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Bolivia: Un presidente matricida

Raúl Prada Alcoreza :: 17.03.17

El presidente de Bolivia ha retomado su obsesiva compulsiva obstinación por atravesar el TIPNIS con una carretera extractivista. Es a todas luces un presidente matricida, que muestra elocuentemente su vocación ecocida, de crimen contra la Madre Tierra. No vamos a tocar la incongruencia, que parece que no le hace mella, de cuando decide optar por el crimen extractivista contra la vida, contra las condiciones de posibilidad ecológicas de la vida, se declare a sí mismo “defensor de la Madre Tierra”; ya lo hicimos antes[1]. Lo que vamos atender ahora es cómo funciona esto de decir una cosa y hacer otra, exactamente lo contrario. ¿Cómo funcionan los discursos demagógicos de los “gobiernos progresistas” en el sistema-mundo capitalista, en su etapa decadente?
Dicho de manera simple y reducida, con la “izquierda” en el gobierno el mundo no ha cambiado, sigue siendo el mismo; es más, se ha consolidado. El problema es, como dijimos, que los gobiernos de “izquierda” desarman al pueblo; lo castran de sus capacidades de lucha. La lucha, el ímpetu crítico y de movilización anti-sistémica se detienen.

Un presidente matricida
11.03.2017
http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/un-presidente-matricida/

Raúl Prada Alcoreza

El presidente de Bolivia ha retomado su obsesiva compulsiva obstinación por atravesar el TIPNIS con una carretera extractivista. Es a todas luces un presidente matricida, que muestra elocuentemente su vocación ecocida, de crimen contra la Madre Tierra. No vamos a tocar la incongruencia, que parece que no le hace mella, de cuando decide optar por el crimen extractivista contra la vida, contra las condiciones de posibilidad ecológicas de la vida, se declare a sí mismo “defensor de la Madre Tierra”; ya lo hicimos antes[1]. Lo que vamos atender ahora es cómo funciona esto de decir una cosa y hacer otra, exactamente lo contrario. ¿Cómo funcionan los discursos demagógicos de los “gobiernos progresistas” en el sistema-mundo capitalista, en su etapa decadente?

Estos “gobiernos progresistas”, que hemos denominado de la forma de gubernamentalidad clientelar, son el mejor instrumento de dominación del sistema-mundo capitalista. Primero, porque desarman a las masas y multitudes, al pueblo, de su capacidad de lucha, al presentarse como “progresistas”, incluso “socialistas”, hasta “comunitaristas”; van más lejos cuando se presentan como “defensores de la madre tierra”. Segundo, al presentarse de esa manera y convencer a las mayorías, por lo menos, en una primera fase del “proceso de cambio”, son capaces de ir más lejos que los gobiernos neoliberales en políticas extractivistas; que corresponden al modelo colonial del capitalismo dependiente. Por otra parte van más lejos en lo que respecta a la represión estatal a las resistencias populares, sociales e indígenas, que emergen, cuando se dan cuenta de las contradicciones intrínsecas en estos gobiernos demagógicos y prebéndales. También van más lejos en lo que respecta al cinismo desplegado en los comportamientos y en los discursos políticos; cinismo que caracteriza a la clase política de todos los tiempos, sean conservadores, sean liberales, sean nacionalistas, sean neoliberales, sean de “izquierda”. En tercer lugar, son el ajuste adecuado en la geopolítica del imperio, del orden mundial, en plena crisis de hegemonía y de legitimidad mundial.

Si los llamados “analistas políticos” consideran a estos “gobiernos progresistas” de “izquierda” es porque creen en sus discursos, creen que la realidad efectiva se reduce a la elocuencia discursiva. Si la llamada “derecha” los considera “revolucionarios”, al estilo del socialismo del siglo XX, es porque también cree no solamente en los discursos y las poses, sino que toma en serio sus propios imaginarios, los fantasmas que angustian a los conservadores y a las burguesías nacionales. En realidad, todos ellos, “progresistas”, “analistas políticos”, bloque de “derecha”, forman parte de lo mismo; del orden de las dominaciones, que pueden adquirir una tonalidad u otra, que pueden presentarse como liberar o conservadora, en contraste complementario, puede presentarse como de “izquierda”. Son, todos ellos los que gobiernan, los que mandan, los que deciden, los que promulgan leyes y ejecutan políticas, los que dicen la “verdad”. Mientras que el pueblo es el que padece sus gobiernos, sus políticas, sus leyes, sus decisiones, sus “verdades”.

Dicho de manera simple y reducida, con la “izquierda” en el gobierno el mundo no ha cambiado, sigue siendo el mismo; es más, se ha consolidado. El problema es, como dijimos, que los gobiernos de “izquierda” desarman al pueblo; lo castran de sus capacidades de lucha. La lucha, el ímpetu crítico y de movilización anti-sistémica se detienen. Se entiende que la masa elocuente de llunk’us se declare leal a semejante forma de gobernar, a semejante manera de hacer política, a semejante modo de ser de “izquierda”. Esta gente no tiene, de ninguna manera, está lejos de ello, voluntad de potencia, voluntad emancipatoria; al contrario, son los fieles sumisos aduladores del poder, cualquiera sea éste. Lo complicado es cuando se observa no solamente que los pueblos tardan en reaccionar, retomar sus posiciones de lucha, para seguir el combate por las emancipaciones y liberaciones múltiples, sino que se encuentren adormecidos, aunque desencantados.

¿A qué se debe esto? Una vez que han sido seducidos por el discurso demagógico de los populistas, que ahora se llaman “socialistas del siglo XXI”, cuando se dan cuenta de los grandes contrastes entre este discurso y lo que efectivamente hacen estos gobiernos, no ingresan inmediatamente en la labor crítica y en la interpelación, mucho menos a la movilización. Optan por dar un chance a los “gobiernos progresistas”, pues no creen que puede ser tan dramática la situación en que se encuentran; otra vez engañados. Solo algunos sectores, alguna parte del pueblo, sobre todo los pueblos indígenas, se lanzan a las resistencias, a la demanda, exigiendo el cumplimiento de la Constitución. Sin embargo, son inmediatamente aislados, estigmatizados, incluso acusados de “aliados de la derecha”, “conspiradores”, “cómplices del imperialismo”. Después comienza la represión y la persecución a los dirigentes de las resistencias sociales. Para derivar en la destrucción de sus organizaciones; algo que no habían logrado los gobiernos y la represión neoliberales.

¿El desencanto popular lleva a la desesperanza y a la inmovilización? De tal manera que no se atina a reorganizarse a escala nacional, regional o mundial. Parece que ocurre algo parecido. Es mucho más difícil interpelar y movilizarse contra un “gobierno progresista”, que lleva la careta de “revolucionario”. El pueblo se encuentra inerme ante esta mascarada, ante este juego de disfraces; se encuentra desconcertado. La reorganización de la movilización anti-sistémica requiere ya no repetir los mismos discursos y paradigmas usados en la lucha ideológica y política contra los gobiernos conservadores, liberales y neoliberales; pues ya no sirven en este caso. Se requiere de una crítica profunda a las genealogías de poder; lo que implica también hacerse autocríticas profundas; pues parte de estas genealogías de poder se encuentra inserta en la “ideología revolucionaria” compartida. Salir del círculo vicioso del poder implica salir del fetichismo ideológico.

La recurrencia a las formaciones discursivas anteriores, a los paradigmas críticos heredados, que sirvieron en su momento, en la convocatoria de las luchas sociales habidas, ahora es conservadora. Solo sirve para insistir en la misma ilusión; en que el tomar el poder es la tarea para transformar el mundo; cuando es el poder el único que toma a los “revolucionarios”, y los hace actuar como marionetas de la maquinaria abstracta de poder, asentada en las mallas institucionales del Estado. Por lo tanto, es menester la crítica de esas formaciones discursivas y esos paradigmas, que dejaron de ser críticos, que en su momento se consideraron revolucionarios.

Ecocidio “progresista”

Con el objeto de ilustrar, no compartir la lógica y la teoría del discurso, que emplearemos para exponer, recurriendo a figuras afincadas en el imaginario de “izquierda”, diremos que la contradicción principal en la actualidad es entre vida y sistema-mundo capitalista. La política y la actitud revolucionaria se definen a partir de esta contradicción principal. El combate contra la dominación mundial del imperio, contra el sistema-mundo capitalista, contra las dominaciones polimorfas distribuidas en la geopolítica del sistema-mundo, es defensa por la vida; es, dicho de manera directa, ecologista. Siguiendo con la actitud discursiva y su forma de figurar, diremos que todo aquél que no entienda esto es sencillamente un desubicado, agazapado en posiciones anacrónicas, además de derivar, quiéralo o no, en el mejor instrumento de la dominación imperial y del saqueo del sistema-mundo capitalista.

El caso del conflicto del TIPNIS, dilatado hasta ahora, por un gobierno y un partido, además de sus organizaciones sociales cooptadas, a su servicio, muestra patentemente la vocación ecocida del “gobierno progresista” de Bolivia; que, además, tiene el tupe de decir que lucha soberanamente por el “desarrollo nacional”. Este “desarrollo” ha formado parte de los proyectos soberanos de independencia nacional, frente al imperialismo, durante el mediodía del siglo XX. Hoy, en otro contexto mundial, contando con las transformaciones estructurales del imperialismo y del capitalismo vigente, ya no es lo mismo. El “desarrollo nacional” es no solamente la mejor excusa para seguir siendo dependientes, sino que es el argumento colaboracionista con el sistema-mundo extractivista, que es el mismo sistema-mundo capitalista, visto desde las huellas ecológicas que deja; las marcas de la destrucción de la vida en el planeta.

A pesar de haber sido derrotado con la VIII marcha indígena, en defensa delos territorios indígenas y los ecosistemas, los nichos ecológicos, las cuencas, concretamente, en este caso, defensa del TIPNIS, el gobierno no quiere aceptar la voluntad y la decisión de las naciones y pueblos indígenas, además de la voluntad de la población movilizada que apoyó la defensa del TIPNIS. Obligó a una novena marcha con el montaje de una espuria consulta a las comunidades del TIPNIS; que tampoco se dio, salvo los manipulados escenarios fragmentados, que no hacen, de lejos, incluso a una tramoya de consulta. Ahora, a pesar de encontrarse más desacreditado que nunca el gobierno extractivista de Bolivia, más débil, carcomido por la corrosión institucional y la corrupción galopante, fuera de que se ha caído su máscara “revolucionaria”, insiste nuevamente en construir la carretera extractivista, que cruce el bosque del TIPNIS.

¿Por qué lo hace? ¿Por estar levitando en sus burbujas ceremoniales del poder? ¿Por compromisos con las empresas trasnacionales extractivistas? ¿Por compromisos políticos con la Federación del Trópico de Cochabamba, que ya no corresponden a una federación de organizaciones sindicales campesinas; pues los cocaleros del Chapare ya no son campesinos, sino empresarios privados, por ser promotores del monocultivo[2]? ¿Por desorientación desorbita y delirante, a lo que caen los enredados gobernantes en las tramas del poder? ¿Por compromisos insoslayables con el lado oscuro del poder[3]? Estas son las preguntas de la coyuntura.

Se puede decir, interpretando la coyuntura, que después de la promulgación de la ley de la coca, sumando a esta determinación gubernamental, su compulsión por la carretera extractivista, el gobierno y los órganos de poder de Estado copados, además de la masa elocuentes de llunk’us, organizados en impuestas estructuras sindicales, y del partido clientelar, la forma gubernamental clientelar se encamina a su propio suicidio político, aunque no se dé cuenta de ello.

Si el pueblo no encuentra lucidez y fuerzas para defender la vida, que en este caso, es defensa del TIPNIS, entonces habrá evidenciado que ha quedado atrapado en la incertidumbre, en el desencanto, además de estar abrumado por el fetichismo ideológico; lo que quiere decir que persiste en el deseo del amo, en remachar sus propias cadenas de dominación.

[1] Ver La guerra de la madre tierra.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/01/la-guerra-de-la-madre-tierra-6/.

[2] Ver Apuntes para una ecología de la coca. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/ecolog__a_de_la_hoja_de_coca_2.

[3] Ver El lado oscuro del poder. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/el_lado_oscuro_del_poder.

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