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Qullasuyo: Entrevista a Felipe Quispe

02.11.03

Entrevista a Felipe Quishpe
Ximena Ortuzar. La Jornada 01.11.2003 04:51
No queremos refundar el país, sino la reconstitución del Qullasuyo”, la nación aymara

Así opina Felipe Quispe, conocido como Mallku, líder de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, (CSUTCB) y diputado del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), organizaciones que iniciaron las protestas que derivaron en la guerra del gas y la renuncia de Sánchez de Lozada.

-¿Qué leyes, concretamente?

-Por ejemplo, la ley 1008, que implica ir contra los que cultivan y labran la hoja de coca, tanto en Chapare como en las Yungas de La Paz. Se trata de la erradicación de los cocales por imposición de los gringos. La Ley de Hidrocarburos también es una imposición de las trasnacionales. Tenemos el Código Tributario, el de Seguridad Ciudadana y otras leyes, que son la columna vertebral del neoliberalismo. Y está el decreto 21060, que establece el modelo neoliberal en Bolivia. Esas leyes y decretos deben ser anulados.

-¿Ustedes se reunieron con el presidente Mesa y le plantearon esas demandas?

-Sí. Le dijimos claramente que si él cumple todas nuestras demandas, va a ser nuestro amigo y nuestro presidente, un gobernante nacionalista. Pero si no realiza algún tipo de cambio de las leyes, quiere decir que está con los intereses de los gringos.

-Y le dieron un plazo…

-Sí, le dimos 90 días para que revise las leyes, estudie las demandas y nos cumpla. En el aniversario de la fundación de La Paz nosotros nos concentramos en un cabildo abierto en la plaza histórica San Francisco. De pronto apareció en la concentración Carlos Mesa, sin que nadie lo hubiese invitado. O quizás algunos dirigentes con los que ha tenido contacto directo lo invitaron. Pero yo no sabía que iba a estar en ese acto. Entonces, en su presencia, le hemos dado 90 días de plazo. En ese lapso vamos a entrar en un proceso de diálogo para que se cumpla lo que hemos planteado a Carlos Mesa y su gobierno.

-¿Y si no cumple?

-Entonces estaremos obligados a salir nuevamente a la vera de los caminos para cortarlos, cortar las carreteras, cortar la entrega de nuestros productos agropecuarios, estrangular la ciudad. Y otras ciudades también se levantarán, como lo hicieron en octubre y septiembre.

-¿Cree que Carlos Mesa podrá cumplir las demandas?

-Más vale que las cumpla, porque sólo así podríamos lograr vender nuestros productos agropecuarios en buenas condiciones y lo-grar estabilidad para los campesinos.

-¿Confían en él?

-Bueno, él está en la mira. Y nosotros no hemos depuesto las piedras y los palos. Estamos en vigilia permanente. Hay que ver… No podemos prejuzgar todavía, pero puedo predecir que Carlos Mesa no tiene mucha vida; él puede ser igual o peor que el carnicero Sánchez de Lozada.

-¿Cuándo dice “poca vida” se refiere a vida política?

-Vida política, exactamente. Porque ya están comenzando a hablar otra vez de vender gas a Estados Unidos. Quizás ya tengan documentos firmados o compromisos secretos con las trasnacionales y el Pentágono. Esa ha sido la historia de Bolivia. Los gobiernos siempre pactaron a espaldas del pueblo. Por eso nosotros no confiamos más en este tipo de administración. Por eso nosotros, el MIP, nos hemos distanciado a un espacio nuevo.

-Otros partidos o movimientos han entregado de antemano su apoyo y confianza al gobierno. ¿Qué opina al respecto?

-Que somos más radicales. Nosotros hemos iniciado desde el 2 de septiembre una movilización que duró hasta el 17 de octubre, con bloqueos de caminos, huelgas de hambre, marchas; en algunos lugares, como Warisata, hemos tenido que enfrentar con palos a las balas. Es un trabajo muy sacrificado que nos ha costado el dolor de la sangre. De esa manera no vamos a entrar a cogobernar con Carlos Mesa. Somos opositores en vigilia. Es verdad que hay otros movimientos que tienen ya sus ministros en este gobierno y dependen de él. Dicen que van a trabajar, a coadyuvar. Eso significa trabajar en favor del neoliberalismo y del imperialismo, lo que implica estar de acuerdo con la venta de gas y con tener imbuidas las leyes antindígenas, antitrabajadores y contra el pueblo empobrecido. Esa es una decisión de ellos. Parece que ellos necesitaban dinero… Más que todo está el cuoteo político. Y están ahí.

-Se dice que usted está enfrentado al Movimiento al Socialismo (MAS). ¿Es así?

-El MAS es una escisión de la Falange Socialista boliviana y cualquier partido que provenga de esa organización política, sea en Bolivia o en otro país, tiene pues una doctrina diferente a los intereses de los trabajadores, de los campesinos y de los indígenas. Son partidos reaccionarios. La doctrina de Carlos Mesa ha calado justo en el MAS, que está ahora donde está, donde debió estar siempre.

-¿Dónde?

-En el gobierno.

-Pero el MAS ha declarado que se mantiene fuera, observante.

-Eso dicen…

-Usted declaró también que el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) es un antro de corrupción y que estuvo ligado al narcotráfico…

-Yo fui prisionero del gobierno del MIR en 1992, por razones políticas, y en esa misma época cayó Oscar Eid Franco, el segundo hombre de ese partido, nada más y nada menos que por narcotráfico. También hubo otros dirigentes del MIR involucrados en el narcotráfico, y además otros del Movimiento Nacionalista Revolucionario y de Acción Democrática Nacionalista.

-¿Por qué fue usted encarcelado?

-Porque hemos organizado el Ejército Guerrillero Tupac Katari, les metimos bombas y hemos luchado contra ellos. Fuimos varios los encarcelados.

Los oportunistas de siempre.

-Usted ha dicho que tras la caída de Sánchez de Lozada aparecen oportunistas para apropiarse del triunfo. ¿A qué se refiere?

-El 2 de septiembre comenzamos marchas desde el sur, el norte, el este y el oeste, y nos concentramos en La Paz. Realizamos un ampliado, analizamos la situación y resolvimos quedarnos aquí en la ciudad y dejarla con olor a indio y a coca, y luego nos declaramos en huelga de hambre. Y nos instalamos al interior del teatro San Gabriel, que pertenece a una radio católica, controlada por los curas.

-¿Por qué en ese lugar?

-Pensamos que sería más seguro. Como los que nos gobernaban eran tan cristianos, no iban a violar ese recinto sagrado con sus santos ensangrentados que tienen ahí… Tuvimos razón. No nos allanaron y estuvimos allí una semana. A continuación llamamos a nuestros hermanos del pueblo boliviano para que salieran a bloquear caminos, carreteras y los medios económicos.

-¿Cuál fue la primera demanda de esa movilización?

-La liberación inmediata de nuestro compañero Edwin Huampo Espinoza, dirigente indígena encarcelado por aplicar la justicia comunitaria.

-¿Acusado de qué, en concreto?

-De asesinato. El, como dirigente sindical de la comunidad Pucarani, acató la sentencia de la ley comunitaria de ejecutar a dos ladrones de ganado reincidentes. La justicia del gobierno no reconoce nuestras leyes y lo acusaron de asesinato. Para obtener su liberación tomamos como rehenes a dos viceministros, de Agricultura y de Asuntos Campesinos, que se comprometieron a liberar a nuestro compañero.

“Tardaron dos semanas, pero lo liberaron. El MAS y otros partidos llamaron entonces a una marcha para el 19 de septiembre. Pero la verdad es que esa marcha fue como una entrada folclórica: ellos entraban, la gente los miraba pasar. No era de protesta, parecía una marcha escolar”.

-¿Ustedes seguían en el teatro San Gabriel, en huelga de hambre?

-Ahí estábamos. Llegaron los ministros a dialogar el día 20. Preparamos demandas reivindicativas para los temas de tierra y territorio, derechos humanos, educación indígena, transportes y comunicaciones, maestros rurales. Y el tema de desarrollo indígena originario, y dentro de éste caminos carreteros, agua potable, energía eléctrica para todas las comunidades, postas sanitarias y hospitales, y mecanización del agro con maquinaria agrícola. Pedimos mil tractores, porque desde que llegaron los españoles hasta hoy seguimos trabajando con el arado egipcio que ellos trajeron. Desde la muerte de Atahualpa y hasta nuestros días, seguimos laborando con la tecnología que dejaron nuestros incas. No hemos cambiado nada. Cómo, con esas herramientas arcaicas, vamos a competir con otros países que ya se han desarrollado bastante.

Y les planteamos ese tema a los que nos gobiernan.” -Pero ese día 20 hubo una matanza en Warisata…

-Así fue. Al mediodía rompió el silencio el (teléfono) celular. Me llamaban de Warisata, donde había bloqueo de caminos, y dicen: “Hermano, hay 18 caimanes (camiones) llenos de soldados armados hasta los dientes; están a 10 kilómetros y nos van a masacrar”. Siguieron llamando: Están a cinco kilómetros, a dos kilómetros, a un kilómetro”. Y entonces rompió el fuego y comenzaron a sonar las metrallas, y a través del celular nosotros también escuchamos los cantos de las metrallas. Entonces yo entregué el celular al ministro de Agricultura, Diego Añez Moscoso, y le dije: “escuche, ya no podemos dialogar”. Y el secretario de Estado se asustó y dijo que tenía que hablar con el ministro de la Defensa, Carlos Sánchez Berzaín.

-Que según se sabe ordenó esa matanza…

-No sólo la ordenó, sino que él en persona comandó la matanza disparando desde un helicóptero. En ese momento me informaron de tres muertos en Warisata y otro en Sorata. Rompimos el diálogo.

-Y se amplió el apoyo…

-El lunes 22 de septiembre la Central Obrera Boliviana (COB) llamó a un ampliado de emergencia. La COB es en realidad un cadáver andante, que más o menos trataba de resucitar, porque se ha desgastado bastante; pero, en fin, convocó a huelga por tiempo indefinido, y se lanzaron a ese paro las juntas vecinales del Comité Cívico de El Alto y de La Paz, la Central Obrera Regional de El Alto y la gente en general.

-¿La matanza de Warisata fue el detonante de la protesta generalizada?

-Esa matanza ha impactado y ha concientizado a la gente, logrando penetrar ese corazón de piedra que tenían nuestros hermanos de la ciudad que nos miraban desde los balcones, alegremente. Inclusive Evo Morales andaba en esos días en Libia, o Ginebra, paseándose. Bueno, el paro fue acatado y los mineros marcharon sobre La Paz. En Ventilla hubo nuevamente una matanza, y eso fue el caldo de cultivo para que la protesta fuera aún mayor.

-¿Ustedes pensaron en que conseguirían la caída de Sánchez de Lozada?

-No, al comienzo no, pero seguimos estirando la situación como chicle, porque la madre de esas batallas fue la huelga de hambre convocada por la Central Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Después siguieron matando en El Alto y otros lugares, siempre en villas miseria (ciudades perdidas). Finalmente gente de la ciudad, la clase media, intelectuales, estudiantes y defensores de derechos humanos, empezaron a entrar en las iglesias y parroquias católicas y evangélicas y se plegaron a la huelga de hambre. Y comenzó la seguidilla de renuncias de ministros. El primero que salió del gobierno fue el ministro mirista Jorge Torres Obleas (hijo del general y ex presidente Juan José Torres), y después renunció el vocero oficial, Mauricio Antezana, y así, pero a esa altura ya había más de 80 muertos.

-¿Qué cifra de muertes manejan ustedes?

-Son 88, incluyendo a ocho soldados que aparecieron en una fosa común en El Alto, ejecutados por sus superiores por negarse a disparar contra el pueblo. Bueno, caído el carnicero, las pulgas escaparon. Y el pueblo en las calles celebró como en un carnaval. Nosotros, en cambio, estábamos tristes, porque habíamos trabajado para otra gente. Habíamos dado vida y derramado sangre para otra gente, para Carlos Mesa, que quizás en su perra vida haya pensado en que iba a ser presidente, pero gracias a nosotros ahora gobierna.

-¿Están ustedes de acuerdo con la consulta popular acerca de la venta de gas?

-Veremos cómo viene esa consulta.

-¿Participarían ustedes en una Asamblea Constituyente?

-No. No es nuestro plan ni es un proyecto del MIP. Los indígenas de hoy no estamos por refundar Bolivia; vamos a plantear la reconstitución del Qullasuyu, y autodeterminarnos como nación indígena en la república del Qullasuyo. Lo demás es como decir “como la ropa está muy vieja, vamos a ponerle unos parches”. Aquí hay que cambiar todo, incluyendo el nombre de este país.


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