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¡Silencio, silencio que se oyen voces!

Gloria Muñoz Ramírez :: 21.09.17

Tras el terremoto la solidaridad emerge ante un Estado desaparecido.
Irrumpe la sociedad civil en la Ciudad de México y organiza el rescate y acopio.

¡Silencio, silencio que se oyen voces!
Gloria Muñoz Ramírez

20 septiembre 2017
Desinformémonos

Ciudad de México I Desinformémonos. ¡Silencio, silencio que se oyen voces!, gritan los rescatistas a la muchedumbre que se junta para apoyar en avenida Álvaro Obregón número 286, colonia Roma; al igual que en el edificio de San Luis Potosí y en el de la calle de Tamaulipas, en la Condesa, donde hasta la medianoche no dejan de llegar brigadas de voluntarios con víveres, medicamentos, agua, lámparas y demás apoyo solidario.

Durante la primera noche del temblor se vuelca la sociedad civil a las calles, mientras siguen los trabajos de rescate en los más de 80 edificios y casas afectadas en la Ciudad de México por los sismos de 7.1 en escala de Richter con epicentro en Morelos.

Este sector de la delegación Cuauhtémoc no duerme. Se instala un comedor comunitario en la calle Mérida, a donde llegan decenas de personas a preparar comida para los vecinos; mientras brigadas de gente en motocicletas, bicicletas, camionetas y a pie acuden a los centros de acopio y a las zonas afectadas.

En las esquinas oscuras, grupos de jóvenes controlan el tránsito; La gente les agradece y les lleva café y alimentos, pero ellos no bajan la guardia y no dejan ni un segundo su labor de agentes de tránsito.

En el recorrido nocturno se observa a cientos de personas en las calles por miedo a que se derrumben sus viviendas, pues hay miles de inmuebles afectados, mientras un hospital de avenida Álvaro Obregón saca las bancas al camellón para que descansen los familiares de los pacientes.

Familias enteras reparten agua, café y comida preparada a los grupos que permanecen afuera de sus casas, pero las demandas más urgentes son pilas, seguetas, lazos y lámparas.

La gente se abraza en las calles oscuras, se sientan en las banquetas, se saludan como si se conocieran y se ofrecen ayuda.

Es la cara del México profundo y adolorido, el que responde en un instante. El chilango chido.
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21-09-2017

Tras el terremoto la solidaridad emerge ante un Estado desaparecido.
Irrumpe la sociedad civil en la Ciudad de México y organiza el rescate y acopio.

Gloria Muñoz Ramírez
Desinformémonos

Jóvenes hombres y mujeres tomaron hoy las calles afectadas por el sismo de 7.1 grados Richter que dejó más de mil inmuebles seriamente afectados en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, con un saldo de 225 personas fallecidas hasta el momento.

La juventud chilanga viaja en bicicleta, motocicleta y a pie e inunda las calles repartiendo víveres y agua, poniéndose a las órdenes en las tareas de rescate, comprando palas y picos, lámparas y pilas. Prácticamente no hay sitio devastado que no cuente con el apoyo de la sociedad organizada. No se trata de actos de caridad sino de expresiones de auténtica solidaridad y responsabilidad civil. En el cruce de Medellín y Viaducto, en la colonia Roma, hay cientos de personas de a pie que organizan a la gente que llega con acopio y conforman las brigadas de rescate. Grupos de soldados, policías y de personal del gobierno de la Ciudad de México prácticamente se ponen a sus órdenes, atrasito de las amas de casa que preparan alimentos y hacen botiquines de medicamentos, y de los hombres que organizan el reparto de palas y picos.

Las calles de la colonia Roma amanecieron con gente recorriéndolas brindado apoyo. De hecho en muchos centros de acopio se logró reunir comida y agua suficiente, pero esto no detiene la ayuda. Personas caminan de un lado a otro cargando garrafones de agua, palas, lonas, latas de atún, lámparas y medicamentos, mientras los establecimientos comerciales abren sus puertas para lo que haga falta. Un salón de belleza que cuenta con luz se ofrece a cargar celulares y llegan decenas de personas; una tlapalería ofrece toda su mercancía gratis, una pastelería regala sus pasteles y ofrece café a todos los transeúntes. La gente se hace cargo de la emergencia con autonomía, sin esperar a que alguien le diga qué hacer.

La recuperación de su ciudad, en definitiva, está en manos de los chilangos. Camiones de carga llevan brigadas de 10, 20 o 30 personas en la caja de atrás, son jóvenes con palas y cascos naranjas con actitud de rescatistas. No hay protagonismos, sobran ganas y no faltan personas.

“Faltan vendas”, grita una señora frente a la fábrica textil ubicada en las calles de Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Obrera, y de pronto brotan quién sabe de dónde decenas de paquetitos amarillos con vendas nuevas. “Se necesitan cajas”, dice otra. Y aparecen las cajas como por arte de magia. “Veinte voluntarios por acá”, y se juntan 200 en cuestión de minutos.

Bajo los escombros de la fábrica rescataron ayer a 14 personas, la mayoría costureras. Otra vez, como en el sismo de hace 32 años, son trabajadoras de la industria textil las afectadas. Hoy por la mañana rescataron a una más y aún se busca vida. Los cientos de rescatistas que palean los escombros se detienen de pronto y alzan los brazos encima al mismo tiempo. ¡Silencio!, gritan. Y en unos segundos la muchedumbre se calla. Es la señal de que escucharon voces y pueden venir de abajo de las piedras.

El México profundo se asoma en cada esquina, mientras pequeños grupos de soldados y uno que otro camión se hacen visibles en las calles. La novedad hoy es el derrumbe de edificios que quedaron afectados ayer y que en cualquier momento pueden venirse abajo. Han sido evacuados pues el peligro es latente.

El temblor en tiempos de redes. La gente responde a las convocatorias y solicitudes de ayuda, ofrecen sus servicios médicos, ingenieros, enfermeras y arquitectos. También empresas ponen a disposición excavadoras y demás maquinaria para el rescate. Si el Facebook hubiera existido en 1985, otra historia sin duda se hubiera contado.

Cientos de jóvenes se organizan para limpiar los escombros de la escuela Renacimiento, en la calle de Orizaba, en la Roma. Hombres y mujeres cargan pesados cargamentos de piedras y organizan cadenas humanas para sacar las cubetas y costales rellenos.

No hay tregua mientras se acerca la segunda noche en la que decenas de familias volverán a dormir en sus carros o a la intemperie.

Leer también: ¡Silencio, silencio que se oyen voces!

Fuente: http://desinformemonos.org/irrumpe-la-sociedad-civil-en-la-ciudad-de-mexico-y-organiza-el-rescate-y-acopio/


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