La Universidad Libre es una dinámica de construcción de saber que proviene del compartir relaciones cotidianas en el mundo de la vida.
¿Qué pretende la Universidad Libre? Contribución para no tener que indagar respuestas
Jaime Yovanovic·lunes, 1 de agosto de 2016
La Universidad Libre es una dinámica de construcción de saber que proviene del compartir relaciones cotidianas en el mundo de la vida, lo que significa en la práctica que cada carrera o vocación tiene un espacio de creación que no deriva de la transmisión de saberes previos, sean ellos de reproducción institucional o de críticas del poder, sino del ejercicio de la interacción entre trabajadores y vecinos y de ellos con la madre tierra en torno al común, sin ismos.
Como ejemplo que estudiamos para descubrir pasos metodológicos, tenemos la construcción histórica de la cosmovisión mapuche, que es la producción de subjetividad y saberes del sujeto milenario comunitario, donde no sólo se expresa una interpretación racional del mundo y, por ende, los actos de reciprocidad y retroalimentación con él, sino que según ellos se expresa el newen, es decir lo que los occidentales traducimos como flujos energéticos y afectivos.
De allí que entendemos la Universidad libre, la desuniversidad, como una contribución a la transición de la sociedad de clases a la sociedad sin clases, esto es, el común, sin ismos, basados en que la ruptura histórica del común o formas comunitarias de vida, se produce con el surgimiento de la propiedad, el patriarcado y el poder, que instauran la “sociedad”, cuyo predominio se da mediante la fragmentación del común en individualidades autoidentificadas como un ser integral cuyo eje dejó de ser el común para instalarse en el individualismo, que la reproducción de las relaciones del capital en el socialismo o capitalismo de estado, no modifica debido a que el proceso de acumulación actual sólo se puede dar destruyendo la madre tierra, así que en la actualidad el común, sin ismos, deja de ser una estrategia o encaminamiento histórico para ser una vuelta a la raíz, lo que hemos estudiado y seguimos estudiando en los escritos de Marx tras su ruptura con el estatismo que explicita en su análisis de la comuna de París y profundiza en sus estudios posteriores acerca de las comunidades campesinas rusas y de los territorios colonizados llegando a plantearse un cuarto modo de producción que llamó de “asiático” y en el que vio, en especial las comunas rusas, la posibilidad del tránsito a la sociedad sin clases sin pasar por el estado ni el capital. Pero eso es sólo un referente que nos ayuda, ya que también están las experiencias zapatista que se ha reproducido con sus especificaciones en ya casi todos los estados mexicanos, así como la experiencia kurda que avanzando desde Kobane en Rojava, ha ido ganando terreno en otras regiones y pueblos y, en particular las experiencias que estudiamos de los pueblos que han conservado por milenios las formas de vida comunitaria y la interacción armoniosa y equilibrada con la madre tierra.
Pero de todo ello no queremos extraer conclusiones metodológicas acabadas ni una especie de paradigma, pues el buen vivir y el cambio civilizatorio que se anuncia en todas partes desde abajo, se encarga en cada lugar de darle a esos caminos no hechos (como dice el poeta) los rumbos basados en la experiencia del compartir. Eso queremos sembrar en los barrios, el espíritu de gran familia del barrio y entre los trabajadores el espíritu de mancomunal que existía antes de las pugnas ideológicas anarquistas-estatistas.
De allí que la Universidad Libre solamente ofrece la posibilidad de participar en esos procesos de encuentro y prácticas compartidas donde podemos apreciar esa transición sin empujarla y así aprender y construir saberes entre todos. Sabemos que en el campo jurídico, toda acción de reivindicación o de realización de derechos subjetivos, es un amarre o atadura al sistema y muchos caen en el paternalismo oportunista de “hacer favores” para “sembrar” simpatía o para “organizar” en procesos que apuntan a la disputa del poder o a “destruirlo”. No se trata en nuestro caso de atraer y sembrar en torno a una propuesta estratégica instalada en la racionalidad, sino de que un acto jurídico o de apoyo jurídico u orientación juridica sea acompañado de actos relacionales humanos que permitan instalar permanencia e ir recuperando el circuito de los flujos del newen.
Por ello es que estamos pensando generar un modo de atención jurídica entre vecinos y trabajadores donde el estudiante de primer año, que “no sabe nada de derecho”, aprenda no sólo las reglas jurídicas o las maneras de implementarlas o defenderlas, sino las relaciones jurídicas in situ. Para ello entrevista a las personas necesitadas y recoge los antecedentes que hará llegar al profesional nadando en el agua para aprender a nadar el derecho no sólo entre los textos de la academia, sino inmerso en el mundo de la vida donde se expresan las relaciones de deberes y derechos. Lo mismo hace el estudiante de psicología y todas y cada una de las otras carreras. En tanto vamos al proceso o a la lucha, estamos reproduciendo y fortaleciendo el sistema, lo que no le importará mucho a quienes aspiran a “dirigirlo” para llevarlo “en otra dirección”, por eso se trata de una dinámica donde todos vamos aprendiendo que decir y cuando decirlo, que hacer y cuando hacerlo, etc. una especie de proceso autogestionario de construcción de aspectos metodológicos que nunca terminan de cerrarse en forma de paradigma o ideología, que está siempre abierto y ya no caminamos más por senderos hechos, que todos sabemos que están hechos para la acumulación y destrucción.