El feminismo no es lucha antipatriarcal, sino el rescate del papel de la mujer en la comunidad. No es un anti, sino un pro, a favor de.
Por Jaime Yovanovic (Profesor J), un feminista.
El feminismo no es lucha antipatriarcal, sino el rescate del papel de la mujer en la comunidad. No es un anti, sino un pro, a favor de.
La comunidad como forma de ser del ser humano, de la especie que se distingue de las demás por ser el órgano pensante de la naturaleza, la parte pensante del cosmos, tiene como eje a la mujer, que es el tronco del árbol de la especie, la que asegura la continuidad del ser, la que trae al nuevo humano desde el vientre materno de donde se incorpora al vientre de la matria, la comunidad, en que todos son madre de cada nuevo miembro, o sea su papel particular es transferido a la comunidad donde todos cuidan, miman, besan, acarician, sonríen, celebran sus gracias y amamantan al o la recién nacid@, del cual no importa su sexo ni su inclinación sexual, sino que es uno más o una más del común y por todos y entre todos circula el newen, las energías, karma y el amor que nos entrelazan con el resto de la madre tierra en un flujo constante de equilibrio de reciprocidad, cooperación y apoyo mutuo, al decir de Kropotkin en su debate con Darwin, que adjudicaba a los animales comportamientos de la sociedad patriarcal, como el rey de los animales o la reina abeja, que de reyes no tienen nada, salvo la utilización y defensa de las categorías autoritarias del patriarcado.
En épocas anteriores, digamos desde hace unos 7 a 8 millones de años, según los vestigios arqueológicos y antropológicos, los grupos humanos, primeramente hordas y luego gens o clanes, fratrias y tribus u otras diferentes formas de comunidades para mantener el equilibrio y alimentarse adecuadamente, se desmembraban voluntariamente para avanzar hacia nuevas tierras y mares, deteniéndose en lugares con mucho verde y animales, con los que compartían la biósfera a sabiendas de que cuando pensaban, lo hacían conscientes que todos los factores y actores de la complejidad de la vida participaban de muchas maneras en la elaboración del pensamiento, en especial a través del instinto, las sensaciones y la circulación de las energías, que se pueden llamar flujos kármicos, newen o amor cuando entran en juegos los afectos y ternuras.
Hasta que el macho, portador de los más importantes instrumentos o medios de producción, comienza su distanciamiento civilizatorio de la naturaleza en algunos lugares mediante el proceso de domesticación, encierro y control de animales y vegetales, en lo que fue el nacimiento de la agricultura y la ganadería en algunas regiones, en tanto en otras zonas del planeta, donde reinaba la abundancia, como en las selvas y grandes extensiones o llanuras, como en el dentro oeste del norte de nuestro continente Abya Yala o en los valles del Aconcagua, weallmapu y pampas laterales a la cordillera en el extremo sur, aquello nunca se produjo o se hizo de tal manera que no llegaba a un punto de ruptura y distanciamiento, hasta que llegó la civilización arrasando con la vida.
De allí, tras el inicio de la ruptura con la madre tierra y el comienzo de la civilización domesticadora, había un paso para llegar, más o menos entre 16 a 20 mil años atrás, después de millones de años de estar juntos, a la exclusividad de las unidades productivas y del hijo que daría continuidad. Junto a las unidades productivas exclusivas y excluyentes, el macho forma la unidad reproductiva que le daría el hijo primogénito que asumiría la propiedad, pero las mujeres no se dejaron aprisionar el vientre tan facilmente y así los machos que requerían una paternidad exclusiva, asumen un rol de patriarcas, acabando con el matriarcado del vientre materno y de la matria del común.
Así surgen las primeras y los primeros feministas de la historia, que para dar continuidad a su instinto y su rol, se apartan masivamente de los conjuntos de patriarcas que se unifican en los llamados consejos de patriarcas para efectuar de conjuto el poder social que ejercen sobre la base de la propiedad, la fuerza y la ideología patriarcal con figuras representativas de machos maduros, barbados y sentados en un trono. Las mujeres de todas las edades y los hombres feministas continúan su forma de vida comunitaria en regiones de difícil acceso a donde llegan los ejércitos patriarcales a someterlos y asi surgen las autodefensas de las mujeres guerreras llamadas amazonas y diferentes nombres en todas partes, que hasta el día de hoy siguen defendiendo las selvas en todas partes, así como regiones montañosas (Oaxaca, por ejemplo, o los nasa del Cauca, Colombia, o aún los mayas de las montañas del sureste mexicano y regiones de Guatemala), desérticas (como las comunidades amazigh, especialmente los tuaregs, en todo el norte de África), árticas (como los inuits, llamados esquimales) y diferentes llanuras y valles (como en el Wallmapu).
En el desarrollo de la civilización, que significa predominio de las cives, el patriarcado se desarrolla, crece, progresa, en dirección de la esclavitud y someten pueblos enteros, en tanto partes de ellos deben refugiarse y defenderse en regiones inhóspitas. Los consejos de patriarcas forman entre ellos el poder político desde su poder social y luego instituyen formas de dominio general mediante aparatos de control, el poder público, poder sobre el conjunto del populus mediante las instituciones patriarcales que sostienen la propiedad y las relaciones forzadas e ideológicas entre las individualidades en que fue fragmentado el común, dividir para reinar. El común siempre fue enemigo de los amigos allá arriba en las instancias del poder.
Silvia Federicci nos muestra en su libro “Caliban y la bruja” como la mujer era el eje en las comunidades campesinas y por ello la burguesía y la oligarquía, que nunca fueron tan enemigos como nos quiere mostrar la historiografía capitalista y socialista, ambos onsesionados por el poder y el predominio patriarcal, y por ello las quemaban porque además cumplían funciones de machi y así las acusaron de brujas y las enviaban a la hoguera para debilitar la resistencia del común por vía del terrorismo ejercido sobre el cuerpo de las mujeres.
En la misma época los objetores de conciencia con prófugos campesinos, se juntaban en los bosques, montañas y mares con sus familias completas, dando surgimiento a las comunidades que daban continuidad a la matria. Millones de soldados eran reclutados a la fuerza para enviarlos a morir en las lejanas tierras donde la resistencia era poderosa y continúa hasta hoy desde las comunidades indígenas. Las “independencias” fueron la manera patriarcal de subordinar y hacerse cargo del control de las comunidades para integrar los territorios al orden patriarcal por medio de la patria que aplasta a la matria.
Hoy día la lucha feminista ha caido en la pugna del poder patriarcal entre partidos y corrientes que luchan por el poder y muchos dicen pomposamente que están de acuerdo con las luchas de resistencia indígena y las apoyan, sin percibir que es al revés, que son en realidad las luchas indígenas las que nos muestran lo que hay que hacer y como hacerlo para despertar y activar el rol de la mujer integrada en la comunidad, y no es por otro motivo que la resistencia indígena no acepta a los partidos que sólo van tras el control de la máquina de moler carne que hoy día está destruyendo la madre tierra y la vida para la ganancia. De nada sirve al feminismo que algunas mujeres ocupen un porcentaje en la dirección de los partidos o de las candidaturas institucionales, lo que sólo es una argucia vergonzosa para hacer creer que es emancipación lo que es subordinación.
El feminismo es la reconstrucción del rol preponderante de la mujer en el común, en la comunidad, y no en las estructuras patriarcales, por lo que resulta sorprendente que algunas se dejen manipular por la militancia partidaria o política para atraer mujeres a las filas patriarcales.
El patriarcado necesita mantener las relaciones entre individualidades, o sea el predominio del individualismo, en cambio el feminismo necesita reconstruir el común para recuparar su digno papel de eje del mundo de la vida y de la matria.
Por eso hace falta retomar el vínculo comunitario desde nuestra familia con las familias de los vecinos, empezando con los de la cuadra, de nuestra vereda y la vereda del frente, para hacer allí un patio común. Por eso la voz de los vecinos, donde se encuentran también trabajadores y estudiantes, es la voz del común, para lo que hay que pasar por encima de las divisiones patriarcales de la política y de la ideología, ya no interesa que un vecino sea de izquierda, derecha, centro o extremos, lo que interesa hoy día es que pueda formar parte de la circulación de los afectos de la matria.
Tenga usted la certeza de que al leer este texto un partidario de las formas patriarcales de hacer las cosas, se va a molestar un poco, más que nada porque ponemos en cuestión la base donde está parado. Si es así, bájese de allí y venga al mundo real, abra los ojos y el corazón, vea a las mujeres no como cuerpos para saciar su apetito, sino como las nietas de las brujas que no pudo quemar la civilización.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Universidad Libre, la desuniversidad
unlibre@gmail.com