Lo mejor que tiene esta “izquierda” es el ejercicio de la denuncia, que ciertamente es útil, para poner en mesa y en conocimiento de la población, la vulneración flagrante de derechos. Sin embargo, perversamente, si bien las denuncias hacen visible las violencias dominantes, terminan legitimando el orden mundial y el orden nacional; pues siguen jugando a la democracia reducida, a la democracia simulada, la democracia institucionalizada. Esta crítica es, hoy, una caricatura de lo que fue, en su tiempo, la crítica de la economía política.
Las concepciones triviales del mundo
15.01.2017
Raúl Prada Alcoreza
Hablemos de las concepciones triviales del mundo, que forman, obviamente parte de la ideología; ese sistema representativo del mundo, de legitimación de las dominaciones polimorfas y de orientación práctica de acciones vinculadas a la reproducción del poder. Por cierto, hablamos de sistema más en términos metafóricos, pues más que sistema es un conglomerado de sedimentaciones representativas, estratificadas en los depósitos de las formaciones discursivas de la sociedad oficializada, del Estado y del imaginario conservador. Este sistema-ideológico es pues variado y plural; cada estrato o grupos de sedimentos ideológicos, funciona, muchas veces, aparentemente, de una manera independiente. Solo cuando la crisis múltiple del Estado y de la sociedad institucionalizada, los sedimentos, los estratos ideológicos, los fragmentos sueltos, locales y regionales, se articulan para defender desesperadamente el establishment.
No vamos a desplegar una exposición exhaustiva, menos minuciosa, del acontecimiento ideológico[1], sino, tan solo, tomaremos un ejemplo ilustrativo, en la coyuntura del sistema mundo-moderno. ¿Qué se dice, qué se piensa, qué se imagina, en lo que respecta a México? Tomemos a México tanto como Estado-nación, así como formación económico-social, aunque también y sobre todo, como complejidad dinámica singular espacio-temporal-territorial-social, desde la perspectiva de la complejidad[2].
Empecemos por lo más fácil, la concepción grosera del mundo, que expresa elocuentemente el actual presidente de los Estados Unidos de Norte América. Resumiendo, por razones de espacio, estamos ante una concepción grosera del mundo. El mundo se reduce a un mundo de “ganadores y perdedores”, donde el ombligo del mundo es el propio país, el del presidente susodicho. Lo anacrónico de este discurso es el núcleo ideológico chauvinista, como si se estuviera ante una nación en la etapa su consolidación, como si no hubiera transcurrido mucha agua bajo el puente. Siendo ya, para decirlo con una tesis teórica política conocida, el gendarme del imperio, del orden mundial, en plena fase de dominación financiera y del capitalismo especulativo[3]. Hablamos de una híper-potencia, de un complejo económico-tecnológico-científico-industrial-comunicacional, que incide preponderantemente en los decursos del sistema-mundo capitalista. El anacronismo de este chauvinismo habla del retraso ideológico de este discurso, que no brilla precisamente por su ingenio, ni por sus aportes, ni por que diga algo nuevo. Estamos ante hombres, que manifiestan un rezago temporal, en lo que respecta a lo que podríamos llamar, provisionalmente, recurriendo a un concepto conocido, consciencia del mundo o si se quiere consciencia histórica, más claramente, consciencia del presente.
Esta concepción grosera del mundo cree que las fronteras geográfico-políticas son naturales; en consecuencia, considera que es conveniente reforzarlas construyendo “muros”. En esta figura paranoica se expresa claramente lo grosero y elemental de esta concepción chauvinista. Si nos adentramos a sus ideas sobre la economía, vemos también sus estrechos alcances. En un mundo globalizado, atravesado por empresas trasnacionales, pedir el retorno de las industrias, por ejemplo, automotrices, es develar la ingenuidad extrema de esta representación aterida. Pero, quizás lo más grosero de esta concepción se encuentre en su yerto racismo recalcitrante. Para esto hombres de la élite dineraria, la gente de color, los mexicanos, los migrantes, los indocumentados, son la lacra, que corroe a la nación, a la economía y a la sociedad. Esta paranoia extrema nos muestra los coagulados miedos, los fantasmas, que rodean las casas solariegas de estos hombres y sus círculos de reuniones. Yendo por este recorrido, sobresale el machismo exacerbado en hombres de poder, que ven a la mujer o como un adorno, símbolo de su poder y prestigio banal, o como subjetividad dependiente, por lo tanto, controlable, o, en la paranoia misma, como un peligro o amenaza a las incertidumbres de su propio mito, el macho alfa.
Estos hombres, de la concepción grosera del mundo, no son precisamente el ejemplo de la burguesía emprendedora del siglo XIX y mitad del siglo XX, la burguesía industrial; sino, mas bien, son el perfil de la burguesía financiera y especulativa, que maneja conglomerados de empresas, mediante el juego de acciones, de la bolsa y de la especulación. Son, más bien, en sentido riguroso de la palabra, hombres ricos, super-ricos, hombres adinerados, que por su dinero forman parte de la élite del sistema-mundo cultural de la banalidad[4]. Sus super-ganancias las obtienen esquilmando a los pueblos mediante las burbujas especulativas, la compulsión del crédito, el endeudamiento deshonesto de la población, que llevan a las crisis financieras, como la de la crisis inmobiliaria.
Tomando en cuenta estos perfiles de esta burguesía especuladora, podemos aseverar que la presencia de esta casta de piratas de cuello blanco - de hombres mediáticos o, en contraste, de bajo perfil, aunque aparecen en revistas que publicitan a los supuestos “ganadores” en un mundo de “perdedores”, a los multimillonarios -, no le hace bien al mundo, ni siquiera a su propio país, que tanto se deleitan en nombrar, considerándose los más patriotas.
Sin embargo, esta concepción grosera del mundo no solamente se da en el ombligo del mundo, sino también en las periferias de la geopolítica del sistema-mundo capitalista. La burguesía mexicana, destacando aquella burguesía que le hace eco a la burguesía norteamericana, aquella comprometida con el Tratado de Libre Comercio, es la que expresa de manera ruda y torpe esta concepción grosera del mundo; solo que a su propia manera. Hay como una herencia congénita, desde la época de la colonia, de las clases dominantes mexicanas, por lo menos, de la que ha logrado preservar la punta de la pirámide de la estructura social, relativa a la concepción de la política y del ejercicio del poder. No se encuentra otro método eficaz sino el de la violencia descomunal; el dejar claro quién manda, quien tiene el monopolio del poder, quien tiene las armas. El abolengo de estas familias deriva de la expropiación de tierras de comunidades, de naciones y pueblos indígenas, del desconocimiento taxativo de los ejidos, de los derechos campesinos, ganados y conquistados en la revolución. En esto hay algo de analogía con la burguesía norteamericana; los criollos, después de la independencia, avanzaron implacablemente sobre la geografía territorial de las naciones y pueblos indígenas, anexionándosela; desconociendo su propia constitución liberal. La diferencia radica en que el empuje, en el norte, de la burguesía industrial vino, por así decirlo, desde abajo, desde la migración plebeya. Un origen o nacimiento de esta burguesía industrial se encuentra en los pioneros; lo que no tuvo la genealogía de la burguesía mexicana y no tuvieron las genealogías de las burguesías latinoamericanas. Salvo contadas excepciones, que fueron anuladas, de entrada, por los que optaron por la expropiación de tierras comunales y por la corrosión institucional, para enriquecerse. Sin embargo, con el tiempo, los estratos de la burguesía mundial, pues tenemos que hablar de esta manera en el sistema-mundo capitalista globalizado, se han venido articulando e integrando mejor; si bien, no exactamente tomando consciencia de clase, pues los egoísmos particulares siguen preponderando, por lo menos, en lo que respecta a la plasmación fáctica de los vínculos y redes que cohesionan a la burguesía mundial.
La concepción grosera del mundo de parte de la burguesía mexicana, de la comprometida con el Tratado de Libre Comercio, sobre todo ahora, de la comprometida con el gobierno de Enrique Peña Nieto, la que cierra los ojos ante la matanza sistemática de mexicanos y de mujeres, ante la magnitud innombrable de desaparecidos, tiene sus particularidades. Uno de los rasgos llamativos es la psicología despótica, el hábito de la prepotencia, la pretensión de inmunidad, ante sus actos. En lenguaje común, podríamos decir, cinismo. Lo sorprendente es que este despotismo de traduce en desprecio a los coterráneos; por eso, no les importa la devastadora marcha de la muerte de sus paisanos, a quienes, en el fondo, los desprecian.
En lo que respecta a sus ideas económicas, no podrían ser más elementales. De manera parecida a como piensan las élites de las burguesías latinoamericanas y las castas políticas, consideran que el “desarrollo económico nacional” es función de la “inversión de capitales” extranjeros. Se trata de burguesías que han inhibido la génesis de sus propias burguesías industriales, prefiriendo dedicarse al comercio, a la exportación de materias primas y a la importación manufacturada; optando por la economía extractivista, que es herencia colonial. En consecuencia, consolidando, en sus países, el capitalismo dependiente[5]. Bueno, son estas burguesías, no solamente las aliadas de las burguesías imperialistas, en su entonces, principalmente, primero británica, después, norteamericana, no solamente aliadas de la hiper-burguesía mundial, sino son parte de las redes, mallas, sociales, económicas y culturales del tejido dominante de la burguesía mundial.
Como eco mediático de esta concepción trivial del mundo, los medios de comunicación de masas, difunden esta ideología banal, inoculando los mismos prejuicios en las poblaciones. En lo que respecta al ejemplo tomado, el caso México, se nota el mismo modelo repetitivo, tanto en la información como en los supuestos análisis. No solamente hablamos de los que hacen apología de la decadencia, que obviamente no la consideran como tal, llamémoslos los apologistas del sistema-mundo capitalista, sino, incluso, de los que tienen una pose crítica; desde los más tibios hasta los más “radicales”. El análisis de los primeros se reduce al recurrente y anodino argumento de la “lucha contra el terrorismo”, el narcotráfico y otros males de la contemporaneidad. En el mejor de los casos, a exigir el cumplimiento del Tratado de Libre comercio, así como el respeto de los derechos de los migrantes. Los segundos, repiten el paradigma institucional; reclaman el respecto a la democracia institucionalizada, el respeto al derecho internacional; así como el respeto a los derechos humanos. La recurrencia de sus análisis o, si se quiere, la estructura de sus análisis, se reduce a enfocar el papel influyente de personas, que generalmente son las figuras destacadas en el ámbito político; por ejemplo, los presidentes; ampliando el contexto, los partidos políticos. Todo esto en el marco de los márgenes de maniobra de la democracia institucionalizada, ya casi desvencijada, pues nadie tampoco la respeta, sino la usan para conseguir sus propósitos y fines. Su visibilidad no alcanza a vislumbrar las dinámicas sociales de los pueblos; mucho menos se les ocurre indagar sobre las estructuras de poder. Supuestamente estos temas son los tópicos de la “izquierda” tradicional. Esta “izquierda”, si bien no comparte la concepción grosera del mundo, no deja de pertenecer a una de las variantes de la concepción trivial del mundo.
La concepción, supuestamente crítica, concibe un mundo donde personajes y protagonistas históricos abstractos luchan. El proletariado abstracto en lucha encarnizada con la burguesía abstracta. Mejorando un poco este cuadro, llegan a distinguir las particularidades nacionales de la lucha de clases; empero, los actores históricos siguen siendo abstractos. Para esta “izquierda” el concepto de capitalismo, como el relativo al modo de producción capitalista, no es un concepto, sino la esencia o sustancia misma de la realidad. Como consecuencia de esta “ideología vanguardista”, tenemos una participación, en la práctica, en la historia reciente efectiva, de esta izquierda, como funcional al sistema-mundo capitalista. Aunque digan lo contrario de la concepción grosera del mundo, la trivialidad ideológica consiste en reducir la complejidad dinámica e integral del sistema-mundo moderno a un paradigma dualista, que no da cuenta de la realidad efectiva, sino de las condiciones anacrónicas de una teoría rezagada.
Lo mejor que tiene esta “izquierda” es el ejercicio de la denuncia, que ciertamente es útil, para poner en mesa y en conocimiento de la población, la vulneración flagrante de derechos. Sin embargo, perversamente, si bien las denuncias hacen visible las violencias dominantes, terminan legitimando el orden mundial y el orden nacional; pues siguen jugando a la democracia reducida, a la democracia simulada, la democracia institucionalizada[6]. Esta crítica es, hoy, una caricatura de lo que fue, en su tiempo, la crítica de la economía política; es lo que permite el sistema, lo que le condesciende decir que se está en democracia y se otorga la libertad de expresión. Mientras el mundo efectivo sigue su marcha macabra hacia el apocalipsis, usando esta metáfora elocuente.
Hemos dejado pendiente la alusión a otras formas de la ideología contemporánea, que es, mas bien, como un sistema compartido de prejuicios globalizado; formas más elaboradas, se parezcan todavía a la trivialidad heredada o hayan cruzado estos umbrales, construyendo interpretaciones más sofisticadas, ya sea de legitimación del sistema-mundo o ya sea de crítica, en los límites de la razón fantasma. De estas formaciones discursivas y enunciativas hablamos en otros ensayos[7]. Lo que queríamos presentar, en este ensayo, era cortes transversales de lo más sintomático de las concepciones triviales del mundo; tomando como referente el caso paradigmático de México.
[1] Ver Crítica de la ideología. https://pradaraul.wordpress.com/2015/12/18/critica-de-la-ideologia-i/. https://pradaraul.wordpress.com/2015/12/18/critica-de-la-ideologia-ii/.
[2] Ver Flujos y espesores. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/flujos-espesores/.
[3] Ver Michael Hardt y Antonio Negri. Imperio. http://www.infojur.ufsc.br/aires/arquivos/michael%20hardt%20-%20antonio%20negri%20-%20imperio.pdf.
[4] Ver Crítica de la economía política cultural. https://pradaraul.wordpress.com/2015/12/07/critica-de-la-economia-politica-cultural/.
[5] Ver Formaciones espacio-temporales-territoriales-sociales del subsistema-mundo del capitalismo dependiente. https://pradaraul.wordpress.com/2016/05/31/formaciones-espacio-temporales-territoriales-sociales-del-subsistema-mundo-del-capitalismo-dependiente/.
[6] Ver Ethos y politeia; también Praxis y acontecimiento. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/ethos-y-politeia/. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/praxis-y-acontecimiento/.
[7] Ver La decadencia. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/la-decadencia/.
Leer más: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/las-concepciones-triviales-del-mundo/