El Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha convertido en una suerte de fantasma en América Latina. Ni su complicidad en la caída del modelo argentino ni las voces en contra, que llegaron con los presidentes de Brasil y Venezuela, Inazio Lula da Silva y Hugo Chávez, frenaron su influencia en las economías, aseguran los analistas.
Ecuador no es la excepción. En el campo económico –y en alguna medida en el político– el acuerdo firmado entre el FMI y el Gobierno de Lucio Gutiérrez se ha convertido en el eje de las decisiones oficiales. Prueba de ello son el alza de los combustibles de enero pasado, el pedido de concesión de las empresas eléctricas y telefónicas, el envío de proyectos de reformas aduanera y laboral al Congreso, la expedición de decretos para la austeridad fiscal, entre otros.
La influencia de las recomendaciones del organismo es evidente y todas las decisiones oficiales apuntan a cumplir con el acuerdo.
Pero, ¿qué peso tiene el país en la estructura del FMI?
Ecuador es uno de sus 184 miembros o “accionistas”, a los cuales –según los estatutos– el Fondo está obligado a rendir cuentas.
Para mantenerse allí, Ecuador paga una cuota de 302,3 millones de Derecho Especial de Giro (DEG: 1,47 dólares por unidad), que es la unidad de cuenta del FMI, lo que equivale al 0,14% del total.
Ese aporte le permite participar con el 0,15% de los votos, que son canalizados por el ministro de Economía, Mauricio Pozo, o por el presidente del Banco Central, Mauricio Yépez, en la Junta de Gobernadores, que se realiza cada año.
Colombia y Perú, por ejemplo, representan el 0,37% y 0,31% de la votación.
El país que más influencia tiene en la Junta –y por tanto en las decisiones– es EE.UU., con el 17,46% de los votos.
Al 30 de junio, el total de aportes de los miembros del FMI sumó 299.000 millones de dólares (unas 27 veces la deuda externa ecuatoriana).
En el país, pocos conocen lo que sucede al interior del organismo y las percepciones se basan en lo que el organismo proyecta por sus pedidos.
La consultora Quantum, en su publicación de septiembre, estableció que el 49% de la población cree que cumplir con el FMI mejorará la situación económica.
Sin embargo, en la misma encuesta se revela que el 39% de los entrevistados piensa que esa mejoría servirá para el pago puntual de la deuda externa. Patricio Pazmiño, director del Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES) advierte que la “aplicación ciega” de las recomendaciones del FMI acrecentarán la pobreza.
Mauricio Yépez, segundo al mando del Frente Económico y Gobernador alterno ante el FMI, considera, en cambio, que no existen las imposiciones, sino “medidas necesarias para generar riqueza”.
El debate continúa. Mientras tanto, el Gobierno se apura en cumplir el acuerdo con el FMI, pues espera recibir no solo un préstamo de 206 millones de dólares (hasta marzo del 2004), sino el aval para los créditos de los demás organismos internacionales. “Los préstamos para financiar el presupuesto del 2004 están atados al acuerdo con el FMI”, dijo.
José Barrionuevo, estratega para América Latina del Barclays Capital Bank, asegura que solo México, Brasil y Chile han realizado ajustes a su sistema económico.
Pregunta: ¿Qué falló en la región para que se haya desencadenado una crisis económica, social y política en países como Bolivia, Venezuela y Argentina?
Respuesta: Ninguno de esos países tuvo restricción fiscal (reducción de los gastos públicos). Por ejemplo, los ajustes fiscales en Venezuela fueron muy pobres, en Argentina también, y nunca logró tener más ingresos que gastos, al igual que Bolivia.
P: ¿Reducir los gastos es la única forma de lograr equilibrio?
R: No hay que hablar de eso. Más bien los países que han tenido ajustes fiscales importantes son México, Chile y Brasil.
P: ¿Cuál es la trampa en la que cayeron los países que ahora tienen problemas?
R: El mercado siempre les dio financiamiento y eso hizo que cada año se endeudaran más y más. Por ejemplo, en 1998, Argentina ya no tuvo financiamiento y en lugar de ajustarse lo que hizo es buscar créditos en el mercado local. Pidió a los fondos de pensiones y ello llevó a un estancamiento de la inversión privada y el índice de crecimiento bajó. En el 2001 se acabó el financiamiento y la deuda externa quedó impaga, esto generó pérdida de confianza y la gente sacó su dinero fuera del país.
P: Pero todos los años existen problemas de financiamiento en los países de América Latina.
R: Eso sucede porque no se realizan las reformas estructurales necesarias. Si hay algo en común en los países que usted menciona, es que no se cambiaron leyes y se continuó despilfarrando.
P: Entonces, ¿cuál ha sido el papel del FMI? ¿Acaso se han dado las mismas recetas para realidades diferentes?
R: El FMI tiene información suficiente sobre todos los países. Construye bases de datos, de empleo, ingresos y distribución. No creo que existan recetas arbitrarias. Lo que sucede es que hay mucha injerencia política en las decisiones y cuando todo se cambia es en función de que alguien gane o pierda, pero no se piensa en el país.
P: El ex premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, criticó al FMI y aseguró que solo empobrece a los países…
R: Esa concepción existe, pero el objetivo del FMI no es involucrarse en la política de los países, es mejorarles la estructura y eso implica cambios permanentes, y muchas veces esos cambios son malinterpretados.
P: ¿Ecuador podría caer en la misma trampa?
R: Si Ecuador logra aprobar todas las leyes que le han pedido, habrá un flujo de capital que le va a permitir aumentar el crédito, de hecho el éxito de la dolarización depende de la capacidad del país para generar dólares.
P: ¿Cree que las cifras que presenta Ecuador reflejan la realidad?
R: Creo que reflejan la mejor opinión del Gobierno.
Las misiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) no hablan con la prensa y los resultados de sus evaluaciones solo se publican en internet una vez que el directorio los ha aprobado.
El representante residente del FMI en Quito, David Yuravlivker, tampoco ha hecho públicos sus comentarios.
Según el informe anual del organismo, hasta abril hubo 93 delegados en 85 países.
Las reuniones para las negociaciones son -siempre- a puerta cerrada.
Por ejemplo, durante la primera revisión del acuerdo, los medios supieron que Bob Traa, jefe de la misión del FMI, es holandés, que en la sala de su casa, en Washington, tiene varias réplicas de los cuadros de Guayasamín, y que su esposa es ecuatoriana.
Sin embargo, los resultados de la evaluación económica y política del país solo se conocieron después de unas semanas, una vez que el directorio autorizó mantener el plan.
Para evitar la incertidumbre, el FMI estableció una “política de transparencia”, que se basa en la publicación en internet de ciertos documentos.
“(El FMI) ha tenido que considerar cómo equilibrar su responsabilidad de supervisar el sistema monetario… con su función de asesor confidencial de los países miembros”, señala su informe anual del 2003. “Un país miembro puede notificar… su decisión de no consentir que el FMI publique un documento”.
Las actas del directorio serán públicas después de diez años, aunque existen documentos que, “con algunas restricciones”, estarán a disposición después de 20 años.
En los últimos cinco años, el FMI ha revisado su estrategia de comunicación tres veces.