No es la reconstrucción de estado colonial (sea plurinacional, intercultural o cualquiera de sus modernas expresiones) e incorporación de cuotas de escaños a su parlamento, ni configurando institucionalidad colonial (partidos), un sustento válido para hablar de reconstrucción sino mediante la recuperación de los mecanismos propios y sus fundamentos.
Este proceso de recomposición no puede ocurrir bajo la lógica cultural ni racionalidad wigka u occidental sino desde el rakizuam provisto en el mapuche kimvn. El mundo de la solidaridad, de los aportes técnico y especialistas como de los comprometidos desde aportes disciplinarios “decoloniales” tanto chilenos como de otras pertenencias deben permanecer al margen de la conducción político.-estratégica del proceso
Claramente alejado del ritmo de la música y el circo de los poderes chilenos (mesas de diálogo, candidaturas parlamentarias, cuoteo, etc).
Se busca entregar una visión de lo que entendemos por autonomía y autodeterminación como pueblo mapuche, pero desde la perspectiva mapuche y no, un ideario de “autonomía” desde la perspectiva y el pensamiento wigka desde donde llueven propuestas.
1 de julio de 2016
INTERROGANTES, ALCANCES Y CONTENIDOS DEL PROCESO DE “RECONSTRUCCIÓN” DE LA NACIÓN MAPUCHE. HACIA UN CAMINO PROPIO DE AUTONOMIA.
Siempre bajo la mirada del rakizumeluwvn como modelo reflexivo y conversacional colectivo desde la perspectiva mapuche y sobre temas de interés que afectan al pueblo mapuche hoy; ponderemos en este espacio algunos elementos para la discusión sobre los pilares que –desde nuestra perspectiva- debieran ser parte del llamado proceso de reconstrucción del pueblo mapuche en los tiempos de actualidad que nos corresponde vivir.
Entre las preguntas que originan el debate mapuche interno, al menos de algunas orgánicas activas que intentan ahondar sus temas desde el pensamiento propio tenemos; ¿chumgelu amta mapuchegeyñ? ¿taiñmapuchegen mew amta igkakeyñ taiñ mapu? ¿chumlewetuyñ fantepu, zew anokagepalu iñchiñ? ¿rakizuamyekeyñ kay taiñ chumlerpun fantepu? Kam ¿re wigka kimvn mvten ñimitunierpuyñ taiñ weychan zugu mew? ¿chemamta weychan zugu?¿feyentukefiyin kay iñpu fvchakeche? Kam feyentuwelayñ? ¿gvnezuamkefiyiñ kay chum ñi azkvnufiel ta mapu iñ kuyfikecheyem?. Las cuales forman parte del necesario ejercicio del inatu (inaramtun, inatuzugun, inazuam e inarumen) como mecanismos propios de indagación. Claramente, no se puede desprender ni de las interrogantes planteadas como tampoco de las posibles respuestas en mapuchezugun de que la palabra “reconstrucción” emane directamente de una reflexión desde lo mapuche sino más bien desde “personas mapuche hablando, pensando y reflexionando en castellano acerca de la situación mapuche”. Ese es un hecho de realidad, por lo que no se busca aquí proponer una valoración (positiva o negativa) sino el asumir la escaces de debate interno (en general) y la preponderancia de la lengua de colonización en el discurso político mapuche actual en todos los niveles (sobre todo desde los llamados intelectuales mapuche); que más que mirarse a sí mismo con ojos propios lo vienen haciendo según parámetros y estándares ajenos (internacionales, algunos) de un modo absolutamente exagerado, mirando como único interlocutor al wigka. Si entendemos que aquello constituye una de las estrategias de resistencia, esta bien, pero también debemos concordar que eso no puede implicar la subordinación y anulación de nuestras propias formas, discursos y construcción de conocimientos.
Desde aquella dimensión crítica, consideramos entonces necesario asumir el discurso y la tarea de la “reconstrucción” de pueblo-nación (en tanto vocablo ajeno), probablemente, como parte de la necesaria “apropiación cultural” que se ha venido realizando como pueblo mapuche desde la interacción y resistencia a partir de la invasión española primero y chileno-occidental hasta la actualidad. No podemos dejar de revisar las innumerables estrategias adoptadas por nuestros kuyfikecheyen en ese mismo sentido más allá de lo épico y estratégico realizado por Lefxaru (Lautaro) frente al opresor, pasando por las posteriores vinculaciones con cierta clase clerical y el aprendizaje del wigkakimvn, intercambios de cartas, incorporación de variadas indumentarias, herramientas y oficios, la ganadería extensiva entre otros, constituyeron elementos que se han ido ampliando; aunque no todos se han resignificado culturalmente como ocurrió en tiempos de independencia, debido a que el escenario de dominación en el que nos ha correspondido vivir hace absolutamente envolvente la imposición y la enajenación cultural.
Como lo hemos indagado en otros estudios desde lo propio, la noción “Taiñ mapuchegen” expresa con claridad los componentes de las ideas implicadas en la noción de pueblo-nación mapuche. Así, wiñokintun, como la necesidad y acción de mirar hacia atrás para la reconstrucción colectiva constituiría desde el mapun kimvn ese modelo de reconstrucción expresado como “wiñokintumeketuyñ taiñ mapuchegen”. Ello, en tanto el modelo a ser “reconstruido” resulta imposible encontrarlo en otro lugar que no sea el pasado o kuyfi, que no es lo mismo que volver al pasado sino recoger allí una ética, un recorrido para ser persona o chegeam como finalidad de la existencia mapuche normado bajo ciertos principios que se rigen por el azmapu, las fuentes de la memoria como son lo fvchakeche, una forma de organización político-administrativa y ordenamiento territorial regido por el azmapu, un marco jurisdiccional bajo la autoridad de un logko (que no es lo que se impone hoy bajo la idea de comunidad), un territorio que recuperar y reconstruir bajo patrones propios de ordenamiento, la reposición de una lengua de comunicación, un sistema de creencias, etc. Todo lo cual lo encontraremos en el kuyfy para hoy ser reconstruido en un tiempo y espacio intervenido y atrapado tanto por la fuerza y el poder colonial del dominador, como por las propias contradicciones internas, visceralidad de las argumentaciones, sobrevaloración de los préstamos y escaso sustento ideológico propio en los discursos fundamentalmente escritos, del cual todos pecamos y que en la mayoría de las ocasiones no lo hacemos consciente.
De la resistencia a la reconstrucción colectiva: algunos componentes de la reconstrucción
El discurso de la “reconstrucción”, emana de un importante sector de la dirigencia actual del pueblo mapuche movilizado por sus derechos, asentado en los territorios de base. Surge a partir de una constatación y de un diagnóstico claro tanto de las causas como de las consecuencias que desencadenan el estado y la situación de crisis en la estructura sociopolítica-cultural, económica- ambiental y de la crisis del ser CHE como personas mapuche, tanto en su dimensión colectiva e identitaria como en el plano personal. En tiempos de independencia, guerra e intercambios ocurridos hasta finales del siglo XIX, podríamos decir que la nación mapuche continuaba su proceso de construcción interno producto de las nuevas incorporaciones a su repertorio material y simbólico pero normado bajo pautas culturales propias. Eso cambió con la ocupación y se pasa a un estado y situación de sobrevivencia y permanente resistencia que se mantiene hasta hoy, donde las diversas expresiones y vertientes desarrollistas y del indigenismo han buscado “interpretar” aquellas necesidades (de sobrevivencia y resistencia) mediante el diseño de variados mecanismos de “incorporación” definitiva al pueblo mapuche ya sea, a la chilenidad, el mercado o el progreso. Modernas formas de incorporación están hoy relacionadas con el reconocimiento bajo patrones de universalidad de los derechos humanos, mandatados por los poderes desde esferas multinacionales solventadas por los estados nacionales, como también por un reciente discurso de transformación del estado chileno para dar paso a otro de tipo “plurinacional” siguiendo modelos vecinos como los del estado boliviano y ecuatoriano principalmente, pero que –según fuentes de las propias organizaciones indígenas de los respectivos países no cooptadas por los gobiernos- desde su “refundación” hasta hoy existe una inmensa brecha de implementación entre lo que rezan las “Constituciones” y la implementación de las mismas (la constitución dice una cosa sobre el “buen vivir” y el gobierno boliviano hace otra cosa, por ejemplo). En esto se requiere una revisión crítica fundamentada de tales procesos, antes de asumir modelos cuyas consecuencias tienen hoy tan excluidos como antes a los pueblos indígenas o, en su efecto preguntarse ¿es la transformación del estado chileno lo que nos interesa como parte de nuestro proceso de reconstrucción como pueblo?, pretender ambas cosas no solamente parece una contradicción vital, sino un juego peligroso que finalmente busca otro tipo de “incorporación” bañado con discursos de autonomía.
Orientado a un plano de mayor elaboración de las ideas en torno a la “reconstrucción”, algunas interrogantes pueden contribuir a su clarificación o búsqueda argumentada de este proceso, las que no se buscarán responder aquí, sino más bien provocar discusión relacionada, entre ellas; ¿Qué motiva la idea de “reconstrucción nacional mapuche” en el discurso político mapuche actual de la “nueva dirigencia” emergente a partir de los 2000? ¿Cuáles son los componentes, ámbitos o dimensiones de dicho proceso y desde dónde se definen? ¡Desde que lógica o más bien cuál es el posicionamiento cultural, epistemológico y de racionalidad desde la cual hablan los promotores del discurso de la reconstrucción? Luego, ¿Cuál es rol o papel de los depositarios de la memoria y el conocimiento propio en esta tarea? ¿Cómo se miden los avances y logros de dicho proceso y bajo cuáles criterios? ¿las nuevas generaciones mapuche asumiendo ideales {éticos propiamente mapuche como…. yamüwün, feyentun y yewewün) como principios rectores de sus prácticas, o mas bien se responde a patrones de conducta externos guiados por las redes sociales de corte contestataria, rupturistas y antisistema que de origen ajeno? ¿cómo son y donde están los espacios de debate y discusiones formativas e ideológicas y político - culturales internos si es que se producen, y en que lengua se realizan? ¿Cuál es el rol del mapuchezugun en todo este proceso? ¿la actual modalidad y dinámica de recuperaciones territoriales responde a los ideales de la reconstrucción de pueblo y/o también a la solo satisfacción de necesidades individuales inmediatas? ¿Cuáles son los y cómo se producen los vínculos entre quienes viven en las ciudades y los del lof? ¿Sigue vigente o se ha roto la interdependencia histórica entre los jóvenes y los ancianos al interior de los lof?, dado que en este punto se encuentra la recuperación y reconstrucción ideológica mapuche.
Aquellas son sólo algunas de las interrogantes orientadas especialmente a las nuevas generaciones de mapuche mayoritariamente vinculados o en permanente contacto con el mundo urbano y otros en proceso de búsqueda identitaria. A nuestro modo de entender, las últimas dos constituyen la parte inicial y prioritaria del llamado proceso de reconstrucción de pueblo, en la medida que nos permite aproximarnos tanto en el tiempo como en el espacio, a las dinámicas, cruces ideológicos, conflictos culturales e identitarios, roles, modos de vida y relaciones con el medio; tanto del pasado como del presente para pensar el futuro pero desde la perspectiva mapuche y sus formas de conocer y pensar. Es decir, que la persistencia de características culturalmente propias de la sociedad mapuche en la actualidad como son, el respeto de los mayores, pervivencia histórica de un tuwvn y kvpan o definición y arraigo territorial y familiar, independientemente de la residencia “actual” de las personas mapuche, (el que no sabe, busca saber de dónde viene y la familia de sus antepasados junto con los significados de sus “apellidos[1]”); constituye el arraigo que muchos afirman desaparecido por el avance de la modernidad wigka y la expansión urbana y la masiva “incorporación” mapuche a ese mundo por las razones de sobra ya discutidas. A nuestro juicio constituye éste uno de los pilares de la reconstrucción en la medida que le otorga a la persona un arraigo (mapun tuwvn) situado en un territorio histórico necesariamente colectivo como parte del meli wixan mapu; recobrando vitalidad la expresión de “taiñ mapuchegen mew” como fundamento colectivo de la persona en su búsqueda y “reincorporación” al grupo. Es decir, el renovar la adscripción y la pertenencia a la nación a partir del kvpan y tuwvn desde la noción colectiva del “Taiñ mapuchegen mew”, como un primer elemento a ser cultivado para la reconstrucción nacional; lo cual no puede ocurrir fuera, alejado o desarraigado de la palabra de los fvchakeche, lo que implica la urgente revinculación y reacercamiento de las nuevas generaciones hacia la voz (mapuche) de los mayores. Urgencia que no es casual, debido a que muchos de los mayores se están muriendo, y los que viven son las fuentes orales directas del saber cultural, político e ideológico mapuche. Así, los elementos anteriores que hemos enunciado (tuwvn, kvpan, taiñ mapunchegen, kuyfikecheyen inatu, rakizuam, kimvn, azmapu, etc) y muchos otros por desarrollar van configurando la necesaria reconstrucción ideolígica en la que se debe basar el discurso político mapuche que aboga por la reconstrucción. No es la reconstrucción de estado colonial (sea plurinacional, intercultural o cualquiera de sus modernas expresiones) e incorporación de cuotas de escaños a su parlamento, ni configurando institucionalidad colonial (partidos), un sustento válido para hablar de reconstrucción sino mediante la recuperación de los mecanismos propios y sus fundamentos.
Un segundo componente de la reconstrucción, tiene que ver con otra búsqueda asociada al Volver a ser CHE y a vincularse con la tierra y sus elementos: Y ese CHE como parte de un conglomerado. El ser CHE supone un proceso de logro a lo largo del tiempo, una progresividad distinta al CHEKAWVN, que es aquel que hace alarde de sus condiciones o atributos positivos. Como proceso en permanente construcción (el llegar a ser CHE), siempre corremos el riesgo de perderla y recuperarla en función del apego o distanciamiento de las normas orientadas por el azmapu. En el mundo global comandado por el neoliberalismo actual y la evidente crisis urbana que se vive, no puede pasar a ser ideales de vida a ofrecer a las nuevas generaciones mapuche. Cosa distinta es que exista vinculación, lugares de paso e interacción, pero con la mirada puesta en el lof que es desde donde emerge el proceso reconstructivo a través del aprendizaje.
Otro de los componentes centrales del proceso de reconstrucción dice relación con nuestra Estructura organizacional. No es posible ser un colectivo sin una estructura organizacional propia, regido por autoridades propias y bajo patrones culturalmente mapuche y según un sistema o lengua de comunicación también propio. Existió una estructura que sobrevive en algunos territorios, como son los rewe y lof y que funcionan como tal especialmente para algunas prácticas como el kamarikun, Gillatun y eluwün, en ese contexto, pierde valor la denominada comunidad jurídica como parte de nuestra lógica organizacional a ser reconstruida. Aparece allí el Gizol Logko por sobre el logko por comunidad jurídica bajo ley indígena, el cual no puede eludir algunas de las fuentes de su existencia como (tal como lo dicen los kimche hoy): ser gillatufe, ser respetado y reconocido ampliamente en el lof y rewe, kimche o persona sabia, la promoción de la unidad de los territorios y no el divisionismo comunitario y el cultivo de un perfil eminentemente sociocultural y sociopolítico territorial interno alejado de la “farandulización” ligera, promovida por distintos canales de comunicación actuales y redes del activismo, no sólo hablante formal del mapuchezugun sino competente en la formas de su enunciación y ordenamiento e interacción con el entorno. Entonces, reconstruir la estructura organizacional como pueblo supone generar un consenso y amplitud de mecanismo participativos propios que germinen unidad a partir de un discurso y proyecto común normado por el azmapu. La necesaria delimitación, alcance y ordenamiento de territorio en su conjunto bajo criterios mapuche, para dar paso a la organización por fütalmapu (williche, wenteche, lafkenche, pewernche, principalmente), los que a su vez constituirían los componentes del meli wixan mapu o país mapuche y sus autoridades federadas con un VlmenGizolLogko. Figura que, por lo demás, hemos heredado de José Santon Kilapan que unificó y aglutinó ampliamente el meli wixan mapu en tiempos de la invasión y posterior ocupación militar de los chilenos a finales del siglo XIX.
Un elemento fundante de nuestra existencia como mapunche lo encontramos en el mapuchezugun, el que, debe ser el soporte en el cual descanse y avance del proceso de reconstrucción de pueblo. Se debe avanzar en el reaprendizaje de sus niveles formales de uso y manejo como en la necesaria escrituración como otra de las necesidades vitales. Los alcances de las políticas estatales de “reconocimiento forzado” en este tema deben ser materia de preocupación y análisis. Se requiere una definición precisa desde las instancias mapuches organizadas que apuestan por el proceso de “reconstrucción de pueblo” acerca de sus roles, intereses y apuestas sobre el camino a seguir en materia de recuperación de nuestra lengua. Constituye esta una discusión pendiente. Nuestra apuesta es hacer lo que venimos haciendo, hablarla en el máximo de contextos posibles y siempre en nuestro contexto comunitario de reuniones, además de ejecutar “cursos” de aprendizaje con niños en los espacios propios.
Este proceso de recomposición no puede ocurrir bajo la lógica cultural ni racionalidad wigka u occidental sino desde el rakizuam provisto en el mapuche kimvn. El mundo de la solidaridad, de los aportes técnico y especialistas como de los comprometidos desde aportes disciplinarios “decoloniales” tanto chilenos como de otras pertenencias deben permanecer al margen de la conducción político.-estratégica del proceso en tanto no son portadores de la matriz ideológica del mapuche kimvn o conocimiento mapuche, ni provienen de un tronco familiar o linaje (kvpalme) que lo sitúe históricamente en el meli wixan mapu. Distinto es, la existencia de puentes comunicantes frente a temáticas y/o afectaciones comunes desde donde se pueden establecer alianzas de orden táctico orientados a confrontar el poder, pero en ningún caso se trata de confundir en lugar que a cada uno le corresponde ocupar en sus respectivas luchas, porque finalmente, no todas las luchas apuntan al mismo objetivo estratégico. Distinto también resulta contar con el apoyo desinteresado que nace desde las vivencias de muchos y muchas personas que, de múltiples maneras colaboran directamente con la lucha nacional mapuche en el campo de la solidaridad así entendida.
Volviendo al título inicial, indudablemente, hemos abordado sólo algunas interrogantes, realizado sólo algunos alcances y puesto sólo algunos contenidos mapuche de lo que significa y engloba el proceso de reconstrucción de nuestra nación. Pero el desafío es, que desde el debate interno de cada orgánica la discusión y consensos mínimos se empiece a extender entre los que creen en ello. Eso sí, claramente alejado del ritmo de la música y el circo de los poderes chilenos (mesas de diálogo, candidaturas parlamentarias, cuoteo, etc).
El escribir en estos espacios no supone ni busca “farandulizar” los temas mapuche, no supone dictar cátedra académica ni “intelectual” en la materia.. Busca simplemente intentar aproximarse a lo propio, y, desde ahí tomar una posición reflexiva e ideológica acerca de lo que somos y queremos como mapuche. Es decir, que los fundamentos de nuestros discursos están en nuestra propia cultura, mientras que lo ajeno que tenga utilidad para la causa mayor (como este mismo espacio escrito) debe ser asumido desde la lógica de la “apropiación cultural”. También se busca entregar una visión de lo que entendemos por autonomía y autodeterminación como pueblo mapuche, pero desde la perspectiva mapuche y no, un ideario de “autonomía” desde la perspectiva y el pensamiento wigka desde donde llueven propuestas. También intenta abrir caminos de entendimiento entre tanta disperciòn propia de la precariedad de las disputas como de las disputas por la precariedad de tiempos complejos
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Meliñamku
[1] Abordaremos oportunamente la cuestión de los apellidos mapuche, que pasan a tener esa condición desde el proceso de conocido como “radicación de indígenas” y la entrega de los Títulos de Merced hasta 1900 apromadamente.