Comunicación en el VII Encuentro Nacional de Politólogos y Politólogas, organizado por el Centro de Incidencia Democrática en la Universidad de Istmo el 17 de diciembre de 2016.
El problema
El tema del VII Encuentro Nacional de Politólogos y Politólogas, “Pluralismo: Identidad, Diferencia y Democracia”, tiene singular importancia en el Panamá post invasión. En efecto, nuestro actual sistema de partidos instalado a partir de la invasión norteamericana de 1989 resulta unidimensional por carecer de alternativas de izquierda o social demócrata. Así, escaseamos de pluralidad por no tener ningún partido alternativo.
En un sistema así, las discusiones partidarias carecen de alternativas y abundan en simplezas que, al no tensar las contradicciones, ofrecen pocas salidas.
La invasión norteamericana de 1989 inauguró en Panamá una época de cambios, que no ha llegado aún a convertirse en un cambio de época. Esto permite entender que a lo largo de este cuarto de siglo, los partidos hayan mutado, involucionado y desaparecido. Otros, como Cambio Democrático han entrado al ruedo político, y otros más como el Frente Amplio por la Democracia (FAD) no han encontrado lugar para sí en el sistema.
Al propio tiempo, el sistema de partidos vigente tiene dos complicaciones, además de la unidimensionalidad. Una es la desideologización y, en estrecha relación con ella, la despolitización de sus actividades fundamentales que abre paso al clientelismo y la corrupción.
Dado que se trata de problemas de vieja data, demandan una reflexión al menos de un arco de tiempo de mediana duración para valorar las continuidades y rupturas en los gobiernos que el país ha tenido tras la invasión de 1989. La continuidad más visible consiste en que la comunidad política es la misma, muchos de los actores políticos permanecen en la esfera pública y en los partidos políticos. En cuanto a las rupturas, la de mayor peso es la correlación de fuerzas políticas y sociales.
Ricaurte Soler lo explicó con singular claridad al referirse a “la restauración del orden institucional oligárquico” al analizar el periplo histórico de 1981 a 1989 (Soler, 1989: 96). Gandásegui, por su parte, sostiene que ya desde 1984 se le cedió “la dirección del ejecutivo al sector de la burguesía más vinculada al capital extranjero” (Gandásegui, 1998).
La invasión norteamericana, en este sentido, cambió la correlación de fuerzas políticas y sociales en la medida en que llevó a término una tendencia previamente existente en la realidad panameña. A 27 años de entonces, el país carece de una versión completa de lo acontecido aquel 20 de diciembre de 1988, y ha sido apenas en el 2016 que el Gobierno de la República de Panamá instaló una “Comisión del 20 de Diciembre de 1989”, la cual debe presentar un informe sobre esos hechos para el 2018.
La pluralidad es la alternativa
Herbert Marcuse señaló en El Hombre Unidimensional que en la esfera política se manifiesta una tendencia a la “unificación o convergencia de los opuestos” (Marcuse, 2016:57). Esa convergencia de los opuestos diluye la tensión que los enfrenta, con lo cual las propuestas resultantes serán por naturaleza pobres en contenido, sin ir más allá del gatopardismo, que solo cambia en lo aparente en la medida en que sea necesario para no cambiar en lo fundamental.
Aquí, la pluralidad misma es subversiva ante la unidimensionalidad del establishment político. Estamos ante una coyuntura en donde todo debe ser sometido a crítica. Hoy debemos someter nuestro estado de la cuestión en política a una crítica inmanente a nuestro bienestar como sujetos y colectividades, para entender los procesos en curso. No podemos teorizar sobre lo que no ha ocurrido, sólo podemos hacerlo sobre los hechos que necesitan más que nada ser comprendido en su dimensión.
Ricaurte Soler lo intentó, en su amplia producción teórica se concentró fundamentalmente en las clases sociales, y en particular en las diversas alianzas que se podrían dar para un proyecto de nación. Esto resulta avanzado en un medio en el que pensar en alianzas para un proyecto nacional está fuera del horizonte de nuestro sistema de partidos.
La rica tradición en la historia de la teoría la política es enriquecida por la pluriversa propuesta decolonial (cf. De Sousa Santos, 2010). La perspectiva decolonial hace visible lo que antes pasaba desapercibido, la pluriversidad de saberes y la ausencia de una crítica a la modernidad. Además, lo decolonial busca analizar cómo interacciona raza, clase y género con lo que Aníbal Quijano llamó la colonialidad del poder.
Por otra parte, la historia es una buena compañera de viaje en la teoría política. Ya lo decía Maquiavelo en sus Discursis: muy pocas veces se recurre al ejemplo de los antiguos para encarar los presentes. Y, lo decolonial enriquece ese recorrido, en cuanto busca revisar todo nuevamente, desde la conciencia moderna hasta las diversas formas de colonialidad del poder.
Maquiavelo también planteo la idea de los espíritus contrapuestos; esos espíritus contrapuestos expresan la confrontación entre dos grupos incongruentes en principio, que él llama “los grandes” y “el pueblo” o también “magnates” y “pueblo”. Es de esa “desunión entre ambos”, dice, nacen “leyes en pro de la libertad”, es decir, que no se debe considerar “nocivo” la “desunión,” sino que habrá que ver los “buenos efectos” que ocasiona.
De lo que se trata, ahora, ya no es únicamente de ver cómo funciona el poder, “sino cómo es posible construir alternativas a lo que existe”, según lo plantea Santiago Castro-Gómez. En esa dirección se hace inevitable reflexionar sobre alternativas ante la insostenibilidad de la vida social y ambientalmente.
Hay que diseñar esas alternativas a partir de la pluriversidad, no de una pluralidad exógena que no responda a la realidad, sino una que nos permita transitar hacia un mundo nuevo vivible. Necesitamos, en efecto, un diseño donde esté considerada “la dimensión relacional de la vida” (Escobar, 2016:12) mediante una reflexión ontológica, epistemológica y política.
Conclusión
Para concluir, podríamos decir con los zapatistas: ¡basta ya! de hablar de pluralidad en abstracto, o trivialidades institucionales. Hablemos de pluralidad en concreto, mediante nuestra acción discursiva para hacer visible el problema. Esto no implica que la culpa de que no exista una alternativa política sea del orden establecido, por el contrario, ese orden hace lo que debe para preservar su cómoda unidimensionalidad. Las propuestas que se presuponen como alternativas no tienen capacidad de movilización más allá de sus frentes inmediatos. Articular las resistencias emergentes al calor de las propias contradicciones sociales demanda sin duda un pensar nuevo.
Bibliografía
Brown, H. & Rosales, R., 2014. Cambiar todo para que nada cambie: Los Inside y Outsiders de América Central. Revista Panameña de Política, Volumen 18, pp. 41-92.
De Sousa Santos, B., 2010. Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento abismal. Buenos Aires: CLACSO.
Dussel, E., 2016. 14 tesis de ética. Hacia la esencia del pensamiento crítico. Madrid: Trotta.
Escobar, A., 2016. Autonomía y Diseño. La realización de lo comunal. Popayán: Editorial Universidad del Cauca.
Gandásegui, M., 19982. La democracia en Panamá. Panamá: CELA.
Maquiavelo, N., 20153 (1531). Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Madrid: Alianza.
Marcuse, H., 20162 (1964). El hombre unidimensional. Barcelona: Austral.
Noriega, R., 2014. Panamá en el mundo. En: A. Castillero Calvo, ed. Panamá. Historia contemporánea. Madrid: Fundación MAPFRE-Taurus, pp. 249-306.
Soler, R., 1989. Panamá. Historia de una crisis. México: Siglo XXI.
Quijano, A., 2000. Colonialidad del poder y clasificación social. Journal of World-Systems Research, Volumen I, pp. 342-386.
Castro-Gómez, S., 2016. La filosofía (política) latinoamericana contraataca [Entrevista en El Telégrafo] (12 Diciembre 2016).