Mover la fuerza social para ocupar cargos en el sistema por la elección o por la lucha armada, es domesticarla y meterla en la camisa de fuerza, que es lo que pasó con los países socialistas y progresistas, que cuando caen no queda nada salvo la reproducción capitalista y la caida de las banderas de las izquierdas que luego se vuelven a levantar cuando ganan un gobierno y en tanto no lo hacen, se la pasan criticando y llorando para volver a ocupar los cargos.
Protagonismo social o representantes eficientes.
Gobierno venezolano se traga el parlamento.
Hasta ahora parte de la población chilena mantiene la necesidad de colocar representantes y funcionarios eficientes en las instituciones y que cumplan sus promesas, aunque ello ha ido disminuyendo ostensiblemente en los sectores populares y aumentado en gran proporción en los sectores profesionales ya instalados y estudiantiles, debido a que su meta es el título y la futura inserción en el engranaje, ya sea trabajando para el estado, el sector privado o por cuenta propia. En todo caso sigue siendo el estado y el mercado la meca personal, pues así se asegura cada uno el vivir y pasar.
Por increible que parezca, hay un enorme individualismo en ese derrotero y una fuerte reproducción sistémica. Ese individualismo se transfiere a los demás y se habla en nombre de muchos, así la ideología esconde el rumbo personal, lo que permite a las izquierda atraer gente cómoda y aspiracional para realizar un acto político que no afecte el camino personal, casi como un hobby: voy, voto o asisto a la marcha y ya cumplí. La militancia se ha reducido en todas partes por dos motivos: el alejamiento de la población de la política y el comodismo de la ideología, que al ser compartida, me permite cumplir sólo asistiendo a las marchas o a la mesa electoral, pero por nada del mundo iré a reuniones analíticas o de formación de cuadros.
Ello ha llevado a los partidos a dividirse en dos: los que aspiran a dirigir partes del aparato y de allí mostrarse como eficientes y otros que hacen movilizaciones para engatuzar sobre la base de la utilización de los derechos del pueblo. Algunos hacen las dos patas y hasta inventan otras, como poner un militante por fuera para atraer gente mediante la crítica.
Mover la fuerza social para ocupar cargos en el sistema por la elección o por la lucha armada, es domesticarla y meterla en la camisa de fuerza, que es lo que pasó con los países socialistas y progresistas, que cuando caen no queda nada salvo la reproducción capitalista y la caida de las banderas de las izquierdas que luego se vuelven a levantar cuando ganan un gobierno y en tanto no lo hacen, se la pasan criticando y llorando para volver a ocupar los cargos.
En el campo social la dinámica es otra. La lucha por los derechos otorgados por el sistema, como la lucha por las 8 horas de trabajo, que antes eran 12 o 14 y que ahora la tecnología apunta a cinco o seis horas o bajar de 40 a 30, sólo ha obtenido victorias cuando las empresas aumentan su tasa de ganancia, o sea, los trabajadores sólo obtienen un reajuste parcial y nada cuando la tasa de ganancia disminuye, en especial hoy día en época de crisis económica que las grandes potencias han iniciado el nuevo camino de los muros, cierres de fronteras y aislamiento, quien sabe para qué fines, que lo más probable sea para acrecentar las tasas de ganancia aumentando aún más el extractivismo, la explotación de la mano de obra, el despojo de tierras y la destrucción de la naturaleza.
Las luchas para ocupar cargos de poder ahora son inútiles, pues todo estado tiene que obtener ganancias para cumplir algunas funciones mínimas disfrazadas algunas de “cambios” que hacen rugir a las masas izquierdistas, pero todo cambio estatal o medida estatal depende del dinero del extractivismo y sus medidas internas se corresponden con ello, como en Venezuela la neutralización del parlamento por parte del gobierno nacional-popular de Maduro y Cabello que controla el poder judicial que asumió las funciones parlamentarias. La oposición no se puso de acuerdo en las negociaciones donde Maduro ofreció a los parlamentarios ocupar su puesto en la destrucción del Orinoco donde 250 empresas, la mayoría extranjeras o de los militares, afilan estacas para la gran minería que sustituirá el motor petrolero.
El efecto que tendrá esta medida dictatorial venezonala en las elecciones del domingo en Ecuador, será desastroso, ya que el candidato correista defiende el modelo venezolano y el hecho de tragarse el parlamento no será visto con buenos ojos por los electores.
Con mayor razón prestamos atención a las dinámicas sociales propias, las que no se mezclan con la lucha por el poder, es decir, que despliegan la potencia mediante su protagonismo, ya no sólo demandando al estado, sino construyendo su propia economía y modos de vivir y autogobernarse, lo que es complejo, pues requiere atender y aprender de las experiencias vividas y su continuidad en medio de la vorágines de la política y las luchas salvajes por el poder.
Descubrir el marco propio del mundo de la vida es hoy día una proeza social, ya que no sólo hay que desprenderse de los lazos materiales e ideológicos del estado y del mercado, sino también de los lazos y sogas de las izquierdas que nos inflaman con bonitos discursos para llevarnos de vuelta al matadero, esta vez ellos cortando el queso, o nuestra carne. De allí que ha resultado más productivo no tocar los lazos de dependencia y concentrar los esfuerzos en la producción propia de la vida, o sea, mantener las relaciones con las instituciones, pero siempre desarrollando las posibilidades y capacidades propias del hacer, por ejemplo dice el médico que tome diclofenaco y pasarle a la persona una lista de sustitutos naturales al alcance de todos, para que pueda hacer su propia opción. Nada hemos obtenido hasta ahora con la lucha contra la colusión de famacias y los remedios químicos, de modo que otorgando esa opción abrimos un camino pedagógico y metodológico de aprendizaje para que el hacer propio se vaya destacando por si mismo, ello valoriza la huerta y la producción de alimentos no transgénicos, así como el compostaje, el reciclaje y la construcción con medios naturales. Lo mismo podemos decir de la energía alternativa, la escuelita propia y tantos temas que hacen al mundo de la cotidianeidad de un barrio o comunidad.
El protagonismo social es un proceso y debe ser entendido como tal, por ejemplo los damnificados del incendio de Playa Ancha han sido bombardeados de promesas y medidas que poco satisfacen, por lo que una vez decantado el problema de quienes se van a soluciones en otros lugares, quienes se quedan sin apoyos, etc. podrán efectuarse medidas de construcción, reconstrucción y auconstrucción con medios propios. El Sindicato de Trabajadores de la Construcción, que se ha zafado de la tutela de los partidos políticos, está al lado de esos porteños acompañando, llevando profesionales técnicos y preparando condiciones para colaborar en los pasos posteriores.
O sea, una mano lava a la otra, sin hegemonismos ni estrategias que vayan más allá del despliegue de la potencia protagonista de los propios pobladores afectados.
Los municipios autónomos zapatistas y el confederalismo democrático kurdo nos demuestran, entre muchos otros ejemplos, que no hace falta depender del estado y del mercado para el buen vivir y el cambio civilizatorio por abajo.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com