El socialismo del SXXI se desvanece en el horizonte y parece ser sólo un espejismo creado por la rinbonbancia de la palabra.
EL TERMIDOR VENEZOLANO: LA AGONÍA DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA.
septiembre 01, 2017
agosto 31, 2017
Juan Perelman Fajardo
EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI SE DESVANECE EN EL HORIZONTE Y PARECE SER SOLO UN ESPEJISMO CREADO POR LA RINBONBANCIA DE LA PALABRA
Se ha producido un golpe de Estado en Venezuela. Primero, con la suspensión del referéndum revocatorio. Luego, con la postergación de las elecciones regionales a gobernador y con el intento del Tribunal Constitucional de anular las facultades del ,poder legislativo (la Asamblea Nacional de mayoría opositora). Por último, con la creación fraudulenta y a la fuerza de una “Asamblea Nacional Constituyente”, órgano que no fue elegido por el pueblo, sino por el dedo de Maduro y por las cúpulas de poder del PSUV y del ejército, y que apenas tuvo dos millones y medio de votos de empleados públicos obligados a votar por la fuerza en una votación de la que se abstuvo la oposición y alrededor del 85% de la población, incluidos sectores del chavismo críticos y descontentos con el gobierno de Maduro. Esta Asamblea usurpadora se apropio de los poderes de la Asamblea Nacional, constituida por el voto de 14 millones de venezolanos y expresión de la soberanía popular de la sociedad civil venezolana, y la disolvió.
LA INSURRECCIÓN CIVIL CONTRA EL ESTADO NEOTOTALITARIO
Ante este avasallamiento por parte del Estado contra la democracia venezolana, el pueblo salió a pelear para defender la democracia, mediante la desobediencia civil a la dictadura y con multitudinarias marchas contra el gobierno en Caracas y en todas las ciudades y pueblos de Venezuela. La represión de la dictadura fue feroz. Hasta ahora hubo más de 150 muertos, miles de heridos y de presos políticos en tres meses de insurgencia civil. Es la insurrección de un pueblo desarmado contra un gobierno que tiene las armas y la fuerza bruta para reprimir, como quedó patente en la irrupción en la Asamblea Nacional de la fuerzas de la Guardia Nacional y grupos civiles de paramilitares para golpear a los diputados, representantes del pueblo. La lucha popular ha logrado de alguna manera acorralar a la dictadura que vacila sin poder imponerse sobre toda la sociedad. El gobierno pretende usurpar la soberanía popular pero el pueblo está de pie a pesar de no tener armas y de tener que luchar en la calle en un enfrentamiento desigual con las fuerzas represivas. El gobierno, de querer imponerse, tendrá que producir un baño de sangre, pero vacila. El pueblo, aunque desarmado, está de pie y no está dispuesto a entregarle su libertad y sus derechos a sus verdugos. Por otra parte el ejército y todas la fuerzas armadas permanecen unidas detrás del dictador. De hecho la cúpula militar cogobierna con Maduro, pero los mandos medios y los soldados no están de acuerdo con el gobierno, según se rumorea. Pero hasta ahora, a pesar de un amago de levantamiento en el regimiento de tanques del ejército en el cuartel Paramacay por parte de oficiales de baja graduación, capitanes y tenientes, no ha sucedido nada. Esto pone interrogantes muy dramáticos a la espera de una definición de las fuerzas armadas. Son horas decisivas, nada está aún dicho, pero la tensión se prolonga.
La dictadura de Nicolás Maduro ha dinamitado las bases de la Revolución Bolivariana: la democracia expresada en la soberanía popular, la democracia participativa, el referéndum revocatorio, la participación del pueblo, de las grandes mayorías populares excluidas, a través del sufragio. Lo más terrible es que ha anulado el voto universal e igualitario (una persona, un voto) por el voto calificado por la propia dictadura, una pequeña cúpula apartada de la inmensa mayoría del pueblo, que se elige a sí misma, usurpando la soberanía del pueblo y poniéndose en su lugar. No hay acto más criminal que aplastar la libertad, la autonomía, los derechos civiles de los ciudadanos y ciudadanas del pueblo de Venezuela. Es lo mismo que hizo Pinochet en 1973 con el pueblo chileno. Resulta muy claro que es un golpe de Estado que ha asesinado la democracia. Y que esto esto suceda en pleno siglo XXI causa un estupor desolado, es una regresión a la barbarie que creíamos haber dejado atrás en los años setenta del siglo pasado. Rompe todos los marcos, los referentes políticos en los cuales nos movíamos hasta ahora y nos lleva de nuevo al primitivismo político y al abismo de las sociedades pre-democráticas. Por supuesto que esto nos plantea a partir de ahora muchos interrogantes para el futuro en América Latina.
Para comenzar a aterrizar en la realidad venezolana, hay que decir que no se trata de la Revolución Bolivariana, no se trata de una revolución, sino de una contra-revolución en marcha lo que está sucediendo con el golpe de Estado de Nicolás Maduro. Es un proceso contrarrevolucionario y regresivo que se está produciendo desde la muerte de Hugo Chávez. Son ya unos cuantos años en que se viene dando la reversión de todo el proceso revolucionario chavista hasta culminar con el golpe de Estado en el que se elimina al actor principal de esa revolución que es el pueblo. Al eliminar la democracia se eliminan las libertades políticas, de reunión, de expresión, de sufragio, el derecho a la vida y a la integridad personal de los ciudadanos. Ya no existe una justicia independiente que los defienda y que defienda a la república. Ahora son los tribunales militares los que juzgan a la gente. El pueblo ha sido eliminado de las decisiones políticas, económicas y sociales. Es el pueblo el principal enemigo de los golpistas, quienes lo han reprimido sin piedad. A los prisioneros políticos se los tortura, no tienen abogados, permanecen semanas, meses y hasta años sin juicio y sin acceso a una defensa legal de sus derechos. El pueblo está proscripto por una de las más infames dictaduras que ha habido en nuestro continente y que también está matando de hambre a sus ciudadanos. En una de las peores crisis económicas de la historia, el índice de pobreza es el más alto del continente, un 83%, más alto que el de Haití. Las escenas de gente comiendo de la basura que revuelven es una imagen cotidiana de Venezuela y ha dado la vuelta al mundo en escenas repugnantes que muestran cómo una dictadura insensible degrada al ser humano hasta ese extremo. Eso es lo que está pasando en Venezuela: la gente se muere por falta de medicamentos y remedios en los hospitales. Miles de mujeres embarazadas cruzan a Colombia por tierra para parir a sus hijos allí, pues en Venezuela morirían por falta de gasas y hasta de aspirinas para tratar a los cardíacos..
Cuando digo que el principal enemigo de la dictadura madurista es el pueblo, no exagero. Un 83% de los venezolanos rechaza el gobierno de Maduro. No aguantan más y quieren que se vaya de una vez. La dictadura sólo puede sostenerse a costa de una represión brutal. Para los que no vivimos en Venezuela, el gobierno de Maduro es un gobierno chavista. Para los chavistas Maduro no es un chavista, es un traidor a Hugo Chávez y a la Revolución Bolivariana, el traidor más grande que tuvo el chavismo y que ha pisoteado el legado ideológico y político de Chávez: la Constitución de 1999. Los chavistas hablan de una “dictadura madurista” que ha pisoteado la Constitución Bolivariana y sus principios de democracia participativa. Si algo ha sido la llamada Revolución Bolivariana ha sido una revolución democrática a través del sufragio y de la movilización democrática y popular del pueblo. La Constitución del ‘99 es el credo, los Diez Mandamientos de la Revolución Bolivariana. Finalmente, esta revolución democrática ha sido revertida y ahogada totalmente en el gobierno de Nicolás Maduro. Es un proceso de derechización completo hasta desembocar con el golpe de Estado en un neofascismo estalinista.
Pero, ¿qué ha pasado con la Revolución Bolivariana? ¿En qué rumbos, en qué caminos, en qué encrucijadas se perdió para siempre? ¿Dónde está el pueblo chavista, “las masas rojas rojitas”? No hay chavistas en la calle, las concentraciones de Nicolás Maduro no existen. Para engañar a la gente, la televisión del gobierno pone videos de la época de Chávez como supuestas concentraciones de Maduro que se transmiten en las famosas “cadenas” del régimen que cortocircuitan la vida diaria de los venezolanos.
¿Pero cómo el proceso de la Revolución Bolivariana ha llegado a revertirse de tal manera hasta haberse transformado en una contra-revolución abierta, en un Termidor?
DATOS
Deuda externa: la deuda externa de Venezuela es de 178.000 millones de dólares, sus exportaciones se han desplomado a 26.000 millones de dólares anuales. Venezuela es el país más endeudado del mundo. (Entrevista a Ricardo Hausmann, Clarín, 26/08/2017).
Corrupción: en los últimos 17 años se han robado de PDVSA y del Estado nacional 475000 millones de dólares, que han fugado al exterior. (Sumarium.com, 15/03/2016).
Pobreza: el salario de un trabajador es de 15 dólares al mes. Venezuela es el país más pobre de América, mayor que Haití, con un índice de 82% de pobres y un 52% de familias sumidas en la pobreza extrema. (El Nuevo Herald, 17/02/2017).
Alimentación: casi un tercio de la población, 9,6 millones ingieren dos o menos comidas al día. El porcentaje de quienes comen tres veces al día bajó del 88,7% al 67% entre 2015 y 2016 y el de los que hacen dos o menos comidas aumentó de 11,3% al 32%. Siete de cada diez entrevistados reportó haber perdido peso en una proporción de 9,7 kilos. Un 54% de los niños padece algún nivel de deficiencia nutricional. (El Nuevo Herald, 17/02/2017).
Salud: La Federación Médica Venezolana señala que los 300 hospitales públicos del país sólo cuentan con un 3% de los insumos necesarios para tratar a los pacientes. Desde 2014 faltan toda clase de suministros médicos.
De acuerdo con la Federación Venezolana de Farmacias, desde 2015 la escasez de medicinas es del 80%. Medicamentos de uso diario para tratar la diabetes o la hipertensión son casi imposibles de encontrar y su escasez subió al 95% el año pasado. Antibióticos, fármacos antiinfecciosos y antibacterianos son prácticamente inexistentes. Y los medicamentos que sí se encuentran disponibles tienen precios que nadie puede pagar y sobrepasan el sueldo mínimo de 65,000 bolívares, el equivalente a 13 dólares.
El problema es igual de agudo en el sector hospitalario. Según la Encuesta Nacional de Hospitales de 2017, publicada en marzo por la ONG Médicos por la Salud en conjunto con el Observatorio Venezolano de Salud, al 76% de los hospitales públicos les faltan medicinas. Al 81% de ellos también les falta material quirúrgico, catéteres o sondas. El 86% tiene sus equipos de rayos X dañados. En el 94% los tomógrafos están averiados y en el 44% de esos hospitales los quirófanos están cerrados. (Mariana Zúñiga, “Crisis del sistema de salud en Venezuela”, Gatopardo.com)
VENEZUELA UN PETRO ESTADO, LA RENTA ES EL EJE DE LA POLITICA INTERNA: LA LUCHA POR CAPTAR LA RENTA PETROLERA
Venezuela es el país con las reservas más grandes de petróleo en el mundo, (300.000 millones de barriles de petróleo) y uno de los gigantescos productores de barriles de petróleo que inundan el mundo del hidrocarburo. La economía de Venezuela gira alrededor de la renta petrolera, que depende de las subas o bajas del precio del barril en el mercado mundial. Esta situación es determinante para la sociedad venezolana y su historia económica y política. Lo fue en el siglo XX y lo es actualmente en el siglo XXI. Daniel Lara Farías, internacionalista y conocido periodista venezolano, nos dice lo siguiente:
(…) pienso que el problema de Venezuela no es el chavismo, no es la mal llamada IV Republica, no es un problema de adecos (Acción democrática) y copeyanos (COPEI), el problema de Venezuela es el rentismo petrolero que se ha convertido en una caldo de cultivo para que cada cierto tiempo un grupo o una persona que pretende establecer su hegemonía política, financie con la renta petrolera esa hegemonía política. Desde el militarismo andino del siglo XX, hasta la irrupción de Acción Democrática de 1945 a 1948, pasando por lo que significó ese nuevo militarismo trocado en perezjimenismo, y luego la propia democracia, tuvieron el rentismo petrolero como fuente casi inagotable para financiar proyectos políticos . A medida que la propia dinámica del rentismo, la corrupción y el clientelismo se van acentuando, y a medida que la propia sociedad va degenerando, van apareciendo expresiones más putrefactas dentro de esa dinámica que produce la renta petrolera. En los 40 años de democracia tuvimos una clase política que al inicio no contaba con los niveles de renta que hoy existen, y era gente que tenían otra formación y otra forma de ver las cosas, y que de alguna manera guardaban las formas. Podemos decir que desde el punto de vista personal se trataba de gente honesta, pero a partir de 1973 (guerra árabe-israelí de Yom Kipur), cuando entra todo ese dineral, la sociedad decide que la clase política que desea tener es aquella que reparta esa renta y no importa si roba en el proceso. Esa clase que reparte y roba comienza a degenerarse y cuando se acaba la renta, como ocurrió a partir de los años 80 y 90, entonces no se señala al rentismo como problema, sino que se señala a la clase política porque no está repartiendo bien y se lo está quedando todo. En ese momento surge este elemento vengador que es el chavismo, que en ninguna parte de sus planteamientos iniciales habla de acabar con el rentismo petrolero, vamos a tener otro fenómeno como el chavismo o inclusive peor. (La Razón, 21/08/2017).
Edgardo Lander, sociólogo, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, investigador asociado al Transnational Institute, es una persona vinculada desde hace varios años a los movimientos sociales y a la izquierda de su país. En el año 2006 fue uno de los organizadores del Foro Social Mundial realizado en Caracas. Lander aportaba una luz esclarecedora en una entrevista realizada el 23 de marzo de este mismo año:
Hace tres años caracterizaste la situación en Venezuela como la “implosión del modelo petrolero rentista”. ¿Ese diagnóstico sigue vigente?
Lamentablemente, los problemas que pueden caracterizarse como asociados al agotamiento del modelo petrolero rentista se han acentuado. El hecho de que Venezuela ha tenido 100 años de industria petrolera y de Estado-centrismo girando en torno a cómo se reparte la renta ha conformado no sólo un modelo de Estado y de partido, sino también una cultura política de imaginarios colectivos de Venezuela como una país rico, de abundancia, y la noción de que la acción política consiste en organizarse para pedirle al Estado, Esa es la lógica permanente. En el proceso bolivariano a pesar de muchos discursos que aparentaban ir en la dirección contraria, lo que hizo fue acentuar esto. Desde el punto de vista económico se acentuó esta modalidad colonial de inserción en la organización internacional del trabajo. El colapso de los precios del petróleo simplemente desnudo una cosa que era evidente, cuando uno depende de un commodity cuyos precios necesariamente fluctúan.
(…)
¿Qué sucedió con los procesos de participación social bolivarianos?
Hoy en Venezuela hay una desarticulación del tejido de la sociedad. Después de una experiencia extraordinariamente rica de organización social, de organización de base, de movimientos en relación a la salud, a las telecomunicaciones, a la tenencia de la tierra urbana, a la alfabetización, que involucró a millones de personas y generó una cultura de confianza, de solidaridad, de tener la capacidad de incidir sobre el propio futuro, uno suponía que en momentos de crisis había capacidad colectiva de responder. Por supuesto hablo en términos muy gruesos, hay lugares donde hay mayor capacidad de autonomía y autogestión . Pero en términos generales se puede decir que la reacción que se vive hoy es más en términos competitivos, individualistas. De todos modos creo que quedó una reserva que en algún momento puede salir a flote.
¿Por qué no pudo mantenerse esa corriente de participación y organización?
El proceso estuvo atravesado desde un principio por una contradicción muy seria, que es la contradicción entre entender la organización de base como procesos de autogestión y de autonomía, de construcción de tejido social de abajo hacia arriba, y el hecho de que la mayor parte de estas organizaciones fueran producto de políticas públicas, de promoción desde arriba, desde el Estado. Y esa contradicción se jugó de manera diferente en cada experiencia. Donde había experiencia organizativa previa, donde había dirigentes comunales, había una capacidad de confrontar al Estado; no para rechazarlo sino para negociar. Además, a partir del 2005 hay una transición del proceso bolivariano desde algo muy abierto, desde un proceso de búsqueda de un modelo de sociedad diferente al soviético y al capitalismo liberal, a tomar ya la decisión de que ese modelo es socialista, y a una interpretación del socialismo como estatismo. Hubo mucha influencia ideológica cubana en esta conversión. Entonces estas organizaciones ya empiezan a ser pensadas en términos de instrumentos dirigidos desde arriba, y empieza a consolidarse una cultura estalinista en relación a la organización popular. Y eso le ha dado obviamente mucha precariedad. (La Diaria, 23/03/2017).
Nicmer Evans, uno de los líderes políticos del chavismo crítico, del chavismo socialista y democrático, y uno de los pensadores más lúcidos de la izquierda venezolana, señala lo siguiente en una serie de varios artículos publicados en aporrea.org:
El petrosocialismo es una variante del modelo socialista, inédito en el mundo, que ocurre cuando un país monoproductor energético, transforma su sistema político, en función de colectivizar y generar equidad en cuanto a la distribución de sus rentas, afirmándose socialista sin haber transformado aún su cultura de mercado, lo que impide un desarrollo más rápido de sus fuerzas productivas, y sobre todo éticas.
Nuestro país, sin cambiar el modelo productivo que lo sustenta, seguirá siendo un interesante esfuerzo reformista, pero distará mucho de ser un país con modelo propio , que podríamos llamar “Socialismo Bolivariano”, sino incide de manera determinante en la transformación de su sistema productivo petrosocialista, y no transforma su modelo cultural de mercado. (”El petrosocialismo de la IV y de la media”, 14/05/2008, aporrea.org).
Aún cuando debo confesar que el término “boliburguesía” me causa profunda preocupación por la connotación de deterioro que refleja en parte de sectores sociales vinculados al proceso revolucionario que protagoniza nuestro país, no dejo de asombrarme de su vigencia, incluso antes de su existencia. La “boliburguesia caraqueña” equivale al “nuevo riquismo” adeco que desclasó a cantidad de dirigentes políticos y sindicales que empezaron a acumular dinero de origen incierto como consecuencia de la abundancia rentista, esto trajo como consecuencia el surgimiento de una clase social hibridada, que ya para la época actual está ubicada con la oligarquía más rancia de nuestro país.
El proceso revolucionario en la actualidad tiene dos neoclases “on” Chávez, la “boliburguesía”, sector social que se ha beneficiado directamente de negocios con el Estado, y que han acumulado riqueza de manera sorprendente y ya son propietarios de medios de producción, y la otra neoclase, la que no es boliburguesa, sino que “boliburguea”, esto quiere decir, vive transitoriamente la vida de un boliburgues sin tener la acumulación de riqueza necesaria para ubicarse en la boliburguesía ya que no es dueño de medios de producción pero tiene la capacidad de generar ingresos de múltiples fuentes del Estado. (”Yo “boliburgueo”, tú “boliburgueas”,…”, 30/09/2008, aporrea.org)
En este momento el proceso revolucionario se debate entre dos corrientes centrales de interpretación del socialismo bolivariano: Aquellos que optan por reproducir el clásico modelo del stalinismo orientado a una concepción de Capitalismo de Estado donde quienes predominan son los burócratas, vs la corriente que promueve el Estado Comunal como alternativa emergente y creadora de nuevas relaciones de poder desde la democracia participativa y el Poder Popular como principios de acción.
Hasta ahora la dirigencia con mando real de la Dirección Nacional del PSUV ha puesto en práctica todos lo elementos orientados a fortalecer al Capitalismo de Estado y la supremacía de la burocracia sobre el Poder Popular, pero emerge con fuerza, desde el seno de la juventud y de sectores organizados la tesis en construcción del Estado Comunal, que implica una concepción foucaultiana del poder que asume la necesaria conexión en red de nodos sociales que redistribuyen el poder, haciendo resistencia ante quien desea imponer el suyo: el burócrata, articulando un poder que suma y desborda la lucha proletaria ante la explotación y las reformas para definir acciones revolucionarios en contra del poder establecido, incorporando a sectores campesinos, juveniles, afro descendiente, mujeres, homosexuales, indígenas, y en fin todas aquellas víctimas del burocratismo. (”Capitalismo de Estado vs. Estado comunal”, 20/10/2011, aporrea.org).
A lo interno del proceso político liderado por el Presidente Chávez, se encuentra una intensa pugna de dos corrientes de pensamiento que ejercen presión al momento de formular políticas públicas en nuestro país: el Capitalismo de Estado por un lado, que alimenta la indiferenciación del partido, el gobierno y el Estado, haciendo coincidir de manera permanente al funcionario del partido con el funcionario de Gobierno, convirtiendo a éste en el decisor de las acciones del Estado; por otra parte está la concepción del Estado Comunal, que pretende la desburocratización de la acción de Gobierno, transformando las estructuras del Estado, a partir del ejercicio de la Democracia Directa.
La vieja concepción que plantea la vía al socialismo a través de la concentración del poder en el Estado burgués (pretendidamente revolucionario) haciendo así ejercicio del capitalismo de Estado ha demostrado su ineficiencia en el desarrollo del mal llamado socialismo real. Versiones ineficientes e ineficaces de esto lo hemos visto en el caso más palpable, la extinta URSS, y su versión stalinista del socialismo que condujo a un desarrollismo industrial a costa del valor de ser ciudadano a plenitud.
En nuestro país, aunque no con tanta fundamentación ideológica, el burocratismo: soporte estructural del capitalismo de Estado, se ha incrustado en la práctica de un número importante de funcionarios públicos que al llegar al cargo por su discurso revolucionario, es absorbido por el sistema burgués procedimental y deshumanizado, olvidando que su función última no es “funcionar”, su función última es “servir” al ciudadano sin olvidar su propia condición de igual.
Ejemplos abundan, funcionarios que vienen de ser dirigentes comunales o sociales y al estar en un cargo para la articulación del Poder Popular no sólo exigen tomar cita para poder reunirse con quienes promovieron su designación, o casos donde el exceso procedimental llega al punto de exigir a quien tramita dólares de CADIVI a través de cualquier banco, no sólo el color de la carpeta y tipo de gancho con el que deben ser presentados los recaudos, sino, incluso fijan el tipo de letra y posición donde debe ser colocado el número de foliación de los documentos, con el riesgo de que al funcionario del banco o de quien certifica los recaudos por CADIVI determine la improcedencia para el acceso a divisas porque los documentos no tienen separadores foliados o la carpeta sea de un color distinto al normado. Estos son indignantes ejemplos del burocratismo que atenta contra cualquier revolución que pretenda ser socialista en el siglo XXI.
El Capitalismo de Estado es la corriente dominante en este momento ya que no deja de ser la vía con menos incertidumbre en su aplicación, es una mutación del Estado Liberal burgués, pero la dominación, el control y el poder se concentra en el burócrata, quien en nombre de la revolución y del socialismo sigue representando al pueblo mientras él se “prepara” para asumir el poder, el problema es que esta transición se hace convenientemente infinita, mientras el funcionario termina convirtiéndose en una nueva clase social distinta al pueblo, que sustituye a la burguesa pero la reproduce en todo su estilo de vida, menos en la propiedad directa de los medios de producción.
Sin embargo, emergen con fuerza y a pasos agigantados la corriente desburocratizante, que asume la posibilidad real y concreta del ejercicio del poder desde y para el pueblo, sin mayor transición que la necesaria para la formación desde la acción misma del poder.
Los burócratas le temen al pueblo organizado, aquel que no cobra porque no es funcionario, aquel que es servidor público por convicción, aquel que desde un Consejo Comunal o Comuna entrega su tiempo y esfuerzo por el bien común y no pide remuneración a cambio.
Mientras el Estado Comunal se consolida, el Estado con sus instituciones burguesas deberá existir, pero sobre una nueva tesis del Estado mínimo, ya no liberal, sino de un Estado mínimo que de paso al Poder Popular como verdadero sostén y rector de la vida social, un Estado mínimo que transfiera poder a las comunidades organizadas y desburocratizadas, un Estado mínimo, con una burocracia eficiente y eficaz para el apoyo al Poder Popular, para el estímulo a la producción industrial y articulador de la planificación emergente del Estado, un Estado sin CADIVI y sin un Ministerio del Poder Popular para las Comunas.
Sin embargo, los de derecha e izquierda que actualmente se benefician del Capitalismo de Estado dirán y seguirán diciendo por siempre, “burocratismo: divido tesoro”. Contra ellos es la lucha. (”Burocratismo: divino tesoro”, 23/10/2011, aporrea.org)
Quienes fuimos parte del gobierno del presidente Chávez, en mayor o menor medida tenemos algún grado de responsabilidad en lo que hoy sucede. Pero quienes creyeron tener la razón desde la oposición y no lograron convencer a las mayorías también son copartícipes de lo que hoy es nuestra realidad. Aceptemos todos nuestros grados de responsabilidad y salgamos adelante.
Mi responsabilidad ante la historia es no haber sido más crítico de lo que he sido y de lo que soy, y no hacer todo el mayor esfuerzo posible porque las propuestas que defiendo lleguen a todos para el debate público.
Mi responsabilidad ayer fue no haber logrado, a pesar del esfuerzo, que el sector más demócrata y socialista del chavismo y del PSUV se impusiera legítimamente sobre el sector autoritario y stalinista, quizá era muy joven, pero no hay excusas, asumo mi responsabilidad…
Chávez tuvo cosas buenas y malas en todo el proceso que acompañó dentro de la revolución a la que fuimos llamados. De las cosas buenas fundamentalmente la repolitización, la democratización de algunos espacios y el humanismo de sus políticas, y de las malas tuvo dos errores fundamentales de los que fue responsable: la permisividad ante la corrupción y la incapacidad de cambiar el modelo económico rentista, pero su responsabilidad no lo hace culpable de lo que hoy, tres años después de su muerte vivimos, los culpables de este desastre están vivos, y se llaman Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Cilia Flores, etc.
Ante todo este desastre, más y mejor democracia es el camino, y eso tampoco está en la MUD. Es por ello que un diálogo por fuera de la polarización (aunque estén personeros de estos dos bandos, los honestos que todavía quedan) de actores que tengan propuestas para salir de la crisis, aunque disímiles y de paradigmas antagónicos, es hoy imprescindible para lograr avanzar antes que el país se nos vaya de las manos. (”Las culpas que tenemos y de lo que somos responsables”, 29/06/2016, aporrea.org)
Hoy el chavismo no sólo está en el gobierno o su entorno, también está en la oposición, una oposición de izquierda que no está de acuerdo con el gobierno de Maduro pero que no forma parte ni pretende ser de la MUD.
El chavismo oficialista, es el madurismo, que a su vez se divide entre aquellos que dicen creer en Maduro y los que no creen en él, y aunque lo reconocen privadamente, en público conservan las formas por intereses netamente pragmáticos. La verdad es que estoy casi seguro que ninguno cree sinceramente en Maduro, pero entre lo afectivo, doctrinario o prágmático se mantienen ahí.
El otro chavismo, el crítico y en transición, no está en el gobierno, o son funcionarios medios o bajos que muestran sus descontentos y son segregados o discriminados, pero persisten por necesidad en los cargos.
Los que son críticos y no están en el gobierno se debaten entre la lealtad racional y la desesperanza, pero han decidido no ser parte de la MUD. Hay un último sector muy pequeño, que han decidido pasarse a la MUD transitoria o definitivamente en cuanto a su voto, pero la oposición de la MUD no ha sabido como captarlos de manera definitiva.
Al final, la verdad es que hoy existe una diáspora importante, por culpa de un desgobierno que va en contravía de la expectativa de un gobierno chavista postchávez.
El futuro del chavismo hoy se debate entre dejar llevarse por la inercia del desgobierno de Maduro, tratar de hacer los últimos esfuerzos por rescatarlo o crear una alternativa que reconstruya al chavismo en un mediano plazo, a pesar del desastre. (”El futuro del chavismo”, 19/07/2016, aporrea.org)
El odio inoculado por la vulgar y extemporánea aplicación del concepto de la “lucha de clases”, hace que hoy todos nos veamos como enemigos por un artilugio conceptual que lo que busca es describir una condición, que entre otras cosas no es estática ni univoca. El mismo Marx en una carta a Joseph Weydemeyer, del 5 de marzo de 1852, decía:
“…no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de estas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción…”
Hoy, estamos en una fase histórica de desarrollo de la producción distinta a la época de Marx, y aún más, distinta y distante de la época de su texto fundamental “El Capital” y de su proclama política en “El Manifiesto Comunista”. En el tiempo, de hecho, se ha comprobado que la vigencia de Marx está en su metodología y su ética, pero que difícilmente podríamos aplicar sus planteamientos como dogmas. Hoy decir que la lucha de clases conduce a la dictadura del proletariado y que esto conducirá a una “abolición de todas las clases” no sólo es un buen deseo, sino incluso más utópico que lo planteado por el llamado por él “socialismo utópico”, que en la práctica era mucho más realista.
Sin embargo debemos rescatar varios aspectos del planteamiento de Marx para su reinterpretación en la contemporaneidad. Por ejemplo, hoy Incluso la “lucha de clases” tiene niveles de respeto y convivencia, no es fratricida ni existencial, tal como pretendieron platearla algunos extremistas. Porque otro no sea de mi “clase social” esa condición no me faculta para despreciar, segregar, exterminar, y mucho menos se puede justificar que esto sirva como excusa para evadir el debate de las ideas, y aún más cuando la lucha cambia, porque esta gira en torno a confrontar a un enemigo común.
El avance de la democracia como modelo de consenso, sobre el cual las ideologías buscan ser gobierno a través de la persuasión de las mayorías, ha creado un poderoso muro de contención a los extremismos que solo han leído “la dictadura” de la frase planteada por Marx de “la dictadura del proletariado”. Pero aún más, la democracia al final desenmascara a aquellos que en nombre de ella se asumen “puros” e “inmaculados” y creen que “solos” y “con el pueblo” van a poder hacer política con “P” mayúscula, en especial ante un gobierno neototalitario.
Todo este desarrollo viene a tres puntos fundamentales:
· Hoy el conflicto de Venezuela no se resume en un conflicto de clases, en especial porque aquí difícilmente existe una burguesía que enfrentar. Hoy lo único que hay que enfrentar es una cúpula corrupta y neototalitaria.
· Esa cúpula neototalitaria pasó de ser un adversario político, para convertirse en un enemigo de aquellos que defendemos, por distintos motivos y en distintas expresiones ideológicas a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Por lo tanto, no sólo es imperioso, sino urgente dejar el sectarismo infantil, y articular tácticamente un frente antitotalitarista.
· Un frente antitotalitarista debe superar el control de otra vieja casta política expresada en la MUD, para convertirse en un espacio despolarizado, que avance con un objetivo común: superar el neototalitarismo para la restauración de la vigencia de la CRBV y de la democracia.
Si esto no se logra, nos aplastarán a todos, incluso a aquellos “puros” y “sectarios”.
En lo personal, no me une nada con aquellos que fueron cómplices de un golpe de Estado contra Chávez, pero ante un golpe de Estado contra el pueblo, si debo tácticamente coincidir, me taparé la nariz, y recordaré que hoy no es una lucha de clases, es una lucha de supervivencia de todo el pueblo venezolano que no puede vivir de su salario porque un gobierno ha decidido convertirnos a todos en mendigos y él en el único proveedor.”
“Por último, a las fuerzas progresistas de izquierda en Venezuela y el mundo, que defienden incondicionalmente al gobierno de Maduro, por pensar que es el legado de Hugo Chávez, sepan que eso ya no es verdad, pudo ser y no fue, Maduro no es de izquierdas, entrega nuestra soberanía y para lograr que transnacionales sigan saqueando nuestras riquezas, disuelve la Asamblea Nacional para poder autorizar más endeudamiento, empréstitos y desarrollo de empresas mixtas que no generan sino más erosión y pobreza a nuestro país, saqueado por la IV y la V República. (”Carta abierta a la izquierda democrática y al chavismo crítico…”, 07/08/2017, aporrea.org)
LA CAÍDA Y EL INFIERNO
Lo que no se pudo con los votos lo haríamos con las armas.
Nicolás Maduro
La cúpula chavista ha extraviado a la Revolución Bolivariana en el lodo y en la vía muerta de la corrupción y el disparate (se robaron 475.000 millones de dólares de PDVSA y del Estado, que se han fugado del país). Hace tiempo perdió el rumbo del tiempo y de los hombres que aquí y ahora viven o sobreviven en un país que se hunde en el hambre por la peor crisis económica habida hasta ahora en Venezuela. La elite chavista esta parada en el puente del Titanic totalmente ebria, encerrada en su discurso que se vuelve cada vez más absurdo, una nave de los locos. La derrota en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre del 2015 fue un derrumbe estrepitoso. La oposición recibió 14 millones de votos. No pudieron reaccionar, simplemente decidieron hacer de cuenta que no habían perdido, que seguían teniendo la mayoría y que habían ganado las elecciones. Pero simplemente no podían gobernar con las dos terceras partes de los diputados de la oposición en contra. Nicolás Maduro ha entregado 150 concesiones mineras a canadienses, estadounidenses, rusos y chinos en el Arco Minero del Orinoco, además de reservas petroleras y gasíferas a los rusos en la Faja del Orinoco. Esta explotación produciría desastres ambientales en la selva Amazónica y contaminaría ríos como el Orinoco y otros. Estos nuevos contratos no fueron aprobados por la Asamblea Nacional. Ninguna medida se puede tomar sin aprobación parlamentaria, como por ejemplo contratos de concesiones petroleras o mineras a empresas extranjeras, o endeudarse ante bancos u organismos internacionales. No podían aprobar el presupuesto. Lo único realmente sensato que Maduro y sus acólitos podían hacer era renunciar y llamar inmediatamente a elecciones generales a la presidencia de Venezuela. La oposición les pidió un referéndum revocatorio, que está expresamente consagrado en la Constitución chavista de la República Bolivariana de Venezuela, el súmmum de la doctrina chavista de la Revolución Bolivariana, hija predilecta de Hugo Chávez, que incorpora entre otros avances la democracia participativa. La cúpula madurista decidió hacer caso omiso de la Constitución y no convocó al revocatorio. Según el calendario electoral estaba obligado el gobierno a convocar a elecciones regionales de gobernadores y alcaldes en diciembre del 2016, pero tampoco las convocó. Las elecciones presidenciales son para el 2018, pero parece que tampoco las convocará. Según lo que se comenta el gobierno ha decidido no llamar nunca más a elecciones porque sabe que las va perder. El 83% de la población rechaza a Nicolás Maduro, quiere que se vaya, no dentro de un año, sino ahora mismo. Los chavistas se han alejado en gran mayoría del gobierno. Al gobierno lo han abandonado todos, incluso hasta los propios chavistas. En la locura del suicidio decidió negar la democracia, destruirla totalmente, cerrar el parlamento e imponer la dictadura con el ejército venezolano como instrumento de fuerza bruta cuya cúpula de generales forma parte de la casta dominante en Venezuela. Imponer la dictadura contra todo el pueblo venezolano, contra la oposición y contra los propios chavistas, contra la democracia, contra la revolución bolivariana, contra el Socialismo del Siglo XXI, contra el legado político e ideológico de Hugo Chávez. Romper los principios que uno sostiene es como romper un cristal muy frágil que está en la mente y el sentimiento de los hombres. En cada paso que da la cúpula chavista se degrada a sí misma, se ensucia de sangre y de lodo. Cada día se degrada un poco más. Me pegunto qué va a quedar de esos hombres que se han convertido en traidores de la revolución bolivariana, ladrones de miles de millones de dólares del Estado, asesinos de su pueblo, golpistas, destructores de la democracia, cuyo enemigo es el pueblo venezolano. ¿Qué queda de humano en estos hombres, después de tanto envilecimiento?
La famosa Asamblea Nacional Constituyente (que no la votó nadie) no es más que una farsa sucia para tratar de justificar lo injustificable, que es pisotear la legalidad y la soberanía política expresada en la Asamblea Nacional (resultado del voto de 14 millones de venezolanos y venezolanas que votaron para elegirla) y de esa manera pisotear la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Maduro tiene enfrente un pueblo alzado que no está dispuesto a permitir que asesinen la democracia, porque sería lo mismo que asesinar al pueblo entero de Venezuela. Porque efectivamente la democracia no es un pedazo de papel. La democracia son los millones de venezolanos y venezolanas que salen a la calle a enfrentar los gases y las balas de los represores de la dictadura.
MACBETH
No temeré a la muerte y a la destrucción
Hasta que el bosque de Birnam venga a Dunsinane
(…)
MACBETH
A usar tu lengua viniste. ¡Rápido las noticias!
MENSAJERO
Mi noble señor,
Debería informar lo que creo haber visto.
MACBETH
Dilo de una vez
MENSAJERO
Mientras montaba guardia sobre la colina, miré hacia Birnam, y, de pronto, me pareció
Que el bosque empezaba a moverse
MACBETH
¡Miserable, mentiroso!
(…)
MACBETH
Mi firmeza vacila y empiezo a dudar
de las astutas palabras que el diablo fingía ciertas:
“No temas hasta que el bosque de Birnam vaya a Dunsinane”
Y ahora un bosque se acerca a Dunsinane.
Buenos Aires, agosto de 2017