En relación a la ya larga guerra supuesta contra el ISIS, asombra que potencias militares, que dicen estar contra el “terrorismo”, ya se trate de la OTAN, de Estados Unidos de Norte América, por un lado, ya se trate de la Federación Rusa, por otro lado, no puedan ganarla y definirla en corto tiempo, de una manera contundente, frente a destacamentos irregulares. ¿Qué hay entre medio? ¿Cómo explicar esta incongruencia? ¿Es que quieren mantener una guerra y prolongarla, pues se benefician de ella? Llama la atención que la opinión pública mundial, más formada e informada que las anteriores, no cuestione al respecto, no reclame esclarecimientos y acciones contundentes en relación a semejante sinuosa y beligerante organización armada fundamentalista, que usa el método del terror para someter, convencer y ganar adeptos.
La coyuntura mundial es altamente peligrosa; por un lado, estamos ante potencias, que están armadas con armas de destrucción masivas y máquinas de guerra casi incontenibles; por otro lado, tenemos a una opinión pública prácticamente pusilánime. Ocurre como si no hubiera voluntades ni fuerzas para oponerse al camino a la catástrofe mundial. Como si miraran cansados desde sus ventanas el atardecer, esperando la llegada del hongo nuclear, que anuncia su propia desaparición.
La manipulación de la opinión pública
09.04.2017
Raúl Prada Alcoreza
http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-manipulacion-de-la-opinion-publica/
Desde que los medios de comunicación de masa se han hecho del mundo, por lo menos de su espacio virtual, han sido usados sistemáticamente para manipular a la opinión pública. Es decir, los medios de comunicación se han convertido en instrumentos; primero, de propaganda; después de publicidad; en tercer lugar, de propagación de la ideología, sea de cariz liberal, neoliberal, en un caso, sea de cariz socialista, en otro caso; también de cariz populista, en un tercer caso. En la etapa tardía de la modernidad, los instrumentos de los medios de comunicación se han convertido en las fábricas de la producción del mundo virtual, que compite con el mundo efectivo, en lo que respeta a cuál es el mundo de referencia. La opinión pública mundial, con toda la diversidad que la contiene, no cuenta con los medios para corroborar la información transmitida por los medios de comunicación; no cuenta con la posibilidad inmediata de corroborar las noticias transmitidas. Esta como expuesta y vulnerable ante el bombardeo sistemático de los medios de comunicación, controlados mundialmente por monopolios trasnacionales de la comunicación, que son controlados por los monopolios trasnacionales del capital.
Recientemente se han difundido videos y fotografías del supuesto bombardeo, por parte del ejército sirio, a una población del norte del país, atrapada en la guerra civil. Sobre todo sobresalen las fotografías de niños; lo que causa impacto en la opinión pública. Hasta ahora no se ha establecido, a través de una investigación, quién es el responsable de semejante bombardeo con armas químicas. A pesar de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha propuesto una investigación inmediata con este propósito, el presidente Donald Trump, de los Estados Unidos de Norte América, ha ordenado el ataque a la base aérea Al Shayrat, bombardeándola con 59 misiles Tomahawk, sin esperar los resultados de la investigación. Las decisiones de ataques premeditados, que se nombran como “preventivos”, a nombre de la seguridad del Estado de la hiper-potencia del Norte, ya nos tienen acostumbrados a este tipo de excusas para los ataques militares a un Estado-nación soberano, que obstaculiza los planes de control mundial y de los recursos naturales por parte del imperio, el orden mundial de las dominaciones. No vamos a repetir aquí la lista de este tipo de excusas para justificar con anticipación un ataque militar; nos remitimos a escritos anteriores[1]. Lo que interesa ahora es analizar el funcionamiento de la manipulación de la opinión pública por a través de los medios de comunicación de masa.
Hay que recordar que las denuncias de los daños causados a la población civil por los bombardeos de la OTAN, tanto en el medio oriente como en la ex-Yugoeslavia, así como de los bombardeos israelitas a poblaciones palestinas, principalmente Gaza, han sido acompañadas por fotografías, donde en muchas se mostraba a niños inocentes, víctimas de la acción bélica. Parte de las denuncias venían de ONGs humanitarias y de apoyo a los damnificados. La pregunta es: ¿Los servicios de inteligencia de la hiper-potencia del Norte habrán aprendido del efecto que causan estas imágenes pavorosas? ¿Ahora la emplean para denunciar las atrocidades de los enemigos del Estado gendarme del imperio? Puede ser. Pero, lo que hay que dejar en claro, que nadie puede dejar de indignarse ante la muerte de civiles, más si son niños inocentes; venga de donde venga la responsabilidad de estas muertes y estos atropellos a la vida. Pero, ¿cuál es el problema? No solamente se trata de averiguar quiénes son los responsables de estas iniquidades, sino del por qué no se considera el daño irreparable que se causa a la población civil cuando se inicia la conflagración, cuando se decide por la acción bélica. Esta pregunta vale tanto para unos como para los otros, los enemigos enfrentados.
Cuando se inició la guerra del Golfo - son dos con el mismo nombre y en el mismo lugar -, no se consideró responsablemente el daño a la población civil. Se habló eufemísticamente de “daños colaterales”; es decir, no buscados; “daños colaterales” que sumados se convierten en daños catastróficos e irreparables. ¿Por qué cuando se tiene que condenar a alguien en específico no se consideran todos estos “daños colaterales” de magnitud, en la historia reciente? ¿Es que se tiene una memoria demasiado corta? ¿No se quiere recordar ni tener completo todo el panorama antes de juzgar?
Para comenzar diremos que los responsables son ambos bandos, los enemigos, que, al final, son cómplices perversos de la reproducción del poder; ambos se necesitan para justificar su presencia y posición en la disputa de poderes. Si considerarían en serio a la población civil, a los niños que se encuentran en ella, les costaría mucho comenzar el conflicto bélico. Tendrían que buscar, antes, otras alternativas de solución. Pero, no lo hacen, aunque simulen, a veces, hacerlo. La verdad que no hay la voluntad para evitar las guerras; hay como una inclinación a las soluciones trágicas.
Por otra parte, en lo que respecta al asunto reciente, el del bombardeo químico a un poblado ocupado por los rebeldes, que se enfrentan al régimen de Bashar al Asad, y el bombardeo de la armada norteamericana a la base aérea Al Shayrat, que es base de operaciones del ejército sirio para atacar las posiciones del ISIS, no se ha aclarado nada. Ni la génesis del ISIS en la región, su apoyo logístico, sus apoyos militares, los abastecimientos desde Turquía, Estado componente de la OTAN; menos la poca iniciativa y la escasa eficacia de los ataques de la OTAN y del ejército norteamericano, sobre todo de la aviación, contra las posiciones del ISIS. No se ha respondido a la pregunta: ¿Si el justificativo para la invasión a Irak fue la de que poseía armas de destrucción masiva, cuando no se las encontraron cuando se ocupó el país, en que queda la razón y la justicia del ataque, la invasión y la ocupación de un país, después de haber sido destruido? Pero, nadie dice nada; menos los medios de comunicación, que sirvieron de cobertura en esta invasión; salvo las ONGs humanitarias, que denuncian estas incongruencias. El silencio al respecto de la ONU llama la atención. En la coyuntura, no se corrobora sobre quién es el responsable del ataque con armas químicas. Hay dos hipótesis, sugeridas en el debate y en la confrontación de información y contra-información. Una es que fue el ejército sirio el que lo hizo, desde la base aérea bombardeada como castigo. Otra es que fueron los mismos rebeldes que lo hicieron, para inculpar al régimen de Bashar al Asad de este crimen; armas químicas entregadas a los rebeldes por los servicios de inteligencia de la hiper-potencia del Norte. ¿Cuál de estas hipótesis se puede verificar?
Así como hay una tierra de nadie, también hay como una zona de incertidumbre, llena de niebla y pantanosa; lugar lúgubre donde no se sabe qué es verdad. A eso apuntan los beligerantes, a cubrir sus movimientos y acciones en esta niebla densa. Sin embargo, la opinión pública, si todavía tiene algún sentido hablar de ella, no puede aceptar éticamente la existencia de esta zona de incertidumbre, de la que se valen los beligerantes para cometer sus crímenes. La opinión pública está obligada no solo a exigir el esclarecimiento completo de lo ocurrido, sino, incluso, de desplegar sus propios medios para hacerlo.
En relación a la ya larga guerra supuesta contra el ISIS, asombra que potencias militares, que dicen estar contra el “terrorismo”, ya se trate de la OTAN, de Estados Unidos de Norte América, por un lado, ya se trate de la Federación Rusa, por otro lado, no puedan ganarla y definirla en corto tiempo, de una manera contundente, frente a destacamentos irregulares. ¿Qué hay entre medio? ¿Cómo explicar esta incongruencia? ¿Es que quieren mantener una guerra y prolongarla, pues se benefician de ella? Llama la atención que la opinión pública mundial, más formada e informada que las anteriores, no cuestione al respecto, no reclame esclarecimientos y acciones contundentes en relación a semejante sinuosa y beligerante organización armada fundamentalista, que usa el método del terror para someter, convencer y ganar adeptos. ¿Por qué no lo hace? ¿Por qué los pueblos de Europa y Norte América han dejado que se destruyan ciudades de los países atacados y prácticamente ocupados, quedando la desolación y las ruinas de lo que fue un día un Estado-nación? ¿Qué pasaría si les pasara lo mismo? ¿No es esto muestra del absurdo de estas guerras de la modernidad tardía?
La coyuntura mundial es altamente peligrosa; por un lado, estamos ante potencias, que están armadas con armas de destrucción masivas y máquinas de guerra casi incontenibles; por otro lado, tenemos a una opinión pública prácticamente pusilánime. Ocurre como si no hubiera voluntades ni fuerzas para oponerse al camino a la catástrofe mundial. Como si miraran cansados desde sus ventanas el atardecer, esperando la llegada del hongo nuclear, que anuncia su propia desaparición.
Es peligrosa la coyuntura, pues los gobiernos responsables de las decisiones cruciales son anacrónicos; responden a la remembranza de otras guerras, sobre todo la última, que en vez de caliente, fue fría. Creen que pueden seguir jugando a conspiraciones, desplegar estrategias de disuasión, movilizar armadas, con tal de sentirse controlando y ocupando el mundo. Siguen teniendo en mente que la solución más eficaz es la militar. No entienden que el mundo efectivo es otro, que está en peligro por otras razones; entre ellas, la más importante, la crisis ecológica; otra razón citable es que sus instrumentos de guerra son hipertróficos; están demás, son obsoletos para solucionar los problemas del presente. Lo más que pueden lograr es llevarnos al abismo a todos. Los problemas del mundo efectivo exigen soluciones integrales, mancomunadas, que apunten a la gobernanza global.
Los movimientos y acciones recientes de la armada estadounidense, nos muestran que estamos muy lejos de la ubicación en el presente y en el mundo efectivo; se está más cerca del apocalipsis. El perfil del gobierno norteamericano sobresale por su tosca simpleza, por su restringido imaginario, por su incomprensión del mundo efectivo, creyendo que la realidad se reduce a campos de batalla, donde importa quién se impone por la fuerza. Esta bravuconada provinciana es la motivación de políticas agresivas, que combinan un nacionalismo barroco, nada más ni nada menos que de la hiper-potencia global, con el “sueño americano”, anacrónico y trasnochado, además de banal, que corresponde a la nación de migrantes. Combina el repliegue a sus recónditos terruños con el despliegue no del “sueño americano”, sino de la pesadilla americana que bombardea ciudades descomunalmente.
Por el lado de la Federación Rusa y el régimen de Bashar al Asad también a mucho que aclarar. Por ejemplo, ¿se justifica la destrucción de Chechenia? Principalmente de la ciudad de Grozni, en febrero de 1995, para lograr su ocupación y control. Otro ejemplo; ¿se puede llamar democrático el dominio étnico y religioso chiita-alauita, a la que pertenece el presidente sirio, sobre el resto multiétnico del país, sobretodo, de mayoría sunita? Otra pregunta: ¿la cifra de muertos, que se aproxima o sobrepasa ya el medio millón de víctimas, que es el costo de la guerra civil, es justificable ante cualquier desenlace del conflicto? Hay muchas preguntas más, las dejaremos para retomarlas en un análisis específico sobre estos tópicos dramáticos de la historia reciente.
Como dijimos en anteriores escritos[2], no consideramos que hay culpables, que viene de la consciencia culpable; tampoco nos colocamos como jueces, no es sostenible juzgar. ¿Quién puede colocarse en esta posición, que no es otra que la del poder? Consideramos que hay responsables, no culpables. El problema es que los que se involucran en el entramado de la guerra, no pueden salir de esta trama bélica. Se puede decir que las máquinas de guerra son independientes, una vez que estalla la conflagración; funcionan según sus estructuras, engranajes, ingenierías, internas, que son las de la destrucción. De lo que se trata, entonces, es no inmiscuirse en estos agenciamientos de la destrucción. Sin embargo, no parece tan fácil no hacerlo, cuando los Estado-nación tienen como parte de su composición, además de su origen, la lógica de la guerra.
[1] Ver Capitalismo extractivista y guerras de laboratorio. También Guerras de laboratorio; así como Más allá del amigo y enemigo. https://pradaraul.wordpress.com/2016/09/24/capitalismo-especulativo-extractivismo-y-guerras-de-laboratorio/. https://pradaraul.wordpress.com/2016/07/16/guerras-de-laboratorio/. https://pradaraul.wordpress.com/2016/07/20/mas-alla-del-amigo-y-enemigo-2/.
[2] Ver Más allá de Nietzsche. https://pradaraul.wordpress.com/2015/07/21/mas-alla-de-nietzsche/.