“Los blancos no entienden la conexión que tenemos con la tierra porque no viven en la selva”, dijo Tupá Mirim, habitante de Jaraguá, una reserva indígena a penas a 20 km de Sao Paulo decidida a resistir los intentos de reducirla a una porción ridícula de tierra.
Nativos de Sao Paulo se resistirán a la expulsión de sus tierras
Sep 07, 2017
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Brasil-. “Los blancos no entienden la conexión que tenemos con la tierra porque no viven en la selva”, dijo Tupá Mirim, habitante de Jaraguá, una reserva indígena a penas a 20 km de Sao Paulo decidida a resistir los intentos de reducirla a una porción ridícula de tierra.
“Creen que no hay indios en Sao Paulo”, sonríe el cacique Antonio Awá, tupí-guaraní, aunque el estado más rico de Brasil alberga 29 territorios indígenas, menos de la mitad de ellos regularizados, de acuerdo con la Fundación Nacional del Indio (Funai), una organización gubernamental.
La reserva de Jaraguá fue delimitada en 532 hectáreas en 2015, pero el mes pasado el gobierno de Michel Temer anuló el decreto alegando un “error administrativo”. Los 720 habitantes del área se encuentra dispuestos a resistir el desalojo, que de acuerdo con la nueva demarcación los confinaría a un territorio de apenas 1,7 hectáreas, regularizado en 1987.
Entonces, de las cinco aldeas del lugar solo quedaría una, la de Yu, separada de las demás por la carretera de los Bandeirantes, nombres de los cazafortunas portugueses que arremetían y esclavizaban a los indígenas en el siglo XVI.
Del otro lado, mezclados con decenas de perros, niños descalzos por los caminos de tierra de Tekoa Pyau, o la “aldea de arriba”. Las viviendas son rudimentarias cajas de maderas y de latas, algunas adornadas con grafitis borrosos. El verde y marrón de la naturaleza predominan. Pocas estructuras tienen instalaciones de agua y los baños son comunales.
Sobresale el caserón de cemento donde funciona el preescolar. Ytu tiene mejor infraestructura: agua corriente en las casas, construidas en los años 90 por el gobierno nacional; alberga también el único centro de salud y la escuela estatal que acoge a 200 alumnos.
En éste aprenden portugués a partir de los ochos años. La lengua materna sigue siendo el guaraní.
Jurandir Karai Jekupe, guaraní de 41 años, reside en un pequeño galpón de cemento con techo a dos agua. Él lo reformó, para dividirlo en dormitorio y sala.
“Cuando la construyeron deben haber pensado: ‘son indios, no necesitan cuartos, duermen en hamacas”, ironizó, mientra enseña otras mejoras en el espacio lo que comparte con su esposa.