necesidades de la población y las presiones gobiernistas van a primar en corto plazo por una solución intermedia, pero el gobierno necesita demorar las conversaciones para que se vaya configurando más claro el panorama donde se requiere ganar puntos para las elecciones municipales y perfilar el resultado obtenido por los diferentes actores: la población, los partidos y el gobierno.

Que las experiencias de las luchas estudiantiles, de Punta Arenas y Aysén, sirvan para nuestras reflexiones y actuaciones. Que el apoyo a la lucha de la población chilota no se transforme en argumento que infle a los “que luchan” en otras partes y que necesitan ocultar las tradiciones de la región, única del país que conserva el espíritu de ese entramado horizontal comunitario de mapuche, pescadores y vecinos que nos dan lección a todos con sus mingas de traslados de casas enteras donde la gran familia de cada barrio celebra con un buen curanto con chapalele. Esos son los que verdaderamente están luchando, ya que los partidos están sólo buscando sacar provecho.

Es cierto que esas tradiciones están en todas partes, en especial en caletas y regiones mapuche, pero la insistencia de los partidos por quemar camiones, les va a terminar pasando la cuenta desde los propios protagonismas de las relaciones comunitarias del Wallmapu.

Esta experiencia no está mostrando el “auge de la lucha social en Chile”, sino la sobrevivencia de las tradiciones comunitarias, de donde viene el ejemplo para profundizarlas y multiplicarlas en todas partes. He ahí el cambio.

Jaime Yovanovic Prieto
profesor_j@yahoo.com
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