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Chile: Quien mandó el “regalo bomba” no es salvaje, sino producto de esta civilización.

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 14.01.17

Aquí todos somos culpables, parte y cómplices de la violencia, ya que nos estamos permitiendo vivir en medio de la teoría de la sociedad del conflicto, nos autorizamos e instigamos a vivir separados, en competencia, dividiéndonos nosotros mismos en buenos y malos, sembrando los partidos y corrientes ideológicas de todos los colores el odio y el miedo por doquier.

Quien mandó el “regalo bomba” no es salvaje, sino producto de esta civilización.

En una sociedad donde se militarizan regiones y barrios, donde la bala y la tortura hacen nata, donde el desempleo es creciente, así como la precariedad del trabajo y los salarios bajos son la tónica, donde se persiguen y se matan mujeres y gays, donde crece la violencia familiar, los abusos en el Sename, donde todos roban allá arriba y el narco se extiende en los barrios, donde la Sofofa pide mano dura y las mujeres son violentadas a diario en las calles, centros de trabajo y aún fotografiadas en la marina o perseguidas en carabineros por bailar el vallenato, en fin, si ya no es posible hablar de “civilización”, puesto que se aumenta a diario la destrucción de la naturaleza en todas partes y por todos los medios, no es de extrañar que surjan formas de violencia en partidos y grupos de izquierda, derecha, centro y extremos, cada velando por sus intereses e intentando ponerse a la cabeza de la población para arrastrar a la gente en sus caminos de odio.

Aquí todos somos culpables, parte y cómplices de la violencia, ya que nos estamos permitiendo vivir en medio de la teoría de la sociedad del conflicto, nos autorizamos e instigamos a vivir separados, en competencia, dividiéndonos nosotros mismos en buenos y malos, sembrando los partidos y corrientes ideológicas de todos los colores el odio y el miedo por doquier. Las elecciones en vez de ser eventos sociales, se transforman en lucha sin cuartel entre todos los candidatos por mucho que algunos monos y monas se vistan de seda, como los grupos salidos del movimiento estudiantil o los que se separan de la izquierda para hacer otra izquierda o los que se salen de la derecha para hacer otra derecha, los del centro y la enorme constelación de grupos de extremos, que ya no se sabe cuales son cuales y está claro que la derecha y el estado meten su mano abierta o cerrada entre los grupos rebeldes y los grupos del narco, para contar con títeres y gatos que les saquen las castañas del fuego.

En este caso no queda claro si es la derecha, centro o extrema derecha que ataca a un personero del partido socialista o si es la izquierda o extrema izquierda que ataca a una autoridad estatal ligada al empresariado. Todos van a divulgar la noticia según sus acotados intereses para sacar beneficio del hecho.

Rechazamos toda violencia estatal, patriarcal, familiar o revolucionaria, ya que todos ellos sacan nutrientes, alimentan y se alimentan de la agudización del conflicto y nosotros no queremos más eso, sino la mancomunidad y la circulación del común, los afectos y el newen, la familia del barrio y los compartires y diálogos internos y externos en cada espacio social.

No queremos más guerra, sino paz, convivir y buen vivir comunitario.
Así podemos aprender entre todos las maneras de desplegar la autonomía y el protagonismo social desde los propios sujetos protagonistas del mundo de la vida en todos sus aspectos, lugares y categorías sociales. La política y la economía han llegado a un punto de ruptura inaceptable entre las personas y ya es hora que aprendamos a desarrollar desde todos lugares la ciencia, el arte y el amor como modos de rehacer el mundo y poner fin a la civilización del odio y la muerte, no allá arriba, que no van a ceder fácilmente sus posiciones de poder, cargos y riquezas, sino desde abajo, desde la familia, desde los corazones, desde el barrio y centro de trabajo o estudio.

Si usted no pone su grano de arena, está permitiendo la continuidad de esta teoría del conflicto y de la guerra social desatada por los políticos que defienden el poder o que aspiran a ocuparlo o destruirlo. Más que destrucción, necesitamos construcción, para la eso es la mancomunidad, el común y las formas de vida compartida.

Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com
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