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Venezuela: La alternativa política al callejón sin salida


Raúl Prada Alcoreza :: 23.06.17

Ni ustedes, ni ellos, los otros; ambos, enemigos entre sí, enamorados del poder; sino nosotros, el pueblo. Este es el sentimiento que prepondera en muchos barrios populares de Caracas y de otras ciudades de Venezuela.
Estos reduccionismos forman parte no solo de la ideología aplicada, en contextos de ausencia de deliberación y debate, de escaza y empobrecida discusión, sino de ciertas tradiciones políticas, que confunden la política con la orden dada y la sumisión y la obediencia del resto. Por cierto, es difícil, incluso insostenible, llamar a estas tradiciones autoritarias, política; pues la política, mas bien, emerge de la deliberación; es más, de la Asamblea.

¿Qué son entonces estas expresiones, modalidades y formas, que se presumen de políticas? Son formas, modalidades y expresiones de ejercicios de poder y prácticas de poder. Si bien la política forma parte de las genealogías del poder, incluso, en sentido pleno, la política, como suspensión de los mecanismos de dominación, forma parte de las contra-genealogías de los contra-poderes; la política no ocupa todos los ámbitos de los ejercicios del poder. La política no es sinónimo de poder, como cierta interpretación de la ciencia política considera, sino es una forma de ejercer el poder, pasando por las construcciones de legitimación.
a opción es la continuidad del substrato de la sociedad alterativa; que irrumpe, en coyunturas de crisis, suspendiendo las regularidades, inhabilitando las estructuras de poder - cuando lo hace -, abriendo otros horizontes histórico-políticos-culturales. En el caso que nos ocupa, es la continuidad del caracazo; también, dada la resultante de la correlación de fuerzas, de la revolución bolivariana; es la defensa de la Constitución de 1999, que es el producto jurídico-político de esa revolución.
No es el momento de detenerse en importantes disquisiciones, como las relativas a las preguntas sobre el papel de los intelectuales, orgánicos y tradicionales, hablando el lenguaje de Antonio Gramsci; sino de lanzarse al encuentro con la experiencia popular, aprender, participar, apoyando la potencia social, la potencia creativa de la vida. Nadie sabe lo que viene, que depende de la correlación de fuerzas; pero sabemos, que no hay peor derrota que no haberlo intentado. En todo caso, en el peor de los casos, si somos derrotados, lo seremos junto al pueblo; en el mejor de los casos, si se logra salir del círculo vicioso del poder, si esta opción alternativa se realiza, se habrán abierto caminos hacia otros mundos posibles.


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