Aquí no se trata de ganar o de perder, en cualquier caso es lo de menos. Lo importante es volver a reunir nuestros pedazos dispersos, remendar el tejido social, escuchar y, a partir de eso, levantarnos y volver a caminar.
Voto por usted, Compañera
Desiformémonos
Compañera,
A mediados de octubre retembló en su centro la tierra cuando, a través de un comunicado, supimos que el Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional llegaron al acuerdo de consultar a sus bases para proponerla a usted como candidata independiente a la presidencia de lo que queda de nuestro país.
De entrada, Compañera, sepa que votaré por usted. Cuenta con mi voto de confianza, con mi voto-papeleta depositado en una urna. Por usted, volveré a andar el camino a la casilla que me corresponde. Por usted, mi credencial de elector volverá a ser usada como tal y no sólo como identificación para trámites burocráticos y otras monsergas.
No está usted para saberlo, pero en 1994 había una pinta en el Metro General Anaya. Decía así: “Si yo voto, si tú votas, si él vota… todos ganamos”. Lo creí a pie juntillas. Y ya sabe lo que ha pasado desde entonces: una sucesión de malos gobiernos. La pesadilla convertida en cotidianidad. La desesperanza que augura: Y se va a poner peor todavía. La tristeza y el miedo que desmovilizan, el tejido social que se adelgaza. La corrupción más invasiva que el peor de los cánceres. La democratización de la idiotez y la estulticia a través de las redes sociales. Perdone, Compañera, no le quería hablar de eso, pero no puedo evitar hacer catarsis y tampoco crea que me dura el efecto catarsis: al ratito vuelvo a quejarme, a llorar. Antes lloraba sólo por mis muertos y ahora lloro por ellos, por los que aún no estamos muertos, por los sueños secuestrados, desaparecidos al igual que tanta gente; lloro por este país que es mi país pero que ya no se parece a mi patria. Perdone, Compañera, tampoco le quería hablar de eso, perdone las lágrimas pero últimamente he llorado mucho, con mucho pesar.
No está usted para saberlo, Compañera, pero en aquel entonces le escribí una carta al Sub Marcos. Una carta con la crónica de la marcha del 2 de octubre. Creo que también hacía catarsis por la situación del país y le platicaba de la pinta del Metro. La respuesta llegó prontito. Llegó al corazón. Incluía saludos a René Villanueva y para mí, una flor blindada, que es uno de mis grandes tesoros. Escribió el Sup: “La pinta debió decir: Si yo lucho, si tú luchas, si él y ella luchan… Todo empezará apenas”.
Sí, Compañera: todo empezará apenas. Bueno, también es cierto lo que cantábamos hace veinte años: “Porque esto ya empezó… y nadie lo va a parar”, un poquito percutido, a ritmo de diana o de cumbia.
Con la noticia de su candidatura independiente la-mi flor blindada retoñó. Siento que me pasó algo como lo que sucedió en el V Congreso Nacional Indígena cuando pasaron de la catarsis al planteamiento de la idea que se volvió propuesta y que ya tomó el rumbo de la acción.
Sabe, Compañera, coincido absolutamente con el Sub Moy de que su candidatura de usted es algo “tan grande, o más, que el primero de enero de 1994”. Es tan revolucionario como la Ley Revolucionaria de las Mujeres del EZLN que fue la primera batalla que se ganó sin disparar una sola bala y que cambió el mundo de muchas vidas. Yo creo que por eso la noticia de que la iban a buscar no me cayó de extraño y también porque cada 8 de marzo leo y releo los comunicados zapatistas, odas a la mujer, donde se habla de las compañeras, milicianas y comandantas, de las jóvenes y las niñas, no sólo Toñita y Yeniper, también de Doña Sociedad Civil que parece no estar envejeciendo muy bien que digamos… Porque no puedo olvidar la diminuta figura de esa giganta que fue la Comandanta Ramona en el inicio de los Diálogos en San Cristóbal pero también en la fundación del Congreso Nacional Indígena protegiendo la bandera mexicana; porque desde un principio cada día se hace realidad esa parte del Himno Zapatista: “Hombres, niños y mujeres el esfuerzo siempre haremos…”, porque que clara y que fuerte se oyó la voz de la Comandanta Esther exigiendo el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés en el Congreso.
En los Municipios Autónomos Zapatistas, en las Juntas de Buen Gobierno saben lo que es ocupar un cargo y mandar obedeciendo. Por eso me emociona mucho el comunicado del pasado 17 de noviembre porque los compas ofrecen cuidar de sus hijitos como si fueran propios, darles toda la atención médica y que puedan estudiar en sus escuelas que son las mejores de este país. Esa delicadeza sólo se da entre quienes hacen una mística de su deber o como quien dice porque ellos saben la chinga que es tener cargo, tener comisión, resolver los asuntos de la comunidad y por eso dan ese apoyo, ese acompañamiento.
Compañera, ya le habrán dicho que no la tiene nadita fácil. Si transitar los caminos para realizar la consulta y sacar acuerdo sobre su candidatura implica arriesgar la vida, si para los poderosos el que nos reunamos a escucharnos les parece subversivo, si y en estos tiempos en que las mujeres mueren más de muerte mala que de muerte natural, en que ser mujer implica una gran vulnerabilidad y en que además ser pobre y ser indígena es peor que no existir, yo la saludo a usted.
Aquí no se trata de ganar o de perder, en cualquier caso es lo de menos. Lo importante es volver a reunir nuestros pedazos dispersos, remendar el tejido social, escuchar y, a partir de eso, levantarnos y volver a caminar.
Beatriz Zalce
Premio Nacional de Periodismo por su labor cultural en Desinformémonos. Catedrática de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.